Con un perro vagabundo del vecindario
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por locaporpenes.
Salí de compras al supermercado, decidí irme caminando pues no queda lejos. Al salir de mis adquisiciones, ya por la urbanización donde vivo, veo un perro grandote callejero…. Debo decir que era precioso, de color negro y con algunas manchitas blancas por alrededor de su hocico y pecho. De gran tamaño y fornido, me dejó prendada tan sólo observarlo. Mis bajos instintos sobrevinieron de inmediato, quería ser la perra de ese vagabundo solitario que merodeaba por ahí. Así que decidí ofrecerle unas salchichas de pavo que cargaba entre mis bolsas como para ganarme su confianza.
Lo llamé y, receloso, me veía desconfiado…. Arrojé un par de salchichas cerca del can y éste las devoró en un santiamén, por tanto, tiré otras dos algo más cerca de mí y el perrazo casi que las atrapa en el aire. Empecé a caminar hacia mi lar, mostrándole el alimento al chucho y, por supuesto, este me seguía a corta distancia. Llegamos a mi casa pero mi nuevo amigo no quería pasar, se notaba demasiado intranquilo, quizás le daba miedo por haber intentado antes entrar a otras casas y haber sido corrido ¡quién sabe cómo! Pero mi paquete de salchichas era de los que traen muchas, así que puse otras dos en plena puerta mientras yo me metía expectante. El perro las comío y, al ver que le ofrecía muchas otras pero adentro, se dejó de bobadas e ingresó, llegando hasta mis pies donde le di a comer otros tantos embutidos más. Con cierta precaución, una vez hubo terminado de tragarse las salchichas, lo acaricié en su cabezota, el vagabundo ya estaba más relajado por lo que empecé a emocionarme más, hehe. Así, acaricié su pecho, barriga y él de sejaba moviendo su corta cola con alegría. Fui a buscar una ponchera y le di agua la cual tragó rápidamente, veía su lengua e imaginaba cómo sería sentirla en mis agujeritos, y la verdad me daban ganas de besarme con él cual hembra calentándose con su macho. Empecé a quitarme la ropita hasta quedar encuerada, mientras mi amigo me observaba con su lengua afuera. Una vez desnuda, me acerqué al macho grandote y seguí otorgándole una buena dosis de caricias. Decidí para atenuar su fuerte aliento, buscar un cepillo y crema dental. Inicialmente me costaba cepillarlo pues intentaba morder el cepillo y lamía la creama, haha, pero a duras penas logré limpiarle un poco, lo suficiente para dejar esa bocaza lista para fundirme con ella en cálidos besos:
-Aaaaa, mmmmm, srulp, srulp -Inicié mis toques de lengüita y besos con mi amante hasta que su gran lengua roja exploró mi cavidad bucal de forma fascinante, ¡qué ricos besos llenitos de babita!
Yo estaba aún más hot, seguía en ese intercambio de lamidas y besos ricos con mi vagabundo hasta que me froté una mano en mi vagina para impregnarla de mis jugos abundantes, los cuales le ofrecí al can y éste los sorbía con gusto, ¡eso era genial! Unté otro tanto de mis secreciones en mis tetas y el fuertote seguía con sus extraordinarias lamidas que ponían como piedra mis pezones rosaditos. Regué más de mis líquidos por mi barriga, por mis muslos, pantorrillas y pies, disfrutando de aquella portentosa sinhueso que me daba un placer indescriptible. Me voltié y coloqué mis nalgas mojadas también por mí para gozar de roces allí, separé mis piernas dejando mi ano a dispocisión de mi papi y él, con gran habilidad, recorría desde mi vagina hasta mi culito haciéndome acabar eufóricamente al ratito. Mi putería pedía ahora chupar su verga animal…. Luego de más y más caricias froté su forro con suavidad, lo que hizo que empezase a mostrarme su pene venoso y sonrosado que me hacía agua la boca, ¡era muy grande! Con mis manos lo pajié con cuidado, a los perros les gusta ser tratados con delicadeza y no bruscamente en su falo. Ya lo tenía muy húmedo y chorreante así que me acerqué poquito a poco con mi boca pero mi papi se apartó, lamiendo su miembro. Al acostarse para hacerlo, me llegué hasta él tocándole su vientre, volía a pajearlo con mis manos y las ganas de chupar me traían loca. Bajé con sigilo y le di una lamidas a lo largo de su sabrosa virilidad para entonces besárselo y metérmelo en mi boquita iniciando una mamada deliciosa que le regalaba golosa con todas mis ganas hasta hacerlo acabar en mis fauces y tragar toda su leche perruna. Mi papi se puso de patas como alborotado, deduje que quería montarme pero pensé que me cogiese de otra forma a la habitual con perros, ¡a ver qué tal nos iba!
Me dirigí al sofá, allí me recosté y separé mis muslos mientras mi amante lamía mi vagina, levanté las piernas y lo incité a ecaramar sus patas delanteras a los lados míos. Poco a poco ya que no es algo a lo que un can esté acostumbrado, y en medio de lamidas y toqueteos, logré que se acercase lo necesario para iniciar la cópula. Dirigí con una de mis manitas su gran verga hasta mi raja hasta lograr que entrase, para empezar a recibir las embestidas de mi vagabundo divino de una forma que jamás había gozado con otro perro…. Era supremo, era lo máximo en posición de misionero siendo cogida por aquel macho tan fuerte y lleno de músculos:
-Aaaagghhh, uuuyyyy papi, rico, rico, cógete a tu perrita, dame fuerte, aagghhhh, aaayyyy…. Así mi macho, me enamoraste al verte no más, hazme tuya, méteme esa verga grandota que te mamé y sabe deliciosa, uuuffff, cógeme papi, cógeme…. ¡Eres lindo amor!
