Camping en el lago
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kimmy.
Era verano y como es habitual nuestras vacaciones las pasamos acampando, esta vez fuimos a un lago no muy concurrido y por ser principio de temporada estábamos casi solos, nada más algunas otras carpas se veían a la distancia. Lo incomodo es que de WC solo había unas letrinas de campaña, las que eran algo desagradable usarlas y en ellas solo hacía desechos sólidos por no contaminar el entorno, para orinar como andaba poca gente solo me ocultaba tras unos matorrales procurando no ser vista por extraños. Las duchas también eran de campaña, algo descubiertas pero tapaban lo necesario, siendo compensado esto que por estar en altura los estanques del agua a pleno sol, esta salía a una temperatura muy agradable al ir a bañarse después del ocaso cuando estaba a punto de terminar de oscurecer, hora que habitualmente lo hago.
Llevábamos unos cuatro días y el perro del cuidador del Camping se nos había hecho muy amigo, pasando gran parte del día al lado de nuestra carpa, jugaba conmigo y mis hermanitos menores aprovechando de darle las sobras de nuestra comida para afianzar aún más su confianza y seguridad. Le gustaba ir a buscar palos u otros objetos que traía para que se los lanzáramos lejos, también se dejaba que mis hermanitos jugaran a las luchas con él sin enfadarse por lo hostigosos que se ponían, era una buena compañía para los momentos de ocio o aburrimiento.
Una noche desperté con mi vejiga hinchada de tanta orina contenida, mamá roncaba por el efecto de sus pastillas para dormir que lleva para estos paseos, mis hermanos dormían placidamente luego del ajetreo del día y papá andaba de pesca por la orilla con un señor de una carpa vecina que tenía esa misma afición y probaban suerte hasta pasado el amanecer. Me salí de mi saco y luego de la carpa dirigiéndome a un arbusto que estaba a unos 40 metros, lo que pensé en el camino no era necesario pues no andaba nadie y por lo tenue de la luz que llegaba desde la orilla no me verían mi padre ni su amigo, pero ya estaba a un par de pasos y la fuerza de la costumbre me llevó hasta ahí a ponerme por el lado opuesto.
Estaba iniciando mi descarga cuando llegó a mi lado el perro del cuidador, lamiéndome la cara por un costado, lo que evité girando mi cuello pero siguió lamiéndome este, lo que me dio cosquillas y muchos escalofríos, lo empujé con una mano por su cabeza, y empezó a empujarme por las costillas con ella, haciéndome perder el equilibrio e impidiendo que pudiera seguir orinando, lo reprendí en silencio para no hacer alboroto ni meter bulla ya que estaba todo en silencio, solo se escuchaban los grillos, uno que otro pájaro nocturno y el viento moviendo las hojas de los árboles.
Pero molestaba y molestaba como queriendo jugar, sin dejarme tranquila para proseguir con mi vaciado. Por lo que me arrinconé contra un recoveco del matorral dándole la espalda a este animal, para que no me pudiese molestar por el frente ni por los costados. Pero el muy bruto me empujó haciéndome caer de bruces con mi trasero levantado y orinándole el rostro pues había aguantado mucho y ya no me pude detener, hecho este que me causó mucha risa ya que el resultado de su interrupción fue su propio castigo, era tanta la risa que con el pijama en las rodillas y algunas ramas sobre la espalda no me podía incorporar, e incluso al reírme en silencio más se me apretaba el abdomen saliendo con fuerza hasta el último chorro en dirección a este pobre perro que no debe haber querido molestar.
Por sobre mi hombro vi como se lamió mi orina de su cara y se vino directo a mi entrepierna lamiendo lenta y largamente un par de veces mi vagina, cosa de la que al querer arrancar me hice para delante encajándome aún más bajo las ramas del arbusto, dándole tiempo a él para que me lamiera unas tres o cuatro veces más, quedándome deleitada por aquellas cosquillas que fueron mil veces más intensas que las hechas en mi cuello, optando por dejarlo seguir.
Era exquisito el pasar de ese húmedo, calentito y rugoso pedazo de carne, ya cuando estuve totalmente relajada se abrió totalmente mi vagina permitiéndole rozar mi clítoris y entrada de la vulva, cosa que me dejó aún más maravillada de esta nueva experiencia. A mis 15 años todavía era virgen convencionalmente hablando, pues no me privaba de unas buenas masturbadas con mis dedos u otros objetos pero ninguna experiencia con hombres, no porque fuese fea o no tuviese oportunidades, sino que por considerar que no era tiempo aún para aquello aunque mis hormonas me dijesen absolutamente lo contrario.
