MAS PLACER CON MI BOXER
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
Hace un tiempo debí viajar por quince días por razones de trabajo. Como vivo solo, me encontré con el problema de hacer cuidar a mi perro durante ese tiempo. No pudiendo contar con familiares o amigos que lo tuvieran bajo su cuidado, averigüé sobre una guardería de perros que me ofreciera garantía de buen trato y dedicación con él.
Allí lo dejé, en un lugar muy limpio y con atención muy profesional. No habría problemas, ya que mi perro es muy dócil y se adaptaría a sus nuevos guardadores.
Hice el viaje y durante mi regreso no hice más que pensar en el perro. Como me comuniqué telefónicamente con frecuencia con la guardería, sabía que estaba bien. Pero viajando de vuelta a mi casa, sólo pensaba en los placeres que encontraba en él, hacía muchos días que no estábamos juntos y lo deseaba. Mientras conducía mi auto y pensaba en esto, mantuve una erección tremenda todo el tiempo.
Cuando lo retiré de la guardería, me lo entregaron recién bañado, bien alimentado y sano. Él estaba muy contento de volver a verme, saltaba de alegría. Lo llevé en el auto a casa.
Pese a que el perro estaba bien limpio, lo bañé nuevamente a mi modo, con mucho cuidado y dedicación, higienizando especialmente sus partes. Lo sequé y masajeé y lo dejé descansar y terminar de secarse naturalmente. Mientras tanto, preparé –como es habitual- mi dormitorio, cubriendo la cama con el manto que uso para gozar con él, ubiqué espejos grandes en distintos lugares del cuarto, para que reflejaran toda la escena sexual y me estimulara más, y dejé a mano algunas toallas y el pote con lubricante íntimo (lo tengo preparado con una larga cánula para enemas).
Finalmente, llevé al boxer a mi cuarto y cerré la puerta. Jugué con él un largo rato y lo acaricié mucho para que se relajara. Lentamente fui quitándome mi ropa hasta quedar desnudo, luciendo ya una enorme erección, mi pene estaba hinchadísimo y mis bolas me dolían del deseo de eyacular.
Acosté al perro sobre la cama, hice que se ubicara panza arriba y comencé a masajearle la base de su pene, suavemente, hasta que la verga –bien roja- fue saliendo de su capullo. Seguí mi masaje hasta que se formó la bola en la raíz su pene. Me ubiqué de costado y lo puse a él en igual posición frente a mí, recostado su cuerpo sobre mi pierna derecha. Apoyé mi verga sobre su bulto, lo cubrí con mi pierna izquierda y comencé un lento pero firme frotamiento de mi sexo con el suyo. De mi verga salía mucho líquido pre seminal y también del suyo.
Cuando observé que la pija del perro estaba bien hinchada y roja y su bola enorme, comencé a recorrerlas con mi lengua. Lamí la punta de su miembro, del que seguía saliendo cada vez más líquido. Introduje toda su chota en mi boca y empecé a subir y bajar, chupándola suavemente. Sancho, excitado, comenzó a balancear rítimicamente su cadera, poniendo y sacando su pija de mi boca, en tanto yo seguía succionándola, cada vez con más intensidad.
Fiinalmente eyaculó con fuerza, cinco, seis chorros de líquido caliente que llenó mi boca. No lo tragué, nunca lo hago. Lo escupí en el baño, higienicé mi boca con agua y una solución bucal y dejé descansar al boxer, mientras yo miraba unos videos de zoofilia para pasar el rato y estimularme de nuevo.
Luego de un tiempo, excitado por los videos, ya no daba más. Subí al perro nuevamente a la cama, panza arriba, con su cola sobre el borde de la cama.
Saqué lubricante del pote, y dejé que cubriera bien la cánula. También comencé a cubrir con mis dedos su ano con gel y –lento, sin violencia- introduje toda la cánula en su recto; allí apreté el pote para que fuera saliendo gel, y empecé a retirar suavemente la cánula para que, en el trayecto, llenara bien de lubricante el recto del perro. Volví a cubrir de gel la parte exterior del ano.
Lubriqué mi verga –ya enorme e hinchada-, apoyé el glande en el ano –tomándolo de la cadera- y empujé lentamente. Como el perro ya está desvirgado y dilatado por mis cojidas, mi pija entró firmemente, se fue deslizando profundamente hasta el fondo del recto del animal. Esta es una sensación hermosa, la presión del recto en mi verga, las contracciones que hace el perro al sentirse penetrado, el calor de su recto y de su cuerpo.
Así, clavado, lo fui llevando más hacia adentro de la cama, colocando sus patas traseras alrededor de mi cintura, y lo cubrí totalmente con mi cuerpo, abrazándolo con fuerza para sostenerlo.
Comencé a bombear con suavidad, a hacer movimientos circulares con mi cadera para revolver mi verga dentro de su recto, disfrutando al máximo la sensación de tenerlo dominado, penetrado, y sintiendo la presión de su recto caliente. La escena se multiplicaba en los espejos, y eso me calentaba todavía más.
Demoré todo lo que pude la situación, gozando de la penetración, sintiendo sus gemidos. Finalmente llegué al clímax, comencé a bombear con rapidez y fuerza hasta que estalló mi eyaculación y acabé abundantemente dentro de él. Luego de llenarlo de semen, mantuve mi verga dentro de su cuerpo hasta que fue cediendo la erección. En ese momento sentí deseo de orinar y, como un gesto más de dominación, oriné dentro de su recto.
Ese día estuve muy encendido, lo cojí varias veces más hasta que ambos quedamos extenuados. Ver su orificio anal tan dilatado, tan abierto, me excitaba y me impulsaba a repetir los coitos.
Comparto estas experiencias de placer extremo para que quien las lea, llegue alguna vez a animarse a practicarlas, disfrutarlas y vivirlas.
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