Dandy, mi primera vez con un perro (Parte 1)
Aquí os quiero contar, que en forma de relato, como y cuando me desvirgó un perrito. Es una historia absolutamente real. .
Desde que tengo uso de razón, me he masturbado. No recuerdo cuando fue la primera vez que acaricié mi clitoris con los dedos, ni cuando empecé a colocarme una almohada entre mis piernas, para restregar mi liso y suave coñito contra ella y llegar así a notar esos calambres que me subían desde mi coño hasta la boca del estómago. Lo que si que recuerdo a la perfección, es cuando perdí la virginidad, y sobretodo, con quien la perdí.
No solo fué la primera vez que algo se introdujo en mi pequeña y húmeda vagina, también fué la primera vez que lo que se introdujo en ella, era la polla dura y llena de venas, palpitante de un perro deseoso de preñarme de una camada de perritos.
Empezaré por el principio.
Si no recuerdo mal, era el año 99 y yo contaba con la dulce y tierna edad de 11 años, aunque a decir verdad, no era demasiado inocente. Ya llevaba a mis espaldas cerca de dos años de juegar a papás y mamás, y a los médicos, siempre con finales más que felices. Se podría decir que fui una niña muy prematura, y eso, a mis amigos (alguna que otra amiga) y a sus hermanos y primos más mayores, siempre les encantó. Pero no quiero desviarme de la historia que nos ocupa, esta quizá me lanze a contarla en otro relato.
Cómo decía, a mis 11 años, tenía una amiguita con la cual pasaba, no solo las horas lectivas, si no que también todas las tardes.
Ella era la hermana mayor de dos hermanos y sus padres trabajan ambos, por lo que pasábamos las tardes en su casa haciendo de niñeras para ellos. La verdad que era un trabajo fácil, ya que solo debíamos hacerles las merienda y sentarlos enfrente de la tele. Eso nos dejaba mucho tiempo para nosotras, y para como no, jugar y experimentar en su habitación.
Aún no os he hablado de Dandy, otro miembro peludo de la familia. Dandy era un perro mediano, aunque he de decir que desde la posición de una chica de 11 años, me parecía un perro grande.
Dandy pasaba las tardes con mi amiga y conmigo, haciéndonos compañía y participando siempre en nuestros juegos.
Dandy era un perro macho, muy jovencito, al que le encantaba saludar metiendo su ocico entre mis piernas, algo que siempre me pareció excitante. Cuando lo hacía, siempre fingía apartarlo y darle una merecida regañina con una gran sonrisa en la boca y con las bragas empapadas. No debía verme realmente como una figura autoritaria, ya que seguía haciéndolo día tras día al entrar por la puerta de su casa. Y yo encantada de que lo hiciera.
Quizá Dandy me daba siempre ese vigoroso recibimiento por qué sabía que algún día me convertiría en su perrita obediente y deseosa de su polla. El caso es que sea como sea creo que el juego sexual empezó un tiempo atrás con el primer saludo a Dandy.
Una tarde, bastante calurosa, mi amiga, Danddy y yo, como siempre, nos encerramos en su habitacion. Pasó muy poco rato cuando ambas empezamos a sudar. El calor era insoportable, pero como si fuera una premonición de lo que iba a acontecer un poco más tarde, ninguna propuso abrir las cortinas y las ventanas para ventilar. Creo que ambas éramos conscientes de que nuestras hormonas ese día nos iban a jugar una mala pasada (o una muy buena, según se mire).
Ella, fue la primera en proponer juego para esa tarde.
– ¿Que tal si jugamos a «A que no te atreves»? –
La verdad, dudo mucho que ese juega exista como tal, ¿pero quien no ha jugado alguna vez a desafiar a sus amigos?
– El juego consiste en desafiarnos la una a la otra, y la que no se atreva, deberá pagar prenda.
Me encantaron al momento la reglas del juego. Desafíos y prendas en una calurosa tarde de verano. ¿Que más podía pedir?
Nayara, que así se llamaba mi amiga, era al igual que yo, algo precoz. No solo con su actitud hacia sus responsabilidad, era precoz tanto sexual como físicamente.
Ambas éramos las más altas de nuestra clase, y a las únicas que les habían empezado a crecer las tetas. Ella ya usaba sujetador, aunque realmente tenía lo mismo que yo para sujetar. Dos pezones puntiagudos sujetos a unas grandes areolas en forma de perita. A pesar de que me gustaba la idea de que mis compañeros de clase supieran que ya podía utilizar un top sujetador, me gustaba mucho más la idea de que se me marcaran las tetitas en mis camisetas favoritas. A veces podía notar incluso como la entrepierna de los pantalones de mis compañeros se endurecia mirándomelas.
El caso es que empezamos el juego bajo la atenta mirada de Dandy, que tumbado en el suelo, en una esquina de la habitación nos observaba mientras buscaba el frescor de las baldosas. Un juego a priori, de lo más inocente. Un juego, que ambas sabíamos que terminaría más que bien, al igual que otro juegos a los que jugábamos en el recreo del colegio, sentadas en el baño.
