Lucky, mi renacer…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por HABANA.
Hace más de 2 años desde mi última publicación. Tenía toda una carpeta con material preparado y un repentino error en nuestro queridísimo Windows ha desaparecido todo el contenido de mi PC. Ya veré si recuerdo y vuelvo a redactar esas historias. Por ahora me concentrare en lo que aconteció mucho después.
Alberto, un vecino muy querido en el barrio, era muy atento con todos. Siempre ayudaba a los mayores, jugaba con los niños. Todo el mundo lo quería y los animales no eran la excepción.
Una vez se le vio con un perro callejero. Lo había rescatado de un accidente. Después de unos meses Lucky estaba completamente sano. Se sabía que era joven por el brillo de su pelo, por lo juguetón y energético que era. Lo recuerdo de tamaño medio, quizá un poco más alto de lo normal para un perro sin raza, color claro.
Por cuestiones de la vida había tenido que despedirme de Randy y pasaron meses desde la última de mis andadas. Sabrán que al ver a Lucky miles de cosas pasaban por mi cabeza. Imagínense lo difícil que fue verlo recuperarse. Primero por el lado humano, pero segundo y casi que más importante, porque estaba ansioso por verle todo esbelto.
Desde entonces fui muy cariñoso con el can y por eso me gane su confianza, pues siempre que podía le daba de comer, le pasaba la mano, le hablaba.
Cada noche, cuando iba a botar la basura, lo veía, lo llamaba y aprovechaba para acercarme. Al bajar las escaleras miraba en todas las direcciones para descifrar donde y como podría hacer mi primer intento. Me daba miedo llevarlo a casa, pues al cambiar los horarios escolares y regresar en la tarde, solo me quedaba un rato antes de que llegaran mis padres del trabajo.
Mis únicas opciones eran, o arriesgarme en casa o encontrar un lugar discreto en la calle. Cual de las dos variantes mas peligrosa.
Una de esas noches no aguante mas y me decidí. Mis padres sabían que a veces me demoraba en subir pues me entretenía hablando con alguien y eso me daba unos minutos de cobertura.
Llame de forma juguetona a Lucky y me lo lleve hacia la parte posterior del edificio, donde la cisterna y unos arbustos descuidados me darían algo de intimidad.
El corazón me latía a mil y no sabía que, ni cómo hacerlo. Solo miraba en búsqueda de ojos ajenos. Parecía que no había nadie. La noche no era joven y muchas casas habían apagado sus luces, lo que era algo a mi favor. Estaba bien oscuro el lugar e hice un gesto como de caer al suelo. Quería ver si alguien reaccionaba. Nadia estaba al tanto de mi presencia.
Ok… ahora o nunca, pensaba nervioso.
Comencé a pasarle la mano por el lomo, los costados… todo lo de siempre, como si estuviese dándole los cariños habituales. Con mucha discreción y sin cuidado fui direccionando la mano hacia su funda. Note que no me gruñía ni nada…
Tenía más miedo que deseos y créanme, estaba a mil. Siento como de tanto pasarle la mano, se le asoma la punta. Los líquidos suavemente se hacían notar, aunque no se le veía muy deseoso. Más bien quería seguir jugando, era incansable.
Decidí insistir con más fuerza y lo masturbe por unos segundos hasta lograr que le saliera una parte de la pija que tanto deseaba sentir. El temor por ser visto no me permitía más de lo que había tenido el coraje de hacer. Aún quedaba una mano libre y con ella comencé a tocarme.
Lucky solo hacía que respiraba fuerte con toda su lengua afuera. No se enteraba. Menudo cabrán, yo me reventaba de las ganas como una puta y el como si nada.
Me senté arrecostado a la cisterna y me lo acerque más. Ya estaba a la altura de su pene. Con mucha incomodidad lo cargue y acomode con las patas delanteras a mi izquierda y las traseras a mi derecha. Las manos las usaba de igual manera, una para estimular al can, la otra para mí.
Mi cuerpo no aguantaba mas, pero mi boca era la única con alcance al manjar. En la oscuridad e incomodidad del lugar avance hacia el casi totalmente asomado pene y por primera vez en meses volví a sentirlo.
Lo había estado deseando desde siempre y quien ha estado en mi lugar sabe, no se desea a uno en particular, sino a cualquiera, al que venga. Trate de mantenerle la pija fuera de su funda mientras mamaba con frenesí esperando sus chorros. Me jalaba la mia como un loco. Supongo que estaría haciendo bastante ruido entre los arbustos, pero en esos minutos de gloria nada impediría que llegara a mi “destino”.
Lucky, sin previo aviso, comenzó a disparar ráfagas de su leche. Era bien liquida, cortos chorros, pero muy repetidos. Estar en esa situación me puso más excitado aun y la velocidad con la que me pajeaba aumento.
Sentía su enorme bola entre mis dedos, su semen, de sabor nuevo para mi en todo el rostro y en la boca. Pensaba en cómo sería ponerme a cuatro patas en ese preciso instante y toda esa imaginación, acompañada del tiempo que llevaba sin hacerlo, hizo que explotara en una corrida enorme.
Me metí el trozo de Lucky en la boca una vez más para ahogar el grito de placer que me venía. Estaba en el paraíso. Mi nuevo amante intentaba limpiarse a lengüetazos, lo que hizo coincidir con mi boca. No tenía el mejor de los alientos, pero en ese momento el roce de su lengua con la mía era algo súper sexy.
Y no importaba lo incompleto que aun podía estar. Faltaba la gran y esperada penetración, pero que más podía pedir?
En apenas unos minutos había terminado todo. Estaba casi satisfecho, pero no era ese el mayor de mis problemas para entonces. Cuando decidí levantarme fue que reaccione. Estaba completamente mojado. Tenía mi camiseta empapada de la corrida del Lucky, así como partes embarradas de mi propia leche.
Por dios! Me había venido completamente encima. Como voy a casa ahora?
Bueno, un problema a la vez. Debía salir de ahí sin que me vean y ya luego pensaría en la entrada triunfal.
Una vez de pie, me tape el frente del cuerpo con el recipiente de la basura que había vaciado anteriormente y camine en dirección a la escalera.
Lucky me seguía moviendo la cola, no sé si de alegría y/o satisfacción o solo estaba siendo perro.
Con una última mirada me despedí de el pensando, “En otras ocasiones he faltado a los estudios. Si en la tarde no puedo, por qué no hacerlo en la mañana?”
Y así, mientras subía, imaginaba y planificaba lo que sucedería al día siguiente con mi nuevo amigo Lucky.
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