Borracha no Vale…!!!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Key-Q.
En la celebración de mis 18 años mis padres me dieron permiso y prestaron la casa para hacer una fiesta festejándome como correspondía mi mayoría de edad.
En cuyo acontecimiento ellos no estuvieron para otorgarme mayor libertad pero con las consabidas responsabilidades.
Invité a primos, amigos y compañeros de la secundaria, estando entre ellos quien me interesaba y pretendía esa noche tener algo con él.
No había planeado nada ni tenía idea de cómo lo haría, pero mis siniestras intenciones era tener sexo esa noche y si no era con él, no me negaba a la idea que fuera con otro, ya no podía continuar siendo virgen y ajusticiándome solo por mi propia mano o con uno que otro objeto cilíndrico.
Si bien no tenía definido el candidato, ya había comprado condones y me fui a poner una inyección para no quedar embarazada.
Llegó el gran día y estaba todo dispuesto, buena música, variedad de tragos, luces de discoteca y mi cuarto previamente aromatizado con los mejores inciensos para dicha ocasión.
Los invitados comenzaron a llegar a la hora que les había indicado, todos con regalos que era lo que menos me importaba y el compañero al que pretendía lo hizo cerca de una hora después.
Desarrollándose todo en completa normalidad hasta que observé a una prima que estaba conversando con él y ya llevaba mucho rato en ello, ambos se miraban de una forma especial y me tomé un par de tragos uno tras otro para darme valor e ir a insinuármele, tratando de evitar que enganchara con mi prima y perder yo mi oportunidad.
Logré desviar su atención, pero no en forma positiva sino que cuando varios se reían porque mi perro estaba tratando de aparearse con una de mis piernas.
Al parecer mi mascota percibió lo receptiva que yo andaba y las hormonas que fluían de mi sexo, haciéndome pasar esa vergüenza que traté pasara por desapercibida poniéndome a bailar, pero entendí que eso mataba todas mis intenciones para con él, retirándome de donde ellos y dejándole el camino libre a mi prima.
Luego fui a probar suerte con un amigo que también es bien parecido y resultaba ser una muy buena alternativa, para lo cual me tomé un par de tragos más y nuevamente mi perro me hizo su gracia, pero esta vez fue en un pasillo de la casa y solo mi amigo rompió en carcajadas mientras el animal no soltaba mi pierna, pretendía en el mismo momento hacerle la propuesta indecente, pero tuve que salir al salón principal porque me estaban llamando para abrir los regalos.
Una vez ahí, no faltó entre los obsequios el típico par de cola-less (calzón hilo dental) en colores de Barbie que mostré muy atrevidamente haciéndolos girar en mi índice derecho mientras gritaba guaaaaaauuu y movía mi cadera, pero lo que si me hizo ruborizar fue un consolador de aparente buen tamaño y color rosado, según se veía en su caja y cuyo envoltorio no tenía nombre, pero me era evidente de quién venía, mi amiga íntima que sabía lo de mi virginidad, dicho regalo obviamente no lo saqué de su caja y lo guardé rápidamente entre los otros que ya había desenvuelto causando una pifia generalizada entre mis invitados.
Ya me sentía bastante mareada y solo continué tomando cerveza en lata, las cuales había por doquier y luego de un rato perdí la cuenta de cuantas llevaba.
Solo recuerdo haber estado bailando en el salón con mi perro agarrado a mi pierna e imágenes entre-cortadas de estar tirada en un sillón, otras vomitando y también despidiendo a algunos invitados que se iban yendo, pero en todas ellas con una lata de cerveza en mi mano, al parecer que no paré en ningún momento de beber.
Al día siguiente desperté muy contenta cerca del medio día, desnuda de la cintura para abajo con mi cama muy mojada y mi vagina también.
Era una sensación de felicidad e incertidumbre, pues sabía que había hecho el amor pero no recordaba con quien, la puerta de mi habitación estaba cerrada por dentro pues la perilla del seguro estaba en la vertical.
Miré el entorno y solo mi perro estaba echado en un rincón, lo que en cierto modo me asustó e instintivamente me pasé la mano por la vagina, y junto con los restos de fluidos salieron algunos pelos de mi mascota.
Quedé atónita pensando que me había dejado montar por mi perro.
Y en mi mente me negaba a creerlo pensando que se podía tratar de las típicas pesadas bromas que le hacen a los borrachos cuando pierden la conciencia, probablemente me lo hicieron entre varios, me echaron pelos de mi perro en la entrepierna y me encerraron en mi dormitorio con él ¿pero cómo cerraron por dentro? me preguntaba.
Una vaga idea o imagen de mi perro haciéndome un sexo oral daba vueltas en mi cabeza y tomé mi celular tratando de buscar alguna evidencia en él.
E inmensa sorpresa que me llevé al encontrarme con un video en que ya estaba sola en casa, me iba a mi cuarto sacando de su caja el consolador (dildo) y me enfocaba masturbándome con él, cuando de pronto llega mi perro y me empieza a lamer en plena inserción del aparato, el que luego saqué de mi vulva para darle espacio a su lengua, la que me hacía bramar de placer e imagino pronto me hizo venirme (acabar) pues me tiritaban las piernas y mis chillidos eran muy cortitos y agudos.
Pero luego mi perro comenzó nuevamente a montarse en mi muslo y yo con voz de ebria le preguntaba si en verdad quería montarme, si creía que era capaz de hacerme realmente suya, a lo que el animal respondió moviendo la cola.
Y nuevamente con voz traposa le dije ¡veamos si te la puedes!, dándome vuelta en la cama y poniéndome a cuatro patas lo invité a subirse.
