MEDIA HORA ABOTONADO CON UN GRAN DANES
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por entrecanoardiente.
Soy un maduro atractivo de 45 años y estoy casado. Pero hace dos años tuve una exitante jornada que jamas olvidare.
Resulta que vivo en una ciudad de la zona norte del gran Buenos Aires en donde hay algunos muchachos que se ganan unos pesos paseando perros. Uno de esos muchachos es Mariano, un amigo de mi hijo que pasea unos 20 perros.
Una mañana golpeaba en la puerta de mi casa preguntando por mi hijo, y cuando le recorde que estaba trabajando hizo un gesto como de deasaire. Estaba con todos esos perros que estaban haciendo un gran alboroto. Cuando le pregunte si lo podia ayudar, me explico que hacia dos dias una señora muy adinerada de la ciudad le habia pedido que pasee su gran danes porque en la casa que vivia habia realmente poco lugar para que se solazara, y Mariano al ver que recibiria mas dinero por ese perro que por todos los demas juntos acepto sin chistar.
El problema vino cuando lo juntó con los otros, porque es un perro negro realmente imponente y con mucha fuerza que le estaba haciendo las cosas bastante dificil.
Lo que me dijo era que buscaba a mi hijo para dejarle a Júpiter (así se llamaba el gran danes) toda la mañana. Como yo esaba solo me ofrecí a tenerlo yo hasta que llegara mi hijo.
Reconosco que no fue por eso solo, sino por una repentina calentura que me invadió ni bien vi aquella hermosa bestia.
Cuando era mas joven yo habia tenido relaciones con varios perros, y lo que más me gustaba era quedar abotonado mientras sentía lso chorritos de leche entrando calientes en mi colita. Pero nunca había tenido la posibilidad de estar con un gran danes. Y parecía que ahora, despues de tanto tiempo se estaban cumpliendo mis deseos golpeando nada mas y nada menos que a mi puerta ¿Debía desaprovechar la oportunidad?.
Hice pasar a Júpiter y lo llevé al patiecito del fondo. Parecía curioso e inquieto, pero era muy mansito. Le ofrecí un poquito de comida que había sobrado de la noche y la comió de un bocado.
Mientras tomaba agua comencé a acariciarlo, y el perro se mostraba complacido. Despues de un rato comencé a bajar las caricias hasta el abdomen. Pero yo tenía miedo de esa inmensa bocota, por eso no me apuré demasiado y estaba siempre atento a los gestos del perro.
De pronto el can comenzó a lamerse la pija y comenzó a asomar la puntita colorada ¡siiiii!, eso quería decir que el perro aceptaba el juego y que además estaba disfrutando tanto como yo.
Entonces, sin mas vueltas lo agarré de la verga y comencé a masturbarlo. El perro pareció enloquecer de alegría y su verga salió mucho más del capuchón. El problema era que se trataba de los juegos de una bestia enorme y sus empujones me tiraban de mi silla. Además ladraba y eso me hizo dudar un poquito.
Por eso lo llevé al baño y pensé que si llegaba alguien imprevistamente tenía la excusa perfecta de decir que lo estaba bañanando. Aunque sabía que hasta dentro de dos horas no vendría nadie a casa, pero yo quería aprovechar el tiempo al máximo.
El perro parecía saber lo que le esperaba porque no paraba de saltar encima mío y de mover su cola.
Cuando llegamos al baño me saqué la ropa y me puse en cuatro patas, y el perro de tanta alegría que tenía no sabía que hacer conmigo. El can estaba muy excitado, pero no sabía lo que yo quería. Entonces tomé su verga y sin soltarla me puse debajo de él.
Al principio pareció no gustarle y gruñó un poco, pero despues de unas caricias volvía a intentarlo. Esta vez me seguré de que su verga estuviera un poco más afuera.
Cuando me puse nuevamente debajo de él apunté la punta de su verga al agujerito de mi cola (que hacía muchos años que no sentía un pene canino) y cuando el perro sintió el calorcito mio comenzó a moverse frenéticamente intentando meterme su aparato, pero no lo conseguía. Era muy torpe, además de grandote y la mayoria de las veces sus empellones terminaban en mi espalda. Por eso, para estar un poco más alto, fui a buscar tres almohadones y me arrodillé sobre ellos.
Repetí el intento y esta vez de un solo empujón la verga de la bestia acertó en el blanco. Sentí una pequeña puntada porque estaba muy dura. Pero lo tomé de la base del pene, que ya comenzaba a tener la bola basal, y sin soltarla la empujé con fuerza dentro mío, como si quisiera meterme el perro completo dentro de mi cola.
El animal parecía poseído, y cuando notó que tenía toda su verga dentro de mi cola hizo unos cuantos movimientos espasmódicos y luego se quedó quieto.
Allí sentí que mi culo se partía en dos. El dolor era intenso y comencé a sentír un liquido caliente chorreando por mis piernas. Qué hermoso semen, pensé, pero cuando me toqué me di cuenta que era mi propia sangre.
El pánico me invadió e intenté quitarmelo de encima. Pero por más esfuerzo que hiciera no podía quitarmelo, y con cada tirón el dolor crecía y la sangre se hacía mas abundante. Por eso decidí dejarlo hasta que se le achicara. El dolor en mi culo se fué transformando en un placer indescriptible.
Y allí me abandoné al goce, entonces comencé a sentir los chorritos interminables de leche caliente que el animal me estaba bombeando, y que comenzaban a derramarse tambien entre mis piernas. Aquello produjo en mi una sensación muy parecida al desmayo, y entonces tuve mi primer acabada sin siquiera tocarmela.
Apoyé mi cabeza contra el piso y levanté mas mi cola, dejando que el perro pasara sus patas por sobre mi espalda y así quedamos culo con culo durante más de media hora.
Yo sentía que tocaba el cielo con las manos, y me masturbé lentamente disfrutando cada segundo de placer. Volví a acabar con la verga del perro adentro mío, y despues de un rato intenté despegarme pero tampoco pude.
Entonces abría la ducha fría y nos arrastramos hasta la lluvia fría. Fué ahí que el perro pegó un tirón y se soltó de mi cola.
Allí ví el monstruo que me había comido. No medía menos de 25 cms. y su bola basal tendría el tamaño de una naranja ¡Con razon me había abotonado con tanta fuerza!.
Cuando Mariano volvió a mi casa a buscar a Júpiter yo le dije que lo trajera todos los días que quisiera que se lo cuidaría con gusto.
Y lo trajo varias veces más, además de otros perros grandes, pero esa es otra historia.
Ahora hace tiempo que no vuelvo a sentir una verga perruna en mi cola porque me mudé y vivo en un departamente chiquito y no tengo perro.
Estoy buscando a alguien (hombre, mujer, pareja, etc) que tenga un perro y me invite a su casa para jugar con su perrito, y si la cosa da, jugar con el o ellos tambien.
Soy agradable, limpio, culto, reservado, atractivo, y por sobre todo respetuoso.
Mi mail es calidoabril@yahoo.com.ar
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