Una vez más con un perro
Mis vecinos me dan a cuidar su perro y me animo una vez más a quedar abotonado.
Hola, soy un hombre maduro que hace aproximadamente 10 años conocí el placer de la zoofilia.
El relato que les voy a contar es sobre una de las primeras veces que quedé abotonado con un perro.
Uno de mis vecino con el que tengo confianza me dejó al cuidado de su casa y de su perro por una semana. Como me levanto muy temprano, el primer día fui casi de madrugada a verlo, antes de ir al trabajo, vino a saludarme medio dormido todavía, le cambié el agua y le dejé comida, lo saqué al patio para que haga sus necesidades, al rato salgo y lo veo echado lamiendo su pene rojo y brillante que se asomaba. En ese momento me empezó a subir una gran calentura, que tuve que calmar porque debía irme a trabajar. A la noche volvería.
Después del trabajo pasé nuevamente por la casa de mi vecino, volví a hacer los menesteres con el perro y mientras el estaba afuera, me desnudé (ya venía con la calentura desde la mañana, pensando todo el día que iba a hacer) y me puse a limpiar el lugar del interior de la casa donde había estado, dejando la puerta abierta. Hasta el momento no les conté que el perro es un Galgo gris, de poco pelo y muy musculoso, de estatura un poco más alta de lo normal para esa raza. Al rato, al estar la puerta abierta, el entró y fue directo a olerme, el culo, el pene, los huevos, comenzando a dar vuelta alrededor mío. Creo que ya sabía qué iba a pasar.
Lo tranquilicé un poco, le dí unas caricias y le fui dando mi culo para que huela y lama. Como si supiese de toda la vida comenzó a meterme su lengua en el ano, su lengua grande y áspera me penetraba dándome un placer inconmensurable, un gozo increíble, tanto que ya comenzaba a chorrear de mi glande jugo preseminal. Se puso por delante mío buscando lamer mi pene, al que le ofrecí con mucho cuidado, porque no sabía su actitud y tenía miedo que me mordiera. Para nada fue así, comenzó a lamer mis bolas y la base del pene, hasta que lo dejé que lamiera la cabeza jugosa de mi miembro.
Yo no aguantaba más estaba por acabar, pero quería probar más, saber hasta donde llegaría ese perro. Así que me fui hasta el sillón me apoyé en el asiento dejando mi culo al aire, casi en cuatro patas, ofreciéndoselo a él. Pero pasó algo que cambió lo que había imaginado.
El perro lamía mi culo y mi pene con gran gozo para ambos, y cuando yo me estaba preparando para que me penetrara, el perro apoyó una de sus patas en mi brazo haciendo que lo bajara, y se puso de costado, de alguna manera me estaba pidiendo que le tocara el pene. Con mi mano envolví la punta del pene que se asomaba y comencé a masturbarlo, él comenzó a hacer su movimiento de penetración. Lo solté y le ofrecí mi culo, esperanzado en que me montaría, pero no lamió mi pene de nuevo y otra vez con una pata bajó mi brazo. Me puse a masturbarlo nuevamente y el se acercó a lamerme el pene. Así estuvimos un rato largo hasta que acabamos, yo primero acabé sobre su hocico y todo mi pecho, el cual lamió igual que mi pene hasta dejarlo limpio. Yo seguí masturbándolo hasta que comenzaron a salir largos chorros de su pene, luego se apartó a limpiarse. Lo dejé tranquilo, por mi parte todavía no me apetecía mamar el pene de un perro, algo que probaría un par de años después.
Demás está decir, que esa noche no me penetró, pero quedaron otras noches para gozarlo.
Mmm que buen relato ya quiero leer cuando te penetró siii