Lo que el perro obviamente hizo e intentó montarme en el acto, pero no acertaba y quedé enfocándolo por sobre mi hombro hasta el tercer intento, en que se me soltó el teléfono y quedó apuntando al cielo de mi habitación, escuchándose pronto mis semi-ronquidos o respiración de dormida.
Pero por lo que se escuchaba el perro seguía y seguía tratando, cuando de repente se oyó un SHLACL, SHLACL, SHLACL, SHLACL, que me hizo respirar profundo y comenzar a gemir continuo hasta que se acabó la grabación por capacidad de almacenamiento.
Miré impresionada con inmensos ojos a mi perro y le dije "¡¡Abusivo, Ebria no Vale!!" y lo llamé para que viniera donde mí, lo que hizo con confianza y casi en el acto encajó su hocico en mi vagina, lamiendo en la comisura de esta alcanzando a lamer algo de mi clítoris así como estaba sentada, pero luego me eché para atrás y separé aún más mis piernas dejándolo que lengüeteara directamente mi entrada, y también le ayudé con mis manos abriéndome la cochorocha, pero luego de un par de minutos se puso a gemir empujándome con su nariz por los costado como pidiéndome que me diera vuelta, lo que no dudé en hacer poniéndome como perrita y al igual que en el video de mi celular fueron más de tres intentos hasta que sentí entrar su delgado pene un par de veces como hasta la mitad, para en las siguientes encajármelo muy profundo en donde percibí pasar una parte un poco más gruesa, que al batirse dentro producía ese extraño chasquido a medida que iba creciendo y antes que parara de moverse ya me estaba llenando con su semen, y yo gozando como una verdadera perra.
Su pene era muy caliente y su eyaculación aún más, pero solo alcanzó a lanzar unos pocos chorros cuando ya se bajaba para un lado, y en dicho movimiento percibí que esa parte más gruesa de su aparato había crecido tanto que ahora le costaría salir y temí porque me fuera a rajar mi almejita.
Puso el muslo de la pata contraria al lado que se estaba bajando sobre la unión de nuestros sexos, haciéndome sentir como se estiraba mi vagina para afuera sin que saliera su aparato, para luego terminar de pasar esa pata por sobre mi trasero y quedar con todo su pene volteado para atrás aún eyaculando en mí.
Por suerte estaba preocupada de la maniobra que hacía mi perro y no estaba jadeando ni gimiendo que era lo que me provocaba en ese momento aquel sexo animal, pues a los pocos segundos que se terminó de girar golpearon la puerta de mi dormitorio y mamá me preguntó si estaba bien, ante lo cual guardé silencio y luego cuando insistió le respondí con voz adormilada – "Siiiiiii, pero déjenme seguir durmieendoooo" – con lo que salvé la situación pudiendo esperar los cerca de 10 minutos más que se demoró entre que terminó de eyacular y su aparato se deshinchó lo suficiente para poder sacármelo, solo pudiendo yo gozar a medias de esa fenomenal herramienta.
Bueno de ahí en adelante lo hacemos a diario de lunes a viernes dentro de el par de horas que estamos solos en casa entre que yo llego del colegio y mis padres de sus respectivos trabajos.
Para luego un par de meses después vivir nuestra luna de miel cuando salí de vacaciones de verano, manteniéndome desnuda de la cintura para abajo casi todo el día y haciéndolo en la primera semana hasta 4 veces en un día, para en las siguientes bajar a 2 incursiones sexuales diarias.
Debo confesar que entre décima y doceava vez que lo hicimos, mi vagina perdió su consistencia inicial aumentando su elasticidad y ya no nos abotonábamos como al principio, bastando con que él jalara un poco y su tremendo nudo se salía siendo muy difícil volvérmelo a encajar por completo quedando su bulbo afuera, teniendo luego que aprender a sujetarlo al momento que intentaba girarse para mantenerlo acabando dentro, pero fue algo que perfeccionamos con el tiempo.
También en varias de esas desabotonadas yo me quedaba tal cual con mi culito parado y sin moverme, lo cual mi perro aprovechaba para lamer su semen que quedaba escurriendo de mi conchita y en ocasiones se quedaba lengüeteando mi ano, cuyas cosquillas que me comenzaron a gustar tanto que hasta me untaba margarina, mermelada o mantequilla de maní en mi pequeño agujero para mantenerlo lamiendo ahí.
Me era tan placentero su lengüeteo en mi ano, que muchas veces antes del sexo comencé con ello, introduciéndoseme lo untado a veces en mi agujero mismo y mi perro terminaba hurgueteando con su lengua dentro de él haciéndome retorcer de las cosquillas.
Resultando que en una de esas ocasiones, después del sexo oral al dejarlo que me montara me pilló con el ano tan distendido que su pene se coló por ahí entrando su nudo pre-excitado del porte de una nuez completamente en mi cavidad rectal y obviamente se quedó ahí bombeando profundo hasta que se le hinchó, abotonándome y desvirgándome mi ano a la vez.
Quedamos pegados cerca de media hora y disfruté como una verdadera puta de esa fenomenal herramienta que no paraba de palpitar en mis vísceras hasta que no tuvo una gota más de semen que escupir.
Luego la sensación fue indescriptible cuando sentí su nudo ya algo disminuido expandir mi ano desde dentro hacia afuera, fue algo lento y muy agradable hasta que me descorchó y desde mi ahuecado agujero comenzó a fluir su semen mezclado con restos de mis fecas, lo que pese a parecer absolutamente asqueroso después de tanto placer recibido me parecía un hermoso fluido .
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