“MORO” UN ENORME PERRO DE UNA ZONA RURAL…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BOY_K9.
Estimados lectores de SST hoy deseo contarles una historia que me sucedió, muy diferente a las que me acontecen cotidianamente, los que me conocen por chat saben que yo usualmente tengo sexo con animales (perros machos), mayoritariamente en mi casa, en mi habitación puntualmente, y he tenido alguna que otra sesión zoo en algunos lugares apartados de mi ciudad, pero en esta oportunidad les voy a relatar lo que me sucedió un día de descanso laboral mío Decidí días previos, organizar todos los pertrechos de pesca míos, para emprender un viaje a un sitio bastante apartado de la zona donde vivo, en ese punto lejano siempre tuvimos excelente resultados de pesca, es así, que ya el día sábado a media tarde yo ya tenía todo listo para emprender la aventura pesquera, decidí llamar por teléfono a mi amigo (con quien habíamos convenido ir de pesca con antelación) y le propuse adelantar el viaje para ganar tiempo material en nuestra actividad pesquera, a tal ofrecimiento mi amigo desistió de ir, me dijo que no se sentía nada bien, debido a que estaba incubando un cuadro gripal o algo parecido, al escucharlo me di cuenta que realmente no estaba bien de salud, me sentí un poco triste por no poder hacer ese ansiado viaje, pero luego de cortar la comunicación y de ver todos mis elementos listos, se me ocurrió realizar el viaje solo, así es que raudamente cargué todos los elementos incluida una tienda de campamento (aquí le decimos “carpa”), ni bien acomodé todas las cosas, salí rumbo al lugar que teníamos planeado, luego de una hora y media de viajar por ruta pavimentada tomé un camino rural de tierra para transitar por el algo mas de 50 minutos, la ausencia de vehículos y personas en ese camino me daba esa linda sensación de libertad y ya comenzaban a estimular en mi esos deseos irrefrenables de tener sexo con algún animal, por aquí solemos decir que en el campo a uno “se le despierta el indio”, conforme mas me alejaba menos signos vitales se visualizaban alrededor, solo se veían grandes extensiones de campos con sembradios y otros poblados por ganado vacuno, luego de mucho transitar llegué al puente solitario donde yo tenia planeado hacer mi faena pesquera y mi campamento, así es que una vez que me detuve, bajé todo mis elementos y busqué el mejor sitio debajo de ese enorme puente de hormigón, coloqué mi tienda bajó de el y quede definitivamente bien a reparo, cerca ya de las 5.30 pm tenía todo mi campamento armado, yo de pequeño solía ir muy seguido con mi padre a ese lugar, es así que yo conocía la zona muy bien y recordé que a unas pocas leguas de ese lugar había un almacén de campo (proveeduría) Si bien yo había llevado todo lo necesario, decidí ir hasta el lugar albergando la esperanza de que en ese pequeño poblado o mas bien caserío podría –quizás- encontrar a algún potencial “amante perruno” llegué al lugar lentamente en mi automóvil y fui recibido por una jauría enorme de perros que recibían a los visitantes ladrando al unísono, como si fuera una suerte de campana para los moradores de lugar, me detuve en el sitio y pronto pude ver en medio de ese grupo de no menos de 10 perros a un enorme perro mestizo de color negro de muy buena forma, se notaba que era un perro sin raza, pero de excelente estructura y de aspecto realmente feroz, luego de visualizarlo unos instantes, pude ver que salía al umbral la dueña del lugar, quien no tardó en reconocerme, con la típica amabilidad y alegría que ostentan la personas campesinas que no están acostumbradas a la visita de “citadinos”, Doña Amelia me saludó efusivamente y desde luego me invitó a ingresar a su local, yo accedí mientras atendía sus preguntas e inquietudes lo mas amablemente posible, pero sin perder de mi mente a ese hermoso animal, luego de permanecer en el lugar unos 30 minutos compré unos trozos de carne junto a otros elementos que ni siquiera necesitaba, cargué las cosas en mi automóvil, fue cuando se me ocurrió preguntarle a la Sra Amelia: Yo: si los