La primera en proponer desafío fué ella.
– Debes decirle a mi hermano que es tonto. –
No me habría costado nada acercarme al salón, donde estaba su hermano viendo la tele, a decirle tal cosa, pero con mis ansias de pagar prenda decidí no hacerlo.
– No quiero decirle eso a tu hermano, no quiero que se enfade y que no nos deje seguir jugando tranquilas.- Le dije.
– Ok, pues entonces dame tus pantalones. Ah y se me ha olvidado comentar que los zapatos no cuentan como prenda.
Creo que mi sonrisa fue más que notable al hacer el recuento de as prendas que llevaba. Camiseta, pantalón y braguitas, y Nayara ya me había despojado del pantalón nada más empezar.
Obedecí y me quite primero los zapatos para poder después bajarme el pantalón, dejando así a la vista, unas braguitas demasiado infantiles para como yo me sentía en realidad. Las braguitas ya estaban empapadas. Podría decir que eso era por culpa del sudor que me recorría el cuerpo, pero estaría mintiendo. El líquido viscoso y caliente que me salía por la vagina se había encargado de dejarlas así.
Ahora era mi turno, y la venganza sería terrible. La verdad es que en ningún momento me atrajo la parte de los desafíos cuando empecé a jugar, solo quería desnudarme y que Nayara también lo hiciera, aunque poco a poco iría descubriendo que desafiarnos, nos iba a excitar muchísimo más que estar desnudas.
Pensé un momento en que desafío podía lanzarle para obligarla a desnudarse. Debía ser algo que yo supiera que no iba a hacer, así que le propuse escribir en su libro de geografía, «Nayara corazón Arturo» , el profe de geografía, un señor con más de un melenio de años, que olía a tabaco de pipa y colonia barata.
Evidenteme se negó, no sólo por el castigo que eso supondría, si no por las mismas ganas que me empujaron a mi a quitarme los pantalones.
– Quítate el sujetador.- le dije. – Aunque si los zapatos no cuentan como prenda, el sujetador no debería tampoco.
– Tienes razón- me dijo sin rechistar. Y se quitó el sujetador y la camiseta.
Nayara, tenía las tetas un poco más grandes que yo, pero lo que más me gustaba, eran sus pezones oscuros de color café. Mis pezones eran (y son) de color rosita claro. Hay momentos que incluso a penas se aprecia el cambio de color, pero los de ella, eran dos nueces apuntandome directamente a mi.
Estuvimos poco rato más desafiandonos, cuándo lógicamente nos quedamos desnudas sin prendas que poder dar. Lejos de terminar el juego, empezó a tomar un buen giro. Se podría decir que ahí empezó el juego en realidad.
– Como ya no tenemos prendas que pagar, ahora estamos obligadas a hacer el desafío, sea cual sea.- dijo, con una notable voz de excitación.
– Vale, pero los desafíos deberán ser dentro de esta habitación, nada de hacernos pasear desnudas por la casa. Y debemos hacerlos ambas, así se que no me mandaras a hacer algo asqueroso. -le dije yo, notando como me palpitaba el coñito.
No recuerdo bien quien lanzó el siguiente desafío, solo recuerdo estar ambas asomandonos a la ventana con nuestras tetitas al aire.
Decidimos que hacer esas cosas era demasiado arriesgado así que preferimos seguir en la intimidad de la habitación.
Entre tanto Dandy, acalorado, había empezado a darse lametones en sus partes. Se lamia los huevos con tanto énfasis que le empezó a aparecer una puntita rosada asomando por la piel que le cubría la polla.
Sorprendida puse en aviso de lo que había visto a Nayara, que riéndose de mi me dijo que eso era su polla.
– La saca mucho, sobretodo cuando se folla a su muñeco. ¿Sabes lo que es follar?
Porsupuesto que sabía lo que era follar. Lo había descubierto hacía unos años en el bahul secreto que mi padre guaraba en su armario. Incontables revistas, una baraja de cartas con mujeres desnudas y una cinta de video VHS, en la que aparecía un hombre cubierto de pelos con una polla, la cual se me antojaba descomunal, follando con dos mujeres. Ellas gritaban de placer cuando la polla de ese tío entraba por sus coños y culos y desde ese momento supe que yo quería ser una de esas chicas.
– Si que se lo que es follar! Es que te metan la polla por el coño. Y también sé que los peluches no tienen coño. Así que no entiendo como Dandy se folla al peluche.
– Pues no lo se, pero se lo he oído decir a mi padre.- me dijo.
Creo que en ningún momento de nuestras vidas habíamos estado más conectadas como en ese momento. Ambas nos miramos y sonreímos, y aunque no mediamos palabra por unos instantes, decidimos proseguir el juego sabiendo por donde lo íbamos a conducir.
