Con Terry en casa de mis Tíos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Apenas salí de vacaciones me fui para la casa de mi tía, pero mi primo que es con quién más comparto ahí aún estaba en clases y le quedaban como tres semanas de reforzamiento pues no había sacado buenas calificaciones, es más estuvo a punto de reprobar el año. Pese a yo ser niña, con mi primo nos llevábamos súper, compartía con su grupo de amigos y amigas como si fuéramos un par de hermanos, ambos somos hijos (a) únicos (a) y nos hacemos mutua compañía.
En casa de mi tía el cuarto de huéspedes estaba absolutamente reservado para mí en periodo de vacaciones, con mi primo nos habíamos criado casi como hermanos. Lo único malo es que como mis tíos ambos trabajan, quedaba sola gran parte del día hasta la 5:30PM en que llegaba mi primo del colegio. Y como era costumbre mía en mí casa el andar desnuda cuando estaba sola, aproveché la soledad de esos días para deambular en cueros en casa de mi tía, no era una cuestión de exhibicionismo sino que me gusta sentir mi cuerpo libre sin ataduras, telas ni costuras que me incomodaran, obviamente dormía empellejada y así mismo me levantaba hasta como las 5 de la tarde en que me ponía algo antes que llegara mi primo, si bien me vio desnuda antes había sido por accidente y cuando era mucho más pequeña que ni siquiera se desarrollaban mis senos, ahora pasado los 15 y hasta con vello púbico era otra cosa.
Bueno la cosa es que no estaba realmente sola en esa casa, pues tienen de mascota un perro mestizo de tamaño más o menos grande de nombre Terry, al cual dejan pasearse libremente por la casa pero los dos primeros días no entró pues durmió afuera ya que le acomodaba mejor la temperatura del exterior por su pelaje y la brisa que lo refrescaba. La cosa es que no nos topamos antes porque yo lógicamente no salí desnuda al patio ni antejardín para que no me fuese a ver algún vecino o alguien que fuese pasando por la calle.
Me sorprendí al tercer día en la mañana cuando lo vi en la cocina, pues sabía de su existencia pero el hecho de no haberme topado antes con él así desnuda como andaba, me causó cierta impresión. Como nos conocíamos, él lo tomó con total naturalidad inclinando sus orejas y moviéndome su cola, yo con la preocupación de que no fuese a husmearme por mi entrepierna igual traté de tomarlo del mismo modo. Por lo que seguí mi camino al lavaplatos para tomar un vaso de agua acariciándole la cabeza cuando pasé junto a él a modo de saludo, luego fui al refrigerador a sacar algo para mi desayuno y Terry me siguió para allá, por lo que quedé mirándolo de reojo, abrí la puerta y se ganó tras de mí, tomé un yogurt y para sacar una manzana me tuve que reclinar para abajo hasta la última gaveta en donde se guarda la fruta, momento el cual aprovecho Terry para ir a olfatearme la entrepierna, pero yo lo estaba mirando y con un “¡¡¡NOOOO!!!” logre que no acercara más su nariz y se metiera donde no debía.
Respiré profundo sintiéndome victoriosa por haberlo mantenido a raya, pero no pude evitar los escalofríos que me pusieron la piel de gallina, no sé si producto del miedo o la situación misma de que Terry fuese a meter su hocico en mi vagina. Pero lo más importante era que podía seguir andando desnuda por la casa sin importarme que el perro estuviese ahí, pues me bastaba con subirle el tono de voz para que me obedeciera.
Pasé a buscar mi toalla de uso personal a mi habitación y me fui a sentar a la sala de estar a ver TV mientras comía mi desayuno, ponía esa toalla en cada lugar que me iba a sentar para evitar infecciones y no ensuciar o dejar mis olores en los muebles. Estaba sentada haciendo zapping cuando Terry se sentó al lado de mi sillón sin hacer nada solo como en actitud de buscar compañía, le rasqué la cabeza y demostró mucho placer al recibirlo como unas caricias, cerraba sus ojos y echando sus orejas para atrás hacía un ronco y bajito gemido como una voz de hombre pronunciando sostenidamente una letra MMmmmmmm……….
Me gustó ese ruido que hacía por lo que seguí rascándole detrás de las orejas y parte de su cuello, mientras continuaba viendo la televisión. Como a Terry le gustó el asuntito este, anduvo casi todo el resto del día a mi lado buscando que hiciera cariño, lo que consiguió en unas 4 ó 5 ocasiones, pues luego en la tarde cuando llegó mi primo salimos a juntarnos con sus amigos llegando tarde de vuelta, casi a la hora que había que ir a acostarse, pues todos salían temprano al día siguiente.
