Tres machos para mí solo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Bizioso28.
Había conocido a un Amo por un Chat, que tras hacerme hacer mil y una perrería, por video conferencia, como atarme, exhibirme en cámara pública y ordeñarme en directo y tras conocer mis gustos sobre la zoofilia, no tardó en decir que le visitará el siguiente fin de semana, me dijo el nombre del pueblo, así como el horario y día que me esperaría en la parada antes de llegar a la pequeña localidad.
Así fue, ya que el viernes señalado, me dirigí hasta allí, le indique al conductor donde deseaba bajarme, en un cruce antes del pueblo donde el autocar se dirigía, y en cosa de una hora llegué al sitio, baje del autobús y no veía a nadie, pero tras arrancar el autobús y perderse de vista en una carretera de tercer orden, se acercó hasta mi una furgoneta dentro de la cual vi a Damián sonriente, que se detuvo junto a mi bruscamente, con lo que el polvo de la frenada me llenó por entero.
– ¡Sube! – dijo sin disculparse – ¡pero atrás! – añadió cuando vio que iba a abrir la puerta de la cabina.
Bajo y dio la vuelta, me dio un rápido vistazo y tomo la bolsa que llevaba, arrojándola en una baca situada sobre la cabina, acompañándome hasta la parte posterior, abrió la puerta trasera ordenando que subiera, pero tres grandes perros, un pastor alemán, un alsaciano y un cruce San Bernardo, me lo impedían, pero Damián me empujo dentro.
– ¡Venga, que tenemos cosas que hacer!. Vete desnudando y entablando amistad por el camino, por que vas a ser su perra el tiempo que estés aquí.
Cerró la puerta trasera y nada más subir a la cabina arrancó la furgoneta y comenzó un movido trayecto mientras era olido, empujado y zarandeado por el camino, así como observado por Damián a través de una ventanilla y el espejo retrovisor, fui desnudándome no sin dificultad, notando como los perros se excitaban hasta quedarme desnudo entre ellos. Por la ventanilla, me dijo:
– Hace tiempo que no follan, y están muy calientes. Ya tienen experiencia, así que vas a estar follado todo el día, dijo riendo, y no te preocupes porque tengo una buena camada.
Hasta llegar y tumbado en el suelo, entre los perros, vi como sus miembros crecían, sin parar de lamerme, olisquearme e intentar con sus patas que me pusiera a tiro de sus montas.
De repente, el vehículo se paró y Damián abrió la puerta haciendo que bajáramos los cuatro del vehículo. Fuera escuchaba ladrar a más perros, oyéndolo desde el almacén-establo, al cual habíamos llegado, bastante amplio y nada más bajar hizo que le siguiéramos hasta un pequeño cuarto, con una puerta de madera, bastante ajada y con una diminuta ventana, cerrada solo con barrotes y el suelo de tierra. De la pared tomó uno de los curtidos collares de perro que habían colgados y sin preámbulos me lo ajusto al cuello, mientras me decía:
– Yo tengo que irme a hacer un montón de cosas, ya que hay trabajo, pero como ves no te quedas solo.
Tomo una cadena la pasó por la argolla de la correa y saco del pantalón un candado, me hizo agachar y sujeto la cadena, en corto, con el candado a una argolla fijada en el suelo, situando una caja de madera bajo mí estomago, para mantener mi culo levantado, comentando:
– Así a cuarto patas les será más fácil y te follaran mejor
Mientras uno ya me montaba excitado, sin lograrlo en principio, Damián situó al alsaciano delante de mí y tomando su verga enorme y roja cerca de mi boca, me dijo:
– Chupala un poco que vea lo perra que eres antes de irme. ¡Mira!, “Cabrón”, que así llamaba al cruce de San Bernardo, ya parece que ha encontrado el sitio.
En efecto, ya que sentí, como mi culo se abría de golpe y como su verga, tras varios intentos fallidos, se hacía hueco en mi trasero y aumentaba de tamaño, con fuerte sensación de dolor, en un principio, pero que poco a poco, dilatado mi trasero, con algo de experiencia, dio paso a grandes sensaciones de placer.
– ¡Bien, bien….! , ya veo que no hay problema de momento, y parece que en verdad te gusta, – dijo complacido – pero me tengo que ir, así que hasta que vuelva podéis follar lo que queráis. Si te molesta la caja, la puedes quitar, pero no dejes de ponerles el culo, cada vez que lo deseen, ya que los quiero ver tumbados y relajados cuando vuelva.
Sin decir nada más, sentí que salía y cerraba la puerta con llave, para a continuación sentir arrancar el motor de la furgoneta y alejarse, entre fuertes ladridos que venían de fuera.
“Cabrón”, estuvo follándome un buen rato, mientras los otros dos daban vueltas, ladraban, olisqueaban mi cuerpo por todos lados, pero tras correrse se quedó clavado por un largo rato, hasta que pudo zafarse y bajarse de mi grupa, aunque relajado y tranquilo, siendo olido y montado, acto seguido por el Pastor alemán, que luego supe que le llamaba “Salio”, al igual que “cabrón”, tardó un poco, pero con más facilidad comenzó a clavarme su verga con duras embestidas, sintiendo como crecía enormemente su polla dentro mío, así como que su ritmo se hacía algo más relajado, como recreándose en la faena, pero siendo enérgico en los envites, mientras el alsaciano, llamado “Sir” orinando cerca de mi cara, en la caja, me dio la posibilidad, de lamerle la punta, cosa que le agrado, ya que situándose cerca y levantando la pata, me permitió que se la mamara, no sin dificultad por las embestidas de “salio”, hasta que sentí como se corría, llenándome de leche y quedando enganchado a mi culo durante un largo rato, que aproveche caliente para retirar la caja y mamar mejor la polla de “Sir”, mi siguiente enculador, que dado el tamaño de su verga en mi boca y le daba por crecer más en mi culo, no pensé que pudiera a penas soportarlo, pero por suerte mi culo había dilatado ya bastante y sin duda lo hizo aun más, dándome un placer que aun ahora me calienta solo con recordar como me follaba el culo aquel animal, mi macho preferido y que busque, entre los otros perros, a partir de ese momento, mientras estuve allí y las demás veces que regresé, mamando y dejando ansioso que me la clavara, solos o en presencia de Damián que disfrutaba, en todo momento, viendo como me montaban.
Damián tardo en regresar, ya que llegó tras haber anochecido, tiempo suficiente, para que los animales repitieran y saciaran su enorme carencia de sexo conmigo, ya que “Salio”, poco antes de llegar la furgoneta, se había desenganchado de mi trasero, por tercera vez, y yacía junto a mi lamiendo sus genitales.
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