Tengo 34 años y el vicio de culiar gallinas – Cuarta parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Para comenzar, debo decir que el morbo que sentía ante la perspectiva de ver a mi papá apareándose con su yegua, me tenía bien caliente, pero a la vez tenía mucho temor de ser sorprendido "in fraganti" por el, de que se diera cuenta que yo lo espiaba, solo lo había podido ver algunas veces cuando se la culeaba de noche en la caballeriza, pero lo que yo quería ver bien, era la penetración, como su verga hacía el trabajo, como se la metía, como entraba y salía, de ser posible quería ver la expresión de su rostro cuando estaba gozando de culearse a su yegua, verlo mejor en su rol de potro alzado, de padrillo de la yegua y eso no era posible ya que el colgaba la linterna que alumbraba la caballeriza, detrás suyo, solo podía ver su cuerpo desnudo tapado en parte por la cola de la yegua, el se la levantaba y se la ponía sobre su hombro izquierdo, yo quería verlo a pleno día, allá en el monte, cuando la montaba y se iba a todo galope para cogérsela entre los árboles del monte.
Yo, con frecuencia, me iba en plena siesta en mi caballo, al potrero donde estaban las vacas, como relaté antes, allí es ya pleno monte, sierras de poca altura y está el hermoso arroyo que ya mencioné, yo llevaba revistas para leer, me tiraba sobre el pasto, leía y a veces me quedaba dormido por el bullicio de tantos pájaros que hay, así estaba un día y sentí que alguien llegaba a todo galope, no sabía si era mi padre o mi hermano, me asomé y vi a mi padre que se había bajado de la yegua y estaba abriendo el portón para entrar, mi corazón comenzó a latir a mil, me quedé muy quieto, lo vi cerrar el portón y caminar con la yegua de tiro, hasta un recodo que hace el arroyo, le sacó la montura, las riendas y la yegua se puso a tomar agua, el esperó y luego le acarició el ocico con ambas manos, le arrimó la cara y la besó repetidamente, se quedó con su cara pegada a la de ella unos segundos, luego se quitó la ropa, yo lo veía de espaldas, con suaves empujones arrimó al animal hacia una pequeña barranca y giró quedando de perfil, entonces pude ver bien que su verga parada tiene la medida que cualquier hombre quisiera tener, yo creo que esa "herramienta" tiene no menos de 24 cm y respecto a ese tamaño he escuchado decir a un hombre ya viejo de esta zona, que el hombre que se acostumbra a culear yeguas desde muy adolescente, se le desarrolla la pija notablemente, verdad o casualidad, no se, pero mi padre puede hacer gozar muy bien a su yegua, con las fabulosas culeadas que le pega.
Siguiendo el relato, arrimó la yegua hasta el pequeño barranco, ella ya bien acostumbrada a eso, se dejó guiar por su padrillo, por su potro y a mi me quedaba un ángulo de visión perfecto, yo creo que si mi padre hubiera querido que yo lo viera, se habría puesto exáctamente donde se puso, en el lugar ideal para que yo viera desde mi escondite, todos los detalles de esa fabulosa culeada que le pegó a su hembra esa tarde, se paró sobre el promontorio, le acarició la concha, le metió los dedos, jugó largamente con ellos, metiéndoselos lo mas que podía en la cajeta de la yegua, luego con el brazo izquierdo le levantó la cola, se la puso sobre su hombro, se agarró la pija que estaba como garrote y se dedicó al placer de hacerla jugar, de arriba hacia abajo, luego de unos segundos de ese juego, con suaves embestidas se la mandó hasta los cojones, se quedó unos instantes mirando hacia arriba y respirando hondo, luego comenzó un mete saca muy lento, sosteniendo a su hembra con ambas manos de sus ancas, así llevó el polvo lentamente hasta que la fuerza de sus embestidas fué aumentando hasta convertirse en un frenesí increible, su jadeo y sus quejidos de placer se escuchaban perfectos desde mi "puesto" de observación, parecía un poseído por el placer, yo a la vez, estaba caliente como una brasa, ya no era nada pendejito, tenía 15 años y me estaba haciendo la paja mas caliente con semejante espectáculo y pensaba que esa yegua en cualquier momento sería también mia, de repente escuché un fuerte gemido, casi un grito, otro mas suave, luego un leve suspiro de satisfacción, miró hacia arriba y luego se desplomó sobre las ancas de la yegua, ella abrió un poco las patas e hizo lo mismo que cuando se la culió mi primo el Bestium, comenzó a mear, el se hizo un poquito hacia atrás sin sacársela y se dejó mear , el chorro de meada le mojaba toda la panza y chorreaba por sus piernas y el abrió los brazos y miró hacia arriba con gesto de inmensa alegría.
