Otras aventuras zoo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ferdy.
Tenía miedo de que fuera a contarles a mis parientes sobre el suceso. Pero, por suerte, no fue así, ya que conseguí su secreto a cambio de ser su esclavo sexual. Yo no era más que un niño, y para mí la esclavitud estaba relacionada con cosas del pasado. Pero muy pronto me di cuenta de que eso no era así.
Lo primero que hizo mi vecino, que se llamaba Pedro, una vez que estuve dentro de su casa fue hacerme desnudar para sopesar con sus manos todo mi cuerpo. Me agarraba el pene y los testículos, a los que apretaba entre sus manos hasta hacerme saltar lágrimas de los ojos. Después me ató en su cama y me hizo chuparle la pija, acabando en mi boca. Nunca había tomado semen de un hombre, mis experiencias hasta ese momento era con el semen de mi perro Negro.
En mi pueblo casi todos tenía una mascota y el caso de Pedro no era distinto. Él tenía un pastor alemán de gran porte, que llamó para que se suba a la cama y luego de desatarme me hizo chuparle la pija también al perro, cosa que yo hice de buena gana. Su perro tenía un gran instrumento, una pija gruesa y muy peluda. Cuando la tuvo bien erecta, apenas me entraba en la boca. Se la chupé muy despacio, según me ordenara Pedro, y tragué todos sus jugos seminales, como me lo ordenó Pedro mientras se masturbaba sentado en un sillón y nos miraba. Acto seguido me dijo que dejara de chupar porque ya era la hora de que el perro me cojiera. Entonces me tendí boca abajo en la cama y Pedro empezó a lubricarme el culo introduciéndome dos dedos bien ensalivados. Mientras lo hacía quise pajearme un poco pero me lo prohibió, y le hice caso, como en todo. Pedro era un hombre que sobrepasaba ampliamente los 50 años, aunque no parecía viejo.
Había dedicado su vida al deporte, y eso se notaba en su físico bien trabajado de músculos bien marcados. Siempre que lo veía en la calle, antes de todas estas aventuras, nunca me hubiera imaginado que íbamos a pasar juntos todas estas experiencias.
Cuando, según él, tuve el culo bien lubricado, llamó con un agudo silbido a su perro para que me montara. Yo, aunque estaba muy excitado, tenía miedo de desgarrarme cuando el perro me metiera la pija. Cuando tuve encima al perro, Pedro lo ayudó a que me penetrara y después él se sentó quedando de frente a mí, para que yo pudiera chuparle la pija y los testículos, alternadamente. Fue algo hermoso e increíble, sentir como el perro se vaciaba en mis esfínteres mientras Pedro me acababa en la boca, obligándome a tragar todo su semen.
Después me dejó masturbarme, mientras el perro lamía el semen que se derramaba por mis piernas. Cuando acabé Pedro me hizo bañar y me ayudó a vestirme mientras me acariciaba la cabeza diciéndome que lo había hecho muy bien y me besó en la boca, metiéndome su gruesa lengua mientras me tanteaba sobre el pantalón de gimnasia mi pequeño pene que estaba erecto otra vez.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!