Mi amigo Lorenzo, sus primos, yo y nuestras hembras, 5 hermosas cabritas.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
La primera parte de esta historia es así, yo soy zoofílico desde los 10 años, comenzé cogiendo gallinas a esa edad, me gustaba sentir el calor que me daban esos animales en mi pene, cuando las penetraba y debido al tamaño de mi miembro en ese momento que era pequeño, podía metérsela bien adentro y cogerlas con mucho placer, me echaba unos polvos maravillosos con las gallinas, pero pasaron 3 años de esto, yo estaba siendo ya un chico bien crecido con 13 años y tenía una verga bien desarrollada de 14 cm, ya no podía meterla a toda cuando me las cogía, solo una gallina de raza ponedora de huevos, colorada y grandota me aguantaba bien, cuando se la metía toda ella abría el pico y respiraba como si estuviea agitada, no se si estaba caliente conmigo pero se dejaba coger sin problema y luego salia arreglándose las plumas y cacareaba como si estuviera feliz, pero yo deseaba ya cogerme otra hembra animal, me gustaba mi yegua, pero tenía temor que me pateara, no tenía ninguna experiencia como para intentarlo, un buen día llegó a casa una perra vagabunda, un pobre animal que alguien había abandonado en las proximidades de nuestra casa, como todo animal perdido que busca quien lo adopte, era sumamente tímida y sumisa,sentí mucha compasión por ella y pedí a mis padres que me permitieran tenerla en casa, ellos no se negaron y así empezó mi relación con Luna, ese fué el nombre que le puse, no es un animal de un raza plenamente definida, es mestiza, tiene un pelaje muy corto de color blanco con manchas negras, yo enseguida le compre un collar, no para tenerla atada sinó para adornarla un poco y darle el estatus de animal con dueño, estaba un poco flaca pero al poco tiempo ya tenía un buen lomo y su pelaje bien lustroso.
Yo ya había empezado a tenerle muchas ganas como hembra, siempre pensaba cuando podría cogérmela y lo intentaba siempre pero ella me rechazaba, tenía una hermosa concha que yo ansiaba desvirgar cuanto antes, pero todavía no había alcanzado su desarrollo total, no había tenido su primer celo y mi impaciencia me hacía probar en cuanta oportunidad podía de clavarmela, yo ya estaba bien alzado con ella, me la quería llevar a mi dormitorio para dormir con ella, pero mi madre se negaba a que ese animal durmiera en mi dormitorio, cuando salíamos al campo a buscar las vacas para traerlas a tomar agua en el corral, yo jugaba con ella y le acariciaba si podía la concha, pero ella lograba escaparse, a veces yo me acostaba sobre el pasto con ella, la acariciaba mucho y me situaba detrás de ella y arrimaba mi verga parada, pero cuando ella sentía el contacto en la puerta de su concha, se enojaba e intentaba morderme, no me la podía coger, pero después de unos mese, un buen día la vi que se lamía insistentemente su cajeta y noté que la tenía un poco mas inchada que de costumbre, había llegado el momento para mi, salí con ella y nos fuimos hasta un lugar en en medio del campo donde hay muchos árboles, lugar donde hay unas paredes en pie todavía porque en ese lugar hubo una casa, nadie va nunca allí, es un lugar muy seguro para hacer lo que yo quería hacer con mi perra, sin temor a ser visto por nadie, me desnudé completamente y empezó mi tarea de seducir a mi hembra con caricias y toda clase de juegos, yo estaba mas que alzado y con la pija bien dura, me quedé parado y la invité a aproximarse a mi, ella se acercó curiosa al verme en pelotas por primera vez, yo le ofrecí mi verga y ella se dedicó a olérmela mucho y luego comenzó a lengueteármela y me dió el mayor placer que yo había sentido a los 13 años