Así fue como vi a mi padre, el hombre serio que nunca hablaba mucho de sexo, culeándose a su yegua, lo vi muchas veces, no creo que se pudiera dar cuenta de que yo lo espiaba, siempre en el mismo lugar, los mismos días de la semana, nunca me preguntó adonde iba yo cuando ensillaba mi caballo y salía con rumbo al potrero de las vacas a esperar que fuera el y me brindara su mejor espectáculo, soy morboso a mas no poder y ese contraste entre su aparente seriedad y sus dotes geniales de culeador de yegua, me hacen pensar que el lo sabía y le gustaba que su "benjamín" supiera quien era en realidad su padre y el gozaba haciéndolo para que yo lo mirara, todas eran coincidencias que siempre me hacen pensar, pero nunca hablamos de ese tema, nunca me preguntó nada de mi vida sexual.
Pasando un poco a mi vida sexual, yo pienso que todo es circunstancial, que se nos presentan oportunidades nuevas de cosas que uno antes no pensó y tomamos por diversos rumbos que nos llevan a disfrutar de experiencias nuevas, diferentes formas de vivir y sentir el placer, tal fué lo que me ocurrió cuando tenía 24 años, mi padre compró una casa en el pueblo, una hermosa casa amplia, la hizo refaccionar y quedó como nueva, de esa forma teníamos donde quedarnos cuando teníamos que ir al pueblo y no molestar tanto a nuestro abuelos, a mi me gustó siempre el cine y todos los fines de semana me venía en mi moto, visitaba a mis abuelos, mis amigos y lo pasaba muy bien, cortaba el pasto del patio, de los canteros que hay en la vereda y también establecía vínculos de amistad con mis vecinos, al lado de nuestra casa hay un lujoso chalet, propiedad de una familia de gente muy adinerada, son propietarios de una gran estancia, en la casa vive la señora, la dueña, es divorciada, tiene 2 hijos, uno es arquitecto y reside en una ciudad, el otro de 22 años al momento de este relato, estaba estudiando en la universidad, era entonces un joven muy apuesto de cabellos castaño claro, piel muy blanca y ojos verdes, era época de verano, el muchacho estaba pasando una temporada con su madre, yo lo conocía no mucho, hablábamos ocasionalmente, había traído su perra, un hermosisimo ejemplar de una raza que yo no conocía, charlando con el me dijo que era una perra Dogo de Burdeos, con cierto parecido a la raza Boxer, pero de un cuerpo llamativamente grande, un pelaje marrón claro, ocico mas oscuro y maravillosamente mansita, yo estaba hablando con este chico y ella me hacía fiestas y se apoyaba en mis piernas, ese día estuvimos largo rato hablando en la vereda, lo saludé y me fui.
Ese día por la tarde, estaba en mi casa ordenando un poco las cosas, al fondo del patio hay un lavadero con un pequeño baño y arriba un altillo, yo subí al altillo, desde allí se puede ver el patio del chalet vecino, lo que vi me dejó un poco bastante caliente, el muchacho del que estoy hablando, estaba tomando sol desnudo sobre una colchoneta, estaba boca abajo, tiene un cuerpo de gimnasio bien marcado, el bronceador que se había puesto destacaba mas sus formas, lo increible, lo maravilloso era su hermosisimo culo, al mirarlo se me despertó el deseo de acariciar esas nalgas perfectas, de besarlas, de pasarle la lengua por su ajugero, de penetrarlo, de meterle la pija, cogérmelo, antes no se me había pasado por la cabeza algo así, los culos de mis compañeros de la secundaria cuando nos bañábamos juntos, no tenían nada de atractivo para mi, pero ese culo me encantó, pero ese día no fue solo eso lo que vi, la hermosa perra del chico, vino y se echó a su lado, el la acarició y comenzaron a jugar sobre el pasto, me pareció un poco exagerado el juego, los mimos las caricias, teniendo en cuenta que el estaba desnudo, yo lo miraba desde atrás y vi que en un momento el quedó encima de la perra, ella estaba con sus patas abiertas y el la tenía abrazada, luego de un rato vi que con su mano derecha le acomodaba su pija en la concha,vi su embestida cuando se la mandó y después sus movimiento ¡¡Se la estaba culeando el muchacho!! Esa hermosa perra era también su hembra, no me pareció nada raro teniendo en cuenta que yo también lo estaba haciendo con la perra de mi amigo de la infancia y me calentaba a full hacerlo, lo disfrutaba como el con su perra.
