Con Fido al borde de la piscina
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kimmy.
Esto fue un Domingo de verano, en que el Sábado había ido a la fiesta de 15 años de una amiga vecina del sector en que vivo. Estaba todo bien adornado con globos blancos y rosados, mesas por los costados con refrigerios y picadillos varios, para beber gaseosas, un suave ponche y cerveza de bajo grado alcohólico, y muy buena música para bailar. Lo que pasó es que enganché en muy buena onda con el primo de mi amiga, y el ambiente estaba propicio para lo que fuera, conversamos, bailamos y bebimos, estando juntos gran parte de la velada, y al final de esta me robó algunos besos que pusieron mi corazón a mil.
Terminando la fiesta me fue a dejar hasta la puerta de mi casa, en donde nos despedimos con acalorados besos y abrazos, que pronto pasaron a caricias más intimas. Este chico había revolucionado mis hormonas, y cuando refregó por sobre la ropa su pene contra la parte frontal de mi vagina, me hizo humedecerme por completa. Así que temiendo perder la cabeza y terminar haciendo el amor ahí mismo en la calle, lo frené y despedí hasta una nueva oportunidad, que después nos comunicaríamos.
Entrando a casa me percaté que ya eran las cinco de la madrugada, y producto del cansancio y el alcohol ingerido el subir las escaleras hacia mi habitación se me hizo eterno. Pensé en masturbarme al llegar a mi cama, pero apenas puse la cabeza sobre la almohada me quedé profundamente dormida. Hasta que mamá me despertó para avisarme que mi tía (su hermana) nos había invitado a almorzar y pasar la tarde en su casa, que ellos se iban yendo y cuando despertase bien, la llamara para que me viniera a buscar.
Desperté cuando faltaba poco para el medio día, llamé a mamá y le dije que no se preocupara por mí, que tenía una tremenda jaqueca y yo me cocinaría algo para comer, y por otro lado que se demoraría más de hora y media en venir y volver, que no valía la pena. Con lo cual aceptó y me indicó que tomara unos analgésicos que guardaba en su cajonera, los que fui a buscar inmediatamente sin recordarme bien en que cajón me dijo que estaban. Busqué y busqué, llevándome una gran sorpresa cuando al fondo del último cajón de abajo me topé con un consolador (vibrador) de buenas dimensiones, provocándome algo de risa la situación lo dejé ahí mismo y me resigné a mi resaca.
Entonces me propuse darme un chapuzón en la piscina para aliviar mi pesar, pero mi bikini estaba arriba en mi habitación, y queriendo evitar la fatiga decidí bañarme desnuda, total estaba sola en casa y desde afuera no se ve nada. El agua estaba exquisita y su leve roce con mis partes más íntimas se sentía aún mejor, nunca antes había echo esto y créanme que se siente diferente, me quedé en la parte menos profunda acariciando mis senos y apreciando mi lampiña vagina. No tardé en salir a tirarme en la toalla a masturbarme, queriendo repetir la sensación de la madrugada, pero me faltaba el embobamiento producido por el alcohol y algo más que no sabía que era, pero fui a la cocina a buscar una de las cervezas de papá, que cuando la tuve tomada del gollete se me vino a la mente el consolador de mamá, que no dudé en ir a buscar.
Camino de vuelta a la orilla de la piscina fui engullendo rápidamente la cerveza para estar a tono, y para cuando ya estaba en posición en mi toalla solo me quedaba como una cuarta parte del litro. Terminé de beber el contenido de la botella, y con mi mano derecha masajeaba mis pechos y mi boca alternadamente mientras con la izquierda cargaba el vibrador atravesado en la parte frontal de mi vagina, asemejando el pene de mi pretendiente.
Pero algo más me faltaba, mi simulación de beso era demasiado falsa, así que llamé a Fido nuestro Pit-Bull guardián que siempre está en el antejardín, para que me lamiera la boca y poder acercarme más a lo que deseaba. Tras unos desgreñados silbidos llegó a los pocos segundos y obedeciendo a mi solicitud de ¡¡BESHO, BESHO!!, se dio a lengüetearme la cara, a lo que yo asentí abriendo la boca y echándome las últimas gotas de cerveza entre los labios y encías, para concentrar ahí la atención de su lengua.
La cosa ahora estaba funcionando y me estaba excitando, podía sobar libre y continuamente mis tetas, y el consolador ya no solo lo tenía en la parte frontal de mi vagina, sino que estaba frotándolo por entre mis labios vaginales y entrada de la vulva. En un principio dudé en introducírmelo, pues en su base decía 1 ½ “ y yo no me había metido nada más que dos de mis dedos y cuando intentaba con tres podía solo hasta la mitad pues en la base se me hacía muy grueso.