perros eran malos? Ella: No, para nada son puro ruido nomás! -afirmó- Yo: Ese oscuro parece malo? le dije Ella: Nopo, el es muy bueno pese a su aspecto algo feroz, todo el mundo le tiene miedo, pero en realidad es muy buen compañero, dócil y muy obediente. Fue entonces cuando se me ocurrió contarle a la señora que yo estaba solo en el puente que un amigo que vendría conmigo tuvo que cancelar su viaje por su salud endeble, le dije: Ella: Quizás a usted doña Amelia, no le molestaría si me llevara a su perro para que me haga compañía durante la noche? así duermo tranquilo. La señora accedió gustosa e inocentemente, ni siquiera por un instante sospechó de mis intenciones sexuales para con el hermoso animal, me dijo: Ella: gánate su amistad durante unos minutos y ya veras, como, el solo te sigue a todas partes. Cuando me dijo así mi corazón comenzó a latir de emoción y alegría, demás está decir que doña Amelia me conocía bien a mi y a mi familia, por eso accedió con tanta alegría a mi petición, así es que luego de muchas caricias y juegos con el canino, lo invité a subir a mi carro y esté no dudó en saltar hacia el asiento del acompañante, en escasos segundos yo ya estaba volviendo a mi campamento con mi mente repleta de ideas, sensaciones extrañas y salvajes, una vez en el lugar, sin que el perro se bajara del vehiculo improvise una especie de arnés para mantener el perro cerca de mi tienda y que este no decidiera volverse a su casa antes de por lo menos intimar un poco conmigo, ya con las ultimas luces del día me dispuse a tirar tres cañas y pescar, pero ya con mi mente invadida por el deseo de tener sexo con ese hermoso animal, pude ver que el me seguía a donde iba sin la necesidad de tenerlo atado y con una soga junto a mi, así es que decidí soltarlo y jugar con el mientras veía el comportamiento de mis cañas, no podía esperar a estar con ese hermoso perro, pero por precaución decidí esperar a que llegara la noche, temiendo que algún lugareño que pasaba de cuando en cuando por el lugar decidiera detenerse a saludarme y quizás a husmear quien era yo, el paso de los minutos se hacia –en apariencia- muy lento, lo sobrellevaba repasando una a una las cañas que tenia tiradas en el río, el pique no tardó en hacerse ver en la segunda caña, fue así que entre pesca y pesca, fueron pasando las horas y hasta que llegó la noche, encendí el fuego y dejé la pesca para comenzar a preparar el lugar dentro de mi tienda, llamé a “moro” (nombre del perro) dentro de la carpa y este entro rápidamente, yo muy emocionado por comenzar a estimular a Moro y pude palpar su enorme verga que no se disimulaba ni siquiera un poquito dentro de su capullo, salí una vez mas hacia fuera para asegurarme que no había nadie alrededor, acomodé bien el fuego con unos leños gruesos y entre nuevamente a la tienda, allí encendí una luz suave y seguí con los tocamientos a Moro, mientras yo me iba despojando de mis ropas, quedamos ambos completamente desnudos y le realicé los roces de rutina que suelo utilizar para poner “en marcha” a los perros, pronto el comenzó a olfatearme y lamer mi pene y mi ano, como entendiendo cabalmente lo que sucedería, estuvimos varios minutos tocándonos y acrecentado nuestra calentura, al punto que el ya saltaba sobre mi haciendo lo típicos movimientos torpes del animal que te quiere montar, en un momento tome la funda de su pene y pude palpar una verga enorme con un bulbo descomunal, me asusté un poco, debido a que entendí que sus dimensiones escapaban un poco de lo que yo podía tolerar, por unos segundos dudé acerca de lo que debía hacer, realmente me parecía algo grande para mi, pero también me sentía demasiado excitado como para dar marcha atrás, mi corazón latía a mil por segundo enervado por mi calentura, entonces me dije: si estoy solo con el y es muy doloroso, nadie podrá escuchar mis gemidos, así es que decidí seguir hacia delante cegado por mi necesidad de ser penetrado por esa enorme bestia, así es que tome aire profundamente varias veces e intenté relajarme, Moro se movía dentro de la carpa frenéticamente