Mi perro macho me deseaba coger cuando era un chico bonito de 17
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi perro y yo
Todo es 100% real.
Solo cambié el nombre de mi perro.
Tenía 17 años, blanco, sin vellos en ningún lado.
Me veía de 14 o 15, cara de niño, bonito.
Cuerpo ese si desarrollado rico, pero siempre he tenido una vista infantil y hasta femenina en mi cuerpo.
Pero no demasiado.
Pues les gusto bastante a las mujeres.
Y ellas a mí, y a veces algunos adolescentes y raramente los hombres.
Bueno la cosa es que siempre tuve curiosidad porque me follara un perro pero por miedos y pensar que está mal y es pecado nunca lo había hecho.
Total que esa noche en particular me habían hecho sentir más bonito y femenino de lo normal en una fiesta de puros adultos, pero no dejaba que los adultos hombres me cogieran, por dignidad, por no denigrarme a ser una puta.
Pero me gustaba sentirme deseado y bonito, ver que me deseaban coger, pero no los dejaba.
Entonces al llegar a la casa.
Me decidí, mi perro un pastor alemán normal no de esos de patas cortas traseras, siempre me olía el trasero y trataba de cogerme, y yo no lo dejaba.
Estaba enloquecido el deseo de los hombres en la fiesta me hacía desear que me cogieran.
Mi perro se llamaba Aramy, y me dije, “nadie lo sabrá si es con el perro no habrá consecuencias ni burlas ni humillación”.
Además sabía que había una perra en celo en la calle y Aramy estaba loco de deseo.
Subí a la azotea solo.
Fui con Aramy, el percibió mi deseo y enloquecido deseaba saltarse la barda e ir por mí.
Le abrí la puerta lo lleve a un cuarto Aramy ya estaba tratando de cogerme.
Se me subía saltaba sobre mi tratando de tirarme y violarme, forzarme.
Eso me excitó deseaba entregarme a él, dejarme coger, dejarme dominar, humillarme al dejarlo cogerme y volverme un maricón.
Mi plan era quitarme el pantalón ponerme en el suelo a gatas y recargarme en el borde de la cama y dejarlo hacer lo que desease, entregándole mis blancas nalgas.
Me acerqué a la cama y me comencé a bajar los pantalones, el perro debía esperar a que yo le ordenara cogerme, que sería cuando me acomodara cómodamente en 4 patas en el suelo.
Pero.
Aramy no se iba a esperar a que yo le ordenase nada.
Comenzó a lamerme y empujarme, le iba ordenar que se esperara, pero no tuve fuerzas, me estaba sometiendo ese perro, y yo lo dejaba con miedo, y deseo, caí sobre la cama con las blancas y bonitas nalgas ya descubiertas, el perro me estaba dominando.
Sobre la cama el perro me afianzó y de la primera estocada me lo metió.
“Ahhhhhhhh” Sentí increíble dejarme herir, someterme a ser una puta, permitir con deseo de ser quemado por su fuego de su pene, delgadito y resbaloso y duro, que entraba en ese lugar íntimo de mi cuerpo, que todos deseaban y yo no los dejaba, solo a este perro.
“Soy suya” pensé.
“Me tengo que dejar coger” Comenzó a ametrallarme con su pene.
¡Dios mío! Era increíble ser sometido por ese fuego que deseaba meterse y ametrallarme dentro de mis nalgas.
“¡Ohhhh…ahhhh… ohhh…ah-ah-ah!” gemía yo suavemente convertido en mujer, en niña.
Me aflojé todo, dejando que me coja.
Me recosté en la cama, mis piernas estaban tocando el suelo.
Ni estábamos bien acomodados, todo fue salvaje, casi una violación, el perro seguía hiriéndome, y yo deseaba que lo hiciera.
Me masturbé como loco.
Y tuve un orgasmo inenarrable, increíble.
Una de las más maravillosas experiencias de mi vida.
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