UN COMIENZO PRECOZ PERO BIEN PREMEDITADO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BOY_K9.
Antes de comenzar a contarles sobre mis inicios en la zoofilia, necesito contextualizar mi vida. Yo soy único hijo de un medico veterinario (hombre mayor y de mucho prestigio) y de una madre ama de casa. Mi padre tiene en su veterinaria una guardería canina y además junto a mi madre atienden los fines de semana un campo con ganadería que poseemos a varios kilómetros de mi casa, la guardería es una especie de pensión temporal para perros de cuyos dueños viajan o se ausentan de la ciudad durante un tiempo por diferentes motivos: vacaciones, trabajo o problemas de distintas índoles, los perros/as que allí se alojan son generalmente de tamaño mediano o grandes, son animales que no caben en el automóvil (carro) de sus dueños, y debido a que -entre otros servicios- mi padre se dedica a encontrar pareja para perros/as para su cobertura, por ello yo me crié viendo a los perros copular y siempre me impresionó mucho ver cuando los perros se “desabotonan” (desacoplan) y les queda bamboleando sus vergas aun erectas, yo siempre sentí mucha atracción por los machos humanos y hacia mis 13 años, poco a poco comencé a sentir algo de morbo y atracción por el miembro de los perros, que hasta allí solo eran fantasías.
Por mi inexperiencia sexual y mis temores ocultos decidí apoyarme en Internet para investigar sobre aquellas personas que tienen sexo con animales, para mi beneplácito y mi sorpresa me encontré que en la red hay muchísimas personas que de una forma u otra sienten atracción sexual o afinidad con los animales (luego me entero que esta tendencia se denomina ZOOFILIA) estuve tres años investigando, chateando con expertos, pidiendo consejos y leyendo sobre temas relacionados (Ej. zoonosis: enfermedades de origen animal de transmisión o contagio a los humanos), con tanto investigar aprendí -entre otras cosas- que hay muchas enfermedades transmisibles al humano, sobre todo parasitarias, y por ello es fundamental tener en cuenta algunos aspectos a la hora de elegir el animal que será nuestro amante, estos son algunos tip´s que les recomiendo:
• El animal debe tener su plan sanitario en orden y al día.
• Su hábitat debe estar muy bien higienizado siempre y su alimento debe ser balanceado y de la mejor calidad posible (esto le dará felicidad y salubridad).
• Debemos conocer el historial del “postulante” y saber a que situaciones fue expuesto ese animal (en esto hago referencia a traumas y/o malos tratos), en este aspecto hago especial hincapié, yo respeto mucho la integridad física y emocional del animal. Ciertas condiciones pasadas de un animal pueden ayudarnos a inferir patrones de conducta futuros.
• Debemos asegurarnos de que nuestro compañero/ra de correrías tenga mas de 1 año y ½ o 2 años (tratándose de perros) y 3 años (en el caso de ser equinos o vacunos). Es importante respetar la madures cronológica del animal. En caso contrario podríamos generarles algunos traumas o situaciones shockeantes que podrían derivar en un amante con serias distorsiones sexuales y por ende con problemas en materia sexual y ya dejarían de ser funcionales a nuestros propósitos.
• Debemos buscar siempre la cooperación del animal, jamás forzarlos a realizar algo que el/ella no desee, recordemos que siempre hay métodos para inducir a que ellos realicen una u otra acción. Mi regla dorada, dice: “CONSENTIDO TODO, OBLIGADO NADA”.
• Y por último y no menos importante, debemos aprender a observar las conductas animales, que distan mucho a menudo de nuestra forma de razonar o ver la vida.
Volviendo a mi relato, entre mis contactos zoofilicos un buen día conocí a un señor que decía ser un medico veterinario de Madrid, de 45 años de edad, fue el quien me ayudo con muchos consejos sabios y bien intencionados, creo que su mejor y mas valedera sugerencia fue que: teniendo en cuenta mi situación de ventaja de poder elegir a mi amante canino para mi “debut zoo” que no me apresurara, me dijo: te vas a dar cuenta de inmediato cuando estés frente al perro que te dará tu primer encuentro zoo. Y así fue, un buen día llego a la guardería (ya bien entrado en mis 15 años de edad) y veo en un canil a un precioso doberman marrón de unos 3 años y algo más de edad, sencillamente fue un flechazo, ese animal me dejó perplejo, ese pelaje brilloso, su estructura muscular y su hermoso paquete guardado como un tesoro dentro de su funda. No tardé en acortar distancia con ese precioso animal, desde luego que lo primero que hice fue averiguar cuanto tiempo se quedaría ese ejemplar en la veterinaria, mi padre me dijo que 10 días, fue allí cuando me terminé de convencer de que se perro sería mi iniciador, diez días es un tiempo excelente para ganarse la confianza de un animal para poder pasar a la segunda etapa que es la montada o servicio en si mismo.
