MI AMOR POR UN GRAN DANES
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por entrecanoardiente.
Ya conté una vez como me había iniciado en esta afición por los perros, ahora les voy a contar cual fué la última vez que lo hice.
Tenía 28 años, y entonces como ahora, me encantaba la pesca, así que cada dos o tres semanas en temporada, me iba a pescar a la isla.
Vivo cerca del delta del Paraná, y acá se le llama isla a todo pedazo de tierra rodeada por arroyos, y como se imaginarán dentro de un delta hay miles. A mi no me gusta ir a lugares donde hay mucha gente, así que esta isla estaba a bastantes kilómetros de toda zona poblada. Para llegar al pesquero al que iba junto con mis compañeros de trabajo había que cruzar el río en una lancha y luego caminar unos tres kilómetros por un camino en medio del tupido bosque isleño. Lo que les quiero hacer ver, es que una vez que el lanchero que nos llevaba hasta el lugar se retiraba para pasarnos a buscar al otro día quedabamos absolutamente aislados en medio de ese paisaje casi salvaje y solitario (a mi siempre me gustó).
El lanchero tenía un perro inmenso, que cuando uno lo veia de lejos lo confundía con un potrillito. Una vez le pregunté porqué tenía un perro tan grande (porque he visto que muchos habitantes de las islas tienen perros de ese tamaño), y me dijo que era porque en la isla abundaban los gatos monteces, y era necesario tener perros grandes para ahuyentarlos y evitar así que les comieran las gallinas y otros animales de granja.
Estos perros de islas son realmente especiales. Son muy mansos y amables con todas las personas, y si uno se interna por el bosque, estos animales lo siguen a uno como queriéndolo cuidar. El perro este no era la excepción. Era realmente cariñoso, y cada vez que íbamos con mis amigos a pescar este perro se quedaba con nosotros. Y no era tonto pues siempre a las noches comíamos asado y el perro interesado, se quedaba con nosotros para recibir las jugosas sobras, a cambio nos brindaba protección.
Una de esas tantas veces que teníamos programada una salida de pesca a la isla con uno de mis compañeros, recibo unos momentos antes de salir de mi casa un llamado suyo diciéndome que no podría ir porque había discutido con su esposa. Como yo era fanático de la pesca, y como ya estaa reservado el lugar (lo habíamos pagado), no quise desperdiciar la oportunidad y me fuí igual.
El lanchero me cruzó y como de costumbre al dejarme en el pesquero su perro se bajó de la embarcación para hacerme compañía. Me dijo que al otro día pasaría unas dos o tres horas más tarde de lo acostumbrado porque debía llevar a un contingente de pescadores muchos kilómetros adentro del delta.
Yo ya había probado las vergas perrunas, y en mi cabeza apenas bajé de ese bote un torbellino de ideas calientes me invadió inmediatamente. No podía dejar de imaginarme cojiendo con ese perrote. De manera que despues de caminar hasta el campamento, armar mi carpa y encender una fogata me puse a acariciar a ese enorme mastín.
Mis fantasías giraban a mil revoluciones por minuto, y se veían potenciadas enormemente al saberme aislado del mundo por kilómetros de arroyos y bosques infranqueables, y que si alguien se acercara escucharía el motor de su embarcación desde varios kilómetros de distancia. Era seguro que estaríamos ese perro y yo toda la noche para hacer lo que se me cruzara por la cabeza. Y lo que se me cruzaba eran muchas cosas, todas referidas a la enorme verga que debería tener.
Pero tenía un poco de miedo por la reacción que aquella enorme bestia podría tener frente a mis requerimientos. Por el momento, estaba encantado con las caricias, pero para asegurarme me puse a hacer un asadito y nos pasamos así al lado del fueguito mientras la carne se cocía.
Una vez que comimos (le dí a él la parte que le correspondía a mi compañero) me dediqué a explorar qué tan dispuesto estaba a complacerme.
Recordé que una vez el lanchero me había contado que el problema que presentaba tener animales de ese tamaño era que no encontraban pareja facilmente, pues la hembra más cercana estaba por lo menos a unos cincuenta kilómetros, pero que él nunca lo había llevado hasta allí. Entonces pensé que tal vez jamás había cojido.
