Amor por los perritos callejeros
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Betsy, soy mexicana de 21 años, 1,60 de estatura, cabello castaño oscuro, morena clara, ojos café oscuro.
no sabría describir mi apariencia, pero digamos que nunca he tenido problemas para conseguir novio, pero aun así nunca me acuesto con alguien que no sea mi novio y siempre he sido fiel.
sin contar claro, a mis amantes caninos.
Tengo un hermano mayor que yo dos años, mi padre dejó a mi mamá no mucho después de que nací yo y mi mamá está fuera de la casa casi todo el día, entre su trabajo y otras ocupaciones.
Mi hermano entró a la Universidad, precisamente dos años antes que yo, aunque estudiamos carreras diferentes.
Precisamente por la naturaleza de sus estudios ocasionalmente se ausentaba uno o dos días completos de la casa, lo cuál me facilitaba a mí hacer mis tareas escolares, de la casa y claro, disfrutar de tiempo a solas con mi novio.
Mi primer experiencia fue hace mas o menos un año y ocurrió así:
Volvía de la facultad a mi casa, eran como las 7 de la noche, con el horario de verano normal aquí anochece desde las 6, por lo que ya estaba bastante oscuro, normalmente no me da miedo, porque solo debo caminar unas 4 cuadras para llegar a mi casa desde donde el camión (autobus urbano) me deja, a dos cuadras de mi casa había dos "borrachitos" (así nos referimos nosotros a los vagabundos, que normalmente están ebrios caminando por las calles) y me empezaron a decir cosas sucias; como ya estoy acostumbrada los ignoré, sobre todo porque no los había visto antes cerca de mi casa, pero uno de ellos me empezó a seguir, por lo que caminé de largo, no me detuve en mi casa para que no viera dónde vivo, esperando que algún vecino o alguien viera y me ayudara, pero mis calles normalmente están vacías casi todo el tiempo,
Como me confié de que por su ebriedad no me alcanzaría no corrí ni grité por ayuda (error de mi parte), pero llegando a la siguiente esquina después de mi casa el tipo me alcanzó y me agarró del brazo, cuando intenté gritar me tapó la boca con su mano sucia, traté de defenderme pero no pude, trató de arrastrarme hacia una casa abandonada que está "en obra negra" (así nos referimos a las construcciones que solo tienen paredes ya cubiertas de cemento, pero que no tienen ni puertas, ventanas, no están pintadas ni tienen instalados los servicios), para abusar de mí, yo ya estaba llorando, tratando de suplicarle que no me hiciera nada, que tomara mi dinero, pero su mano seguía cubriendo mi boca y aunque no hubiera sido así seguramente no me iba a soltar.
Por suerte para mí, un grupo de cuatro perros callejeros, de tamaño grande, que siempre están por esa zona de mi casa caminaban en dirección a nosotros, que ya me tenía a unos metros de la construcción esa y los perros, que me conocen porque a veces los saludaba o les aventaba huesos sobrantes de cuando comemos en casa, le empezaron a ladrar al tipo y se le fueron encima, lo persiguieron cuando corrió en dirección al otro sujeto que se quedó como a dos cuadras tirado en la calle y los dos huyeron, para que nunca los volviera a ver.
A mí siempre me han gustado los perros, pero nunca me dejó mi mamá tener uno precisamente porque nuestra casa no tiene patio y el perro seguramente andaría en la calle, con los perros que normalmente circulan por esas calles y por eso mi mamá nunca nos dejó tener uno, aunque como mencioné antes trataba a los perritos callejeros de esa zona (al menos a los que se dejaban) imaginando que eran míos, incluso a los que veía mas seguido les daba nombres.
Entré a mi casa, me senté y tardé al menos media hora en recuperarme del susto, consideré escribirle a mi mamá, mi hermano y mi novio al respecto, pero mi hermano estaba trabajando en uno de sus proyectos y volvería en dos días y mi mamá volvería hasta mañana porque se fue con su novio y mi novio se iba a pone histérico, así que como ya había pasado todo me calmé, obviamente lloré un rato por el susto y agradecí a dios que no me pasó nada.
