Cup Suction Dildo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Key-Q.
De ocasión en una feria de las pulgas y tentada por mi adicción a masturbarme, me compré un consolador de silicona de esos que tienen una especie de ventosa en la base que se puede adherir a cualquier superficie lisa.
Pareciéndome extraño que se vieran tan nuevos si no venían en sus envases, no pude desperdiciar esa oportunidad y disimuladamente volví al puesto cuando no andaba nadie alrededor le pasé el dinero al tipo que los vendía, agachándome rápidamente a tomar el que vi de un tamaño adecuado para mí y lo escondí entre mis ropas al momento que me ponía de pie, alejándome sin mirar para atrás.
, pues me daba una extrema vergüenza que siendo tan joven me vieran necesitada de comprar una de esas cosas.
Al llegar a casa antes de lavarlo con cloro (legía) vi que en la parte posterior de los testículos al costado de la ventosa decía 1¼" / 7" que entiendo eran sus dimensiones pero que no las entendía, solo teniendo claro que lo alcanzaba a rodear apenas con mi mano empuñada y que el largo de su tronco (el pene mismo) lo podía cubrir con mi mano extendida entre la punta de mis dedos pulgar y anular, lo que seguía considerando un tamaño razonable para mi vagina.
Pero su forma y textura era lo que me tenía como loca, se notaba que por el centro en su interior iba un plástico más duro que la silicona que lo cubría, algo rígido pero a la vez flexible, algo así como una zanahoria añeja.
Pero la forma exterior que le daba su cubierta más blanda era increíble, formaba perfectamente un glande en su punta, simulando de buena manera algunas rugosidades del prepucio y venas por los costados.
Cuya apariencia finalmente fue lo que me obligó a adquirirlo y hacerlo de mi propiedad.
Lo enjuagué bien y me desnudé para meterme de inmediato a la ducha con él, me lo pasé por el cuello, rostro y entre los senos, llegaba a tiritar de la emoción, primera vez que algo con apariencia tan real a un pene de verdad estaba en mis manos y estaba a punto de ser mi aparato masturbatorio.
Lo había hecho con una zanahoria, el mango de un cepillo de pelo y otras cosas cilíndricas que no se asemejaban a este objeto de mis deseos, que ya me tenía tan mojada mi vagina reventando en fluidos lubricantes sin habérmelo acercado aún a ella.
Me eché el glande a la boca y comencé a chuparlo apretando fuerte el resto del aparato con ambas manos.
, luego lo solté de una para profundizar mi simulación de aquel sexo oral y estuve un momento jugando ahí, sacándomelo de la boca lamiéndolo y volviéndomelo a poner.
, pero ya pronto quise ver que tanto me lo podía tragar y tomándolo solo de los testículos lo hice entrar en mi garganta, con lo que me di cuenta que teniéndolo ahí no podía respirar y debía tomar suficiente aire antes de introducirlo tan adentro, lo que hice inhalando profundo tres veces y sacando mi rostro del agua de la regadera, levanté mi mentón y metiéndomelo en la boca lo dejé bajar lento hasta que los testículos quedaron al borde de mis labios.
, pero cuando inicié el juego del mete y saca las arcadas no se hicieron esperar, sacándomelo rápido y reclinándome para delante apretando mi vientre haciendo el amague de vomitar, finalmente riéndome de la estupidez que estaba haciendo.
Si mi objetivo era metérmelo en la vagina para masturbarme, era ilógico tanto preámbulo sino estaba realmente con un hombre, y luego de reírme de mi misma me puse manos a la obra.
Pero no me atrevía a directamente introducírmelo, como que el verlo tan real me daba miedo enamorarme de él y convertirlo en un vicio de nunca acabar, terminando por depender absolutamente de él.
