Dandy, mi primera vez con un perro (Parte 2)
Segunda parte del relato donde explico cómo me desvirgó el perro de una amiga (historia real) .
… Nayara, lejos de asustarse por la sangre que su himen había dejado sobre mis dedos, comprendió que era algo normal. Imagino que el hecho de que no le doliera, ayudó bastante.
Tal y como habíamos hablado, seguimos a rajatabla las nuevas normas, y ahora era mi turno. No se si realmente se había convertido en una competición o solo era mi parecer, pero deseaba que Nayara me metiera al menos tres dedos. Quería superarla.
De nuevo, acomode mi cabeza en su almohada, apoyando la espalda en unas sábanas notablemente húmedas. Relaje mi pelvis, separé mis muslos y esperé ansiosa notar los dedos finos y largos de nayara entrando en mi coño empapado. No sé si es posible, o quizá mi mente me pasa una mala jugada, pero estoy bastante segura de haber tenido un orgasmo en ese momento. Quizá es una locura, ya que Naya ni siquiera había empezado a tocarme, pero recuerdo como una fuerte sensación de placer «apretaba» mi clitoris y me hacía sentir escalofríos por todo el cuerpo. Mis pequeños pezones rosas se pusieron durisimos, y una extraña fuerza me empujó a apretarlos fuertemente.
Nayara eligió su dedo corazón para empezar a penetrarme. Imagino que pretendía hacerme sangrar como yo lo había hecho con ella. No tuvo tanta suavidad como había tenido yo. Acercó su mano a mi coño, dobló el dedo hacia delante y lo introdujo de golpe. Yo di un respingo de dolor, y más sorprendida que dolorida le dije.
– Me ha gustado, ¿puedes moverlo como si me follaras?
Empezó a realizar unos torpes movimientos, en círculos. El coño me ardía y me palpitaba. No podía dejar de mirar fijamente la puntita rosa que tenía Dandy entre las piernas, imaginando como sería si en vez del dedo de mi amiga, fuera la polla de ese perro la que me estuviera follando. De repente Nayara, y de nuevo sin previo aviso, decidió meter dos dedos más. ¡Genial! Lo había conseguido. Mi deseosa vagina había abarcado más dedos que la pobre y débil vagina de mi amiga. Me sentía como una diosa, una zorra a la que por fin le habían metido algo por el coño, y que sin duda no iba a parar de hacerlo hasta conseguir ser como las chicas del video. Quería ser una puta a la que un cerdo desalmado le abriera el coño con una enorme polla, soltando toda su leche dentro. Y ahora estaba un paso más cerca de serlo. Pero ese día el destino tenía otros planes para mi.
– ¿ Te ha dolido?. – Me preguntó Naya sonriente.
– Si, bastante. Pero también me ha gustado mucho. Quiero seguir metiéndome cosas.
Estuvimos un rato introduciendonos varios objetos en nuestros coñitos. Habíamos descubierto un nuevo juego, que sin duda, iba a ocupar el primer lugar en nuestra lista de juegos favoritos. Aquella tarde, en nuestros agujeros del coño entraron bolígrafos, lápices, algún bote, gomas de borrar… Pero para mí no era suficiente, e imagino que para Naya tampoco. No habían objetos lo suficientemente llamativos en aquella habitación como para sentirme follada. Queria sentir como algo vivo entraba en mi. Aquellos objetos eran fríos e inertes, y yo tenía claro que necesitaba darle placer a una polla de verdad con mi recién estrenado coño.
Dandy se había dormido. Pero seguía acostado de lado, dejando ver sus huevos. Eran enormes y negros. Quería tocarlos, lamerlos… ¿Que me estaba pasando? ¿Tenía un problema? No me podía quitar de la cabeza la idea de jugar con ese perro, pero no de la manera que hasta ahora lo había hecho. Deseaba ser una perrita sumisa que obedece a su ansioso y excitado amo perro. Quería notar como esos huevos duros chocaban fuerte contra mi culo. No sabía cómo follaba los perros, aunque por pura intuición me lo podía imaginar.
No dudé más, y titubeando le dije a mi amiga.
– ¿A qué no te atreves a darle un beso a Dandy en los huevos?
No sabía cómo iba a reaccionar ella. Quizá se enfadaría, quizá pensaría que me había vuelto loca y me echaría de su casa. ¿Y si se lo contaba a todo el mundo? ¿Que dirían de mi en el colegio?
Nayara dudó unos instantes, que a mi me parecieron siglos. Y de repente dijo en voz baja.
– Ya lo he hecho. Y también en el pito. Pero por favor no se lo cuentes a nadie.
Madre mía!! Nayara era más cerda de lo que yo me imaginaba. Siempre creí que era yo la que le arrastraba a hacer ese tipo de cosas, y ahora resulta que en su intimidad jugaba con Dandy a papás y mamás.
Llamamos vigorosamente a Dandy, invitándolo a subir a la cama en la que estábamos ambas sentadas y excitada.
Dandy contento, pegó un bote cayendo directamente sobre mí. Note su cuerpo caliente y peludo sobre mi piel. Nunca me había sentido tan cachonda, ni siquiera cuando mi mejor amigo se había hecho pis encima de mi coño, unos años antes en un campamento de verano.
Dandy, contento de que lo hubiéramos hecho participe en nuestro juego, se acomodó entre ambas, buscando la postura más fresca, y como si supiera lo que estaba pasando, se puso boca arriba con las piernas abiertas.
– Es divertido jugar con el. A veces me pongo Nocilla en el coñito, y Dandy me lo lame. – me explicó.
No podía creer lo que estaba oyendo. ¿Por qué nunca me había explicado todo eso? Me sentí incluso un poco celosa de Dandy. Nayara siempre había sido participe en mis azañas sexuales. ¿Por qué no había contado conmigo para experimentar con Dandy?.
– Puedes chuparle los huevos si quieres, pero tiene muchos pelos y no sabe bien. ¿Quieres ver una cosa?
Naya apretó suavemente la zona de entre los huevos y la piel que recubria su polla. De repente, esa puntita rosa, brillante y húmeda empezó a asomar de nuevo. Yo estaba como flotando en una nube. No tenía ni idea de lo que nos esperaba ni cómo iba a ser, pero ahí empecé a tener claro que, de un modo u otro, esa polla iba a acabar dentro de mi.
Nayara siguió acariciando lo que yo en ese momento creí que era su pene. No sabía que de ahí dentro, minutos más tarde, saldría una verga rosada del tamaño de un calabacin pequeño.
Lo que en un principio era una puntita rojiza, poco a poco empezó a convertirse en algo mucho más grande.
Dandy se lamia sin parar, y Nayara seguía masajeandole con cuidado y cariño. Entendí que con él no iba a utilizar la agresividad que momentos antes había utilizado conmigo al penetrarme con sus dedos. Estaba claro que yo no era la única recelosa en esa habitación.
*Continuará *
Aaaayyyyyy, que llico unu~
vamos por el final.
eje eje:
Ufff estoy prendido fuegooooo