UNA OVEJA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
A mis 20 años, ya con experiencia zoo con mi perro, pasé vacaciones en el campo. Allí conocí un chico de mi misma edad e hicimos amistad y confianza. El me confesó que se desahogaba con ovejas, yo le conté mis experiencias y me desafió a vivir algo juntos. Me dijo que era el momento ideal, porque las ovejas estaban en época de celo.
La tarde siguiente, estando solos y tranquilos, me llevó a un galpón del campo donde residíamos, donde él ya había separado una oveja adulta, esquilada y bien peladita. Mi amigo tenía todo preparado, la oveja encima de una tarima de madera para darle altura, junto a una columna donde la había atado por el cuello para que no se moviera o se escapara.
Primero le frotó la vulva con la mano un largo rato, mientras que con la otra mano le acariciaba las ubres. La hembra tenía la vulva hinchada y con el frotamiento empezó a soltar jugos. Alli mi amigo le introdujo un dedo, luego dos, tres, para ir dilatándola. Me invitó a hacer lo mismo, sentí la vulva dilatada y soltaba mucho jugo, que chorreaba y me mojaba la mano.
Los dos estábamos muy excitados, decidimos desnudarnos por completo. Ambos teníamos una tremenda erección. Mi amigo había llevado aceite en un frasco, y con sus dedos fue poniéndolo dentro de la vulva y también por fuera, bien abundante. Enseguida, se puso el aceite en su verga (que ya la tenía enorme) y fue frotando la vulva con el glande hasta que empezó a penetrar a la hembra, que primero se sacudió un poco pero al sentirse penetrada se quedó quieta.
El siguió clavándola hasta que su verga quedó toda adentro, tomó a la oveja de la cadera y comenzó a hacer movimientos de bombeo frenéticos, se le marcaron todos los músculos por el placer que sentía, sacando y poniendo y revolviendo la verga en la concha de la oveja.
Mientras miraba esa escena fabulosa me empecé a masturbar, pero evité llegar para reservarme. En un momento, mi amigo -dando un fuerte gemido- empezó a eyacular adentro de la hembra. Luego de acabar, la mantuvo penetrada unos minutos y comenzó a sacar su pija lentamente, que lucía todavia dura y brillaba por los jugos que la habian mojado. Me llamó para que siguiera yo.
Estaba enloquecido de calentura y deseo. Me cubrí bien mi verga con el aceite y, aprovechando la lubricación de la hembra con el que ya le había puesto mi amigo más los jugos que soltó la oveja, la penetré de un solo golpe.
Como la hembra estaba en celo, apretaba fuerte con su vagina para retener la verga del macho, que era yo. Nunca voy a olvidar el placer que sentí con esa presión, más el calor de la vagina. Revolví mi pija dentro de ella, sosteniendo su cadera con una mano y con la otra frotándole las ubres. En un momento sentí que la vagina apretaba y la hembra soltó una inmensa cantidad de jugos, tanto que -pese a estar taponada con mi pija- salió el liquido y comenzó a derramarse hasta mis piernas. Ahi grité y eyaculé tremendamente, mientras revolvía mi pija dentro de ella, mezclando mis leches con las de mi amigo.
Ambos nos lavamos, descansamos un poco, pero quisimos aprovechar que teníamos la tarde entera para nosotros, estabamos solos y seguíamos calientes. Repetimos la cojida 2 veces más. Literalmente, la llenamos de semen. A la hembra le quedó el coño tremendamente dilatado. Como mi amigo y yo, después de 3 cojidas cada uno, no dabamos más, nos quedamos un rato metiéndole 3 y 4 dedos en el coño, y la hembra seguía soltando jugos.
Fue una experiencia extraordinaria de placer, y ese amigo (al que nunca más vi) me permitió vivirla, y me contó que en el campo es común que los hombres -sobre todo los adolescentes y jovenes- se desahoguen asi, con las ovejas.
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