Pero seguí con el jueguito y comencé a frotarme el glande en la comisura de mis labios vaginales justo frotando mi clítoris, no tardando en ir más allá llegando a frotar todo el tronco del pene longitudinalmente en mis labios interiores y entrada de mi vulva, con lo que se erizó mi piel y erectaron los pezones, provocando un retorcijón en mi almejita que hizo emanar aún más fluidos de ella, notando que al sacarlo de mi entrepierna el aparato estaba completamente jabonoso de tanta lubricación y cortando el agua ya no dudé en metérmelo.
Separé mis rodillas y poniendo el glande en mi entrada lo fui empujando lento, percibiendo esa cabeza de champiñón como se iba abriendo paso a mi interior y las rugosidades que lo seguían más atrás, el relieve de las venas en sus costados y todo lo demás.
, muy lento me lo metía y lo volvía a sacar para sentir su relieve en cada movimiento.
Pero dicha posición y el hecho de saber que era yo quien lo maniobraba no lo dejaba sentir muy cómodo, por lo que opté a utilizar su ventosa y lo pegué en el recubrimiento cerámico del muro, dejándolo en horizontal.
Lo acomodé a la altura que creí precisa y doblando un poco su punta me lo encajé empujando con mi pelvis para delante, haciéndolo entrar como hasta la mitad e iniciando el movimiento de vaivén con mi monte de Venus comencé a disfrutar del roce en mi clítoris.
, hasta que quise profundizar un poco más apegando mis senos y muslos a esa fría muralla, solo logrando que la palanca ejercida por mi vertical caverna vaginal hiciera desprenderse la ventosa de sujeción y mi delicioso pene de silicona se fuera al piso de la ducha, dejándome al borde del orgasmo y con la respiración muy agitada.
No sabía que hacer, pero pese a la desesperación lo enjuagué muy bien para evitar cualquier infección y lo volví a pegar en la pared.
Sabía que no era una falla de la ventosa sino que la excesiva torsión a que lo había sometido mi desesperada vagina, e igual que cuando lo introduje en mi garganta supe que debía entrar recto, por lo que me di vuelta e inclinando mi tronco me lo volví a encajar empujando hacia atrás.
Si bien no hacía aquella exquisita palanca contra mi clítoris, era algo que podía regular en menor medida regulando el altura a la que lo fijaba, con el consabido beneficio que me lo podía meter enterito sin enfriarme mi cuerpecito, solo que de golosa cuando iba hasta el fondo topaban mis redondeado glúteos en la fría cerámica.
Quedé extasiada con mi nuevo juguete y me masturbaba a diario en la ducha, también en mi cama fijándolo en un plato como base que me llevaba desde la cocina, sentándome sobre mi adorado pene de silicona, el que siempre entibiaba entre mis senos o entrepierna para que estuviera a buena temperatura antes de introducírmelo.
Además de las dos formas que mencioné de utilizarlo, lo que fue dentro de las dos primeras semanas desde su adquisición, se me ocurrió adherirlo a un espejo de pared de mi habitación y bajar este al piso apoyándolo en la esquina de uno de mis muebles, de manera que estando arrodillada en el piso y pasando mis pantorrillas por los costados del espejo, quedaba en una posición muy cómoda simulando un doggy-style (haciéndolo a lo perrito).
Me fascinó este nuevo estilo de usar mi juguete favorito y más que una variante a lo de fijarlo en un plato sobre mi cama, remplazó a esa forma de masturbación dentro de mi habitación, pues lo de la ducha era todas las mañanas de lunes a domingo.
Eran los dos lugares privados dentro de la casa en donde lo podía hacer tranquila, pese a que de lunes a viernes estaba sola por las tardes desde que llegaba de la secundaria hasta que volvían mis padres de sus trabajos, pero la sensación de privacidad me relajaba y podía concentrarme más en disfrutar de aquello.
Ponerme en cuatro y mirar para atrás viendo casi directamente como entraba mi preciado pene de silicona en mí, me excitaba de sobremanera y era como mejor llegaba a mis orgasmos.
