Primera vez con Blanquita
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por AlejoAle.
Se llamaba Blanquita mi perrita, tenía apenas dos meses cuando llegó a casa, una pastor albino bellísima, era la primera perra que tuvimos pues siempre pensamos que era muy complicado cuidarlas cuando entran en celo, hasta que descubrí lo que era el placer que da una vagina sumisa de perra en celo.
Siempre cuando llegaba por las tardes del cole y después de comer jugaba con Blanquita, era muy juguetona porque era apenas una cachorra, y se emocionaba mucho al verme.
Pasados unos meses como todas las tardes después del cole me comentó mi papá que había que cuidarla más pues la habían llevado al veterinario porque se aproximaba el celo y que iba a estar muy inquieta.
Pasaron varios días antes que se hiciera notorio, descubrí que me daba mucha curiosidad ver la vagina de Blanquita para el celo, pues siempre la había visto pequeña y cerrada, una florecita delicada donde seguramente no entraría nada.
Habían pasado a penas 3 días cuando se empezó a notar que Blanquita se ponía más tranquila cuando la acariciaba el lomo y su vagina había crecido, parecía hinchada aunque mantenía su color blanco de su piel, pero al siguiente día me levanté temprano porque la curiosidad me mataba, la vagina de mi perra se había vuelto una obsesión, mi sorpresa al verla fue enorme, su vagina se había vuelto un panochon rojo y gordo que pedía a gritos ser follado, la tenía muy hinchada y roja que era imposible dejar de verla, cuando caminaba la pobre se le movía de un lado al otro de lo gorda que estaba… en ese momento me descubrí fantaseando con la vagina de mi perra y me sentí un poco sucio por el tabú que representaba, sin embargo me llenaba de morbo pensar en penetrarla y ser el primer pene que tendría adentro.
Empecé a pensar en un plan para poder llenarla de mi iantes que su celo terminara y su vagina volviera a su normalidad.
Pase todo el día agitado pensando cómo haría para poder poseer a mi perra, ese día no puse atención a clases por lo que me llamaron la atención muchas veces y yo lo único que pensaba era llegar a casa para estar con mi perra, al llegar después de comer comencé a jugar con mi perra, que se había vuelto mucho más dócil cuando sentía contacto cerca de su panza y su lomo, parecía que pedía ser tocada y penetrada hasta que jugando puse mi dedo cerca de su vagina roja e introduje un poco mi dedo medio que para mi sorpresa terminó mojado de lo lubricada que estaba, aquello me puso a mil, mi pene empezó a crecer en una erección tan fuerte que buscaba aquella húmeda vagina canina.
No quería esperar más, ni hacer esperar a mi compañera que tan dócil esperaba volver a ser tocada por mis dedos, así que me la lleve al garaje, mi papá se acababa de ir, y la casa prácticamente estaba en silencio así que me apresuré, la llevé a escondidas y al llegar lo primero que hice fue meter mi dedo hasta donde pude, aquello me excitó demasiado, tanto que empecé a meter otro dedo que recibió sin inmutarse, metí tres y aquello me producía tanto placer que no me di cuenta cuando ya estaba por mi cuarto dedo y mi perra se lamía su entrada para aliviar la mojazon con la que tenía su vagina, estaba más roja que cuando empezamos y quizá por mi percepción y excitación la veía más hinchada.
Quería penetrarla, hacerla mía pero quería asegurarme que estuviera dilatada, lo suficiente para que no chillara cuando entrara en ella, así que con dos dedos empecé un mete-saca más intenso que al principio, metí tanto los dedos que sentí un tope, que se abría con dificultad conforme empujaba con fuerza, quise entrar más pero mi perra chilló, eso me preocupó pues pensé que la había lastimado, pero cuando saqué los dedos mi mano estaba completamente mojada, como si hubiera estado disfrutando de aquella masturbación vaginal.
No pude más, empecé a masturbarme con los fluidos que tenía en mi mano, y la acerque a mi pelvis, apreté su vagina sobre mi glande para lubricarme con sus fluidos y poder penetrarla mejor, puse todos sus jugos por mi pene que estaba desesperado por penetrarla.
Retraje mi prepucio que brillaba de rojo por la erección y los fluidos mezclados de Blanquita y míos y empecé a jugar con mi glande en su vagina, sus labios se abrían y resbalaban sobre mi cabeza listos para abrazarla, no espere y empujé con firmeza tomándola de la cadera, entro hasta la mitad y mi perra se quedó quieta, su vagina podía seguir comiendo más, y así iba a hacerlo, no quería que nada estuviera afuera y con más fuerza termine de penetrarla, la base de mi pene se escondía dentro de su vagina, y yo podía ver sus labios rozar y mojar mi pubis.
La embestí con fuerza, su pelvis golpeaba mi pubis mientras hacía desaparecer mi pene dentro de ella, su vagina se sentía tan caliente y húmeda que no quería salir de ahí nunca, quería preñarla, dejarle mi semen bien adentro y marcar mi territorio dentro de ella.
Me detuve un instante, estaba en el cielo y estaba a punto de llegar al orgasmo, así que la saqué, mi pene se sentía explotar, estaba lleno de pelos y fluidos de Blanquita y míos, lo que me causó mucho morbo, estaba listo para preñarla.
Aparte la cola, con una mano abrí sus labios y la penetre fuerte, entre hasta que sentí su anillo interno, quería entrar más y creo que lo logré pues sentí como si me atrapara dentro de ella, estaba en el límite del orgasmo así que la embestí con violencia, iba a preñarla y me aseguraría que iba a ser glorioso.
La tome de la cadera, la movía fuerte dejando que su vagina comiera mi pene y cuando iba a correrme la abracé pegándola a mi pubis, otra vez sentí mi glande como traspasé su anillo interno y quedé atrapado por su vagina liberando mi semen dentro de ella.
Dejé ir varios lefazos dentro de ella hasta que termine, y espere hasta que bajo mi erección para salir de ella.
Caí a un lado de Blanquita, me sentía exhausto después de aquella follada, y mi perra solo me lamió la cara y luego el pene que me había quedado muy sensible después de follarla.
Luego se lamió su vagina y se echó a un lado de mi…
Regrese a mi cuarto a ducharme y deje a mi perra en el patio, me duché antes de acostarme… esa noche dormí como una piedra que luego se despertaría en la madrugada con una erección que pedía a gritos la vagina de Blanquita.
(Aunque eso será otra historia)
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!