mi grito de independencia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por jucatove884.
En algunas narraciones anteriores había comentado que he tenido mis experiencias con hembras de varias especies, pero el lugar de la finca se la he comentado a algunos por el chat, pues se trata de una porción de tierra de mis padres en un lugar de Cundinamarca Colombia, en el piedemonte llanero por la vía que conduce de Villavicencio a Yopal y algo asilada de una cabecera municipal, temperatura promedio de 25 grados, en ese mismo lugar descubrí estos placeres del sexo con animales, actualmente llevo algo más de 14 años de práctica y aun la disfruto como la primera vez, han pasado por mi pene todas especies de hembras domesticas desde aves hasta mamíferos y volantonas hasta adultas, pero especialmente con gallinas (me inicie con ellas) y becerras por la cantidad de vacunos que poseemos y porque se me facilita todo, sin embargo mis experiencias con burras y yeguas se pueden contar con los dedos de la mano, la única dificultad que por estos lados se presenta es conseguirlas, ya no se necesitan para la carga, sin embargo aún todavía algunas contadas personas del campo, las tienen para el transporte de las cantinas con leche a la vía principal donde las recoge el carro por las mañanas.
El día sábado 19 de julio por la tarde me encontraba solo al cuidado de la finca, cuando se largó (decimos así por acá) un aguacero infernal acompañado de tormenta eléctrica, no había pasado nada extraño aparte de la lluvia que estaba cayendo, cuando a eso de las 8 de la noche escuche pasos en el pasillo de la casa y como si corrieran unas butacas, algo extraño porque la casa está encerrada con un encordado de alambre de púas al igual que la vía de acceso, alejada de los corrales, así que cogí un machete y con linterna, me asome al pasillo y encendí la linterna alumbrando hacia el lugar de los ruidos, no eran ladrones, era un burro negro volantón con un pedazo de cuerda atada a un cabezal, ¿Cómo entró? Cuando el cuidandero se fue para el pueblo dejó sin candado las puertas de la talanquera y estas se abrieron, en medio de la lluvia fui a sacar al animal no sin antes ver si era hembra o macho; gguuaauuu era hembra, cual sacarla ni que ocho cuartos, más bien llevé el candado y aseguré la talanquera regresando lo más rápido que pude, ¿Por qué se entró? Probablemente por que a los burros no les gusta mojarse y siempre buscan refugio.
De regreso estaba totalmente empapado así que entré a la habitación, me desvestí y me seque con una toalla, abrí el guardarropa y pensé para qué me visto? Lo que hice fue envolverme la toalla en la cintura, apagar cuanta luz interna estaba encendida, y fui a donde estaba ese hermoso ejemplar, tome la burra y la guié hasta el fondo del pasillo donde hay una especie de comedor para los obreros, luego me encerré con ella pudiendo verla en todo su esplendor por la iluminación de las farolas externas.
Como estaba empapada, con la misma toalla la seque bien y la limpié por todo lado, en la cocina conseguí una panela la partí en pedazos, se los coloque en el mesón para que comiera y no molestara, luego me ubique en mi lugar favorito: sus ancas, le daba palmaditas, la empujaba suavemente, le apretaba la vulva y el animal ni se mosqueaba
Le metí la mano entre sus patas buscándole sus teticas y casi no tenía, como no hubo reacción molesta, poco a poco le metía los dedos en la pequeñísima vulva, estaba muy caliente, de un momento a otros dejo de comer y se puso a chasquear a la vez que levantaba el rabo, pensé entre mi si quiere, como era volantona quedamos prácticamente a la altura perfecta, me encorve hacia atrás y me puse a puntearla con el pene tratando de penetrarla; a pesar de lo excitado no pude, me puse en cuclillas y le abrí la vulva con mis dedos me llagaba ese olor a sexo, era penetrante, fuerte, quede embelecado por unos segundos, con precaución por si pateaba por quinta vez en mi vida durante el sexo con animales, le metí mi lengua hasta donde pude sin embargo pego unos brinquitos, me puse de pie y nuevamente la puntee logrando meterle algo de carne, abrió las patas, elevó su lomo volviendo a chasquear, me encorvé hacia atrás y se lo fui hundiendo con tiernos empujones, su caverna por momentos parecía rechazarlo por falta de lubricación, se solucionó con otros lengüetazos
Cuando se lo metí nuevamente le podía sentir unas contracciones muy ricas, lo sacaba y se lo metía, hasta que conquiste toda su tiernita vaginita, solamente imaginen sintiendo sus ancas en el abdomen y esas dulces cosquillas de su pelo, de vez en cuando batía la cola aunque sentía un poco de dolor por el golpe de las crines me gustaba, luego comenzó a dar leves pasos y me lo hizo sacar, me percate que lo que tenía esa sed, en una cubeta le puse agua tomándosela casi toda y siguió comiendo los últimos trozos de panela, a su vez tome posición y le di una puntada certera hasta el fondo, uuuufffff rico riquísimo, sentía como me lo apretaba durísimo, podía sentir ese rico olor a orina y a animal, se lo sacaba hasta la entrada y se lo hundía todo
Duramos unos minutos más en ese frenesí de sexo, de un momento a otro sentí un hormigueo y una tembladera en las piernas, aceleré las penetraciones y cuando no pude más aferré a la burra por las verijas sintiendo una eyaculación salvaje, fuerte y prolongada, que me hizo gemir y casi gritar de júbilo, pasado el éxtasis de la penetración saque el pene y con papel higiénico la limpié bien al igual que me limpié, aún estaba con el pene erecto por lo que se lo metí y seguí con desgano hasta que recupere mi estado de exaltación sexual, pudiendo al rato lograr otro orgasmo. Fatigado por ese momento a eso de las 11 de la noche me acosté a dormir no sin antes conseguirle otra panela y se la di picada con agua dejándola suelta en ese lugar.
A eso de las cuatro de la mañana me levanté para sacar al animal de la finca, no sin antes echarle el último polvito, en el albor del día abrí la talanquera y saqué a la burrita a la vía pública, y regresé a la casa para desaparecer todo vestigio, luego cuando me fui a bañar al encender la luz del baño me llevé una agradable sorpresa, debajo del capuchón de mi pene estaba todo untado de bastantes puntos negros, creo que son los que se desprenden de la vulva de las burras. A estas horas 2 de la tarde del domingo 20 de julio, decidí conectarme a la red, escribir esta aventura que se no se va a repetir tan fácilmente, el cuidandero ya llegó con su familia y mientras dormía por la mañana el dueño de la burra seguramente recogió su animal y la única esperanza es averiguar quién es el dueño,
jucatove884
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