Deliraba mientras me entregaba a ese vagabundo de forma espectacular, me cogía y cogía mientras tenía orgasmos espasmódicos hasta sentir su semen llenar mi cuevita. Lo besé de agradecimeinto y mi papi se quedó quietito allí por unos segundos hasta separarse para ir a limpiarse su cosota. Yo mordía mis deditos con los ojos entreabiertos ya tontada por la cogida magistral y nueva para mí con un perrazo como ese. Pensaba, mientras, que ya era hora de que mi esposo me regalase un perro, ¡jum!, pero que gozaría del que pudiese aún teniéndo uno a mi disposición, hahaha. Fornicar con un perro es algo maravilloso si se hace bien, ¡lo juro! Ya al volver a mi realidad me recosté junto a mi papi quien orgulloso estaba, al menos yo lo sentía así, de saberse dueño de aquella perra-humana que lo deseaba. Volvimos a los besos y acariciadas, quería chuparle el pene a mi papi de nuevo por lo que hice que se pusiese paradito, lo froté como le gusta y nuevamente emergió ese mástil poderoso que me traía como loca…. ¡Esta vez hasta su bola se podía dejar observar! Me dediqué a obsequiarle mis mejores lenguatadas para pasar a otra buena mamada, sintiendo su trozo de carne llegar profundo en mi garganta. Lo deseaba realmente tanto que quería quedarme allí una eternidad, pero producto de mis ávidas chupadas pues mi papi se descargó portentosamente una vez más. Lo abracé después muy fuerte, demostrándole que era suya y que le daba cariño del bueno. El grandote vagabundo me ladró varias veces, era la orden de que debía someterme a su condición de macho dominante y yo su perra sumisa. Me puse esta vez en cuatro patas, apoyando mis rodillas sobre par de cojines que bajé del mueble y allí lo esperé ansiosa. Mi papi se encaramó empezando a darme con la punta de su miembro por la entrada del culo y labios vaginales, me gusta disfrutar de aquellas previas porque me encienden; son la expectativa de saberme cogida en poco tiempo…. Luego de varias intentonas, ¡pum! entró su verga en mi mojada vagina, seguida por el mete-saca más soberbio que una puede recibir:
-Aaayyy, aagghh papi…. ¡Qué extraordinario me montas! Aaaggghhh…. Me gusta como me coges, sí, dame duro mi amor, fustígame como sólo tú lo haces…. Aaaggghhh, mmmmmm….
Estuve un buen rato llevando leña de la buena hasta sentir que su bola buscaba el acoplamiento perfecto, entró, me dio semen por cantidades industriales y mi cuerpo lo agradecía con acabadas fabulosas. En esa posición que se ve tan sensual permanecimos otro rato, mi papi sobre mí y yo allí, cual perraza complacida dejando que su amante le demostara su poder, su dominio, su grandeza…. Se produjo el desacoplamiento y caí en el suelo girando de un lado a otro perdida en el limbo del éxtasis mayor. Mi campeón fornido se encontraba a poca distancia de su hembra echado, yo, pues con ganitas esta vez de que mi culo llevara lo suyo. Jugueteamos un rato por varias partes, en ocasiones, mi papi pretendía montarme, me ladraba, pero no lo dejaba para crear más adrenalina…. En ello pasamos varios minutos hasta que decidí que era el momento por lo que, usando mis flujos vaginales y dedos, lubriqué mi traserito como podía, ya que mi amante se desesperaba y me tumbaba, dandome mordisquitos de control que me excitaban de sobremanera. Cual putita, volví a ponerme presta para la vapuleada, ante lo cual mi amante me montó apretándome con sus patas y arañándome bastante por cierto (ya se me ocurriría algo para decirle a mi maridito). Usando mis manos, lo guié hasta mi hoyo en medio de mis grandes nalgas y su verga entró sin tregua haciéndome gritar y llorar:
-Ayayayy, aayyyy…. Papito qué rústico te coges a mami, aaagghhh, aayyyy…. Uuuffff, qué verga tan gruesa, me partes en dos, guauuuu, guauuu….
Nunca había ladrado antes yo, hahaha, supongo que fue la perra que habita en mí pero me provocó hacerlo buscando mitigar el dolor ardiente…. La tranca inmensa de mi macho me taladraba sin piedad, mi anillo se encontraba abiertote y ese trozo de pene invadía mis entrañas reclamando su espacio…. Algunas lágrimas rodaban por mis mejillas, mis piernitas se debilitaban poniéndome a flaquear hasta que un glorioso orgasmo me envolvió mágicamente. Eso causó que mi culo quisiese devorar la verga de mi papi dándole apretones, me mordía los labios y después de cogerme y cogerme, se separó de mí y allí, ¡off quedé! Casi sin fuerzas me fui desvaneciendo hasta dormirme por un par de horas quizás.
Al reincorporarme, alimenté a mi amante canino, me di una ducha reconfortante, me vestí y le pedí al vagabundo delicioso que se fuera abriendo la puerta principal. Pero el chucho no salía, haha, bueno, era normal. Tuve que sacarlo gentilmente con un dejo de tristeza, ok? Fabián, mi marido, no lo aceptaría en casa. Yo no quería desprenderme de él, me gustaba mucho…. Pero seguro merodearía el vecindario y ya otra oportunidad de que me hiciese suya se presentaría, ¡sin dudas! Y ¿quién sabe? de repente convencería a mi esposo para dejármelo tener, hehehe.
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