Siendo una joven de 16 y yendo en una escuela mixta, no me costaría nada conseguir un novio y disfrutar de un pene de verdad, pero mi temor al embarazo o a alguna infección me hacía desconfiar de los condones (preservativos) y de mi misma si sería capaz de protegerme al "momento de", ya que me consideraba muy fogosa e incapaz de detenerme si de sexo se tratase.
Trauma o acepción que me quedó desde los 12 años cuando mamá me sorprendió masturbándome y yo no se si de ansiosa o por los nervios, no me pude detener hasta que ella llegó a mi lado y me dio una bofetada.
Pero la cuarta ocasión en que lo hacía en cuatro patas, una tarde que estaba sola en casa, me emocioné tanto que no me di cuenta cuanto me cargaba en mi consolador hasta que se rompió el espejo y casi me corto con los vidrios que saltaron para todos lados.
, me faltaba tan poco para el orgasmo que sin pensarlo salí de mi cuarto a buscar donde fijar mi adorado pene para seguir haciéndolo al doggy-style y poder acabar, clavando mi vista después de dar un par de giros en una de las gruesas patas de la mesa del comedor principal, la que por su fina terminación de barniz serviría para fijar mi preciado aparato.
Sin dudarlo ensalivé su ventosa con mi lengua y lo adherí ahí, bajándome en el acto al piso y haciéndolo entrar en mí luego aprovechando que aún estaba tibio.
, noté una considerable mayor comodidad al pasar rectas hacia atrás mis pantorrillas por los costados de la pata de aquella mesa, no tenía que desviar mis pies para ningún lado pudiéndome concentrar únicamente en mi movimiento de vaivén, disfrutando plenamente del entrar y salir de mi dildo, gozando del roce que me daba su real e irregular relieve.
, mi lívido iba increchendo casi a punto de iniciar mi orgasmo, cuando llega mi perro que entró por la puerta de la cocina que había quedado abierta.
No. , Sal !!!, le decía mientras no paraba de hacer lo mío.
Noo, déjame !!!, le ordené cuando se puso a lamer mi sudado rostro.
Pero la tibieza de su lengua y las cosquillas adicionales que me daba, se complementaban con las sensaciones de mi sexo y continué moviéndome incluso dejándolo que lamiera mi desnudo cuello y hombros.
Pero más que pronto se fue a mi retaguardia metiendo su nariz en plena unión de mi mojada vagina con mi pene de silicona.
, olfateo un poco y sin dudarlo se puso a lamer en plena unión mía con mi aparato, cuya lengua me hizo ciertas cosquillas mientras se concentraba en lamer mi adorado pene, el que pensé podría morder y estropear con sus dientes.
, lo que por mi adicción a él pensé que no podría soportar y no sabría como conseguir otro igual.
Por lo que sin que hiciera nada aún.
, en una de esas que se alejó un poco relamiéndose sus mofletes.
, saliéndome de una le di un traserazo moviendo de improviso mis caderas para su costado y alejándolo de mi querido pene.
, mientras manteniendo mi posición apoyándome solo en mi codo izquierdo con la derecha hacía palanca para despegar la ventosa de mi consolador de ahí.
, instante que mi perro aprovechó para lamer directamente mi vagina.
, dejándome atónita por la sensación que su lengua irradiaba desde mi misma vulva hacia el interior de mi vientre.
, no podía creer las sensaciones que me estaban invadiendo, su áspera lengua tenía la rugosidad precisa para cosquillar lo justo sin provocar de hacerle el quite o evitarla, por otra parte la tibieza y temperatura de ella era más que agradable haciéndome notar de sobremanera que se trataba de algo vivo y ajeno a mi cuerpo, no como mis manos o mi dildo de silicona.
Quedé extasiada con el improvisado sexo oral que mi perro me estaba practicando.
, más aún cuando su lengua comenzó a hurguetear al interior de mi caverna vaginal buscando más de mis jugos.
, los que ya se había devorado del exterior de esta.
, hasta el ano me lamió causándome un nuevo y diferente cosquilleo.
Pero luego de unos segundos de inactividad puso su pata derecha sobre mi anca, gimiendo y moviendo la cola, como cuando pide algo, agua, comida o que jueguen con él.
