Y sí, ahora le toca al ovejero.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Old-Legolas.
Al ponerme a escribir esta nueva experiencia, todavía palpita mi ano por los momentos pasados. Ya había disfrutado de uno de los perros de mi amiga y se me hizo eterno el tiempo que tardé en quedar a solas con el otro, el ovejero. Imaginaba que este era mucho mas avispado que el anterior, no me equivoqué en nada, un par de caricias en su vientre acercando la mano a su miembro y su respiración era mas fuerte y acelerada, cuando masajeaba su botón por encima de la piel empezó a hacer el movimiento de coito.
El primer pensamiento que se me cruzó fue: “Este está entrenado por la dueña, esta ya le enseñó qué hacer. (O quizás el dueño)”. Creo que no me equivoqué. En cuanto comenzaron a salir los primeros jugos lubricantes los fui untando en mi ansioso ano. Bien mojadito le di la espalda y mostré mi agujero bien depiladito, no tardaron de llegar los lengüetazos. Limpió todo y arremetió, rápidamente me montó e intentó penetrarme, sentí tres o cuatro acercamientos lubricando mi ano y la embocó. Pareciera que para él fue facilísimo, estaba acostumbrado a hacerlo así que rápidamente antes que se agrandara su botón lo saqué para hacerlo trabajar un poco mas y disfrutar yo ese mete y saca frenético e instintivo.
Se limpió con su lengua y continuó con mi agujero. Trepó nuevamente como desesperado por penetrarme, le costó unas 6 ó 7 embestidas rápidas dejando mi ano todo mojado y resbaloso, hasta que encontró mi agujero y pegó un largo muy largo empujón hasta el fondo sin dejar de moverse a un ritmo que se aceleraba cada vez más, lo sentí entrar y masajear mi próstata de una manera maravillosa, mi pene paso de erecto a garrote. Cuando a los 20 o 30 segundos disminuyó su ritmo contraje mi esfínter para retenerlo y que quedara abotonado. Agarré su cola para retenerlo por si intentaba bajarse, no hizo falta, se quedó quieto encima mío jadeando mientras su botón se agrandaba (Tenía experiencia).
Relajé mi esfínter y su botón se seguía hinchando, lo sentía muy grande, llenaba todo mi culo y presionaba mi próstata, no paraba de palpitar, eyacular y agrandarse esa bola dentro mío, su botón pasó de muy grande a enorme en unos segundos, y momentos mas tarde a gigante, era una nueva y extraña sensación entre excitación y dolor. Esa bola presionaba mi glándula a tal punto que gotitas de semen salían de mi pena a punto de explotar. Mirándome me desconcentré y solté su cola, él pasó su pata encima de mis nalgas con intención de salirse, no lo consiguió, estaba muy grande su botón, realmente grande. Al girar dentro mío hizo estremecerme y sentir cómo atravesaban mi pene esas gotitas que no parecían líquidas, se sentían por dentro como sólidas y seguían saliendo. Pegó un tirón para separarse y me arrastró con él por la habitación, esa bola era realmente gigante, no podía ni contraer ni relajar mi esfínter, estaba ajustado a su botón, estaba realmente abotonado a mi amante.
Permanecimos así lo que me pareció una eternidad, perdí la noción del tiempo entre tironéos, su botón palpitando y mis orgasmos secos. Mis ganas de eyacular eran inmensas, sentía que mi semen pujaba por salir. Cuando calculé que su botón iba perdiendo su tamaño comencé a masturbarme, el placer que sentía con esa bola llenando mi culo y retrasando mi orgasmo era enorme, Hasta que por fín exploté a los gritos y temblando, mi esfínter al contraerse empujaba el botón hacia delante y presionaba mi próstata al compas de mis contracciones, haciéndolo más rico todavía.
Aproveché los últimos espasmos para pegar un tirón y despegarme. No, no salió de un tirón, parece que mi compañero no quería que se saliera, lo hizo muy despacio con un dolor muy excitante y una cantidad de semen increíble se desparramó por el piso, estaba realmente lleno. Ahí fue cuando ví su miembro afuera por primera vez Que pedazo de animal, medía como 20 centímetros y su botón era de mas de 6 de diámetro, era inmenso. Todo eso lo tenía dentro, pensé, mientras continuaban mis espasmos. Vacié mi pene mientras él se lamía y mi ano palpitaba y contraía. Dejé pasar su áspera lengua y limpiar todas mis partes mientras continuaban mis espasmos.
Cuando pude recuperarme, fui a atender el teléfono que sonaba, era la dueña que pidió traerme el otro perro porque no quería dejarlo en la casa cuando fueran a limpiar su pileta. Con gusto le dije que lo trajera.
Old- Legolas
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