Mis caricias fueron bajando lentamente del lomo hasta la panza, y de allí, como sin querer, mi mano rozaba el capullo. El perrote estaba realmente a gusto parado al lado mío y los dos cerca del fuego en medio de la nada.
Pero yo estaba muy excitado así que tomé coraje y le tomé la verga con decisión. El perro pegó un saltito de placer y comenzó a hacer movimientos de cojer. Yo no esperé más nada y me puse ciego de placer y morbo. Así que me saqué el pantalón y me arrodillé delante de él. Pero claro, el animal no sabía lo que yo quería. Así que con mucho trabajo y despues de varios intentos infructuosos logré que se subiera sobre mi espalda.
Con una mano guié la verga que comenzaba a asomarse a mi culito, y una vez que me sintió con dos estocadas me hundió su miembro.
yo estaba tan excitado que apenas sentí su verga entrar en mí tuve mi primer eyaculación. Estaba enceguecido de placer, mientras esa enorme bestia arremetía contra mis nalgas. Despues de un momento dejó de moverse y sentí que su bola se había hinchado dentro mío. Ahí acabé por segunda vez.
El perro pasó sus patas por sobre mi espalda y quedamos pegados culo con culo, los dos solos cerca de la fogata, con las estrellas como testigo en una hermosa noche de verano. El perro jadeaba y gemía de placer mientras yo sentía latir su verga dentro de mi culito mientras descargaba chorros de esperma caliente.
Como sabía que tendríamos toda la noche y hasta bien entrada la mañana, me dediqué a gozar despreocupadamente de aquella enorme verga canina. De a poco fuí buscando ponerme en una posición más comoda para gozar sin apuros de ese placer, así que por medio de caricias convencí a mi perrito de que nos recostáramos así abotonados como estabamos, recomiendo a todos los aficionados a los perritos a que lo hagan. Quedamos acostados y abotonados, mientras gemíamos los dos de placer. Estuvimos así por más de una hora, mientras yo acariciaba cariñosamente a mi amante agradeciendo el inmenso placer que me causaba, y el me llenaba el culito de esperma.
Me había prometido no desengancharme hasta que el perrito no largara la última gota de leche, y les aseguro que me inundó. Igual, aunque hubiera querido zafar no hubiera podido porque la bola que me teía enganchado era del doble del tamaño de mi puño, y si hubiera forzado la situación probablemente me habría ocasionado serias lesiones, así que tan solo me dediqué a disfrutar con todo el tiempo que tenía. Pero mi calentura no cesaba, así que mientras lo acariciaba me masturbé lentamente hasta tener mi tercer orgasmo. Este último me hizo volar de placer.
Creo que esa noche, y ese momento en particular fué el instante más placentero que me tocó vivir.
Despues de todo ese tiempo de placer, el perro se irguió y comenzó a tironear, hasta que con un ruido de sopapa sacó el monstruo que me había metido. Al ver lo que me había comido me volví a excitar. En mi valija de pessa llevo siempre una cinta métrica para medir los pescados que saco, la tomé y medí su verga recién salida de mi culito. Medía 26 centímetros desde la panza hasta la punta (con la bola incluida), y su bola basal tenía un diametro de 9 centímetros, y eso que ya estaba relajada, así que dentro de mi culo hay que agregarle a estas medidas unos tres centímetros más.
Despues de esa experiencia me había agarrado como un vicio incontrolable, y me iba a pescar solo todas las semanas (eso casi hace que me divorcie de mi esposa), y el perrote me esperaba ansioso. Y lo hice hasta que el lanchero comenzó a sospechar de nuestra actitud, así que con gran pena tuve que dejar al más hermoso amante que tuve, y que hoy despues de tanto tiempo extraño.
Y esa fué la última vez que estuve con un perro, porque despues, por una cosa o por otra, ya no pude.
Vivo en un departamento muy chiquito y no tengo lugar para animales, por eso estoy en busca de alguien de Capital Federal o el Gran Buenos Aires, que tenga perro. Necesito volver a sentir el placer de una verga canina. Y si el o la dueña quiere participar en el juego, mejor, sino no importa.
Lo que pido por favor es un perro y un lugar para cojer con él. Si alguien sabe por favor escribame a entrecanoardiente@hotmail.com, o calidoabril@yahoo.com.ar
Autor: entrecanoardiente
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