Me di un buen baño y me asomé a buscar a mis héroes.
Logré reconocer a dos de ellos, que son de los que les pongo nombre cuando los veo muy seguido por ahí, "manchas", un dálmata, mezclado con algo mas que no sabría distinguir y "el negro", un labrador negro (obviamente) que siempre quise adoptar, pero mamá no me dejaba y otros dos de raza "corriente" (así le llamamos a los perritos mestizos, de raza indefinida) pero casi tan grandes como "manchas" y "el negro".
Los cuatro estaban hurgando en la basura que estaba en la esquina, los llamé, los acaricié y jugué con ellos un rato, les agradecí lo mas que pude, y saqué unos huesos del pollo rostizado que comimos el día anterior, y unos panes que había por ahí, quería darles más, pero mi mamá me mataría si llegaba y no encontraba el jamón y la carne del refrigerador.
Sintiéndome mal por no poder darles más y mejor comida a mis héroes los seguí acariciando y dándole las gracias.
Traía puesto un short y una playera sin mangas, ropa cómoda aprovechando que no había nadie en la calle (ni para ayudarme cuando lo necesité).
Cuando se terminaron todo me buscaban, queriendo mas, "Lo siento, se me acabó ya todo", les decía mientras los acariciaba.
Me senté en la banqueta frente a la entrada de mi casa, para seguirle dando atención a mis héroes, que en ese momento me parecían los perros con mejor pedigree del mundo.
Ellos se me acercaban, me movian la cola, me acercaban su hocico y se tallaban conmigo, y aunque olían un poco mal no me importaba, "puedo volverme a bañar" pensé.
Entre los juegos uno de ellos me lamió las piernas, otro uno de mis brazos y me empecé a reír por las cosquillas, los empujaba suavemente, jugando con ellos y en eso uno de ellos me lamió la oreja, introduciendo su lengua y lamiendo detrás de ella, lo cuál me gusta mucho, es una de mis debilidades, lo dejé que siguiera, pues me gustaba, pero ningún pensamiento sexual había atravesado mi mente aun.
Me empezó a hacer muchas cosquillas y lo empujé un poco, cuando tenía mi brazo extendido empujando a manchas, que lamía mi oreja, uno de los mestizos me lamió la axila, lo cuál me gustó aun mas, por lo que levanté mis brazos, poniendo mis manos detrás de mi cabeza, con los codos en alto, exponiendo mis axilas a lo que ese mismo perrito y "el negro" empezaron a lamer cada uno una de mis axilas, lo cual si comenzó a excitarme un poco.
Empecé a sentir un cosquilleo en mi entrepierna, lo que empezó a convertirse en lubricación en mi vagina, me estaba empezando a mojar.
Pensé en dejarlos hacer eso un momento mas, para luego meterme a mi casa a masturbarme o quizás llamar a mi novio, pero en eso otro de los perros empezó a olfatear mi entrepierna, lo cuál me hizo cerrar las piernas del susto y levantarme.
Estaba muy sorprendida, jamás se me había ocurrido que un perro pudiera interesarse por la vagina de otra especie que no fuera la suya; mi casa tiene una especie de cerca de madera antes de la casa en sí, como una protección, me metí dejando a los perros del otro lado, los cuales me seguían moviendo la cola.
Trataba de entender cómo mi humedad le había llamado la atención al perro, y pensé que si esas lenguas grandes y rasposas se sintieron tan rico en mis orejas y axilas, en mi vagina quizás aun mas.
"¿Será posible?" pensé, "no, no, eso es asqueroso, son perros! y de la calle!".
"Pero.
me salvaron.
" pensé muchas cosas en tan solo unos momentos, pero el pensamiento de dejarme lamer la vagina por un perro me causaba mucha curiosidad.
