UN PERRO EN EL DELTA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
Desde los 20 años no vivía relación sexual con perro, como me gustaba. A los 26 pasé unos días en una casita que habíamos alquilado con mi familia en una isla del Delta de Tigre. Pasada una semana, todos volvieron pero yo preferí quedarme unos dias mas, solo.
En esos dias, observé que en las islas del delta hay mucho perro "cimarrón", es decir, abandonado que vive en los montes y se alimenta de lo que los isleños le da. Algunos habitantes del lugar los tienen como mascota doméstica.
Durante mi permanencia allí conocí un chico, también veinteañero, que vivía en la isla con su padre, los dos leñadores, cavadores de zanjas y dedicados a reparar muelles. Tenían unos cinco perros que siempre los acompañaban. Al chico le decían "Nechi" y conversamos un par de veces, algo salvaje él, embrutecido por vivir en esas soledades. Con rasgos aindiados, era bien parecido y tenía un hermoso cuerpo bien trabajado por las labores de esfuerzo que hacia.
Uno de mis últimos dias solo, temprano por la tarde, me fui a caminar dentro del monte hasta que llegué a una vieja casita abandonada. Allí observé que Nechi estaba en lo que había sido el porche de la casa, encontrándose atando a uno de sus perros a una columna de madera, sin advertir mi cercanía. Vestía solamente un pantalón corto y le brillaba el torso desnudo por el calor reinante en ese dia de verano. Permanecí quieto y en silencio para que no notara mi presencia y poder ver lo que haría.
Enseguida de atar al perro, Nechi se quitó el pantalón quedando totalmente desnudo, le colgaban los huevos y la verga, muy dura, le latía. Estuvo unos minutos salivandose los dedos y metiéndolos en el ano del perro. Luego se salivó su verga y penetró al animal con fuerza. El can lanzó unos quejidos roncos, pero Nechi no se intimidó porque en ese lugar nadie escucharía. Tomó al perro debajo de sus patas traseras, lo levantó un poco y completó la penetración. Fue allí que comenzó un frenético bombeo, moviendo rápidamente sus caderas, hasta que hizo un gemido, un quejido, seguido de movimientos que me advirtieron de su eyaculación dentro del can.
Yo estaba tan excitado por contemplar esa deliciosa escena, que mi propia verga se marcaba entera en mi short.
Al desabotonarse del animal, Nechi descubrió mi presencia y -tranquilo- me llamó con su mano para que me acerque. Fui a su lado, lo saludé y me dijo: "Así nos desahogamos acá… Si querés, podés hacerlo vos también".
Yo no podía controlar mi excitación. Ví que el ano del animal estaba tremendamente abierto y dilatado. Me quité mi pantalón y saltó mi pija erguida. Salivé mi miembro abundamenteme, coloqué el glande en el medio del ano del perro y comencé a penetrarlo con fuerza. Oir los quejidos del animal me excitó todavía más, y completé la penetración. Sentí el recto caliente y humedo, haciendo contracciones que amasaban mi pija.
Repetí la maniobra de Nechi, tomé al perro de sus patas traseras, lo levanté un poco y empecé a bombearlo con placer, mientras mi acompañante se ponía en un costado, apoyaba su mano sobre mi hombro y con la otra se masturbaba diciéndome: "Dale, dale, que le gusta".
Las contracciones del recto apuraron mi eyaculación y lanzé varios chorros de semen dentro del perro.
Luego, Nechi, el perro y yo nos fuimos hasta la casita que habitaba para higienizarnos, tomar una cerveza y conversar un poco.
Fue una experiencia deliciosa de sexo zoo que siempre recuerdo y ahora les comparto.
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