UN LOBO GRIS O UN ENORME PERRO?
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BOY_K9.
Este suceso ocurrió hace algo mas de 2 años, un amigo llamado Martín decidió festejar su cumpleaños número 22 en un lugar sumamente intrincado y difícil de acceder, en un “casco de una estancia” (se denomina así al caserío principal que existe en los campos de grandes extensiones) –muy bonito por cierto-
Está propiedad pertenecía a los abuelos paternos de Martín (ya fallecidos), el decidió realizar esa fiesta en ese sitio difícil de acceder, por razones mas que obvias, había acordado con su familia que en la fiesta solo estaríamos los invitados (amigos/as del cumpleañero, y sin ningún familiar) para poder dar “rienda suelta” a todos los excesos que se cometen entre los jóvenes de nuestra edad (música, alcohol, cigarrillos, drogas, etc), a esa fiesta solo concurrirían chicos y chicas de determinado status social de nuestra ciudad, varios días previos el me pidió que lo ayudara a organizar el evento, así es que íbamos todos los días una y otra vez, para ir solucionando uno a uno todas las ocurrencias de mi amigo
A mi me costó bastante aprender el recorrido de la ciudad hasta el lugar, por la gran cantidad curvas y contra curvas que había que realizar en senderos rurales para poder llegar a ese lugar apartado, algo menos de un kilómetro (unos 700 metros) antes de la entrada principal hay un riachuelo angosto que atraviesa el camino rural, al costado del mismo hay un enorme cañaveral, de tanto ir en esos días me fui familiarizando con los paisaje de la zona. Un día antes del evento me encontraba trabajando, colocando antorchas y en el armado de unas carpas con living que se utiliza mucho al aire libre en eventos de mi país, estaba yo muy concentrado clavando unas estacas, mientras comenzaba a oscurecer, siento cerca de mí como que algo me olfateaba, me volteo a ver y casi muero del susto al ver este enorme perro gris con aspecto de lobo feroz y salvaje, inevitablemente grité y se asustó un poco alejándose lentamente con el sobrepaso característico de un lobo, mi amigo Martín al oírme y verme comenzó a reír, me dijo:
M: No te preocupes es nuestro perro, es muy buen animal, se llama “Apolo”. Tiene aspecto salvaje pero es un buen animal.
Yo mientras me recuperaba del susto, podía apreciar la belleza inigualable de ese hermoso animal de aspecto feroz y de pocos amigos, pero muy pronto me percaté de que Apolo es una bestia mansa y dócil, un animal de unos 4 o 5 años, naturalmente no perdí tiempo y comencé a observar completamente la morfología del animal, como todos saben yo tengo basta experiencia con perros dado de que trabajo en una guardería canina, en la veterinaria de mi padre. Automáticamente de repuesto del sobresalto me dispuse a acercarme al animal, con gran facilidad me hice amigo del animal y ya por mi cabeza comenzaron a rondar mis “benditas” ideas zoofílicas, fui a la cocina y tomé un hermoso bistec de carne vacuna del refrigerador, se lo llevé a ese perro, que aturdió mis sentidos por su tamaño, aspecto y musculatura, realmente parecía un lobo al verlo deglutir salvajemente ese trozo de carne, mi amigo estaba muy ocupado como para reparar en detalles de mi “coqueteo” con semejante bestia, llegó el momento de volvernos a la ciudad ya entrada la noche, mientras lo hacíamos Martín no paraba de darme indicaciones y recomendaciones para el evento del día siguiente, mientras yo asentía con mi cabeza a sus indicaciones, pero al mismo tiempo no podía sacar de mi mente el impacto en mi mente de esa hermosa bestia
En mi vida un perro provocó todas esas sensaciones, tan salvajes, tan rusticas y temerarias, Martín me llevo a mi casa, esa noche cené poco, me dí una ducha caliente y me metí en la cama perturbado por las imágenes que rondaban en mi mente, mi piel se erizaba pensando en las masculinidades de Apolo, en esa misma noche me dí cuenta de que mis hormonas revolucionadas no iban a poder esperar mucho hasta tener un encuentro con el, así es que planifiqué mi encuentro para ese mismo día de la fiesta, al otro día partí temprano hacia ese lugar para ultimar detalles junto a mi amigo, llegando al sitio vi el cañaveral y se me antojó que ese sería un lugar inmejorable para intimar con Apolo ( por cercanía, por lo acogedor y la facilidad para hacernos invisible dentro de la espesa mata)
Estuvimos buena parte del día terminando los detalles, a la tardecita volvimos a la ciudad, donde yo preparé unos pertrechos (colchonetas, mantas, un gel lubricante, etc.) para mi encuentro animal, coloqué todo en un pequeño bolso, salí rumbo a la fiesta y y cuando llegué al cañaveral me detuve para esconder bien el bolso, llegué a la fiesta que ya estaba en un clímax muy festivo, la gente se veía realmente bien, divertida y enfocada en divertirse, dado mis planes sexuales, decidí no beber alcohol esa noche para poder disfrutar y no cometer errores, las horas fueron pasando (entrada la madrugada) la euforia y el desenfreno de la fiesta se hacia cada vez mas intensa, me dí cuenta que ese era mi momento, salí a caminar hacia la oscuridad y Apolo no tardó en aparecerse, por las pocas luces, la bestialidad del animal parecía acentuarse, mi nerviosismo iba creciendo junto con mi excitación y por la adrenalina que me producía estar contactando a esa bestia cerca de tanta gente, me resultó facilismo hacerme seguir por Apolo y entrarme mas y mas en la oscuridad, solo podía guiarme por algunas antorchas encendida en el portal de entrada lejano al caserío