"Solo una prueba, si no me gusta lo olvido y ya" pensé.
Llamé al negro, que honestamente tenía una ligera preferencia hacia él, y lo metí como pude a la casa.
Mi corazón estaba palpitando muy rápido y fuerte, aun tenía muchas dudas, pero la calentura me estaba dominando mas que la razón, quería ver si el perro era mejor que un humano en el sexo oral.
Estábamos en mi habitación, el perro expectante, supongo que creía que le daría algo de comer, y sí, pero no comida.
La emoción y la excitación tenían mi vagina bastante húmeda.
Me quité el short, dejando mi vagina expuesta; me quedé así, de pie, pero con las piernas abiertas y esperé a ver qué hacía el perro.
Inmediatamente olió mis flujos, porque empezó a olfatear mi vagina, lo cuál solo aumentó mas mi ritmo cardíaco.
El perro soltó dos lamidas, que casi me hicieron caer de la sorpresa.
Me senté en mi cama, para evitar caerme, con el perro nunca despegando su hocico de mi entrepierna.
Una vez sentada siguió olfateando y lazando lengüetazos tímidos, que poco a poco se convirtieron en lamidas intensas.
En menos de un minuto el perro ya me estaba llevando al orgasmo, el cual me fue tan sorpresivo como placentero.
Aun puedo recordar ese orgasmo, fui una antes de ese orgasmo y otra después.
Mi vagina estaba sensible después de tan rico orgasmo, pero el perro seguía lamiendo, por lo que traté de cerrar las piernas, pero el perro insistía.
Me subí a la cama para que dejara de lamerme, pero el negro se subió también; yo estaba de rodillas en mi cama, recuperando el aliento, pensando en lo que había pasado y en eso el negro empezó a lamer el sudor de mi cara y pasó su lengua por mis labios, a lo que instintivamente respondí sacando mi lengua, la que empezó a lamer deliciosamente.
Por suerte el negro era el menos sucio de los cuatro perros, por lo que esas lamidas no me daban asco.
Aprendí que para mantenerlo interesado en mi boca debo mantener mi lengua húmeda con saliva; mientras saliva escurría de mi boca él seguía lamiendo, lo que me estaba calentando mucho mas.
Yo ya tenía los ojos cerrados mientras el negro lamía mi lengua y pasaba su lengua por dentro de mi boca.
Me quité la playera que aun tenía puesta y me embarré de saliva las tetas, para ver si me las lamía también, lo cuál funcionó, lamía mis pezones muy rico, mientras yo babeaba lo mas que podía para mantenerlo interesado.
La cabeza me daba vueltas, por el placer, la confusión, la excitación; pasé de casi ser abusada a besuquearme intensamente con un perro de la calle, como si fuera mi novio, como un novio al que dejaba lamer mis tetas por primera vez.
Me sentía sucia, pero en un sentido travieso, excitante.
Me recosté con las piernas flexionadas, dejando mi vagina completamente expuesta.
El perro se recostó también, sin dejar de lamer por un momento, me estaba haciendo disfrutar muchísimo; tomé una almohada y la puse debajo de mi cabeza, me estaba poniendo cómoda para el mejor sexo oral que había recibido hasta ese momento.
Miré a mi amante, como cuando miraba a los ojos a mi novio mientras devoraba mi sexo, el perro solo lamía como si fuera un dulce, no demostraba conciencia de lo que estaba haciendo; la única consciente del morbo, la lujuria y lo anti-natural que estaba pasando era yo, pero el placer era muy grande, igual que el deseo como para detenerme por cuestiones morales.
Solo duró un minuto cuando mucho, pero para mí se sintió como una eternidad, cuando el perro dejó de interesarse en lamer mi vagina.
Pero ya me había hecho venirme dos veces, así que sentí que estaba bien si él descansaba.
El perro me había hecho gemir, como ningún hombre que hubiera saboreado mi vagina antes había logrado.
