SEXO CON GALLINAS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
Tenía 15 años cuando fui a pasar unas semanas de vacaciones de verano en la casa quinta de unos familiares, en las afueras de Buenos Aires, en una zona casi rural.
Allí, si bien podía disfrutar de las comodidades de la casa y de la pileta de natación, me aburría mortalmente por no tener otros compañeros de mi edad para entretenerme. Así las cosas, en los primeros días hice amistad con unos adolescentes vecinos, que pertenecían a una familia de condición bastante humilde, dedicada a la crianza y venta de aves de corral.
Se trataba de dos chicos hermanos, uno de mi edad (15 años) y otro algo mayor, de 17 años, ambos morenos y -según sentía yo entonces- muy bellos aunque algo salvajes. En esos dias, fuimos muy compañeros de entretenimientos. Incluso logré que mis familiares los aceptaran como invitados para disfrutar de la pileta de natación.
Nos divertíamos mucho los tres en la pileta y, brotando ya mis inclinaciones bisex, me encantaba y excitaba ver sus cuerpitos morenos, bien marcados, mojados y brillando bajo el sol, y los bultos que se les insinuaban bajo sus shorts de baño empapados.
Inevitable a esa edad, hablamos de sexo, de masturbaciones. El mayor me confesó que él y su hermano muchas veces se desahogaban con algunos animales de su granja, sin que sus padres los vieran. Como yo no lo quería creer, me desafiaron a visitarlos en su casa y, de darse la ocasión, hacerlo en mi presencia.
Así hicimos. Poco después, su familia me invitó a pasar el día con ellos, en su casa. Los chicos me recordaron el desafío, que yo esperaba comprobarlo ansioso y excitado.
Estando en casa de mis amigos, a la hora de la siesta, aprovechamos que sus padres se iban por unas horas y -una vez solos- los chicos me llevaron hasta el corral donde estaban las gallinas. Hacía muchísimo calor, los tres estábamos vestidos solamente con shorts y el torso desnudo.
Con gran alboroto, eligieron tres bien grandes y limpitas y las llevamos dentro de una casilla que servía de depósito, cerraron bien la puerta y el menor se puso en la única ventana vigilando la eventual llegada de los padres.
El mayor de mis amigos dejó dos de las gallinas dentro de un cajón, y conservó sólo una. La sostenía en sus brazos, aferrándole las patas con una mano, y con la otra levantó la cola del ave y me mostró la abertura de su cloaca/ano. Luego la dejó reposar sobre una mesa.
Enseguida, se quitó el short y quedó completamente desnudo, luciendo frondosos pendejos que coronaban una gran verga muy dura y hermosas bolas grandes y velludas. Se salivó la verga repetidas veces, abundantemente, volvió a tomar el animal de sus patas y se sentó en una silla. Sosteniendo la gallina entre sus piernas, buscó la cloaca del ave con su verga durísima y allí nomás se la clavó. El ave alborotada cacareaba y aleteaba, pero él la aferró fuertemente hasta que quedó completamente penetrada. Comenzó a mover su cadera mientras que subía y bajaba el cuerpo de la gallina como masturbándose con ella. Así siguió con mucha intensidad, gozándolo, hasta que lanzó un gemido fuerte al momento de eyacular bien dentro del cuerpo del ave. Revolvió un poco más su verga en el interior del animal y levantó la gallina para liberar su pija, que salió roja, hinchada y mojada. El ave quedó en el suelo, deambulando con dificultad.
Relevó a su hermano del puesto de vigilancia en la ventana. El más chico, jadeante y excitado, se quitó el short, salivó su verga y tomó al mismo animal -dejando de lado las que estaban de reserva dentro del cajón-. El chico estaba desesperado de calentura, se sentó en la misma silla y buscando la cloaca del ave, la penetró de un solo golpe. La sacudió fuertemente, gimiendo, jadeando y hasta insultando al animal como si se tratara de una puta. Mucho menos cuidadoso que su hermano mayor, se masturbó con el cuerpo del ave ardorosamente hasta que lanzó un grito al eyacular.
Habían cumplido con su desafío y lo habian ganado. Los dos hermanos me dijeron que ahora me tocaba a mi, que tenía que hacerlo también. Acepté, observar la escena me había excitado mucho y yo también estaba fuera de control. Pedí traer una de las aves que estaban reservadas, pero ambos hermanos me dijeron que no, que debía cojerme la misma que ellos, para mezclar mi leche con las suyas y así sellar nuestra amistad.
Me desnudé, salivé mi verga -muy parada- y me senté en la silla. Ellos tomaron el ave y la acercaron a mi entrepierna levantándole la cola. Ví que la gallina tenía el ano completamente dilatado y húmedo. Acomodé mi verga y la penetré. Sentí algo de impresión al principio, pero placer al fin notando ese hueco caliente y mojado. Imité a mis amigos, aferré el cuerpo del ave con mis manos inmovilizando sus alas y me masturbé con su cuerpo tibio hasta que acabé abundantemente dentro de ella. Mientras cojía al animal, mis dos amigos me miraban abrazados, masturbándose. Incluso, en algunos momentos, observé que se besaban y acariciaban entre ellos, adivinando que pasaban otras cosas que relataré aparte, en otro momento.
Nunca repetí la experiencia de tener sexo con gallinas, pero lo recuerdo como placentero, tal vez por el contexto erótico de los dos hermanos participando conmigo de esa fiesta sexual.
Dios…que hermosa tarde secreta