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Zoofilia Hombre

MAS CON MI PERRO TONY

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.

Mi relación sexual con mi perro Tony sólo podía tenerla cuando quedaba solo en la casa y por bastante tiempo, lo que no era muy frecuente. El sexo con el perro me daba un placer enorme, sin perjuicio de que tenía relación con chicas y -a veces- con chicos. Nada me hacía gozar tanto como hacerlo con mi perro. Pero no eran muchas las veces que tenía la casa a mi disposición para eso.

Por esa razón, casi todos los días estaba excitado, tenía ganas de hacerlo, lo veía andar a Tony por la casa y me calentaba observar su ano rosado, tentador, y enseguida hacia una erección, deseándolo.

Como el perro era muy apegado a mí y juguetón, a veces no aguantaba más y -estando mi familia en la casa- lo llevaba a mi cuarto a puertas cerradas, eso no llamaba la atención porque Tony siempre andaba detrás de mi. Tomaba la precaución de cerrar la puerta del cuarto con llave, todos pensaban que estaba estudiando, leyendo o escuchando música.

Era entonces, cuando aprovechaba escasos minutos, ratos cortos de tiempo, para disfrutarlo un poco. En esos momentos trataba de estar vestido solo con un short (pantalón corto de futbol), y al menos frotaba mi bulto en su ano. Acostumbré al perro a otra cosa: yo me masturbaba con una mano, y con la otra le tocaba la verga y las bolas a él. Cuando yo acababa en mi mano, le hacía lamer mi semen. Llegué a más, cuando estaba a punto de acabar le abria la boca con una mano y se la mantenia abierta y le eyaculaba adentro, al final hacía que me lamiera la verga y se tomara lo que quedaba de semen sobre mi glande.

Pero eso no era suficiente, yo necesitaba cojérmelo. Mientras tanto, hacía lo que relaté más arriba. Esa espera tenía consecuencias, porque cuando al fin quedabamos solos un largo tiempo, lo cojía con desesperación pero siempre tratando de disfrutar al máximo.

Uno de esos dias, teniendo toda la tarde para nosotros, me propuse experimentar cosas nuevas con él. Me desnudé, muy excitado y erecto, lo subí a la cama -ya cubierta por una manta vieja- y lo obligué a lamerme los huevos y la verga, recostados. El olor de mi sexo lo excitaba, porque empezaba a sacar la punta de su pija del capullo. Yo decidí animarme a algo novedoso: empecé a masturbarlo mientras él me lamía, así hasta que extrajo toda su polla del capullo y se hinchó su bulbo. Ahi me atreví a chuparte la verga y el bulto. El sabor no me pareció al principio agradable, pero mi excitación pudo más. Le lamía el bulbo y empecé a introducir toda su verga en mi boca, succionando; retiraba mi boca y se la lamia, y luego volvía a chupar.

Tony gozaba y movia ritmicamente la cadera, como si estuviera cojiendo. Me dispuse a llegar hasta el fin con esa experiencia y lo dejé soltar toda su eyaculación en mi boca, muy líquida, muy abundante. No la tragué, la escupí en un paño. Yo seguía demasiado excitado, pero contento con mi nueva experiencia. Fui al baño a higienizarme, mientras él se lamía la verga.

Mientras de lavaba, pensaba en lo vivido y me dió rabia que él hubiera hecho el rol activo esta vez, eso me encendió y me calentó más. Volví al cuarto, donde Tony seguia plácido sobre la cama.

Tomé dos cinturones de cuero de mi guardarropas. Puse al perro panza arriba, le até fuertemente las patas delanteras y las traseras, acerque su cuerpo al borde de la cama, con su cola bien en el límite. Había preparado un pote de lubricante íntimo y en la punta le coloqué una cánula para enemas, bastante larga. Puse un poco de lubricante sobre el ano y fui introduciéndole la cánula hasta el final. El se estremecía y gemía, pero no podía moverse, y ese sometimiento me excitó más. Con la cánula dentro de su recto, apreté el pote y coloqué buena cantidad de gel dentro de él y, siempre apretando el pote, fui retirando la cánula para que al salir vaya lubricando toda la superficie del recto, desde lo profundo hacia afuera, y también puse bastante gel sobre la superficie de su ano.