Sin esperar mas me puse detrás de ella y me dedique a tratar de penetrarla, ella estaba quietita como esperando y vi que voleo la cola hacia un costado, yo entonces acerté a su orificio y empuje con fuerza, entró la cabeza de mi pija pero encontré una barrera que impedía que se la pudiera meter, la agarré con ambas manos de sus caderas e hice mas fuerza y fué así que empezé a sentir que cedía ese obstáculo, se abría bien su concha y mi verga entraba ya hasta la mitad, me quedé contemplando como se la había metido un poco y empuje mas hasta que se fué toda hasta los huevos, por fin tenía a Luna bien clavada sin que se enojara, todo lo contrario ella abrió un poco sus patas se curvó y empezó a moverse como los perros cuando cogen y fué la gloria yo también empeze a moverme con energía y no duré mucho así porque acabé dentro de ella, pero no se la saque enseguida, me quedé unido a ella hasta que mi verga estuvo flácida, solo entonces la saqué, pero luego de una media hora la volví a coger y esta vez si fué un polvo largo y muy disfrutado por los dos, después de terminar se la saque y ella me la lamió como nunca lo había hecho y luego se lamió su concha, mientras yo me vestía y regresamos a casa los dos muy felices, desde ese día no he parado de cogerla, pasaron mas de dos años y ella se dejaba siempre conmigo sin estar en celo, siempre lista para satisfacerme y ella daba muestras que le gustaba mucho cuando la cojía por la forma que se movía cuando yo la penetraba, en ese momento yo ya tenía 15 años y mi estatura era casi la actual, casi 1,80 y una verga de 20 cm, y Luna se la tragaba a toda, se la mandaba hasta los huevos y la ponía acostada con una almohada debajo de su cola, lo cual me permite penetrarla mejor.
A ese momento, la zoofilia era un secreto que yo tenía guardado bajo 7 llaves, por asi decirlo, nadie lo sabía por supuesto y yo me avergonzaba de sentir eso, tenía varios amigos desde la época de la escuela primaria, pero solo uno de ellos Lorenzo, el ya mencionado al principio de esta historia, venía siempre a casa a quedarse unos días, pero yo nunca me atreví a contarle cuales eran mis inclinaciones sexuales con los animales, aunque también había tenido ya lo mio con chicas, alguna noviecita, ir a bailar a veces y también solíamos ir a la casa de un hombre soltero que traía hermosas prostitutas y allí también cogíamos todos, a veces Lorenzo me preguntaba como en tono de broma -¿Nunca te cogiste alguna hembrita animal en tu casa? ¿Nunca lo hiciste con la yegua que tenés? ¿Y tu perra cuando esta en celo? ¿Nunca te la culiaste? y luego me decía -Yo no dejaría pasar la oportunidad en tu lugar, si la tuviera de cogerme una pony u otra hembra animal que yo tuviera en mi casa, -Contame, ¿seguro que no probaste? Mira, mis primos los que viven en las sierras me comentaban que se cogían las cabras y es incomparable el placer que te dan esos animales y yo caliente y curioso como soy lo probé y puedo asegurarte que es maravilloso y lo haré mientras pueda -¿No te gustaría que un día nos fuéramos hasta alla y así pruebas eso tan rico? yo entonces le conteste que estaría muy bueno hacerlo, pero pensando que eso no llegaría a concretarse nunca, pero un buen día Marcelo me invitó para ir a lo de sus primos y allá fuimos los dos y vaya que si lo pasamos bien, yo ya tenía 17 años y el 18 y sus primos eran todos de mas de 20 años.
