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Zoofilia Hombre

Mi vecina casi me descubre dándole verga a una cabra

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Hoy relatare algo que quizás nunca he compartido con nadie, primero porque no todos los días se tiene sexo zoo y segundo porque ello me llevo a cogerme a la mujer de un gran amigo.
He acá lo que paso:

Era uno de esos días aburridos en que no hayas nada que hacer. Yo estaba desempleado aunque tenía mi ahorrito para no preocuparme por algunos meses.Recién me había mudado a una casita propiedad de un amigo pues me había separado de mi mujer, todo un rollo mi vida jajajaja.
Mi nuevo hogar era tranquilo, en las afueras de la ciudad, con mucha vegetación y un clima realmente agradable. Pocas casas alrededor. Mi amigo vivía con su esposa y dos hijos enfrente, tan solo separados por un pequeño patio adornado con gran variedad de plantas ornamentales.
Bien como dije al principio, era un día aburrido. Nomas televisión y para colmo novelas… No teníamos cable. ¿Qué se puede hacer? – pensé -. Ah, ya se – dije para mi – voy a ir a caminar a la finca esa donde hay tantos arboles frutales.

En efecto, cerca de mi casa había varias fincas donde perfectamente se podía pasar un rato relax o simplemente des aburrirse. Y ese fue el caso, me puse en short deportivo una camisa del mismo tipo y me fui a caminar. El trino de las aves, la cálida brisa y demás era algo fascinante.
Fue entonces que vi que al lugar llegaban animales de pastoreo, algunas vacas, caballos y hasta cabras, cosa que no me extraño ni tampoco puse importancia. Me senté por ahí sobre algún pasto que estaba cubierto por la copa de un árbol y solo miraba, sin siquiera poner atención a los detalles. Por allá animales, mas allá el ruido del viento, mas lejos el trino de los pájaros, la naturaleza hablando – pensaba – cuando me saco de mi estado un ruido a mi espalda. Era un grupo de unas seis cabras pequeñas, blancas como algunas de las del cuento de Heidi. Jajajaja – reí nervioso – ya que me habían dado un buen susto.

Los animalitos nomas me miraron y quizás sabedores de que ellos no debían preocuparse pues yo era el extraño en el lugar, solo siguieron haciendo lo que hacían. Comían, jugaban entre ellos y gritaban con su característico beeee beeee. Hoy tenía yo algo mas con que distraerme, pues era gracioso verlos comportarse como niños pequeños – que me perdonen los cabros la comparación jajajaja-.

Ok Yo estaba entretenido, el tiempo paso y cuando ya me retiraba hicieron algo que me detuvo. Uno de ellos, el que parecía mas grande empezó a comportarse diferente, corría girando alrededor de la manada para luego encaramarse sobre las nalgas de las hembras quienes lo evitaban y, en mas de una vez lo agarraron a cabezazos.
– Jajajaja eso te pasa por pervertido – dije hablando mas que para mi que para el animal pues sabia que no me entendía -.

El animalito seguía y seguía de necio. Lo mismo, corría alrededor y de nuevo a la carga. Las cabritas volvían a detenerlo golpeándolo con sus cabezas. Tómala – dije otra vez para mi – Esta claro que no te van a dejar cogerlas – dije, esta vez al cabrito -.
Sin siquiera pensarlo, el juego de los cabritos me había excitado. Se podía notar mi bulto sobre el short, pequeñas cantidades de líquido pre seminal hacían que la cabeza de mi verga se pegara a mi ropa interior. Mire a los lados y viéndome solo, así como estaba sentado metí la mano por arriba de mi short y empecé a tocarme mi verga. El cabrito seguía con su tarea, yo había empezado la mía.

Con la palma de mi mano rosaba mi cabeza, la descubría para luego jalarme los huevos. Mi corazón ya bombeaba sangre de manera acelerada, mi respiración se había agitado, un leve sudor empapaba mi frente. Ya me masturbaba descaradamente.
El beeee, beeee, beeee de las cabritas había pasado a segundo plano, sino hubiera visto que una de ellas se había acercado, levantada su nariz como oliendo el aire. Me miraba.
– Que – dije – ¿Te gusta la verga? Ven, ven, ven con papi pues.