Yo estaba furioso al darme cuenta que me había sometido a él mamándole la verga. Lo tenía paza arriba, las patas bien atadas, sostenidas en alto por mi mano. En esa posición, a Tony se le veían las bolas y la verga ya dentro del capullo, salvo la punta roja que todavía sobresalía. Así y todo, pese a mis pensamientos de venganza, vi ese bulbo y volví a mamárselo, mientras le decía: "Con que esto te gustó, eh. Ya vas a ver…". Con mis chupadas Tony volvió a sacar toda su verga y bulbo afuera, pero esta vez la cosa fue distinta.

Lubriqué mi verga, ya durísima, y lo penetré sin ninguna piedad. Como tenía el recto lleno de gel, mi chota entró en él rápido y bien profundo. Tony lanzó unos quejidos repetidos y gemía, pero no me detuve. Teniéndolo bien clavado y sosteniéndole las patas en alto con mis manos, empecé a bombear y revolver mi verga, primero despacio y después frenéticamente. Noté que al moverme así, revolviéndome dentro de él, lo hacía gritar, eso me excitó más todavía. Segui bombeando sin parar.

Me cansó esa posición, le saqué mi pija de un tirón y corrí a Tony al medio de la cama, bien atadas las patas, y lo recosté de un lado. Yo me recosté atrás, apoyé mi glande en su ano y de un golpe lo penetré de nuevo, empujando un poco para llegar al fondo, al punto que mis bolas quedaran rozando su ano. Lo tenía recostado sobre una de mis piernas, y con la otra lo aprisionada por encima. Toda la escena se repetía en el gran espejo que tenía en mi cuarto, y ver eso me calentó más. Hacía movimientos circulares con mi cadera para revolverlo bien, y hacerlo gemir y lanzar grititos. El placer era enorme. Mientras lo cojía le decía: "Y ahora? quien es el macho?, tomá, tomá, más, comete esta verga, sentilaa..".

Demoré todo lo que pude la corrida para seguir disfrutando. Noté que Tony había largado mucha cantidad de leche sobre la manta mientras me lo cojía, señal que gozó. Finalmente, no pude más y eyaculé muchos chorros de semen en su recto. A pesar de haber acabado mi verga seguía dura, y no se la saqué. Elegí retirarla un poco, hasta que solo quede el glande adentro, y de un golpe volver a penetrarlo, saca y pone, así un buen rato, mientras él lanzaba chillidos. Era maravilloso, sentía el recto ardiente, y la masa de gel y semen que tenía adentro.

No conforme, quise someterlo más y de una forma nueva. Se la saqué, lo arrimé nuevamente al borde de la cama con su cola hacia el limite, volví a penetrarlo hasta el fondo. Allí, hice un poco de fuerza, y oriné dentro de su recto, mucha cantidad de orina.

Lo dejé atado, recostado en la cama sobre la manta. Mientras, me duché, higienicé bien mi verga y mis huevos y volví. Tony tenía el ano tremendamente dilatado, y de él se escurrían líquidos. Se lo limpié bien con un paño mojado con agua bien fria. Pero no quise darle tregua, seguía diciéndole: "Quien es el macho acá?".

Le desaté las patas traseras solamente pero lo dejé panza arriba. Me recosté a su lado, volví a colocarle mucho gel con el pote y la cánula pero no lo cojí de nuevo porque todavía no me había recuperado de la acabada que le había largado. Entonces, llené mis dedos de gel y le introduje 3 dedos en el ano, mientras -contradiciendo mi anterior enojo- volvi a mamarle su verga y su bulbo, pero esta vez con mis dedos dentro del recto, sacándolos y poniéndolos, lo que lo hacía gemir. Todavía se sentía dentro de su caño las humedades de gel, semen y orina. Luego de un rato así, recuperé mi erección y volví a cojerlo esta vez penetrándolo y recostándome sobre él aprisionándolo con mi pecho. Volví a eyacular dentro de él y lo dejé descansar.

Esa fue una ocasión algo violenta y furiosa, casi "sadic", pero el placer sexual es asi. Nunca voy a poder olvidar ese hermoso animal y todo lo que gocé con su cuerpo.

En otra oportunidad, les contaré distintas experiencias con él.

2582 Lecturas/1 octubre, 2018/0 Comentarios/por sexosintabues
Etiquetas: baño, leche, polla, semen, sexo
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