Allí estábamos, en aquella habitación a mil grados, desnudas, excitadas…
El fuerte palpitar en mi coñito, solo se paraba para dejar paso a un pequeño chorro de flujo que se escurria por mi culo hacia las sábanas sobre las que estaba sentada, en aquella cama donde había dormido tantas noches de fin de semana con mi amiga y Dandy y en la que sin duda, se convertiría en mi nueva atracción favorita.
– Reto! Me tienes que dar un beso en el coño, pero tiene que durar al menos 10 segundos.
– Vale, pero luego me lo tienes que dar tu ok?. Me dijo tapándose la cara roja como un tomate, con un cojín.
Me incliné hacia atrás, apoyando mi cabeza en la almohada, me abrí de piernas y separe con la punta de mis dedos misdedos, los labios del coño. Lo tenía tan mojado que se me resbalaban, volviéndose a cerrar y salpicandole así en su cara. Nayara, lejos de resultarle incómodo, sonrió y me preguntó si quería su ayuda. Entre las dos abrimos mi coñito dejando al descubierto mi clitoris y el agujero de mi vagina, lleno de flujo blanco.
Puso sus labios sobre él y yo conté hasta 10.
Al terminar, yo hice lo mismo sobre el suyo. Nayara ya tenía algo de bello en el pubis y me hacía cosquillas en la nariz.
Sin duda ambas estabamos excitadisimas. Y yo, estaba lista para dar un paso más allá. Me había encantado el beso que nos habíamos dado en nuestras partes, pero eso era algo que ya habíamos hecho antes. Ambas queríamos algo más, queríamos hacer eso de follar, pero no teníamos a ningún chico para hacerlo.
Mire a mi alrededor en busca de más ideas para los retos cuando vi una barra de pegamento encima de su escritorio. Ya no estábamos siguiendo ningún orden, el juego había pasado a ser un magnífico Kaos en el que ambas nos proponíamos una lluvia de ideas.
– ¿Que tal si follamos con ese pegamento?. Le dije. Estaba claro que no sabía usar correctamente el término «follar», pero si lo suficiente como para que Naya me entendiera y asíntiera con la cabeza.
– ¿ Te has metido algo alguna vez?. Dijo tímidamente.
– Solo la punta de un dedo, aunque no hasta el final. Quizás es más fácil si te lo hago yo a ti y tu a mi.
Esta vez iba a ser yo la que empezara. Naya, al igual que yo, tenía el coño visiblemente empapado, así que no hizo falta lubricar la barra de pegamento, que nos iba a hacer las veces de consolador. Ahora entiendo que tampoco se nos habría ocurrido hacerlo, ninguna habríamos caído en la cuenta de que quizá necesitaríamos algo de salíba para deslizarla dentro.
Empecé a metersela poco a poco, con cuidado y cariño, pero no conseguí introducir más que la distancia que ocupaba el tapón.
– Creo que esto no va a funcionar, es muy duro y rugoso y no quiero hacerte daño. ¿Quieres que te meta un dedo?. Le dije.
Asintió de nuevo con la cabeza. Empecé a palpar su coñito con mi dedo índice y curiosamente fue más fácil de lo que esperaba. Sin darme cuenta había metido todo el dedo dentro de su coño. Lo notaba mojado y cliente. Notaba como su vagina rugosa me apretaba el dedo.
– Meteme otro!.- Susurro.
Saqué el dedo índice, y uní mi dedo corazón a la ecuación. Esta vez costó un poco más entrar, pero lejos de lo que me habría imaginado, fueron solo unos segundos.
Al sacar mis dedos, note que la punta de uno de ellos estaba manchada de sangre. Sin querer alarmarla y con voz muy calmada, le expliqué que le había roto el himen.
Hoy en día aún pienso en cómo sabía yo, lo que era un himen, y que era algo que debía romperse. Pero lo cierto es que lo sabía. Y suerte de ello, por que si no, ese juego tan divertido habría llegado a su fin.
*Continuará…*
Guauuuuuuu.
pence que llegarian hasta el final.
para cuando la segunda parte:
Estoy escribiendo la ahora mismo! Me he guardado lo mejor para el final 🤭
WAAAAAAA!! maravilloso chica nwn! Me encantan esas amistades que se conocen de todo todo.
Cómo te puedo dar follow o algo así?
ya quiero leer.
estoy muy anciosa.
chichi chichi:
Aquí la segunda y tercera parte del relato.
https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/zoofilia-mujer/dandy-mi-primera-vez-con-un-perro-parte-2/
https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/zoofilia-mujer/dandy-mi-primera-vez-con-un-perro-parte-1-2/
WOW! Impresionante
Siempre e tenido la curiosidad de que se abriría hacerlo con un perro
Excelente el relato, me encantó y espero leer lo que sigue
Muy bueno
Hola, me calienta mucho tus experiencias, quisiera poder conocer las historias con padres madres medicos compañeros del colegio, me excita mucho. Espero su respuesta