Fuimos en la moto de mi amigo y llegamos a casa de sus primos casi al mediodía, sus padres se había ido por unos días a pasar las fiestas de navidad a casa de otros parientes, pero los tres .muchachos se habían quedado porque había tareas que realizar y animales (las cabritas ricas) que cuidar y alimentar y ellos aprovechaban mejor para cogérselas, después de almorzar nos sentamos en el patio, todo era algarabía y jarana, por momentos unos de los primos de mi amigo hablaba en secreto con el y se reian a carcajadas, yo me sentía un tanto incómodo porque me parecía que se referían a mi, mas tarde nos tomamos varias cervezas y estábamos todos bastante entonados, todo nos parecía bueno, Lorenzo habló con uno de sus primos y luego el se dirigió a mi y me dijo -Amigo ahora viene lo mejor, ya veraz que buena culiada le pegamos a las cabritas, vos seguime a mi que seré tu "maestro" y me invitó a seguirlo, sus primos se nos habían adelantado y caminaban delante nuestro y asi llegamos hasta el corral donde había 5 hermosas cabritas, en ese momento me di cuenta que mi amigo era tan zoofílico como yo, aunque yo no tuve nunca la valentía de contárselo a el, el si lo había hecho conmigo y ahora se aprestaba a darme una demostración de lo que era el sexo con cabras, eso me hizo sentir muy bien al pensar que ambos éramos la misma cosa, ya no me creía ser el único zoo del mundo, además sus primos también lo eran y no tenían ningún complejo de demostrarlo ante mi, a quien conocían muy poco, solo por lo que mi amigo les había referido de mi supuesto interés por probar el coger con cabras.
En el corral había 5 hermosas cabritas, una hembrita para cada uno, los animalitos estaban como asustadas y se amontonaron en un rincon del corral, los muchachos se aproximaron a ellas y comenzaron a tocarlas, las acariciaban mirándose entre ellos mientras se reian a carcajadas, me sorprendió la mansedumbre de los animales, se notaba que estaban acostumbradas al trato que les daban los muchachos, parecían perritos que se dejan acariciar con sus dueños, estas mejor dicho se dejaban coger con sus dueños, yo estaba a la espectativa por lo que iba a suceder y me mantenía un poco al margen hasta ver que hacía ellos, por el calor del verano estabamos todos de pantalón corto y sombrero y todos comenzaron a quitarse la ropa quedando en pelotas, no me quedó mas que hacer lo mismo que ellos, seguidamente cada uno agarró una cabrita y empezó a hacer lo suyo, me sorprendió la habilidad de mi amigo para manipular al animal, ponerlo acostado en suelo con las patas hacia arriba acariciándola mientras que con la otra mano se sobaba la verga parada y luego de hacerla jugar en la concha de su hembra se la mando a toda y comenzó a culear con una maestría que me dejo pasmado, todo este espectáculo me había puesto a mil, un zoofílico como yo ya se sentía en su salsa, era mi primera vez en un orgía con animales y estaba caliente al máximo, yo opte por montarla de parado y tuve que arquear las piernas bastante para poder embocar la vagina de mi cabra, pero no tuve ningún problema para poder culiarla pefectamente bien, se la mande hasta los cojones y sentí la delicia de estar acoplado a ese animal, la concha de la cabrita me daba ese calor intenso que tienen y el mete saca fué delicioso, mientras me estaba cogiendo mi cabra miraba a los otros como lo hacían, aquel corral se había transformado en un bacanal, 5 machos cogíamos a plena luz del sol, en un lugar apartado como ese donde nadie podía vernos y asi dar rienda suelta a nuestros bestiales instintos, por el calor estábamos todos jadeando y sudados y ya se escuchaban algunos ¡¡¡¡Aaaaaayyyyyyy!!! ¡¡¡¡¡Aaaaayyyyyyy!!! ¡¡¡Aqui acabo carajo!!!! ¡¡¡¡¡Asiiiiiiiiiii!!!! ¡¡¡¡Asiiiiiiiii!!!! y unos antes y otros después, terminamos todos, entre suspiros de placer, a esto lo repetimos varias veces en esos días que pasamos en casa de los primos de mi amigo, no solo en el corral sinó tambien en el monte, siempre los cinco, siempre gozando al máximo, aquellos momentos de placer en ese verano inolvidable, maravilloso, incomparable.
Volvimos muchas veces a esa casa con mi amigo, pero ya estando los padres de los muchachos tuvimos que tener extrema prudencia, para hacerlo en medio del monte, donde nadie pudiera encontrarnos a los 5, fué maravillosa aquella etapa de mi vida, quizás la mejor
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