Masturbándome con vacas y toros
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando chupaban el pezón de la vaca me preguntaba que tal que chuparan así mi pene, pero me aterraba la idea que topearan como topean con la cabeza la ubre de la vaca para bajar la leche. Esta atracción siguió de adolescente y ahora que soy mayor siento la misma fascinación aunque las formas han evolucionado dadas las circunstancias de cada etapa de mi vida.
Para sentir placer con esta atracción, solía guardar un poco de sal en el bolsillo, luego, sin que nadie viera iba a donde estaba alguno de los animales, el que tuviera la boca más grande y quisiera sal, impregnaba de sal el pantalón a la altura del pene para que el animal lamiera, en algunas ocasiones introducían parte del pene entre su boca, pero forrado por el pantalón e interiores, porque la lengua de estos animales es muy rasposa. Era una sensación muy placentera y llegaba hasta la masturbación.
Pero no solo sentía placer sintiendo la boca del animal en mi pene, también lo sentía viendo como las prendas que tenía puestas, especialmente camisas, se perdían dentro de la boca de estos animales, así dañé varias prendas y me las ponía llenas de rotos.
Ya de adulto me dio por fantasear como se vería una muchacha haciendo lo que yo hacía, esto es, ponerse una falda o vestido impregnado de sal y acercarse a un toro o vaca hambrientos de sal, la sola idea de ver como la falda se pierde entre la boca del toro, los pliegues que se formaría al introducirse dentro de la boca, el movimiento de la tela al ser halada con la boca en distintas direcciones, lo que sucedía con la tela dentro de la boca del animal, la sola imaginación me hacía masturbar en mis horas nocturnas, pero esto no podía hacerlo realidad porque yo era hombre y no podía ponerme prendas femeninas.
Pero cuando terminé bachillerato y viajé a la capital del país, me di cuenta que vendían ropa usada, compré algunas faldas y vestidos sedosos y de amplio vuelo, algunos los acomodé para que yo cupiera en ellos, porque yo era gordo y las propietarias de esas prendas podrían ser niñas o muchachas delgadas, las que no pude arreglar las coloqué palos clavados al suelo. Ya con esas prendas en mi poder, andaba buscando sitios solitarios con ganado manso, me ponía la prenda y a esperar si tenía éxito, en muchos casos fue frustrante porque los animales no están acostumbrados a comer ropa, en otros casos tuve éxito llegando a la masturbación. Lo último que se me ocurrió es pensar que una colegiala con su uniforme se acerca a uno de estos animales que empieza a comérselo ahí puesto en el cuerpo de la niña. Como no pude volver realidad esta fantasía, mandé hacer un uniforme bien ancho de tela suave y bien prensando; me lo puse y en un lugar solitario pude encontrar una vaca que aceptó comer algo, llevaba una cámara de vídeo para poder recordar algunas escenas, pero por la emoción quedó un poco mal grabado.
Ahora no he podido vivir mis fantasías porque vivo en la ciudad y no tengo finca para cuidar ganado, pero tengo la esperanza de volver al campo y continuar con mis andanzas.
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