Por juguetona con mi perro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Aquella noche el jugueteo con mi perro fue diferente, al grado de salir de costumbre, desde cachorro y como su única dueña y responsable de su cuidado, siempre lo deje dormir en la carpeta de mi recámara, antes de dormir era usual jugueter con el un poco en la alfombra y después ducharme para ir a la cama; como aquella tarde la había pasado comiendo bastantes palomitas en casa de Sofía mientras veíamos películas en su sala, al llegar a casa no tuve apetito para la cena, así que solo espere a que papá llegara a casa y después de compartir un rato de conversación en el comedor, decidí dar las buenas noches y subir a mi recámara a dormir, Nico al ser mi mascota, era siempre inseparable; estaba por llegar a la edad de dos años, y crecía cada vez mas, sus fuerzas superaban por mucho las mías, y en ocasiones resentí su brusquedad al jugar con el.
Como era de esperarse, apenas si deje el asiento del comedor y me dirigía hacia las escaleras, y este malvado ya estaba cascorbrandome a cada paso, me despoje del pescador y me saque la blusa; ya descalsa sobre la alfombra, pretendía acercarme al espejo para quitarme los arétes; fue cuando la mariposa de uno de ellos cayo de entre mis dedos, Nico solo me observaba echado sobre la carpeta, esperando a que lo llamara para jugar, pero en ese instante me urgía encontrar la pieza que se me había caído, me agache a buscarla y por mas que tendí la mano sobre la alfombra, se me dificultaba por el tamaño de la pieza, me hinque y al final termine a gatas; Nico pensó que era momento de jugar y se levanto dando rodietas a los costados míos, trate de tranquilizarlo y regresar a buscar, éste entendió el mensaje y sólo se quedo ahí, mirando como recorría el suelo de rodillas y manos, a los pocos minutos volvió a acercarse a mí, pero olfateandome, debió notar el aroma que despedía mi piel, más aún por la postura, mis labios vaginales quedaban abiertos; estaba a pocos días de comenzar mi ciclo, por lo que le fue llamativo y se acerco tras de mi, a hurgar con su fría nariz sobre mi pantaleta, agité el brazo intentando ahullentarlo, pero solo se retiro un paso atrás, su intención era encontrar la fuente que despedía aquel aroma, así que, tras algunos segundos mas, volvió a meter su hocico en mi puente, esta vez su roce fue con más presión, en el instante comencé a sentir cosquilleo en mis labios mayores, el malvado había lenqueteado mi ropa interior, dejando la humedad de su saliva sobre ella, el cosquilleo se hizó más intenso y un escalofrio me recorrió de pies a cabeza hormigueando cada poro de mi piel.
Sentí curiosidad el saber si se sentiría de igual forma al dejarle expuesta mi vagina, así que dirigí mi mano hacia el puente de algodón de mi lencería y lo recorrí hacia mi ingle; aquel al verme que sin reparo alguno me prestaba a dejarlo seguir lamiendo mi sexo, no tardo en propinarme un humedo y cálido lengüetazo que me arrancó un leve suspiro, la aspereza de su lengua y el vapor de su aliento se impregnaron en mi parte íntima, lo que Nico me estaba haciendo me hizo sentir calor y sabia que no podía terminar abruptamente con aquella dulce experiencia, lo que no calcule fue el recordar que, Nico ya superaba mi fuerza, y no fue sino hasta que, aquel previo llegó a la naturaleza que distingue a los perros; cuando menos lo esperaba, Nico colocaba sus manos en mis costados aprisionando ya mi cintura, un poco erguido balanceaba su pelvis, fue muy brusco al aproximarse tras de mi, que acelerada, pero a la vez impaciente, apenas si intentaba enderezarme para terminar definitivamente con aquella locura de adolescente; fue cuando sentí por completo la pesadez de su pecho recargarse sobre mi espalda, el juego había terminado y era justo el momento en que me enfrentaría a la consecuencia de mi calentura; sin dejar de aprisionarme, bruscamente arremetió contra de mis nalgas, su pesadez me hizo ceder de bruces sobre la alfombra, la postura en que me dejo, le permitió plenamente realizar su asaña, en pocos instantes toda su virilidad me dejaba sin aliento; sentir su pene dentro de mi, arremetiendo tanto placer me hizo la hembra más plena en cada orgasmo que, hasta me hacía retorcer; sin lugar a dudas, hasta el momento,la experiencia sexual más placentera que, incluso ningún hombre ha alcanzado en superar por muy gran amante en mi cama.
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