Ese animal arribó un jueves a la guardería y mi padre junto a mi madre se van los viernes hacia nuestra hacienda ganadera para regresar los lunes o martes normalmente, eso dependiendo del grado de actividad laboral existente allá, y yo quedo como responsable de la veterinaria y del cuidado de los animales allí, así fue que ese día viernes me dispuse a realizar las tareas cotidianas con muchas ganas y mas energía que la de costumbre, mi corazón latía de incertidumbre y emoción, terminada mi faena, fui hasta el canil de ese doberman, le saqué de allí y jugamos un ratito para ir estrechando lazos de confianza (muy importante), lo alimenté y mientras lo hacia estuve largo tiempo acariciándolo, haciéndole roces muy sutiles, luego de eso, cuando el animal ya entendió que yo soy una persona que no significo peligro para el, esperé a que llegara la hora de cierre de la “vete”, a que se fuera el empleado de atención al público, y de inmediato le coloqué un bozal al perro y nos fuimos raudamente hacia mi casa ( a dos calles de la veterinaria), llegamos a mi hogar y otra vez comencé a jugar con el, darle mimos y muestras de cariño para hacerlo sentir cómodo, pensé que me iba a llevar un par de días o mas para hacerlo comprender mis deseos, pero por fortuna este es de esos animales jóvenes que poseen exceso de confianza y muy rápido comenzó a participar y a ponerse erecto, lo lleve hasta el living y nos subimos al sofá, puse un video porno gay y nos dispusimos a mirar, el acostado y yo acariciando su paquete, cuando logre sacar su verga de la funda me dejó turbado ver como se agrandaba, en este caso, resultó proporcional a su cuerpo, mi corazón estaba a mil por todo lo acontecido, no vi ni 5 minutos del video porno, decidí llevarlo a mi habitación donde me desnudé por completo y ni bien lo hacía el comenzó a olerme y lamer mis partes con una buena dosis de nerviosismo en una clara señal de excitación, así lo tuve un largo rato (según me lo habían recomendado) haciéndolo entrar en clima, llego un punto que el animal estaba ya muy excitado, yo me lubriqué mi ano con aceite de cocina (NO LUBRICANTE EN BASE DE PETROLEO) y coloqué un almohadón al pie de mi cama sobre mi alfombra y mi pecho sobre ella, el no tardó en subirse a mi espalda y comenzar un fuerte vaivén dándome picotones desacertados, yo solo intente mover mi caderas y ayudarlo a atinarme, ni bien logro acertar en mi ano la metió con fuerza, el pene entro con facilidad por mi postura ascendente y su forma de empujar. Yo sentí que estaba cumpliendo mi viejo sueño, no daba más del placer y felicidad, hacia dos años ya algo mas que venia procurando esa situación, el estuvo unos instantes entrándome y saliendo, yo sabia que muy pronto se vendría la crecida del bulbo, así es que me relajé y separe mis nalgas lo que mas pude, el empujó un poquito mas y sentí como se creció dentro, sentí como todos mis resortes internos se pusieron en acción y me moría de placer y algo de dolor –ya esperado-, ni bien me abotonó se detuvo y podía sentir los latidos dentro de mi ano (no sentía los chorros como muchos dicen), el se giró y eso dolió un poco mas, cuando quedamos “culo con culo” pude girar un poco mi cabeza y ver el ano del perro como dilataba y contraía ayudándose a expulsar con energía todos sus fluidos, mis pensamientos iban a mil, en ese momento supe que jamás podría dar marcha atrás en esto, el placer de sentir el bulbo dentro mío presionando mi punto G (próstata) hizo que con solo mover un poco mis caderas alcanzara orgasmos prostáticos inigualables sin siquiera tocarme el pene, así estuvimos por espacio de 20 minutos hasta que finalmente el aflojo y me soltó, dejando mis intestinos bien inseminados en su semen.
Fue la experiencia mas fuerte de mi corta vida –hasta ese momento-, después de eso fui a limpiarme un poco y luego a premiarlo con una rica taza de alimentos y caricias en señal de agradecimiento y compensación por sus servicios prestados. En ese misma noche el me volvió a montar y en ese mismo fin de semana logre penetrarlo yo a el, pero eso ya es parte de otro relato que quizás haga mas adelante, espero les aya gustado, -en realidad- además de relatarles mi historia intenté echar un manto de claridad a muchos mitos que hay dando vueltas en la red al respecto del sexo gay con perros. Saludos
P/D: En mi perfil de usuario está mi correo electrónico me gustaría saber que piensan de i historia, gracias.
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