Perrita compartida por lo machos de la familia

Cómo descubrí que mi perrita era también la putita de mi papá .
Alguna vez ya había publicado historias de como mi hermosa perrita mestiza me daba el mayor placer sexual de mi vida con su lengüita en mi verga y mi culito, ahora les contaré cómo supe que esa putita era usada también por mi papá y mi hermano en secreto.

Resulta que mi perrita sabía perfectamente cómo lamer mi verga, mis huevos y mi culo, casi instintivamente. En cuanto nos quedamos solos en la casa movía la colita y se ponía bien cachondita casi rogando por qué me bajara los calzones y saliera mi verga rebotando para lamer la hasta sacar mi lechita que le encantaba. Sabía perfecto como lo quería, sabía perfecto en dónde lamer y dónde dar pequeñas mordiditas que me volvían loco. Cuando me daba la vuelta y me empinaba sabía que primero debía lamer mis nalgas y mis piernas y luego meter su lengua en mi hoyito jalando los pelitos que tengo en el culo. Luego, sabía que le tocaba su premio y se acostaba como ofreciendo esa panochita rosita rica para que yo hundiera mis labios en ella y se la comiera como desesperado, lamiendo por fuera, abriéndola y metiendo toda mi lengua en esa delicia, hasta que terminaba eyaculando en sus labios que luego lamía para limpiar mi semen. Nunca la penetré porque no sabía bien cómo hacerlo, yo era másorrito y me perdí esa oportunidad. Pero me parecía extraño lo bien que sabía hacerlo mi rica putita, como toda una experta, y comencé a pensar que alguien más la había entrenado para mí deleite. Un día decidí espiar a mi papá cuando mi mamá fue a pasar unos días a casa de mis abuelos, solo nos quedaríamos él, mi hermano mayor y yo. Yo acostumbro a la fecha oler sus calzones sucios, los busco siempre en el bote de ropa sucia y me jalo la verga delicioso con ese olor a verga y culito sudado. Pero en ese momento lo que quería era descubrir si también era aficionado a la puchita de perra. Le dije que saldría con unos amigos y esperé fuera de la casa unos minutos para luego entrar con mi llave sin hacer ruido, si me veía diría que olvide algo y listo, pero lo que ví fue maravilloso. Mi papá estaba acostado en su cama con su trusa a medio quitar y mi perrita le daba una rica mamada de verga! Le decía: así chiquita, chupame los huevos, así, con tu lengüita, sigue sigue (cosas que luego yo comencé a decirle a mi perrita cuando me atendía a mi imaginando lo rico que se escuchaba mi papá diciéndole).

Para mí sorpresa (no tanto, y sabía que mi papá disfruta de una lengua en su culo) también se volteó y dejo su culo abierto para ser penetrado por la lengua de la perra. Yo tenia la verga durísima pero no podía hacer mucho ruido, así que solo miré hasta que mi papá decidió hacerla suya.

La acomodó acostada en la cama y le dijo: ahora sí mami, lo que más te gusta. Y le clavó su verga prieta y gorda en su panochita, la misma que yo había lamido con un gusto tremendo muchas veces (parecía que a partir de ese día sabía más rica porque me volví adicto a lamer esa vaginita día y noche).

Luego de unos minutos, no mucho, comenzó a gemir y descargó su semen dentro de la perrita sin salirse de ella. Luego le dió un besito de lengua y le agradeció (como yo lo hacía también cuando me daba placer).

Sali de mi casa sin hacer ruido y toqué la puerta diciendo que había olvidado mi chamarra, corrí a mi habitación para jalarmela pensando en la gran sesión de sexo que mi papá tuvo con nuestra perra y en los rico que oleria ese calzon la mañana siguiente que lo pusiera sobre mi cara.

Luego de que mi perra falleciera solo volví a probar una vagina canina que era aún más deliciosa, pero nunca más tuve acción zoofilica. Ahora muero de ganas de agacharme a probar puchas de perra cada que veo una en la calle, y he tenido antojo también de verga de perro. Así que, si alguien de CDMX tiene perrito o perrita y me lo quiere prestar para jugar un rato los tres, estaría encantado de contactarlos. Tengo 34 años!