Mi iniciación como perrita
Mi iniciación oficial en el mundo zoo..
Buenas noches a todzs, hoy les vengo a contar como fue mi primera vez “oficial” en el mundo zoo, cuando me entregué por completo a un perro; esto ocurrió hace unos años, yo tenía 23 para ese entonces.
Como les había contado en mi último relato, el primer acercamiento al mundo zoo que tuve fue con un enorme perro al cual solo se la había mamado, nunca había ido más allá porque me daba miedo. Pero esto con el tiempo no fue suficiente, necesitaba ir más allá y para ese entonces ya no tenía la oportunidad de quedarme a solas con Matón (así se llamaba el perro). Es así que empecé a mirar con otros ojos a un perro que tenía una de mis hermanas y que vivía junto a nosotros en otra casa pegada a la nuestra.
Se llamaba Camilo, era un perro sin raza, tenía alrededor de cinco años y de un tamaño mediano tirando a grande, todo negro con un pelaje que no era ni largo ni corto. Era un perro “bien perro”, a lo que voy es que si bien era muy bueno con nosotros siempre estaba buscando la forma de salir a callejear, aunque volviese luego. De esa forma se ganó cierta fama en mi manzana ya que le gustaba pelear y montar perras.
Era extraño que no me hubiese fijado en el antes, quizás porque estaba eclipsado por el tamaña del otro perro y su enorme verga. No recuerdo cuando puntualmente mi mirada hacia el cambió, cuando puntualmente empecé a desear estar a solas con él, comerle la verga y que me montase.
La cuestión es que la primera interacción sexual que tuvimos fue una en la que me quedé solo en casa, toda mi familia había salido por diversos compromisos y yo decidí quedarme, era un fin de semana. Ese día salí al patio a eso del mediodía y lo fui a buscar al lugar donde dormía, que era una especie de cuartito donde se guardaban herramientas y cosas similares. Me acerqué para luego agacharme y acariciar su cabeza, el, cómo siempre, respondió con su típico carácter indiferente (nunca fue un perro de saltar o ladrar mucho, si movía la cola cuando llegábamos a la casa, pero en general era muy tranquilo).
Inmediatamente llevé mis ojos a su pija, que era de un tamaño respetable y pude notar que tenía una secreción media verdosa saliendo de la punta. Algo informado estaba para esa época y sabía que eso era smegma canino, así que con cuidado aproximé mi cabeza y con delicadeza pasé mi lengua hasta limpiársela, el perro no se lo tomó a mal.
Luego continué masajeándole el pecho y el paquete de a poco para continuar viendo sus reacciones, al no tenerla tan grande como Matón me era complicado agarrarla con la mano entera así que no sabía muy bien como estimularlo de modo que desistí y me fui.
No tenía intenciones de apresurarme, quería que todo saliese lo más bien posible por lo que los siguientes días me dediqué a buscar información sobre como estimular a un perro macho porque sabría que volvería a tener una nueva oportunidad. Esta ocurrió otro día que estaba solo en mi casa, nuevamente fui a al galponcito donde estaba echado y comencé con las mismas caricias, solo que esta vez apunté directamente a la verga y los huevos.
El empezó a mover la cola hasta levantarse, estaba muy animado, yo sin dudarlo me apresuré hasta ponerme de su lado izquierdo y con dos dedos comencé a hacerle una paja hasta dar con los típicos movimientos coitales a lo cual aproveché para chupársela mientras sacaba un poco más de la punta.
Camilo se descontroló por completo y chilló, me sentí mal porque le provoqué algún dolor por lo que lo dejé tranquilo y me fui. De ahí en más se la chuparía un par de veces, esta vez con más delicadeza mientras yo me hacía una paja, como no entendía bien al completo el apareamiento de los perros en mi egoísmo se la mamaba hasta acabar yo, dejándolo pobre sin su merecida descarga.
Como había narrado al principio, lo que buscaba que un perro me penetrase y abotonase, ahora sabía que con este perro se podría dar por lo que buscaba, solo necesitaba el momento adecuado. La ocasión llegaría un Domingo por la mañana.
