MI MUJER UNA SADICA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi esposa una tarde sentados los dos, me dijo que necesitaba en el sexo "algo mas", me lo explicó muy clarito y yo la complací, en la pequeña habitación sin uso realmente, bajo su supervisión, coloqué grandes cáncamos en la pared en el techo colgue carruchas, construí una perrera, con armazón de aluminio cubierta de red plástica, una puerta cerrada con candado, cada utensilio que construí, que hice, mi esposa al verlo, se podía sentir su excitación, ella iba comprando a su vez, sus utensilios ya no era los que teniamos de principiante, como a veces e llamaba para decirme que tardaría en volver pues estaba con amigas merendando o excusas así, teniamos, ambos 42 años ya, cuando llegó aquella tarde.
Vino a casa con una "nueva amiga", ella tenía 47 años, alta morena de pelo rizado, gordita, yo como ella deseaba, era ignorante de todo aquello, sin saber nada, llegaron, me la presentó, fuimos a la cocina los tres y yo preparé café, sería sobre las 5 de la tarde un dia normal, cuando apenas habíamos terminado de beberlo, mi esposa se levantó ante mi sorpresa desde atrás la agarró del pelo muy fuerte y le espetó
– Ahora voy a jugar contigo puta zorra
Tras la primera sorpresa comprendí al momento, había conseguido lo que me habia dicho tantas veces, ante mis ojos y tirando muy fuerte del pelo de ella y ella gritando la llevó a la habitación, como le tiraba del pelo, allí la hizo quedarse en bragas y sujetador, ella obediente lo hizo, tenia unas tetas grandes unas piernas largas y fuertes, mi esposa le puso unas muñequeras y las enganchó a los cordeles que iban al techo le levantó los brazos hasta el maximo, le dijo
– Ahora vas a estar callada zorra hasta que yo vuelva
Me hizo salir de allí y ella también, joder yo estaba empalmadisimo, fuimos al dormitorio y ella me decía que yo solo podía mirar y si no aguantaba que me fuera pero que nada mas por ahora, mientras se vestía con su lencería en negro y terminaba con su vestido en cuero negro, escotadisimo y abierto por una pierna, volvimos, yo me senté en la esquina, ella se movió alrededor de la esclava, le decía
– Eres una cerda, una puta zorra, que va por la calle sin que nadie sospeche lo guarra que eres en realidad, una puta perra que yo voya a hacer que seas mi esclava mi perra faldera que me lameras cada vez que me salga del coño, voy a acabar contigo, cuando termnes contigo y salgas de aqui, me obedeceras seras mi perra, estaras a mi servicio cerda, es lo que eres una cerda una guarra sumisa una perra esclava.
Estaba ahora atrás su mano en su cuello fuerte y hablandole cerca del oido, cuando se retiró y con su mano le pegó en sus grandes nalgas, no dió tiempo a mas, en un instante, apoyando su mano en la espalda de la esclava, comenzó a golpear una y otra nalga a ritmo fuerte mientras la perra gritaba de dolor, paró, le quitó el sujetador la rodeó colocandose frente a ella, le puso sus dos manos en sus grandes pechos, los acarició hasta que sus dedos cogieron los pezones fueron apretando, mas, mas, mas la perra comenzo a gritar, yo veia lo estirado que los tenía los pezones despues aflojó y se los fue retrciendo de nuevo empezó a gritar, no soltaba, hasta que al fin lo hizo, la perra bajo la cabeza jadeando de dolor, mi esposa la rodeo de nuevo, atrás se inclinó mano en la espalda, la golpeo los fuertes muslos ella volvia a gritar, paró, joder le daba de verdad como ella me habia dicho necesitaba, parecía estar sola, ni e miraba mi esposa, le acaricio el pelo la nuca la espalda a la perra, las nalgas hasta que cogió el bocado se lo colocó, cogió las pnzas de presión fue impresionante como quedaron esos pezones, apretadisimos ella saltaba literalmente de dolor, hasta que se fue acostumbrando para después, volver atrás, cogió una regla de madera, ancha flexible, golpeo sus nalgas sus muslos su espalda su vientre.
Yo estaba vestido, empalmadisimo, cuando ella, dejó de golpear, empezó a decirle.
– Esto es lo que merece una perra como tu, entendido, si me desobedeces, el castigo aun sera peor, me perteneces entera guarra, eres aqui una puta perra que haras lo que me plazca, entendido.
Me llamó mi esposa me levanté e acerqué estaba marcada la perra por todo su cuerpo, me miraba, mi esposa me dijo.
– Cariño arrodillate y quitale las bragas a mi perra, solo bajaselas no se las quite
Lo hice.
– Quieres comerte su coño, miralo, parece apetitoso si quieres cometelo
Ahora obedecí yo, comencé de rodillas a comer su coño una raja grande hinchada, mi esposa le quitó el bocado y de pie comenzó a comerle las tetas ya sin pinzas, la perra gemia y en nada se corrió en mi boca, joder como me gustó escuchar aquellos gritos de placer y sentir como se corría aquella desconocida en mi boca.
Mi esposa se quitó el vestido, soltó a la perra, la hizo colocarse a 4 patas y mi esposa se puso a 4 patas pero apoyandose en la espalda de ella y usandola como si fuera una mesita mientras me pedía que la follara, solo me bajé el pantalón iba calentisimo se la metí a mi esposa pero es que esta iba aun mas caliente que yo nada mas recibir mi polla y moverme empezó a correrse, nada mas correrse ella me corrí yo, fue rapidismo.
Mi esposa le puso un collar una correa y se la llevo al dormitorio, pero me dijo que fuera con ella, me tumbé junto a ella, obligó a la perra a comer su coño, como empezó de nuevo a ponerme aquello, mi polla pronto estaba dura y mi esposa la apartó de su coño la amarro a la cama la correa he hizo se fuera al suelo y follamos ante ella como dos locos.
a partir de ese día mi mujer tuvo a su primera perra.
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