El animalito solo me miraba, al notar que me acercaba retrocedía un poco, solo unos pasos y levantaba más su nariz.
– Ven, ven, ven cabrita puta – le dije – sin dejar de darme mano en mi verga. Ven, ven, ¿No te gusta mi verga? Mira que esta gruesa, no como la de ese cabrito que quizás ni te va a ser feliz. Ven, ven, beeee, beeee – hice tratando de emular su sonido -.

Como vi que al parecer no estaba logrando nada con mi intento y, ya decidido a dar el siguiente paso puse en practica algo que me vino a la mente. Fui y corte las puntas tiernas de una planta que la había visto mordisquear para luego ofrecérsela. El animal no se mostro confiado, pero poco a poco empezó a morder y comerlas.
– Que buena cabra – le dije – ya acariciándole el cuello, su espalda. Desde la cabeza hasta el tronco de su colita.
Vamos, no tengas miedo. No te va a pasar nada. Solo te quiero que me la mames.

Quizás lo estaba haciendo bien pues la cabrita dejo de comportarse nerviosa. Es mas cuando le ofrecí mi verga no solo la olio sino que le pego algunos lametones, luego por increíble que parezca y quizás creyendo que era la teta de su madre empezó a mamármela que daba gusto. Chupaba como buscando leche con esa lengua carrasposa y caliente. Succionaba rico sacándome gemidos de gusto, sin mas ni mas le tome de la cabeza y empeche a follarla por su trompita. Yo arqueaba mi espalda, con una mano le daba ritmo al animal y con la otra empecé a manosear sus tetas.
– Te voy a coger cabrita – dije -.

Casi por instinto mire a todos lados buscando mirones imprevistos, pero me sentí solo. Sin soltar al animalito me coloque detrás suyo teniendo que hincarme por su altura. La cabra parecía presentir que yo estaba a punto de hacerle algo indebido pues de presto empezó a tratar de zafarse de mi, se jalaba alejándome de ese bultito que yo sabia que era su hoyito rico, beeee, beeee gritaba.

Yo cachondo me coloque tomándola fuerte de sus caderas. Con una de mis manos le puse la cabeza en la entrada y con la otra la hale hacia mi sacándole un gran brinco. Me pateo para luego salir corriendo en busca de los otros cabros con los que había llegado. Beeee, beeee gritaba.
Supe que tenia que actuar y rápido. Aun con mi short a mis rodillas corrí tras ella hasta darle alcance. Medio la acaricie y cuando creí haberle quitado lo nerviosa volví a colocarme tras su lomo y otra vez puse mi verga en su entrada no sin antes escupirle en varias ocasiones. De nuevo empuje y, fue cuando la vi girar su cabeza y mirarme fijamente a los ojos, De un solo empujón la empalme hasta las entrañas sacándole un agudo beeee…

No se si fue porque la tenia fuertemente agarrada de sus caderas o porque le gusto, pero la cabrita medio forcejeo y se quedo con todos mis 17 cm de verga dentro. Beeee, beeee hacia.
– Ahorita a coger mi amor – le dije -.
La empecé a penetrar despacio saboreando el momento, deleitándome en ver como mi pedazo de carne salía y entraba de ese agujero tan apretadito como un culito de niña virgen.
– Vamos putita, aguanta hoy voy a ser yo el que te va alimentar con lechita – le decía -.

De verdad era delicioso darle verga a ese animalito. Mis manos anclados a sus caderas la halaban con mas fuerza a fin de llegar a lo mas profundo de sus extremidades, la cabra solo gritaba su característico beeee.

No se cuanto paso, pero mi cuerpo me indico que estaba a punto de descargarme. Mis huevos se habían enjutado al pegue de la verga y el tronco mostraba las venas a punto de reventar, la cabeza brillosa de un color amoratado. Un escalofrió bajaba por toda mi columna vertebral y mi respiración se entrecortaba. Me vacié. Entre cinco o seis chorros de semen derramaron en lo más profundo de las entrañas de la cabrita mientras yo me aferraba a sus ancas. El animalito solo bramaba, sus ojos parecían querer escaparse de sus orbita y forcejaba tratando de huir y por fin escapar de la verga que tenia dentro.
– Ahhh que delicia – exclame -. Que rica estas mi amor – dije sobándole la espalda y desenchufando todo mi instrumento -.
Aspire hondo. Estaba como mareado de la acabada, mis piernas temblaban, las rodillas me dolían de estar hincado sobre el pasto.

