Mi primera vez con un perro, relato real
Cuento como fue la primera vez con un perro, fue inolvidable.
MI PRIMERA VEZ (real)
Tengo 62 años, soy bisexual desde chico y tuve mi primera experiencia zoofílica, hace muchos años, pero esa me marcó para siempre.
Tenía 17 años, era verano y estaba de vacaciones en una ciudad del interior de la provincia en casa de mi familia.
Todas las tardes, a la siesta, me encerraba en una casa de la misma cuadra que estaba en venta, de la que mi familia tenía la llave, para pajearme horas enteras, me llevaba un par de revistas porno y algunos juguetes para satisfacer mi culo.
Una tarde estaba en lo mío y con horror vi que se abría la puerta de la habitación, se me bajó la pija de la impresión… pero era el perro de mi familia el que entraba, a la velocidad del pensamiento me pasaron por la cabeza las imágenes de una de las revistas que tenía conmigo… una en la que un negro y una rubia -hay imágenes en la red, de vintage zoo- cogían entre si y un ovejero se los cogía a ellos… mi cerebro hizo ¡clic!; me ¡iba a coger al perro!.
«Negro» era un perro-perro, de unos 70 cm. de alzada, con el que jugaba siempre y me demostraba afecto y confianza.
Rápidamente cerré la puerta y empecé a pajearlo suavemente, de a poco fue saliendo su pija del capullo, me arrodillé y me la metí en la boca, su sabor era fuerte y me dio un poco de asco, seguí un poco y aprecié como crecía, ya había visto su pija en otras oportunidades, cogiendo con una perra -eso mereció varias pajas- y sabía que crecería más.
Lo dejé con su pija colgando y me saqué los pantalones y el slip, me puse en cuatro y me metí debajo suyo, acomodando el culo para arriba, con la mano le agarré el pedazo mientras el hacía los movimientos de coger y me pinchaba las nalgas hasta que me la pude meter; ¡fue hermoso!, empezó a cogerme con rapidez y cada vez su pija crecía más y con ello mi goce.
No sé durante cuanto tiempo estuvo cogiéndome, no deben hacer sido más de 3 ó 4 minutos, ¡pero para mi era una eternidad de goce!.
De pronto sentí que me metió la bola, yo no sabía eso y el placer me shockeó, ¡era todavía mejor de lo que esperaba!. «Negro» seguía moviéndose, yo tenía la pija durísima y no me había tocado, era su pedazo masajeándome la próstata, gozaba como un animal cogido, precisamente por un animal, ¡estaba en éxtasis!, pero a medida que crecía la bola me asusté y traté de zafar, pero estaba bien enterrada atrás del esfínter y no salía, hice un esfuerzo y me la saqué: ¡casi me desgarré el culo!, de hecho, después, revisándome con un espejo, ví que sangraba un poco.
De más está decir que ahí terminó esa sesión, me vestí y me fui a de la casa, dejando a «Negro» una hora más solo en el patio, para que se le bajara la pija, no quería andar por la calle con el perro detrás de mí con la pija en bandera.
Pero me quedé re-caliente, aunque más tarde, esa noche, me pajeé furiosamente recordando lo ocurrido a la tarde.
Dos días después me volví a encerrar en la casa con «Negro», decidido a llegar hasta el final.
Empecé a pajearlo nuevamente y él, nerviosamente, trataba de montarme, yo estaba desnudo, de pronto asumimos la posición correcta y más fácilmente que la vez anterior tuve su pija en mi culo, empezó a cogerme rápido y fuerte, con sus patas delanteras aferrando mi cintura, me tenía bien enculado.
No sé cuento tiempo estuvo así hasta que sentí nuevamente la bola, decidido a gozar hasta el final empujé para que me entrara bien; mi culo acostumbrado a las pijas humanas y los objetos que me metía, lo recibió bien, aunque con un poco de dolor, que fue cediendo ante el placer; ¡darme cuenta de lo que hacía me calentaba más!, ¡era fantástico!.
De pronto el perro se quedó quieto, no voy a mentir diciendo que sentí su leche, aunque después supe que estaba acabando dentro mío. Más tarde, lo que a mí me pareció una eternidad, se dio vuelta y quedamos culo con culo, «abotonados», y me empecé a pajear, bastaron un par de sacudidas para acabar una enormidad de leche, ¡estaba tan caliente y lleno de esa pija increíble…!
Quedamos así no sé cuanto tiempo, me recosté sobre mis brazos con la pija dura, no se me bajaba de tan excitado que estaba, mi cabeza volaba de placer y calentura.
Finalmente, de un tirón me sacó la pija, que se había achicado bastante y caí de costado, muerto de la cogida que me pegó «Negro». Él se puso a lamerse y mientras lo miraba me empecé a pajear otra vez… seguía caliente. Me acerqué, agarré esa pija que me había dado tanto placer y me la metí en la boca, empecé a chuparla goloso, le pasaba la lengua a lo largo, me la metía cuanto podía en la boca…no me importaba el sabor ni el olor, no me importaba nada, ¡estaba enloquecido de la calentura!. Mientras lo chupaba me pajeaba despacio, para no acabar rápido, ¡quería estar toda la tarde con esa pija en la boca y en el culo!.
Después de darle una chupada como hacía rato no daba, me metí de nuevo abajo suyo y me cogió otra de nuevo, esta vez me entró muy fácil por lo dilatado que tenía el culo y su leche que me lubricaba, tanto que al principio la bola entraba y salía, hasta que creció lo suficiente para quedar bien firme adentro mío.
Otra vez quedamos abotonados y acabé así, aunque esta vez no se dio vuelta, sino que se quedó arriba mío, jadeando y babeándome la espalda hasta que se bajó con su pija chorreando leche; igual estaba mi culo, dilatado como para que me entre una mano, su leche me corría por los muslos y agarré un poco con una mano y me la llevé a la boca: ¡riquísima!, así que le agarré la pija y se la limpié bien con una buena chupada que «Negro» me retribuyó chupándome el culo y metiendo la lengua bien adentro del agujero que yo ponía al aire meneándolo de calentura.
Esa fue sólo la primera de todas las veces que «Negro» me cogió ese verano, seguimos todas las tardes de ese febrero maravilloso y cada vez que fui de visita a mi pueblo: las vacaciones de invierno, feriado largos y los dos febreros siguientes, aunque vendieron la casa y tenía que dar largas caminatas hasta salir bien de la ciudad e internarme en el campo para coger tranquilo, sin que nadie me descubriera.
Lamentablemente, al tercer año mi amante fue atropellado por un auto.
Nunca más tuve sexo con un perro, principalmente por falta de oportunidades… pero no desespero, me ¨mato¨ con la zoo en la red y no desisto de tratar de volver a hacerlo.
Espero les haya gustado y si hay más zoófilos/as argentinos, manden sus comentarios a [email protected]
JuanTpq
Hola Juan. Me encantó que seas bi y zoo también. Muy lindo tu relato. Me ré masturbé pensando en tu culo abotonado y rebasando de leche que te chorreaba por los muslos. También me hiciste recordar muchas de mis experiencias con perros. Y mis juguetes en mi ano. Me re calientan estas historias y me animan a querer contar las mías. A ver si tenés telegram y podemos escribirnos x ahí.
Muy bueno el relato… Me encantaria experimentar y sentir lo mismo que vos.
Hola, gracias, disculpá la demora, espero puedas concretar porque es algo buenísimo.