Estaba extasiada con este mi primer contacto carnal, nunca mi sexo había sido rozado por un cuerpo ajeno, no era como masturbarme y saber que era yo misma que estaba ahí dentro. Su hábil lengua escarbaba ya al interior de mi caverna, deleitándome cada vez más y dilatando mi entrada como si estuviese siendo penetrada, me tiritaban las piernas y las contracciones espasmódicas en mi vientre no cesaban, si con las lamidas en mi cuello de dieron escalofríos con esto se endurecieron mis pezones hasta que casi me dolían.
Cerré mis ojos y disfruté todo lo que pude, liberando mi líquido de lubricación por doquier y el que él iba consumiendo gustosamente, digo esto pues yo percibía cuando este me salía de mi interior, lo cual coincidía con el aumento en la frecuencia de las lamidas apegando su hocico a mi entrepierna de modo que su nariz quedaba justo resoplando en el agujero de mi ano.
Perdí la noción del tiempo y me preocupé de que podrían echarme de menos en la carpa si alguien se despertaba, y de malas ganas comencé a retroceder para salirme de entre las ramas topando mi trasero con su pecho, lo que pensé él entendió como una invitación a jugar pues puso sus patas delanteras sobre mi espalda, y no tomándole asunto retrocedí otro poco hasta que lo sentí dejarse caer sobre mi baja espalda aferrando mis caderas y junto con ello un bamboloteo de su cuerpo, lo que me hizo volver a mirar para atrás notando el evidente movimiento de coito que estaba realizando.
Su pene debe haber estado gatillando muy cerca de mi entrepierna, pero no lo sentía golpeando por ahí ni tampoco me sentía en peligro. Es más no me asuste, y por lo excitada que estaba pensaba en como sería perder mi virginidad sin que nadie se enterase ni se pudieran imaginar con quien y por otro lado sin el riesgo de quedar embarazada. Pese a estar muy tentada a dejarme poseer por este animal, lo veía como una verdadera aberración sin convencerme de lo que ya había hecho o dejado que me hiciera. Pero aún estaba atrapada entre las ramas sin poder correrme para un costado, tenía que seguir retrocediendo no tenía otra escapatoria. Por lo que me dije a mi misma “A la suerte de quien sea”, que pase lo que tenga que pasar.
Y seguí retrocediendo, con cierto temor pero segura de lo que podría o no pasar, y al sentir su miembro rozando entre mis glúteos quedé paralizada cuando él aceleró sus movimientos. Su miembro resbalaba a lo largo de la rajadura de mi trasero, percibiendo yo lo jabonoso y delgado que estaba este, hasta que repentinamente se coló a lo más profundo de mi vagina, comenzando un frenético mete y saca que se sentía riquísimo, el roce de ese delgado pene con las paredes de mi vulva era fenomenal.
En menos de un minuto bajó su frecuencia quedándose muy adentro y sintiendo yo mi vagina muy hinchada pero no con dolor, sino que una sensación muy especial y agradable que aumentaba considerablemente el goce que estaba experimentando, tanto que mi respiración estaba muy agitada y el pecho como que me fuera a reventar, solo bastó sentir ese líquido caliente inundando mi útero para que se me desorbitaran los ojos y liberara la opresión de mi pecho en un enorme suspiro que anunció el inicio de mi cataclismático orgasmo, tuve que mantener mi boca totalmente abierta para evitar sollozar.
Pero solo fueron unos treinta segundos o un poquito más, pues este animal se bajó para un costado haciéndome sentir que me iba a sacar las tripas por la vagina, su pene se había atascado en mi interior y me recordó que los perros se quedan abotonados al aparearse, pero pasando la pata trasera que había quedado por sobre nuestros sexos, por encima de mi trasero se terminó de girar, volteándose completamente su miembro para atrás y haciendo presión en la parte frontal interior de mi caverna, en donde al parecer hay un punto especial que me hizo subir nuevamente el nivel de mi orgasmo pudiendo seguir disfrutándolo, ya que se quedó tranquilito y su pene seguía latiendo.
Disfruté largo por entre siete y diez minutos mientras palpitaba esa cosa ahí, pero una vez que paró él se trató de salir provocando nuevamente esa desagradable sensación de vacío, por lo que lo tomé fuerte de la cola para evitar que siguiera jalando. Ya llevaba según mis cálculos cerca de media hora fuera de la carpa y me afligía la situación en que estaba si me salían a buscar y me sorprendían en aquello. Por lo que relajé lo más que pude mis músculos vaginales pujando con las fuerzas que me quedaban.
Cosa que después de otros diez minutos dieron efecto en un “FFFLLLCHCHCHZZZZ”, con el cual además de su pene salió una gran cantidad de fluidos de mi interior, mojando mi pantalón del pijama con esa pegajosa mezcla, por lo cual tuve que lavarlo en la orilla del lago aprovechando que papá andaba lejos, dejarlos tendidos fuera y ponerme los calzones que había ocupado en el día, para volver a acostarme en mi saco, con un buen tapón de papel higiénico en mi almeja ya que siempre seguían escurriendo líquidos de ahí.
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