De modo que intenté empujando lentamente, y sin darme cuenta ya lo tenía con más de la mitad adentro, por lo que tanteé que quedaba fuera. De modo que comencé con el respectivo mete y saca, que inconscientemente fui aumentando de velocidad, mientras Fido seguía lamiendo mi boca. En un momento inesperado activé el botón de encendido, y la repentina vibración produjo un enorme cosquilleo en mi vulva, que me hizo contorcer estrepitosamente mi cuerpo, junto con lo cual giré bruscamente mi cuello para un costado, lo que el perro interpretó como una orden para dejar de besarme.
Con lo que no contaba, era que Fido se interesaría por lo que estaba sucediendo con mi vagina, y de inmediato se fue a husmear ahí, lamiendo entre el aparato y mi vulva, dándole un adicional y cálido masaje a mi endurecido clítoris. Calidez que opacó el accionar del consolador, ya que si bien este no estaba frío su temperatura era bastante inferior, era algo que podría definir como carne con carne y no con plástico.
Entonces saqué el artefacto y dejé que su lengua actuara libremente, sentándome a piernas bien abiertas con la espalda inclinada apoyándome atrás con uno de mis brazos y con la mano libre acariciándole el cuello y omóplatos. Cuando lo llamé jamás pensé en tener sexo con él, pero ya lo tenía practicándome un riquísimo sexo oral, y sintiendo a través del corto pelaje la agradable tibieza de su musculatura. Estaba gozando como nunca, sabía que era algo anormal, pero no podía detenerme.
Y en mi afán de repetir lo experimentado en la madrugada, me arrodillé en la toalla frente a Fido y lo hice apoyarse con sus patas delanteras en mis hombros para poder abrazarlo y sentir el calor de su pecho contra el mío, pero por su ángulo y tamaño el suyo quedaba más alto, haciendo solo contacto con la parte alta de mi esternón y mis senos colgando al aire, apuntándose simultáneamente mis pezones con su pene, no pudiendo evitar el concentrar mi atención en este último, que asomaba la punta desde su funda.
Entonces me paré sin dejar de abrazarlo para tratar de hacer contacto con su miembro y sentirlo sobre mi vagina. Pero al estar yo de pié, mi pubis quedaba muy alta, así que fui flectando mis rodillas y manteniendo mi tronco pegado al de Fido, pero el cuerpo de este perro no llegaba a la vertical y tenía que ir inclinándome hacia atrás para lograr el contacto que quería. Pero al llegar ahí, su punta calzó justo en la rajadura de mi vagina y él al sentir el calor de mi vulva dio un par de enviones que me hicieron irme de espaldas.
Pero me alcancé a girar para no golpearme la cabeza, cayendo de costado con Fido encima con sus patas a cada costado de mi cuerpo, y al tratar de incorporarme este animal me tomó por la cintura obligándome a permanecer en cuatro patas y dándome de puntazos por la entrepierna, pareciéndome muy interesante que quisiera copular pero a su estilo conmigo, y aunque no me gustara la idea no creo que me hubiese soltado, tiene demasiada fuerza y no podría haberme liberado.
Pero como estaba calientísima, no me importó el daño que me hacían sus uñas y separé un poco las piernas buscando la altura exacta y levanté mi cola tratando de darle el ángulo perfecto, y antes que terminara de acomodarme en un envión me metió primero la punta y en el siguiente hasta el fondo su delgado miembro, digo delgado pues era bastante menos grueso que el consolador, pero no me importó porque estaba calentito y se movía por sí solo, además que sentía exquisito el ritmo con que lo hacía.
No entendía porque con cada embestida gozaba más y más, hasta que me percaté que su pene se estaba hinchando dentro de mí, fue como si mi cuerpo no pudiera soportar tanto placer, y tiritaba del gusto que me daba ese tremendo pedazo de carne. El convulsionar de mi vientre algo anunciaba, la inflamación de mis senos, el ardor en mis mejillas, mis endurecidos pezones y la piel de gallina, eran signo inequívoco del orgasmo que no tardó en venir, Uuuuhhh!!, jamás había sentido algo igual, desde mi vagina salían golpes de electricidad que sacudían todo mi cuerpo.
Y todas estas sensaciones se agudizaron aún más cuando Fido comenzó a acabar, su abundante y caliente eyaculación terminó de invadir por completo todo mi interior, causándome un estado de plenitud sin igual. Quedándose sobre mí largo rato, mientras su miembro latía en mi vulva, acontecimiento que disfruté prolongadamente. Pero esto paró y se giró hacia un costado pasando una de sus patas traseras por sobre mis nalgas, quedando cola con trasero tal cual pareja perruna en etapa final de apareamiento.
Trató de tirar en un par de ocasiones, pero al parecer a él le dolió igual que a mí, ya que lo oí gemir al momento que saltaron mis lágrimas cuando jaló más fuerte. Pero el resto de nuestra abotonada espera se quedó tranquilo hasta que su miembro se deshinchó y salió con relativa facilidad.
Luego aprovechamos la tarde a solas y lo repetimos un par de veces más, y siempre lo hacemos cuando estamos solos en casa.
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