"¡¡¡Shiiii papito.
, shiga, shiga.
!!!", le hable tiernamente como a un bebé para que me siguiera lengüeteando.
, pero el muy confianzudo subió su otra pata y agarrándome de las caderas se puso a hacer movimiento de coito.
, dejándome nuevamente sorprendida con dicha actitud.
El atrevimiento de mi perro hizo que se me pusiera la piel de gallina y que se me erectaran los pezones a la vez.
, me jalaba hacia él buscando que su pene hiciera contacto con mi entrepierna, pero de donde me tenía agarrada sumado al largo de su torso hacía imposible que por más que arqueara su lomo e hiciera sus caderas para adelante diera con su cometido.
Apenas se despegó mi dildo (el que no lo solté en ningún momento) de la pata de la mesa, me puse de pie y quedé mirando muy extrañada a mi perro, preguntándome si sus intenciones eran reales o estaba jugando solamente, mientras este se puso a lamerme la vagina de frente así como estaba parada, proporcionándome un exquisito roce en mi clítoris.
Me sentí rara y confundida imaginándome siendo penetrada por él.
Y entre remordimiento y vergüenza me volví a encerrar en mi cuarto a continuar con mi masturbación, en donde sin pensarlo empecé metiéndomelo arrodillada en el piso para luego pasar a apoyar ahí mi hombro izquierdo y cabeza también, en tanto con la derecha por entre mis piernas jugaba al mete y saca con mi ahora irreal pene de silicona, inconscientemente simulando que era el pene de mi perro y pensando cómo lo habría sentido si él le hubiese acertado a mi vagina.
, si su lengua era tan calentita su miembro también lo debía ser o aún más.
Era una aberración, algo muy sucio y depravado, pero mi curiosidad pudo más y sin dudarlo salí a ver que pasaba.
Mi perro me recibió muy efusivo tras la puerta, ya que me estaba esperando como si supiera que iba decidida a dejarlo que probara suerte.
Saltaba a mi alrededor mientras caminaba a la cocina, que creí sería el mejor lugar y apenas me detuve para ir a bajarme a cuatro patas se puso a lamerme desde atrás, mientras lento llegué con mis codos al piso y apoyé mi cabeza en mis antebrazos, cerrando mis ojos y dejándole gran parte de la responsabilidad a él, pues quería minimizar mi culpa en la cochinada que podría o no ocurrir.
Ya en posición no tardó en subírseme y tomarme de las caderas nuevamente.
, pero cuando me jalaba hacia él yo cedía un poco dejando que mis muslos se salieran de la vertical y mi trasero se fuera donde él.
, pero nada.
Lo intentó así unas cuatro o cinco veces hasta que se me ocurrió que si me agarraba de la cintura su pene estaría más cerca.
Estaba tan emocionada que no me importaron los rasguños de sus manos en mis costados ni los de mis pantorrillas con sus pies.
, solo quería saber si sería capaz de dar con mi sexo.
Queriéndolo ayudar me afirmé solo en mi cabeza y haciendo mis manos para atrás recibí las suyas cuando se venía subiendo y se las situé en mi cintura.
, con lo que apenas empezó a tirar puntazos sentí su aparato topar por la parte baja de mis glúteos.
La emoción fue tremenda en ese instante.
, pero este animal al percibir el contacto se acercó y comenzó a mover rápido al mismo tiempo, quedándose frotando su pene entre mis nalgas, pasando ese calentito y jabonoso pedazo de carne transversalmente a la entrada de mi ano, por el cual nunca me había masturbado y sentí cierto miedo a que me lo fuera a meter por ahí.
, pero solo lo restregó por un momento y luego se bajó a sentarse de costado, lamiéndose esa roja y aguda punta que se asomaba desde su prepucio, dentro del cual se veía una parte un poco más gruesa.
, pero luego se paró y vino al ataque agarrándome por sí solo esta vez de la cintura y repitió la operación pero por un tiempo un poco más extendido esta vez, calentando mi ano con su fricción y dejándolo bastante humedecido.