Camino al cañaveral mi piel emanaba muchísima adrenalina que evidentemente eran percibidas por Apolo, porque el comenzó a juguetear y saltarme encima en una muestra de una clara señal de confianza, caminamos todo el trayecto con nuestros corazones latiendo a mil, llegamos al lugar tomé una pequeña linterna que tenía en mi bolso y armé todo nuestro “nido de amor”, una vez dispuesto todo me dispuse a comenzar con algunos tocamientos con Apolo a los que el respondió enérgicamente, ni bien toqué la funda de su verga, percibí que esta ya estaba algo crecida y caliente, Apolo me intentaba subir por todas partes en ese comportamiento errático y casi desesperado que tienen todos los perros que están en celo, por mi alto nivel de excitación no quise perder tiempo y me coloqué en posición para hacer que Apolo salte encima mío, tan alta era mi calentura que ni siquiera tuve la precaución de provocarle previamente una erección para medir sus verdaderas dimensiones, en ese acto yo me arriesgué y deje que todo siga su curso, en unos segundos yo me relajé y miré hacia el cielo para ver una hermosa noche estrellada y una luna enorme de verano, y sentí sobre mi espalda el peso de esa bestia intentando asumir su posición de macho alfa, sentí las manos del perro como me tomaban con fuerza por mi cintura intentando atinarme, en mi desesperación ni siquiera esperé a que me diera esos picotones desacertados en mis nalgas, directamente pase mi brazo entre mis piernas y tome su pene para ponerlo en el lugar correcto
El sintió el calorcito de mi umbral y empujó con fuerza para entrar en mi en solo dos o tres empujones violentos y exquisitos, pude sentir como Apolo se habría paso entre mis entrañas con la fuerza de una verdadera bestia, yo sentía muy rico el calor y la suavidad de esa verga hirviendo dentro de mi, no entraba en mi lógica la facilidad con que ese animal me manipulaba, sencillamente me tomaba con fuerza, sacaba su enorme verga –quizás de unos 28 cm- a juzgar por mis sensaciones, para dejarla ir en forma brutal, el hacia su vaivén en forma desesperada, sacaba casi completamente su verga para empujar una y otra vez por completo, encendió en mi hasta el último rincón de mi ser, hacia que yo solamente separara mis nalgas y me hiciera hacia atrás cada vez que el hacia sus avances (me hacia sentir que el no estaba dispuesto a detenerse por nada y que yo me lo había buscado), en uno de esas entradas robustas yo me relajó y pude sentir como su bulbo creció en un instante provocando un dolor por mí ya conocido, intenso pero tolerable –por suerte-, sentía como Apolo jadeaba sobre mi y los latidos acelerados del corazón como todo perro que está eyaculando, me quise mover y no pude, estaba atascado completamente a ese animal que estaba encima mío, la sensación era que jamás me dejaría partir por la energía con que me tomaba, mi excitación explotó y sin siquiera tocarme comencé a eyacular en simultaneo con la bestia, mi ano estaba por completo invadido por ese animal que se vaciaba impunemente dentro mío, esa mezcla de placer y dolor se hacia cada vez mas evidente, en un punto Apolo se bajo de mi con suma facilidad por altura del mismo, en ese giro casi muero del dolor intenso que me dio semejante pedazo, acomodándose dentro de mi, a tal punto que no pude evitar gritar por un instante (algo que no se recomienda con perros desconocidos),
Afortunadamente el se quedó quieto y yo pude relajarme un poco para que el dolor ceda, a partir de allí ambos comenzamos ese proceso espiralado de placer que se experimenta con un perro y un chico que están debidamente acoplados, mis sentidos chispeaban una y otra vez en cada expulsión de semen de esa bestia enorme, dueño de mis entrañas, luego de mas de 20 minutos de estar “abotonado” (pegado), el dolor desapareció por completo pero yo seguía atascado al animal, esa tensa calma me permitió comenzar a bambolear mis caderas y con ello provocaba el estimulo de mi próstata presionada por su enorme bulbo, eso me provocó dos orgasmos seguidos y mi exclamación de cuanta expresión de placer exista, al termino de unos 28 o 30 minutos finalmente pude desengancharme de Apolo con mis entrañas rebalsadas y pude ver una verga larga y gruesa que se bamboleaba y aún expulsaba algunos diminutos chorros de sus fluidos a la luz de la luna enorme que reinaba en el lugar, en mi agradecimiento pude besar y acariciar durante unos minutos en agradecimiento una de las montadas mas ricas que tuve a lo largo de 7 años (en esa época) de experiencias zoofílicas, en algo menos de 40 minutos, ambos nos encontrábamos en la fiesta sin despertar la mas mínima sospecha, solo un chico me vio aparecer desde la oscuridad y me preguntó si había ido a orinar, le respondí que si y todo siguió como si nada.
Tuve solo unos instantes en la fiesta y me retiré como llegué, los conocedores y los que tienen experiencia de sexo con perros, saben de los fuertes olores que sobrevienen a una sesión zoo, y este perro en particular me dejo olores muy marcados, y me resultaría algo difícil de explicar, así que rápidamente me retiré de la fiesta con una agradable sensación de haber sido sometido por ese hermoso animal y mis entrañas repletas de sus líquidos.
Espero que les haya gustado mi relato, luego les contaré de mis otros encuentros con Apolo, ya bajó otras condiciones de sanidad, pero siempre dentro del mismo contexto rural y solitario…
p/d: Si te interesa mi amistad puedes buscar mi MSN en mi perfil y quizás así podamos construir una buena amistad sana y duradera basada en nuestro gustos afines. Adiós!!
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