Regresaba del cumpleaños de un compañero del trabajo, la fiesta me había aburrido por lo que decidí irme, eran como las 05:00hs de la mañana. Como él vivía en una localidad relativamente lejana y quería volver rápido, decidí llamar un taxi y pagar lo necesario con tal de llegar lo más pronto posible y descansar.
A eso de las 06:00hs ya estaba en mi casa, pero hubo algo que me llamó la atención, no estaba el auto y no había nadie en la casa. Llamé por teléfono a mi familia y me dijeron que se habían ido a un evento en la capital (ellos me habían dicho, pero como tenía el cumpleaños decidí la segunda opción y aun así me había olvidado por completo), que no volvería hasta pasadas las 18:00hs, que cuidase la casa y le diera de comer a Camilo. En ese momento mi cabeza hizo un clic porque la oportunidad que buscaba hace rato ahora se me estaba dando.
Yo estaba cansado, quería dormir, pero la adrenalina de la situación hizo que se me fuese el sueño por completo, la sangre fluía con rapidez por mi cuerpo en anticipación a lo que iba a hacer. Ni lento ni perezoso entre a mi casa, me saqué la ropa y fui al baño a evacuar todo para luego limpiarme y afeitarme el culito. La sola situación me humedecía la punta de la pija.
Salí de la casa (llevando puesto un pantalón corto más una remera solamente) y directamente fui al cuarto donde estaba Camilo. El dormía tranquilo sobre su trapo, por mi parte cerré la puerta y rápidamente me saqué la ropa para quedar completamente desnudo frente a él, a su merced. Me puse en cuatro para sentirme una perra, quería que me coja, que me de bien duro, que me reventase mi colita hambrienta, allí, sobre su trapo sucio con su olor y sus pelos, con su aroma a macho.
El para ese entonces me miraba con atención, agitando su cola lentamente. Me acerqué gateando, hasta que comencé a frotarme contra él, primero con mi cuerpo y luego con mi cara hasta dar con sus bolas y su pija. Yo lo acariciaba suavemente con mi mano derecha para que no se levantase y hasta donde podía le chupaba las bolas calientes y peludas, con mi lengua recorría su pene hasta la punta tratando de que algo saliese.
Llegó un punto en el que camilo se agitó por completo, se levantó muy acelerado ya que había logrado calentarlo, no me hice rogar y me puse en cuatro dándole mi colita, lista y dispuesta como buena perra en celo. El captó la señal y saltó sobre mí, me clavó muy fuerte las uñas haciéndome sentir la presión de sus patas. Siguió con los clásicos vaivenes que me humedecían la cola y me pinchaban un poco, pero se bajó para lamerme, yo por supuesto abría mi culito con una mano hasta que me montó otra vez.
Ahí fue cuando me enterró la verga de una, dando lugar a una de las mejores experiencias de mi vida. Podía sentir su jadeo sobre mi hombro, el sonido de su cuerpo chocando con el mío, su aliento, el olor del trapo, la fuerza de sus patas sobre mi cadera, sujetándome duro mientras me cogía sin parar. Yo di rienda suelta a la puta que llevo dentro y comencé a gemir y gritar -Si,si,si, cogeme, haceme tuya, convertime en perrita. Dame mucha leche.
Luego, vino algo que no había experimentado, el nudo. Ahí sí que me asusté un poco porque sentí como una enorme presión crecía dentro de mi culo, sabía que pasaría eso, pero no tenía idea de cómo sería experimentarlo.
El asunto es que en determinado momento perdí el conocimiento y cuando abrí los ojos me di cuenta que estaba abotonado por completo. Levanté un poco mi cola para quedar mejor posicionado y disfrutar lo que había deseado durante tanto tiempo, era mi bautismo como perra y también era la primera vez que me cogían. Inmediatamente comencé a masturbarme y solo tardé segundos en acabar, era demasiada la calentura.
