MI PRIMER YEGUA (mi primer monta)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ahí tienen que yo siendo un zoofilico desde muy temprana edad, en el presente cuento con 21 años y un buen físico, dese hace muchos años no tengo a mi cargo ni mascotas ni amistades con algún ejemplar con el cual llevar acabo mis fechorías, por tal razón e tenido la necesidad de recurrir a la búsqueda de mis propias parejas en lugares insospechados. Pues una tarde esa era mi intención y después de andar un rato por las periferias del pueblo ene el que vivo, encontré no muy lejos a dos caballos blancos y uno más marrón, los cuales pastaban cerca de un río que pasa por ese lugar, solo uno de los caballos blancos parecía ser macho y los otros dos unas buenas hembras, me dispuse entonces a visitarlas nuevamente esa misma noche para por fin saber como se sentiría metérsela por esa raja a esos hermosos animales, cosa que nunca había siquiera pensado ya que me parecían un poco intimidantes, además de que no tenia a nadie que me guiara para hacerlo de una forma adecuada y ni siquiera sabia si me aceptarían o si se pondrían molestas y me darían alguna patada.
Esa noche en la madrugada volví al sitio en cuestión para montar a esas yegüitas, pero no las encontré en el lugar que las había dejado, estaba muy oscuro y empecé a buscarlas, de pronto escucho los golpes de sus cascos, estaban justamente al lado, en un terreno mas despejado, dos estaban atados pero la yegua mas joven que era de color blanca estaba suelta, primero me acerque al caballo, no me atrae ser penetrado, pero no podía desperdiciar la oportunidad de siquiera tocar su tronco y sentir su masculinidad entre mis manos pero cuando trate de hacerlo soltó una pequeña patada, lo que me disuadió y preferí ir con la potranca blanca, pero al verme se asusto y se echo a correr, llevaba dos intentos y dos fracasos pero aun quedaba la yegua marrón, me acerque a ella con cuidado y no se movía, me acerque para tocarla pero dio un paso atrás, como estaba atada la sujete la jale asía mi, y le lleve pastura en mi mano y se la ofrecí, ella se acerco con sigilo y empezó a comer, aproveche y la empecé a acariciar la frente, después continúe por ese enorme cuello el cual abrase para que se relajara y baje a sus patas, continúe por su vientre y toque sus ubres,
Estaba caliente y no se movía para nada, toque sus ancas para ver su reacción y después me arriesgue a tocarle esa grande vulva de color negro brillante, para entonces mi pene estaba súper duro y babeante por lo excitado del momento, comencé desde la parte inferior y fui subiendo por esos gruesos labios, asta introducir dos dedos en esa carnosa vagina rosada, sentía muy rico, era algo que nunca había echo y deseaba experimentar, no pude resistir las ganas y mi sed de jugos de yegua venció mi temor por ser pateado, mi potra era muy grande al igual que su pucha a la cual me arroje y empecé a saborear con mi lengua, el sabor era roro pero no me detuvo y continúe chupándola mientras deslizaba un dedo masajeaba su chochito, en ese punto ya estaba como brazo de albañil, quería empezar a penetrar esa magnifica hembra pero no llevaba sobre que pararme para alcanzarla, por suerte unas rocas estaban cerca y la cuerda alcanzo apenas para llegar a ellas, la guié y la puse en posición, me subí, baje mis ropas y le coloque la pija en la entrada para que nuestros líquidos se mezclaran, de un solo empujón ¡suuuuuummm! Se la metí lo mas profundo que pude, mi pene desapareció dentro de las fauces de esa calenturienta yegua, mi vientre golpeaba sus enormes nalgas lo cual me calentaba muchiiisiiimo, solo podía ver mis bellos debajo de ese botoncito apretado que tienen por culo los equinos, por un momento me sentí un centauro totalmente acoplado con mi amante en una unión de dos cuerpos extasiados, al sacarle mi pene un apretón me lleno de placer indescriptible que nunca olvidare por lo magnifico que se sentía, era como si mi maquina de amor me jalara para seguir dándole a probar mi hinchado y duro pito que no se le compara al de un caballo pero ella parecía disfrutarlo muchísimo ya que se empezó a inclinar para metérselo mas a lo que no me opuse en absoluto, al bombearla su vulva hacia esos guiños que me presionaban toda mi carne los cuales se sentían tan bien que después de un rato metiéndoselo empecé a moverlo en su interior para tocar con mi cabeza todas sus paredes vaginales, solo sentía como me aprisionaba con mas ganas y no pude mas, termine viniéndome en su interior, toda mi leche ahora era suya,
La erección aun seguía dentro de esa cálida concha de yegua y sus espasmos que me dieron tanto placer me impedían querer separarme de ese manjar divino y de lo exhausto que estaba me desplome sobre su lomo, decidí quedarme en esa posición asta que mi pene saliera por si solo como lo hacen los caballos, pero estaba tan cómodo dentro de esa vagina, que estuve así casi tanto tiempo como el que le estuve bombeando, literalmente nunca había montado una yegua, así que aproveche y subí en su espalda como un jinete mientras me recuperaba, después de eso volví a cabalgarla otra vez, nunca le di por su precios ano, lo cual lamente pero no hacia falta ya que su panocha me daba todo lo que necesitaba y yo ponía todo mi empello para que ella también me deseara tener todas las noches como su hombre semental. Ahora solo puedo fantasear y me excita mucho imaginar como seria la experiencia de arrebatar la virginidad a una potranca jovencita y de paso romper su botoncito que para mi aun es un misterio. Espero mi relato guste y deseo poder llevar a cabo mi fantasía algún día, suerte a todos los afortunados que hallan experimentado con estos adorables animales.
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