Las ráfagas de viento movían las hojas de los arboles suavemente, a lo lejos se escuchaba el trino de los pájaros que parecían haberse alejado para no presenciar la escena donde una pequeña cabra perdía su virginidad. A lo lejos creí escuchar pasos, voces que se acercaban a donde yo estaba.
Rosita la esposa de mi amigo caminaba con su pequeño nieto de la mano, venia directamente hacia donde me encontraba, era cuestión de segundos para tenerme a distancia de reconocerme, si es que no lo había hecho. Como estaba, sin camisa y mi short hasta las rodillas me puse de pie y Salí corriendo entre los arbustos. De reojo pude observarla petrificada viéndome a lo lejos, como adivinado lo que estaba pasando. La cabrita estaba a su lado con su característico beee, su hoyito todavía destilando leche.

Corrí hasta perderme de vista, ordene mis ropas. Mi cerebro imaginaba los uno y mil escenarios que se vendrían encima ¿Me habrían reconocido? ¿Era conveniente volver a mi casa? ¿Qué diría Rosa? Estas y otras preguntas me acechaban, aun así decidí arriesgar yendo casi corriendo a encerrarme en mi cuarto. Me recosté en la cama, encendí la tv y espere a ver que pasaba.
– Y no lo vio – decía una voz afuera -.
– Si, pero no lo vi bien. Es que Miguelito – El nieto – me distrajo. Pero el muy cabro – refiriéndose a mí – salió corriendo, iba desnudo con toda la verga al aire Jajajaja. Se le movía como campana, parecía conejo el muy puto.
– Puta – dijo de nuevo la voz, esa que supuse era una vecina que vivía mas allá, como a cuatro casas – y usted contenta viendo esa vergota Jajajaja. Me imagino que se le hizo agua la boca.
– ¡Ah¡ No exagere que tampoco estoy tan urgida.
– Dígame la verdad ¿Se hubiera dejado coger si o no?
– Jajajaja – rio Rosa -. No se, quien desprecia una buena verga. Pero también puede estar enfermo, mire que cogiendo cabras jajajaja
– Y la cabrita ¿Qué? Ha de ver estado feliz.
– Por Dios. Le dejo un gran hoyo, le aseguro que esa cabra disfruto de lo lindo.
– Es usted una puta Rosa ¿A usted le encantan las vergas grandes verdad?
– No joda. A quien no. ¿Por qué no va a decirme que usted con ese cuerpo de enana que tiene se conforma con una miseria?
– Puta no ofenda. Enana mis huevos Jajajaja. Ya quisiera usted tener mi culo parado, mis tetas…
– Jajajaja No joda. Yo tengo lo mío también, le aseguro que cuando me cojo un hombre jamás me olvida.
– Hey – dijo la amiga de Rosa -. Usted hablando de coger y, no sabe si esta su vecino el profe.
– Que me oiga. Es hombre.
– Y que ¿Ya se lo monto?
– Ni me pela. Es que yo lo conozco desde que era un crio.
– Esta bueno el profe ¿Ha de ser gay?
– Jajajaja Tres hijos tiene, se acaba de separar de su mujer.
– Preséntelo. Yo no voy andar de santulona como usted.
– Jajajaja Puta me quiere ganar el mandado.
– Póngase pilas, sino…
– ¿Sino que?
– Con este culo…
– No mame. Yo le puse el ojo primero
– Jajajaja -rieron las dos –

Ya no pude escucharlas pues entraron en la casa de mi amigo. O sea que – pensé -, alguien andaba tras mis huesitos jajajaja. Instintivamente toque mi paquete que se estaba despertando, fue ahí cuando pude ver que alrededor del tronco tenia un buen puñado de pelos de cabra, lo que me hizo recordar lo excitante que había terminado el día.
Espero no haber sido demasiado detallista y, prometo si así lo quieren contarles como termino la historia con la mujer de mi mejor amigo.

3866 Lecturas/1 octubre, 2018/0 Comentarios/por sexosintabues
Etiquetas: amiga, madre, sexo, vecina, zoo
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