El estuvo unos minutos encima hasta que se bajó y me la sacó del culo de un tirón muy doloroso. Caí rendido y extasiado, llevé mis dedos a mi culo y me sorprendí al ver un líquido bien espeso y blanco, obviamente era su semen, pero yo pensaba que sería más transparente; al día de hoy nunca volví a ver un semen tan abundante.
Es así que el se acercó a lamerme el culito por unos instantes, a lo que respondí abriéndolo para el, acto seguido se echo a limpiarse la pija, que era bien roja, con muchas venas violetas y de aproximadamente unos diecinueve centímetros, estaba cubierta de una película blanca que obviamente era más de esa leche abundante que tenía acumulada en esos huevazos. No quería desperdiciar la oportunidad por lo que la tomé con mis manos desde la base para saborear cada centímetro; el por suerte se quedó tranquilo disfrutando de la limpieza.
La recorrí de punta a punta con mi lengua, tomándole toda la leche, amasándole los huevos con una mano y sosteniéndola con la otra para seguir mamándosela. Seguí así hasta secarlo jaja, él estaba exhausto y satisfecho, igual que yo, que luego de exprimirle la verga me clavé otra paja metiéndome los dedos y usando el semen de Camilo como lubricante.
Todo el cuarto olía a sexo del más sucio y caliente, estaba dolorido, con marcas de sus uñas, el culito bien abierto y escurriendo semen. Me repuse como pude, me vestí, abrí la puerta y volví a mi casa para bañarme y descansar.
Ese día no dormí mucho, todavía seguía caliente por lo que habré dormido unas 4 horas hasta el mediodía, momento en el que otra vez fui a buscar a Camilo para ver si tenía ganas de nuevo, mi intuición no falló y volvió a cogerme, abotonándome, pero esta vez culo con culo. Me estaba volviendo adicto, la segunda abotonada fue tan intensa como la primera.
Pasaron unas horas y llamé a mi familia para saber si ya estaban por volver, para mi agrado respondieron que todavía faltaba un rato largo, que incluso me preparase la cena.
Mi comida esa tarde sería la leche abundante de camilo, la cual me entregó en forma de misionero, estando yo apoyado sobre un montón de ropa, algo que me permitió una penetración más profunda.
Tres cogidas en un día, me había sacado todas las ganas, mi culito estaba satisfecho y lo mejor de todo era que sabía que podría repetir en algún momento que tuviese la oportunidad. Y así lo hice, ese perro me cogió en muchos lugares, en mi cama, en la cama de mi hermana, en su trapo, en el patio de mi casa y en dos ocasiones que lo saqué a pasear.
Incluso una vez me cogió mientras había gente trabajando en el patio de mi casa, ellos trabajaban en una obra y yo estaba en mi habitación con él. A través de la luz que entraba por la cortina veía el movimiento de gente, me arrodillé sobre el piso y con mis brazos sobre la cama; era super excitante sentir como me cogía mientras del otro lado de la pared pasaba gente que no tenía idea de lo que estaba pasando.
Ese fue el perro que me convirtió en perrita, cogimos muchas veces hasta que me mudé, luego lo hacíamos cuando debía cuidarlo en vacaciones, todo esto hasta que envejeció y ya pobrecito no podía. Esos años se dedicó a descansar como buen semental jaja.
Bueno, esta fue la historia de cómo me introduje oficialmente al mundo zoo, espero que les haya gustado. Ya me estoy quedando sin historias, aún así me quedan algunas por contar.
Saludos a todzs.
Me gustó. Si es un inicio oficial bien, y una advertencia, este sexo se vuelve adictivo.
WOW. En ese parque van muy buenos preñadores. Tanto hombres como perros.
Que ricooooo relato, de verdad me gustó, sé de lo rico que lo pasaste por mi experiencia también. Yo creo que es el mejor sexo que te puede dar un macho de verdad y te vuelves adicto. Pero té felicito y que sigas disfrutando de más experiencias que aún no conoces, saludos y goza tú sed de sentirte feliz y satisfecha. Experimenta todo lo que puedas ya que de esta vida no hay otra.