Una noche de verano
Buenas noches a todoZ, hoy vengo con otro relato el cual sucedió hace unos años..
Hola, hoy les voy a contar como luego de una fiesta de cumpleaños un hermoso perrito callejero se enfiestó con mi culo. Esto ocurrió en enero, era verano y hacía calor por lo que era frecuente realizar reuniones o fiestas al aire libre, este es el caso del cumpleaños de un amigo, el cual alquiló una quinta con piscina y varias comodidades para celebrarlo.
Decidió hacerlo un sábado por la tarde noche, en una zona de nuestra localidad en la que había muchas casas de dicho estilo. La fiesta fue agradable, hubo buena comida y amigos, como debe ser. A eso de las 3:30pm me aburrí, además de que estaba cansado, por lo que decidí irme, saludé a todos y me retiré. Además de quintas, en esta zona hay arboledas muy extensas y pequeños montes, esto hace que sea muy tranquila, poco iluminada y con calles de tierra.
Caminando tranquilo hacia la parada del bus me llevé una linda sorpresa al cruzarme con un perrito callejero que venía en dirección opuesta a la mía, al instante mi instinto de perrita se encendió así que lo llamé antes de que se alejase.
Esa calle en particular estaba muy oscura, la única luz que había llegaba desde algunas quintas, de otras calles y la luna, así que aprovechando esto más el silencio de la noche me acerqué al perrito de a poco, llamándole amistosamente.
Al acercarse le acaricié su cabeza y el respondió de forma amistosa, así que lo siguiente era comprobar si era macho o hembra, mientras estaba agachado miré de reojo y con alegría pude confirmar que era un macho de pelo largo, casi todo negro con las patas marrones, de ninguna raza en particular y de un tamaño mediano tirando a grande, parecido a un ovejero alemán.
Eso me encendió todavía más por lo que ahora restaba comprobar si podía convencer a este perrito de que me hiciese su perra por esa noche. Como mencioné antes, la calle estaba oscura y no se veía nadie así que sin dudarlo comencé a intentar estimularlo, primero su cabeza, luego el pecho y poco a poco apunté hacia su verga y huevos bien peludos y gordos. Yo le decía -Hola hermoso ¿no querés divertirte? Acá hay una perrita, ¿mi culito tiene hambre sabes? poco a poco lo acariciaba con clara intención de amasarle bien la pija.
Primero lo hice de forma “casual” para ver como reaccionaba y ya después viendo que no se molestaba comencé a hacerle una suave paja con la mano derecha, mientras que con la izquierda le acariciaba su cabeza y pecho. Corté con la estimulación para ver si estaba interesado y grata fue la sorpresa cuando empezó a seguirme, saltando y tocándome con el morro, era la señal correcta.
De esta manera, mientras temblaba de los nervios miré para todos lados y me dirigí hacia un monte que había al otro lado de la calle. A medida que iba adentrándome más y más, hacía pequeñas paradas para seguir excitando a quien sería mi macho de turno, hasta que no aguanté más y me detuve en una zona de la cual ya se veía poco y estaba más o menos despejada, al pie de un árbol, ese lugar sería nuestro nidito de amor.
Como era verano, solo llevaba puesto un pantalón de baño, remera y chanclas así que sumado a la calentura que tenía decidí sacarme toda la ropa para entregarme por completo. Tomé la toalla que había llevado para la pileta, la estiré en el suelo y me arrojé para convertirme una vez más en perrita.
Para cuando me puse en cuatro Negro (lo bauticé de esa manera) ya estaba muy inquieto, daba vueltas a mi alrededor y saltaba sin agarrarme por la cintura, por lo tanto, abrí mis nalgas con las manos al mismo tiempo que me daba palmadas para indicarle el lugar. Se acercó y antes de montarme me comió la cola de una forma deliciosa, -mmm, si negrito, cómeme toda, prepárala que es toda tuya, haceme lo que quieras.
No aguanté más, así que lo tomé por las patas delanteras y lo subí a mi espalda, acto seguido pasé mi brazo por debajo y le sujeté la verga con el dedo anular y el del medio haciéndole una paja y direccionándolo a mi lubricada y hambrienta cola. Me daba fuertes picotazos humedeciéndome todo, yo me moría de ganas, en voz baja le decía “¡Cogeme ya bebé, rompeme el culo, quiero verga!” Hasta que dio en el blanco.
Ufff, que salvajada, comenzó a cogerme de una forma bestial, como buen perro callejero. Yo quería gritar, pero estaba al aire libre y era de noche, así que alguien podía escuchar por lo que me limité a disfrutar de la cogida en voz baja, escuchando sus jadeos sobre mi hombro, sintiendo su peso y abundante pelaje sobre mi espalda y colita desnuda, disfrutando cada uno de sus embates.
¿Estas disfrutando hermoso? ¿Te gusta mi culito? Dame duro, así, bien duro.
Poco a poco su pija fue creciendo, expandiéndose más y más, podía sentir como iba llenándome por completo hasta que su botón comenzó a crecer, sellando mi culo, casi me desmayo. Cuando caí rendido por la cogida él se bajó de encima mío, dándose la vuelta y tronándome el culo a morir, me cortó la respiración por un instante.
A partir de ahí pude sentir sus abundantes chorros de semen caliente en mi interior, era sumamente placentero, pero la tenía tan grande y dura, parecía que el culo me iba a estallar. No tenía margen de maniobra, por lo que decidí quedarme quieto, en silencio, procurando que mi amante no se moviese al mismo tiempo que yo disfrutaba del abotonamiento acabando casi sin tocarme la verga.
No sé cuánto tiempo estuvimos unidos, pero pude sentir cada una de las pulsaciones de su verga anclada en mi culo y como poco a poco se fue desinflando, hasta que sonó el ya conocido ¡plop! haciéndome caer agotado y con el culo bien abierto (como me gusta a mí jaja). Me ardía mucho, sentía como el aire corría con total libertad al mismo tiempo que chorreaban restos de la batalla, el perrito por supuesto se encargó de darme un poco de alivio lamiéndome el culito una vez más, metiendo su lengua bien profunda para luego limpiarse su cosota. Y vaya que era enorme, de unos 18cm de largo aproximadamente pero muy gorda, con una bola del tamaño de una pelota de tenis.
No pude resistir la tentación e hice un esfuerzo para saborear su verga, la tomé con mi mano derecha, el se le estaba lavando así que yo, como buena perrita tenía el deber de ayudarlo. Latía en mi boca, caliente, chorreando jugo de amor, una delicia, yo se la besaba, me la refregaba en la cara, le pasaba mi lengua saboreando cada centímetro hasta que se le guardó por completo.
Estaba agotado, sucio y dolorido, pero había valido la pena, acomodé mis cosas, me limpié un poco y partí. Me costaba caminar jajaja, ese perrazo hizo estragos con mi cola, pero me dejó muy satisfecho. El me siguió hasta la parada del bus y luego nos separamos.
Llegué a mi casa y volví a masturbarme una vez más antes de bañarme, había sido una noche fantástica y sabrosa fue la sorpresa que tuve al otro día ya que al levantarme mi cola chorreaba semen de mi amante jaja, me encanta cuando pasa eso, cuando un perro te llena por completo.
Espero que les haya gustado este relato, no veo la hora de tener la oportunidad de volver a estar con un perrazo y que me coja bien duro.
¡Excitante! 😉
Wuaooooo que exitante relato, hace de verdad querer y fantasiar estar en tú lugar. Saludos.