Notando yo esta vez que al bajarse su pene estaba desenfundado hasta la mitad y un tanto más grueso, que pese a lo feo me pareció muy apetitoso por tratarse de algo real y con temperatura propia.
Estaba decidida a esperar más y darle su tiempo, pero estaba clara también que yo debía poner de mi parte mejorando mi posición o ayudándolo de algún modo.
Por lo que me paré a tomar un vaso de agua para pensar un poco y dejarlo a él que descansara un poco, puesto que de tanto intento ya estaba jadeando el pobrecito.
Y analicé que al estar de pie la entrada de mi vagina quedaba apuntando para abajo, al estar en cuatro apuntaba para atrás y lo más lógico era que si inclinaba al máximo mi tronco esta quedaría mucho más expuesta y mi perro podría dar con ella.
Lo pensé y lo hice.
, nuevamente me arrodillé y cuando tomé sus manos posicionándolas en mi cintura, me fui directo al piso con mis hombros, arqueando lo más que pude mi trasero para arriba y mi vientre para abajo.
Con lo que la punta de su pene quedó a la altura y ángulo preciso.
Al primer empujón de sus caderas lo sentí entrar.
, primero una y dos veces.
, luego vino su desesperación por metérmelo más y más adentro.
, bombeando a una velocidad increíble solo lograba introducirme unos 10 ó 12 centímetros de su aparato y algo topaba que no lo dejaba avanzar, pero él no paraba de dar puntazos y me apretaba aún con más fuerzas.
Con lo que recordé haber visto una parte más gruesa atrapada dentro de su funda y también que los perros se quedan pegados a sus hembras.
y en el preciso momento que me invadió el miedo por lo que estaba haciendo, siento pasar esa protuberancia que casi rajó mi entrada y prosiguió batiéndose dentro de mí e hinchándose todavía más.
Obviamente eso era mucho más grueso que el 1 y 1/4 de mi dildo.
, pero ya irremediablemente dentro, no me cuestioné nada y me puse a disfrutar de su eyaculación, que pese a lo violento de las sacudidas igual percibía entrando en mi útero e indujo el inicio del orgasmo mío.
Lo mejor de mi vida se vino a mi cuerpo en ese instante.
, por intermedio de mi vagina su pene irradiaba una extraña energía a todo el resto de mi ser.
, mi vulva se contrajo apretando su aparato y percibiéndolo en toda su magnitud, mi vientre ondulaba involuntariamente al igual que mis extremidades que no paraban de tiritar.
, se levantó cada poro de mi piel tal como se erizaron mis pezones que hasta se oscurecieron un tono de tan contraídos que los tenía.
Todas estas sensaciones en tan solo unos pocos segundos sumadas al intenso calor que producía su semen en mi interior, se vieron interrumpidos por el paso de su mano izquierda a mi costado derecho, dejando ambas patas delanteras a ese lado de mis costillas e inmediatamente comenzó a levantar su rodilla o muslo izquierdo como tratando pasarlo o ponerlo sobre mi glúteo de ese mismo costado.
Lo que me puso en alerta al sentir que su aparato jalaba mi vagina para arriba en cada intento de subir su pata y supe que costaría que saliera de ahí, además que era muy pronto todavía.
Ni siquiera me di cuenta cuando soltó mi cintura y puso sus dos patas delanteras a mi derecha.
, por lo que antes que pasara su pata por sobre mi trasero y se saliera corriendo yo el riesgo que rajara mi sexo, le sujeté esa extremidad manteniéndosela ahí a media altura sin jalar y dando una especie de apoyo, con lo que se quedó tranquilo y continuó eyaculando dentro de mí y dejándome disfrutar de ello.
Su pene latía ahí constantemente al ritmo que me iba inyectando su semen, reactivando mi orgasmo permitiéndome gozar por varios minutos más de su interminable acabada.