En la mañana del cuarto día, al salir de mi habitación me dirigí a la cocina y noté que Terry no estaba dentro de la casa, por lo que abrí la puerta trasera y lo llamé, él se vino corriendo muy entusiasmado y yo me agaché para recibirlo, al llegar me lamió la cara y yo lo abracé por el cuello. Fue un afecto mutuo, ambos nos habíamos echado de menos pero este animal se anduvo sobrepasando con sus lengüetazos y me enojé apartándolo de mi y reprendiéndolo. Al parecer no entendió porque me seguía moviendo la cola.
Cuando me fui a meter al refrigerador lo reprendí antes sin dejar que se me acercara, no sé porque me enojé tanto con él si solo me había baboseado un poco la cara con sus lengüetazos. Luego fui a encender la TV pero en el Rack no encontraba el control remoto, buscando y buscando noté que se había caído detrás del mueble, por lo que por un costado me recliné estirando uno de mis brazos para alcanzarlo, momento el cual Terry aprovechó para meter su fría nariz en mi entrepierna y dar un par de lamidas en mi vagina.
Quedé casi petrificada por la acción del perro (por eso creo que me alcanzó a lengüetear 2 veces), pero reaccioné casi en el acto “¡¡¡NOOO COCHINO!!!” dándome vuelta le di un manotazo en el hocico y le pegué un par de patadas, con lo que se retiró varios metros agachando su cabeza y bajando sus orejas. No creo que le hayan dolido mucho los puntapiés, pues así descalza como andaba creo que yo fui la más perjudicada, luego me quedó mirando desde un rincón del comedor con ojos de pena y no se movió de ahí. Luego que ya había encendido la televisión seguía donde mismo y ponía los mismos ojos de pena cada vez que volteaba a verlo.
Finalmente terminé sintiéndome muy culpable por haberlo tratado tan mal y golpearlo también, se que ellos olfatean mucho por su propio instinto y me han dicho que los perros para saludarse se huelen mutuamente el trasero, lo que al observar su comportamiento al parecer es cierto. ¡¡¡Ya ven perdóname Terry!!!, si lo que pasa es que al estar desnuda me pongo nerviosa, es que nunca he estado frente a un macho en cueros desde que me llegó la pubertad y me siento más mujer, bueno tu eres de otra especie sí pero del sexo opuesto de todas maneras, y sé que al estar en mis días fértiles (entre el 14 y el 16 de mi periodo) te atrae el olor de mis fluidos vaginales. Y como le hablé amistosamente se comenzó a acercar, por lo que me arrodillé a un costado del sillón y le extendí mis brazos “pero sin lengüetearme que me da cosa” le dije, y al llegar a mí le rasqué el cuello con ambas manos, por detrás de las orejas, la barbilla y él hacía su típico gemido de placer.
Cuando quise bajar rascando hasta su pecho Terry se volteó de espalda en el piso sobre la alfombra, igual como lo hacen los cachorros para que les rasquen la panza, eso me causó mucha ternura y lo seguí girándome hasta su posición para rascarle el pecho. Estaba hincada a un costado de él pasándole las uñas hasta por lo que serían sus axilas, pero luego de un minuto o dos se me adormecían las pantorrillas por lo que decidí sentarme en su vientre para masajearlo a destajo con la yema de mis dedos. Demostraba él sentir mucho placer con lo que le estaba haciendo y sentía yo por mi parte que lo compensaba por lo del maltrato.
Entre que me movía reclinándome un poco para delante y me volvía a enderezar para rascarle todo su tórax sentí algo raro entre mis labios vaginales, fue que al sentarme sobre su vientre no me fijé que su pene recorría gran parte de él y éste con el movimiento se había acomodado en la rajadura de mi almeja, solo lo que se podría definir como su prepucio o el pellejo que no está pegado a su abdomen y rodea la punta de su aparato, se asomaba por delante de mi Monte de Venus. Lo peor de todo es que sentía cierto grado de excitación desde antes de saber que era su pene, y ya al ver de qué se trataba mi sensación emocional fue neutra.
Sabía que era el pene de un perro, pero esa especie de nervio duro bajo su piel calientita se sentía muy rico. Y sin pensar en nada dejé de rascarlo e inicié una especie de masturbación mutua, deslizando mi vagina de adelante para atrás y viceversa. Ese delgado tronco lo tenía atrapado con mis labios exteriores y se deslizaba entre ellos, fue tanto y tan intenso mi movimiento que la roja y aguda punta del pene de Terry se comenzó a asomar, lo que al parecer le incomodó pues se puso a gemir sacudiendo su cuerpo para los costados dándome a entender que quería que lo liberara y poniéndome de pié lo dejé salir.
