Una yegua fue mi primera hembra
Mi primera experiencia sexual a los 16 años con una yegua.
Soy originario Tuxtepec, del estado de Oaxaca, en México. Actualmente tengo 25 años, así que los hechos que les voy a contar sucedieron hace 9 años.
Ustedes ya saben como es la calentura en la adolescencia y cómo uno, de forma natural, busca apaciguarla: me chaquetaba a diario, aveces hasta dos o tres al día y ocasionalmente veía porno, pues en ese tiempo no teníamos Internet en casa. Hasta los 15 años yo no sabía absolutamente nada sobre la zoofilia. Ni siquiera imaginaba que existía. La descubrí en una ocasión en la que fui a un ciber a hacer tareas de la escuela. En el momento en que me activaron la computadora para que yo pudiera utilizarla, apareció ante mi una página de videos de zoofilia. Alguien había olvidado cerrar esa páginas, nunca supe quién pudo haber sido. En ese momento quedé sorprendido y me puse nervioso. Mi corazón latía a mil. Con un poco de miedo, me dejé llevar por la curiosidad y comencé a ver algunos de esos videos: hombres cogiendo perras, yeguas, burras y vacas. Mujeres siendo penetradas por perros, caballos… en fin. En mi mente se despertó el deseo de experimentar lo que había visto. Pero esa oportunidad tardó un poco en llegar.
Un año después, un vecino que vive justo detrás de nosotros recibió una potranca palomina para que la amansara. Anteriormente él había tenido varios caballos y yeguas, supuestamente pura sangre y si no recuerdo mal, también unos ponys. Pero no sé porqué había vendido todo. Cuando vi por primera vez a la potranca, vinieron a mi mente los videos que había descubierto en el ciber. La propiedad del vecino es amplia, las caballerizas están apartadas de la casa principal y no tenía perros que impidieran entrar. Cuando caía la noche yo me saltaba la pequeña barda que rodea su rancho y me acercaba a donde tenía a la yegua. Pero en esas ocasiones solo podía tocarle su suave vulva, la primera que tocaba en toda mi vida. Se sentía tan rica, pero ella se apartaba. Por miedo yo no me metía al cuartito donde estaba, pues no sabía cómo reaccionaría.
Justo al lado de la casa de mis padres hay un terreno que en ese entonces estaba baldío y completamente abierto a la calle. El vecino sacaba a la potranca para que comiera el pasto que crecía y la dejaba amarrada por varios días y noches. Yo iba a verla diario, tratando de que se acostumbrara a mi presencia, y fue fácil porque ella era mansita. Pero no me dejaba tocarla todo lo que yo quería. Un día, para mi sorpresa, al momento de intentar tocarla ella se dejó. La estuve dedeando hasta que se mojó y dejó que le metiera mi puño entero. Había entrado en celo, andaba caliente, pero era temprano, mis padres estaban en casa y en cualquier momento podían salir y verme o alguien podía pasar frente al terreno. Unas horas después, todos en mi casa había salido y yo me había quedado solo. Fui a ver a la yegua y la encontré echada en la sombra. Era el mediodía. El vecino tampoco estaba. No había otras casas alrededor y me olvidé de que alguien pudiera pasar por ahí. Rápido me cambié y me puse un short sin boxers debajo. Me le acerqué lentamente para que no se levantara y ella quietecita, ahí se quedó. Me acosté al lado de ella. En mi inexperiencia, le arrimé la verga y se la quise meter así seca, pero no entraba, hasta que le embarré un poco de saliva. Y poco a poco se le fui clavando. Era la sensación más rica que había tenido en la vida, esa vagina se sentía tan suave, tan tibiecita. Sus nalgas se sentían calientes por el calor que emanaba de su cuerpo. Comencé el mete y saca. Mi verga en ese momento aún no engrosaba, y como ella estaba en celo, se sentía algo holgada. Pero no quería sacarla de allí hasta dejarle la leche adentro. Como estaba tardando y me tenía que apurar, me la empecé a jalar para terminar más rápido. Hasta que por fin, sentí que me venía y rápido se la metí para dejarla preñada. Todo ese tiempo la yegua se quedó acostada. Cuando se la saqué, me levanté y me acerqué a verle la pucha, y mi leche escurría de dentro de su vagina. Estaba orgulloso de haber perdido mi virginidad con ese delicioso hueco. Mis piernas temblaban, yo estaba sudando pero estaba muy satisfecho.
Lamentablemente, ya no hubo otra oportunidad para repetir pues días después llegó su dueño a buscarla. Tuvieron que pasar otros cuatro años para volver a sentir lo maravilloso y riquísimo que es coger yeguas. Afortunadamente con esta última yegua he estado cogiendo hasta el día de hoy cuando tengo chance.
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También he disfrutado de las yeguas y vacas, te busque en telwgram y no te encontré, deja tu cuenta para platicar
Hola bro, veo que eres zoo como yo me gustan las yeguas. Y a ti?