Después de un momento me volví a poner de rodillas, le di besitos en la nariz y noté que su pene se asomaba ligeramente.
Estiré la mano para alcanzarlo y lo acaricié, estaba aun en su funda, y acariciaba sus grandes y oscuros testículos también.
Tenía los huevos más grandes que he tocado, por lo que supuse que su pene sería bastante grande también.
Ya no había vuelta atrás, estaba decidida a devolverle todo el placer que me había dado, no podía dejarlo así, después de todo me había salvado.
Aunque todo eso solo eran pretextos, mi cuerpo pedía a gritos una verga y la del negro era la más cercana y la que se me antojaba tener también.
Mi cuerpo me pedía copular con él, casi como si mi inteligencia humana se hubiera desvanecido y mis deseos animales me dominaran.
"¿Me quieres coger negro, con ese gran pene que tienes?", mis palabras solo hacían sentirme más puta, más perra, y él movía la cola, como sabiendo lo que pasaría.
Me di la vuelta, bajé mi cabeza y levanté mi trasero lo mas que pude, dejando mis piernas abiertas, arqueando la espalda como lo hacía para excitar a mi novio, como sabía que lo volvía loco, quizás funcionaría con el perro.
El negro empezó a lamerme, pero esta vez lamió mi ano también, lo cual se sentía de maravilla, empecé a masajear mi clítoris mientras el perro lamía mi ano, pero no era suficiente, aunque lo disfrutaba lo que quería era que me cogiera.
"Métemela, ándale negrito, méteme tu verga, quiero tu verga, ya no me hagas esperar", le decía.
Creo que el perro me entendió, porque se me subió y empezó con sus movimientos copulatorios; obviamente no atinaba a mi deseosa vagina, pero después de un par de minutos por fin logró ensartarme.
Introdujo su miembro con una fuerza que nunca había sentido antes.
Me bombeó con mucha rapidez, como si yo fuera una perra, tanta calentura me hizo venirme a los pocos segundos, me hizo gemir como loca, a pesar de que duró muy poco, solo unos 15 o 20 segundos, quedándose pegado a mi vagina, lo cual me sorprendió por un instante, pero recordé las veces que había visto perros pegados antes, supuse que así funcionaba la copulación para ellos, por lo que traté de relajarme y disfrutar de esa nueva sensación, de sentir mi vagina llena, mientras vaciaba su esperma dentro mío.
El perro se quedó pegado a mí como 5 minutos, tras los cuales su enorme pene abandonó mi pequeña cavidad, expulsando una sorpresiva cantidad de leche, la cual recorrió mis muslos hasta manchar mis sábanas.
Entonces pude ver su tremenda verga, era mucho más grande que la de todos mis novios, con una gran bola en la base (ahora sé que se llama "nudo"), me acerqué para ver más de cerca todo eso que me había metido el muy cabrón, no podía rodearla con mi mano y aun lanzaba chorritos de líquido transparente.
"Wow, qué vergota te cargas!" le dije mientras me colocaba debajo de él, quería mamar ese gran pene, quería tratarlo como si fuera mi novio, de la misma manera en que me gusta dejar bien limpio el miembro de mi novio, empecé a mamar ese miembro canino.
Olía y sabía raro, pero no me importaba, ya no podía yo caer mas bajo, era una perra, una puta sucia y me estaba gustando.
Degusté ese gran miembro, como si le estuviera dando una mamada a mi novio el día de su cumpleaños.
La introducía lo más posible hasta mi garganta y descubrí que dando lenguetazos justo en la punta de su verga soltaba sus chorritos con mas frecuencia un poco más de fuerza.
Me estaba deleitando dándole placer con mi boca al perro.
Poco a poco su pene se fue deshinchando, hasta quedar nuevamente en su funda.
Lo acaricié un rato mas y lo dejé salir por la puerta, entonces recordé a mis otros tres héroes afuera de mi casa, pero esa será otra historia.
Que delicia de relato, quisiera ser la puta de un perro como tu. Que envidia.