en clara señal de excitación, yo me acomodé dándole la espalda y este no tardó en hacer sus primeros intentos fallidos, pero ya entendiendo claramente lo que deseaba, era cuestión de unos segundos para que el atinara mi orificio, finalmente pude sentir los picotazos en mis nalgas y sintiendo como poco a poco el se iba colocando en la posición correcta, en un punto separé bien mis nalgas y sentí como pico justo dentro de mi ano, en ese instante yo me corrí un poco hacia atrás ayudándolo a meter un poco mas su pene, tomé aire una vez mas, exhalé profundamente y sentí como Moro me tomo con fuerza para dejar ir su pene (aún delgado) con fuerza y profundidad, sentí su verga caliente ganar espacio en mis entrañas en forma rustica, una vez mas fui yo quien se hizo hacia atrás para facilitarle un completa penetración, sabiendo yo, que cuando mas adentro esta el bulbo menos doloroso resulta Moro empujaba con fuerza y en forma frenética, podía sentir el jadeo sobre mi oreja, en pocos instantes pude sentir como su pene crecía dentro mío y el dolor hacia su acto de presencia, allí recordé las 3 reglas doradas del apareamiento hombre/perro, que son: 1- NO GRITAR (para no alarmar al animal y que por susto intente salir corriendo y provocándome heridas de seriedad) 2- SEPARAR LOS QUE MAS PUEDA LAS NALGAS PARA QUE EL BULBO SE GANE BIEN ADENTRO Y NO SE APRISIONE JUSTO EN MI ESFINTER PROVOCANDO UN DOLOR INDESCIFRABLE. 3- Y RESPIRAR PROFUNDAMENTE Y EXHALAR PARA SOBRELLEVAR MEJOR EL DOLOR CAUSADO POR EL ACOMODAMIENTO DEL BULBO DENTRO DE MIS ENTRAÑAS. En poco mas de dos minutos pude sentir como esa bestia inundaba mis entrañas impunemente sin que yo pueda hacer algo por evitarlo, sentía es miembro crecer dentro mío, haciendo que mis sentidos entren en conflicto por exceso de placer, incertidumbre y dolor, podía sentir el bombeo acelerado del corazón dando la orden al miembro de que expulse todos sus fluidos dentro mío, segundo a segundo podía sentir como ambos cuerpos llegábamos a nuestros límites de tolerancia, puesto en evidencia cuando Moro dejaba escapar algún gemido finito de dolor por la fuerte presión de mi recto sobre su bulbo, desde luego que para los perros es una presión muy fácil de tolerar a diferencia del transe que nos toca tolerar a quienes no estamos anatómicamente preparados para esas dimensiones groseras, que por momentos parecía llegarme al mismísimo estomago, ni bien logre acomodarme, bajé mis nalgas un poquito para permitirle a moro girarse naturalmente para que quedemos “culo con culo”, en su natural postura de guardia para desestimar el potencial intento de otros competidores por inseminar a su hembra. Con sus movimientos Moro lo que lograba era mover el bulbo dentro mío y al hacerlo estimulaba mi próstata, haciéndome ver estrellas de tanto placer, Moro es precisamente la clase de perros rudos y bien dotados que con su fuerza nos dan esa rica sensación de estar verdaderamente a merced de una bestia sexual incontrolable y dueños de nuestra humanidad al menos por esos largos minutos, 40 precisamente fueron los min que duramos pegados, alcancé en ese período 3 orgasmos prostáticos, sin siquiera tocar mi pene, fue una de mis incursiones sexuales mas: dolorosas, poco planificada y extremadamente placentera. Creo que Moro disfrutó muchísimo también, ya que luego de vaciarse completamente y decidir liberarme, saco su enorme verga morada colgando y se acostó para lamerse su y asearse con un gesto de absoluta tranquilidad y conformidad… Así fue parte de mi primer encuentro con Moro, en otra oportunidad les contaré lo sucedido esa misma noche que –desde luego- no terminó allí… p/d: Si te gustó mi historia, por favor te pido tengas a bien darle una valoración, creo que ese es el único estimulo que tenemos los autores para seguir contándote nuestras historias, y si deseas sacarte dudas sobre este relato o sobre zoofilia en general, puedes obtener mi msn de mi perfil en este sitio Web y agregarme para poder ayudarte o sencillamente ser tu amigo, gracias.
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