A la mañana siguiente, lo encontré frente de su casa, estaba con la perra, me dijo que su madre no estaba, había ido a la estancia, que estaba solo, sin pensarlo mas, lo invité para ir al cine esa noche, aceptó de buenas ganas, esa noche pasé a buscarlo, fuimos caminando las pocas cuadras que nos separaban del cine, nos ubicamos en la última fila, comenzó la película, con escenas bastante eróticas, yo no sabía que hacer pero tenía ganas de encararlo de alguna forma, me dejó caliente el verlo desnudo con esas nalgas increíbles, sin pensarlo mas me dije "ahora o nunca" la película mostraba una escena de sexo explícito, era prohibida para menores, no pude mas y le agarré la mano mirándolo en la oscuridad fijamente, el me miró y sonrió y quedamos mirándonos, comencé a jugar con mis dedos en la palma de su mano, el me devolvió el juego, luego de unos minutos sentí su mano que me acariciaba el muslo, me incliné sobre el y le besé la mejilla, me sonrió, con mi mano izquierda le tomé su cara la acerque a mi y le besé la boca, el respondió a mi beso y asi sigió todo el trancurso de la película, entre besos y caricias.
Salimos del cine y caminamos hacia nuestras casas, una cuadra antes de llegar no había nadie en la calle y los árboles no permitían que la luz de la calle nos alumbraran mucho, le puse mi brazo sobre sus hombros y llegamos al frente de su casa, nos quedamos en silencio, nos besamos nuevamente, me invitó a pasar, abrió la puerta, la cerró con llave, me tiro sus brazos al cuello, lo abracé con fuerza, lo besé con todas las ganas que tenía de hacerle el amor, me llevó a su dormitorio, sin palabras nos desnudamos, quedamos frente a frente mirándonos mutuamente los dos, nos fundimos en un abrazo, le comí la boca a besos, lo llevé hasta la cama, caímos los dos, yo encima de el, el abrió sus piernas como una mujer, me agarró la pija y se la arrimó a su culo, yo empuje poquito para no hacerle doler de entrada y así se la fuí metiendo hasta el tronco, el chico estaba al rojo vivo, comencé con suaves embestidas y no duré mucho en eyacular y llenarle ese hermoso culo de leche, nos quedamos unos instantes callados, luego fuimos al baño y nos bañamos, nos acostamos cansados y nos despertamos al amanecer con los primeros cantos de los pájaros, otra vez me lo volví a coger y después de hablar un poco de todo lo que había pasado, me fui a mi casa.
Ese día no quise molestarlo, por la tarde lo llamé por teléfono, me dijo que no sabía si había soñado, que lo que había pasado le parecía algo irreal y me dijo que muchas gracias por haberlo hecho tan feliz esa noche, que hablaríamos después que esa tarde tenía cosas que hacer, que lo habían llamado, le dije que yo por la noche tenía que volver al campo y quedamos en vernos una semana después, a la semana siguiente yo me vine otra vez para encontrarnos pero ya estaba su madre de regreso, salimos a caminar y fuimos a tomar una copa, me dijo que era bisexual, que tenía novia y se tenía que casar como era tradición en su familia, que la noche pasada conmigo no la olvidaría jamás, que tal vez no volveríamos a vernos, que así tenía que ser, la despedida fue bastante triste, ese muchacho me despertó otra forma de gozar en la cama, me despertó el placer de hacerlo con otro hombre, por supuesto yo no soy gay, pero me gusta desde entonces cogerme a otro hombre también, por eso digo que todo en la vida es circunstancial, que a veces hay caminos que te llevan a hacer cosas que antes ni pensaste hacer y de pronto descubris que son maravillosas.
Después de esa aventura, estuve un tiempo con cierto estado depresivo, con un complejo de culpa por lo que había hecho, por las noches me despertaba y pensaba en aquella noche que había pasado con ese chico, en esas pocas horas de placer y felicidad, lentamente volví a mi rutina a todo el quehacer en el campo, solo a veces me detengo a pensar en aquello que hice y que aunque yo no lo quiera, me dejó una marca de la que no puedo desprenderme, yo no creo en los tratamientos con psicólogos o psiquiatras, nadie puede sacarte de la mente todo lo que viviste, lo que sufriste o lo que en algún momento te hizo muy feliz.
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