Estaba extasiada y pensaba que cómo no había descubierto antes los beneficios y ventajas del sexo de mi perro, siendo tan adicta a masturbarme por qué no ocurrió antes esta coincidencia.
Luego de algunos minutos él paró de eyacular y su aparato se comenzó a deshinchar, con lo que me sentí segura para soltarlo, pero de todos modos expandió bastante mi conchita al salir provocándome un cierto dolor, que de todos modos valió la pena por tanto placer recibido.
Su tremendo pene le quedó colgando entre sus patas traseras, dejándome impresionada el volumen de esa protuberancia que no lo dejaba salir, era una inmensa bola que me negaba a creer hubiera podido salir por la entrada de mi vagina, lo que verifiqué tanteando lo ahuecada que estaba en ese momento mientras dejaba escurrir cual cascada su abundante semen que se desbordaba hasta el piso, el cual él mismo se puso a lamer y engullir para luego hacer lo mismo con lo que todavía salía de mi vulva, cuando ya estaba sentada de espaldas con las piernas abiertas, pues no era capaz de ponerme en pie por lo adormecida que sentía mis extremidades.
Y ahí sintiendo las cosquillas de su lengua que al pasar para arriba estimulaba mi clítoris, me sentía deseosa de ir a agarrar su pene y chupárselo devolviéndole el favor, pero vi la hora y sin saber cuanto se demoraría en guardársele nuevamente temí que fuera a llegar mamá y lo viera así, por lo que desistí de aquella idea.
Pero al día siguiente llegué solo cerca de una hora antes de lo que debía llegar mamá y me fui decidida a masturbarlo, notando al abrir la puerta de la cocina que mi perro estaba tan entusiasmado como yo, nunca me había recibido saludándome tan efusivo, olfateaba insistentemente mi vagina como detectando lo caliente y mojada que iba, pero tenía muy poco tiempo y pretendía ver de cerca lo que ayer tuve dentro nada más.
No esperé mucho poniéndome manos a la obra, o más bien dicho manos al pene, el cual me agaché para ir a buscarlo, pero al verme en cuatro patas mi perro no dudó en ir a tratar de montarme aunque estuviese con ropa, no tardando en agarrárselo y cuando se lo tuve tomado de su funda en el acto se puso a empujar para delante, haciéndolo salir de su prepucio y permitiéndome ver que tan delgado comenzaba para en pocos segundos hinchársele tanto su nudo como su pene mismo, el que era tan grueso como mi dildo pero de roja y caliente carne, no dudando en chupárselo y engullir el chorreante y cristalino semen que ya estaba lanzando, metiéndomelo entero en la boca hasta que mis labios topaban con su nudo dejándolo inyectar directamente su esperma en mi garganta.
Estuve cerca de diez minutos haciéndole el oral y no paraba de acabar, hasta que se me cansó la mandíbula y me dio cierto asco tanto semen tragado.
Pero me lo saqué completamente de mi boca y al mantenérselo tomado por la parte de atrás de su protuberancia, esta se mantenía hinchada provocándome lamerla extendidamente como si se tratase de un helado y las cosquillas resultantes le estimularon a intensificar su eyaculación, la que se estaba desperdiciando en el piso y opté por liberarlo para poder apreciar cuanto demoraba en deshincharse.
Ya observando con tranquilidad noté la magnitud de su nudo y pude compararlo con mi puño que era levemente más grande.
Me entré en la casa y entre mis ropas desde mi cuarto llevé mi cup suction dildo hasta el baño, en donde me ajusticié frenéticamente imaginando el pene de mi perro.
Estaba tan mojada que no tuve necesidad de lubricarlo con mi saliva y tan caliente que no me di tiempo de entibiarlo ni tampoco me importó, pues me bastaba con mi fuego interior.
Ya sabía lo bueno que era el sexo con ´mi perro y no dejaría pasar la siguiente oportunidad ni todas las que viniesen más adelante, sabía cuanto demoraba en guardársele y podría calcular mis tiempos para disfrutarlo a concho
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