LAS CERDAS SON MEJORES
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ya les había dicho que por motivo de mi trabajo, constantemente cambiaba de ubicación y para ese entonces hace ya algunos años, me mandaron a trabajar a la sierra mazateca que queda en algún estado de mi México.
Al llegar al lugar designado me dediqué a buscar alguna casa donde poder vivir comodamente, mi trabajo me permitía ciertos lujos, así es que cuando encontré el lugar indicado, inmediatamente me gustó el departamento. Quedaba en la segunda planta, enfrente tenía un barandal y la vista daba a la calle, en la parte de atras tenía una ventana y la vista daba a una maravillosa postal de la sierra campirana, donde se respiraba el aire limpio que era perfumado por grandes y frondosos árboles.
En la planta de abajo del edificio los dueños tenían un criadero de cerdos que al jusgar por su raza eran de gran tamaño. Había de diferentes edades, pero el que sobresalía era un cerdo blanco muy grande que lo tenían como semental y lo llamaban ""MANDÍBULAS"".
En un principio pasaron los días, muchos días y no pasaba por mi mente la idea de aparearme con alguno de éstos animales, sólo oía el ruido o sonido que hacen los cerdos cuando se encuentran en celo y me imaginaba la agasajada que se daba el Mandíbulas montando a tantas cerdas.
Entonces un día de esos me invitó el dueño a bajar a la planta inferior a conocer a sus cerdos, pues él se sentía muy orgulloso de ellos, decía que eran los mejores de la región y que hasta premios en concursos había ganado. Bajamos y nos dirigimos a los chiqueros, fue cuando me di cuenta de la gran talla de estos cerdos y cerdas, además ese día estaba pariendo una de las cerdas, fue un gran espectáculo ver como se abría o dilataba la vagina de la cerda para dar paso a un corpulento lechoncito, e inmediatamente otro y luego otro, hasta completar una camada de ocho pequeños cerditos y luego con que cariño la cerda limpiaba a sus crías y así nos llegó el atardecer, sólo me dije a mis adentros que cabrón era el Mandíbulas que tenía muchas cerdas a su disposición.
Pasaron los días y por las noches seguía oyendo el sonido característico que hacen los cerdos cuando están inquietos o en celo y no se en que momento y que hora de esa maravillosa noche me vino a la mente el recordar como se habría la vagina de esa cerda cuando estaba pariendo e imaginé que una verga como la mía de 16 centímetros pero de un buen diámetro bien la podía recibir sin ningún problema, eso fue todo lo que pensé y ya no pude dormir de sólo pensar como sería el estar cogiendo con una de esas lindas cerditas.
No podía dormir y así me llegó las dos de la madrugada y tomé la determinación de bajar a hacerle una visita a las cerdas. Tome una linterna de mano y cuidadosamente pasé por el pasillo sin hacer ruido para no despertar a mis vecinos y así llegué hasta los chiqueros, pase a ver al Mandíbulas y le dije, ahora voy a tomar un momento tu lugar espero que no te enojes pues ahora seremos compadres.
Busque a la cerda indicada y elegi a una cerda negrita que estaba preñada no se de cuantos meses, pero la comence a acariciar, a ellas les gusta que le rasquen la panza, y poco a poco le alargue la mano hasta su vulva, la sorpresa fue que su vulva se abría y cerraba, le metí un dedo, luego dos y despues tres, ella en un principio gruñia y pensé que hiba a desperta al vecindario, pero cuando le empece a meter y a sacar los dedos se quedo quietecita y arqueba la columna, eso me indicó que le estaba encantando la calentada que le estaba dando.
Para ese momento yo ya estaba a mil, mi verga se encontraba a reventar y su punta destilando el líquido preyaculatorio que sirve para lubricar la vagina de toda hembra, luego fue cuando me bajé los boxer y le acerque la punta de mi verga a su vulva, que para ese momento ya se encontraba destilando sus fluidos vaginales, la metida de mi verga fue lenta, muy lenta y de una gran excitación nada más de imaginarme como sería el terminar dentro de la vagina de una cerda. Le entró la cabeza y lentamente el demás pedazo de garrote, para ese momento me percate de que la cerda le encantaba follar, porque no sólo se silencio sino que principió a moverse de delante hacia atras, ella también estaba disfrutando la cogida que le brindaba, era un verdadero espectáculo ver fundido en un sólo cuerpo a animal y hombre-a hombre y a animal.
Su vulva se abría y cerraba a gran velocidad, succionando todo a su paso, mi verga parecía estallar en mil pedazos, yo empujaba y sacaba el miembro que se hallaba súper lubricado, amenazando con arrojar su lava ardiente, me costaba trabajo contenerme, pero lo lograba, estaba disfrutando al máximo esa cogida de cerda, su vulva caliente como un horno donde se cocinaba el mejor polvo que hasta ese entonces me había hecho, es indescriptible la sensación que sentía, pero era realidad me estaba cogiendo a esa cerda, mi verga dura y con sus venas a reventar, se la metía y se la sacaba con gran rápidez, para luego caer en una lentitud de atorarla y desclavarla lentamente, podía sentir esa vulva de cerda latir y succionar mi verga, como si una boca humana me la estuviera chupando, era una maravillosa sensación y el big bang estaba a punto de llegar, me decía a mi mismo aguanta, aguanta, haslo por ella no ves como le esta encantando, y me detenía, la vulva succionaba y mi verga resbalaba, se metía y salía con una maestría que me había dado la experiencia de follar con tantos animales, ya por último no aguantaba mas y llegó el big bang, un chorro de leche humana se esparcio por toda la vagina de esa cerda negra, que la recibio con un gran agradecimiento, pues ni el mismo mandíbulas le había hecho un polvo como el que yo le acababa de regalar.
Acabe sudoroso y oliendo a semen y a cerda por todos lados, la vulva aún le latía a la cerda, como pidiendome otra follada, pero tenía que ser cuidadoso, no podía arriesgarme a ser descubierto, hay individuos que no aceptan a la zoofilia como una práctica natural del sexo fuerte.
Me alisté para salir de los chiqueros cuidadosamente, no sin antes curiosear a las demás cerdas, dandome cuenta de que había unas cerdas blancas que ya estaban en edad de merecer un buen polvo y una en especial que su vulva se encontraba muy hinchada y rosada. No se si sabran ustedes que las cerdas cada tres semanas entran en celo y piden verga con gran prontitud, pues bien ésta cerdita hiba a ser mi favorita, pues a la negra sólo una vez le hice el amor pues le faltaba poco para parir. En otra ocación les contaré las folladas a esta cerda blanca.
ATENTAMENTE: EL OAXACO
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!