Se sentó de costado lamiéndose la piel de su pene que había yo humedecido con mis fluidos vaginales y yo me fui a sentar a un borde del mismo sillón en el que estaba originalmente, echada para atrás sobaba mi clítoris pretendiendo mantener activa la excitación que me invadía, mi cuerpo demandaba ser poseído por un macho que intentara fecundar el impulso de vida que se venía desde mi matriz. No me di ni cuenta cuando ya tenía a Terry lamiéndome directamente la vagina, se sentía muy rico y debido a mi calentura extrema no lo pensaba apartar de ahí, ya a piernas totalmente abiertas no era lo mismo que cuando me pilló descuidada reclinada a un costado del rack, su lengua masajeaba exquisitamente mis labios interiores y de paso rozaba deliciosamente mi clítoris haciéndome gozar a raudales.
Sin pensarlo e instintivamente me puse a cuatro patas, como una perrita ofreciéndole mi cola, lo que Terry ni tonto ni perezoso entendió y aprovechó en el acto, montándome por atrás, aferrándome fuerte por la cintura y haciendo movimiento de coito trataba de hacer diana con su pene en la entrada de mi ansiosa vagina. Percibí que su cosa picoteaba por la parte baja de mis glúteos, más cerca de mi ano que de mi vulva haciendo peligrar el primero, incluso se quedó refregando en un par de ocasiones ese jabonoso aparato por las paredes interiores de la rajadura de mi lindo trasero. Pero no quería que me penetrara por ahí, pues nunca había introducido nada en mi anito, solo me daba unas buenas masturbadas hasta con dos de mis dedos en mi almejita o cualquier objeto cilíndrico que pudiera simular a un pene, y me gustaba metérmelos bien profundo.
En un momento de la segunda montada, ya que no me había logrado penetrar en la primera, busqué con mi vagina llegar a la altura en donde su pene estaba picoteando, y arqueando mi espalda bajando mi vientre hice que mi Monte de Venus quedara en mi entrepierna y mi vagina totalmente expuesta para atrás. No tardando en sentir en un par de picotones entrar la punta del pene de Terry y en la siguiente me lo metió bastante más profundo, iniciando una seguidilla de insistentes empujones que hacían vibrar su miembro en mi interior hasta que sentí algo más grueso entrar, lo que se comenzó a hinchar en el acto repletando mi cavidad vaginal a su máxima capacidad colmándome de placer y haciéndome estallar en un profundo orgasmo.
Terry se quedó quieto con su herramienta ahora sí hasta el fondo e inició su eyaculación, líquido abundante y caliente que al inundar mi útero no hacía más que acentuar mi exquisito orgasmo. Percibía con agrado como esa parte más gruesa palpitaba cerca de mi entrada, haciéndome disfrutar aún más, pero solo fue por un instante pues a los segundos de haber iniciado su eyaculación se bajó para la derecha ejerciendo gran presión en mi vagina al estar él a 90 grados de mi cuerpo sin haber sacado todavía su cosa de mí, con todo el peso de su muslo izquierdo sobre nuestros sexos, pero pronto pasó esa pierna por sobre mi anca, quedándonos trasero con trasero y su pene totalmente volteado para atrás aún trabado dentro de mi vagina. Pero luego ya en esa posición Terry se calmó y pude percibir que su miembro todavía seguía chorreando su semen dentro de mí y ambos pudimos continuar gozando de su abundante, caliente y exquisita eyaculación que se prolongó por 6 ó 7 minutos más, luego de lo cual su aparato comenzó a perder volumen y salió junto con el exceso de líquido y aire que se había acumulado en mi caverna, sonando como cuando un bebé sopla en la cuchara que le sirven su sopa.
Al ver su herramienta ya afuera, entendí el por qué se había trabado en mi interior, puesto que una protuberancia casi del porte de una manzana pequeña (+/- 5 ó 6cm de diámetro) se había formado en su tercio inicial y esta ahora no dejaba bajar su funda manteniendo su pene totalmente desnudo, el que se lamió por un rato mientras yo fui a buscar papel absorbente para ponerme un poco en mi entrepierna y limpiar el líquido del piso que algo alcanzó a manchar la alfombra de la sala de estar.
Luego de una hora y media o dos, ya al parecer ambos teníamos ganas otra vez, pues en forma totalmente espontánea sin pensarlo ya lo estábamos haciendo nuevamente. Claro que ahora me penetró en el primer intento, pues yo sabía cómo me tenía que poner, y sin la ansiedad ni el temor de la primera vez, en esta ocasión creo que ambos lo disfrutamos mucho más, tal como en las siguientes en los días que le quedaban de reforzamiento a mi primo y pudimos disfrutar a solas en casa de mis tíos.
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