Pancho el perro macho
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por thedog2015.
Desde muy pequeño tenía la curiosidad por los penes de los perros.
Cada que había oportunidad y nadie me viera jugaba con eso que tanto me encantaba de los animalitos.
Hasta el día de hoy aprovecho la oportunidad para poder “juguetear” con alguno para ser su perra y sentirme preñado.
Les contare algunas de tantas experiencias que he disfrutado siendo la hembra de un macho canino.
Como muchos de nosotros, tenemos mascotas en casa, más aun si vives en zonas rurales como es mi caso, cercana a la vegetación con lugares propicios para hacer una que otras cosillas.
Siempre veía a las perras cuando estaban en celo quedar pegadas y rodeadas de muchos machos que peleaban por ensartarlas.
A lo largo de mi vida he tenido muchos perros: hembras y machos por igual, cuando una entraba en celo veía morbosamente como los perros intentaban atinarle a su vaginita, disfrutaba imaginándome siendo la perra.
Había uno de mis perros al cual ya había logrado masajeársela, yo disfrutaba de ello, se la pelaba para verle su verga y sin querer descubrí como hacer que se le hinchara, note que los perros son similares a los hombres, la tienen de diferentes tamaños.
Este perro era uno mestizo de estatura media, se llamaba Pancho, era robustito, con unos testículos grandes, la tenía algo corta a comparación de otros perros que tuve después, ah pero como se le hinchaba, gruesecita y con una textura rugosa.
Y era un perro vago, saber a cuantas perras se ensarto ese can.
Hasta que hubo una ocasión, aprovechándome de la oscuridad nocturna y lo solitario de mis rumbos que aproveche de la corrida de una de mis perritas.
La lleve entre los matorrales y como era de esperarse los machos la iban siguiendo, talvez seguían a la hembra o ya sabían mis intenciones, y como en todos los casos hay un macho dominante que al cual la perra le deja montarle el que casualmente era de mi propiedad: Pancho, pero como nunca había hecho algo más intenso con él, aproveche del celo para que me la metiera.
Estando los perros y yo, me quite la ropa, dejándome solo la playera puesta.
No dejaba que el macho montara a la hembra, no dejaría que arruinara la ocasión.
Me puse de a cuatro y encime a la perra en mi espalda.
El perro como que no quería, después se animó y creyéndose que se ensartaría a la perra comenzó a darme puntaditas con su riata pues la vagina de la perra quedaba fuera de su alcance, el perro me daba punzaditas pero no le atinaba a mi culito, ay que rico se sentía, me daba un placer fenomenal, esa sensación mezclada con lujuria mezclada con el miedo de quizás ser descubierto y del solo hecho de hacer algo antinatural.
Sabía de antemano que habría que ayudarle a Pancho, pero lo deje que lo hiciera por si solito, quería que siguiera siendo el macho dominante.
Lo intento como unas tres veces, lo deje descansar, mientras le lamia su agujerito a la perra pero como olfateaba el olor de su verga emanando de mí me pegaba unos lengüetazos bien sabrosos.
Ya después lo monte arriba de mí y de la perra, lo guie con mi mano hacia mi agujerito, me la metió de un golpe el desgraciado, pero era lo que quería, valía la pena la ensartada de Pancho.
Sentir ese miembro delgadito y húmedo me encantaba, el Pancho comenzó la ensartadera, creyendo talvez que se embonaba a la perra, continuo con su cometido metiéndomela toda dentro de mí, ah que rica sensación, tener toda la verga de un perro en tu culo, esa sensación indescriptible que se siente cuando el pene canino comienza a hincharse a lo largo y ancho sobre todo cuando ya no se puede salir de ti porque ya te abotono , y como era de esperarse oh sorpresa para Pancho, la perra se quitó de en medio y nos dejó a Pancho y a mi bien pegados, culo y verga de perro unidas.
Él solo bajo sus patas delanteras a un lado mío, Pancho no se molestó ni mucho menos quiso zafarse, quizás quería darme ese placer que tanto deseaba o como que quizás también quería sentir el preñar a un humano, y exactamente eso me mataba, pensar que un macho sabroso como Pancho me preñaba.
Sentía que algo punzaba en mi ano, que Pancho eyaculaba dentro de mí y que lo haría por largo rato.
Ay que rico sentirte lleno del culo, más por el morbo de saber que es un perro el que te tiene bien atorado.
Pase sus patas traseras de Pancho para quedar con quedan con las perras, claro que quería sentirme su perra en ese momento.
Para ese momento comenzó a tirar queriendo zafarse, pero no lo dejaba, me lastimaría si me la quitaba pero era más por el gusto de no querer que me la sacara.
Así estuvimos un buen rato, entre jalones de Pancho, las punzadas de sus eyaculaciones y las masturbadas que me daba.
No sé cuánto tiempo estuvimos pegados, no importa, el placer lo valía, como se cansaban las rodillas me sentaba de vez en vez, ahí descubrí que en posición de cuclillas se siente muy rico el pito de un perro.
Y como era de esperarse Pancho termino de descargarse y se zafo de mi colita.
Me limpio el culo, se lamio su pene y corrió tras la perra que ya hace tiempo se había ido.
Ahí me quede un rato, me tocaba el culo sintiendo lo abierto que me dejaba un perro, esa rica sensación que puede darte un macho canino.
Me limpie, me vestí y me fui, temblando un poco de las piernas pero con el semen de mi perro en el culo.
Espero les haya gustado una de las tantas experiencias que he tenido, no solo con Pancho.
Les compartiré otras más delante de Pancho y otros perros antes y después de él.
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