De ama de casa a hembra de mi perro. (Parte 2)
La situación con mi hija se estaba haciendo bastante densa..
De ama de casa a hembra de mi perro.(Parte 2)
Después de ese desagradable altercado con mi hija, en donde por su parte queda la duda, si hice algo o no con el animal, tenía como una mirada censuradora, como demostrando su enfado.
Si bien he mantenido una muy buena relación con ella, le he hablado sobre el sexo, en ese sentido he sido muy abierta, pero creo, que, sobre esto, en particular, se me hace muy embarazoso, comentarlo.
A partir de esa mañana, traté de no ser tan afectiva con Max, intentado no demostrar mi atracción o amor hacia él, hasta que un día, aprovechando que estábamos solas, me dice, de una manera, diría provocante:
“Madre, que pensarías si me descubres desnuda acariciando a Max?” Me quedé estupefacta ante su pregunta, sin saber que contestar de inmediato. Hasta que le digo, balbuceando con palabras entrecortadas, como buscando una respuesta adecuada
“Bueno, no sé, realmente nunca pensé una cosa así”
“Sé precisa, madre, que se te vendría a la mente, que estoy haciendo algo “raro”, o que, que linda mi hija jugueteando con el perro”
“Que es algo “raro”?
“Mamá, no te hagas la ingenua, ¿quieres que lo diga más claro? Cogiendo con el perro”
“Clara, no seas tan agresiva y guaranga” Le contesto sin saber cómo escapar de esta densa conversación, pero por suerte la llegada de mi esposo, dio por finalizado el tema.
La tensión que tenía, no la podía quitar, al punto que mi esposo me preguntó, mientras almorzábamos, si me ocurría algo, diciéndole que estaba con jaquecas, mirándome mi hija de una manera irónica.
Intenté, desligarme de determinadas actividades con Max, por ejemplo, lo llevaba a la veterinaria a que lo bañasen, 2 veces al mes, donde lo perfumaban, el jabón especial, como consecuencia cuando mi esposo vio la tarjeta de crédito, con este nuevo gasto, se puso como loco, diciendo:
“Este perro sale más caro que chico idiota, entre el alimento, el baño, las vacunas la veces que va al veterinario, es mejor fletarlo”
Si bien no dije nada, sabía que tenía razón, sabía, que a pesar que no podía reducir demasiados los gastos, opté, por continuar bañándolo nuevamente.
Por supuesto, que trataba de contenerme de tocar sus genitales cada vez que lo hacía, que me era algo difícil contenerme, nunca creí que haber tenido relaciones con un perro, se podría convertir en una adicción tan fuerte. Pensé en ir a un terapeuta, para ayudarme en este conflicto, pero me daba algo de vergüenza, contar que mi perro me había cogido, aunque por lo que pude leer, hay un porcentaje de mujeres que lo hacen
Mi hija cada tanto mandaba alguna indirecta, no sabía que pensar, si me estaba juzgando por algo supuesto o le atraía la idea de saber que Max me había cogido. Una tarde salimos de compras, de casualidad vimos a un par de perros apareados, me miró, sonriéndose como, cómplice en lo que realmente ocurrió, me puse colorada, pensando o creyendo que sabía algo más, continuamos caminando, tratando de obviar ese espectáculo.
Realmente no comprendía su manera de actuar, era como si fuese mi conciencia, reprimiéndome, hasta por su manera de mirarme, encontrando la oportunidad para regañarme implícitamente.
Si bien tenia temor de hacer algo con Max, y ser descubierta, no podía dejar de pensar en él, digamos que esa abstinencia canina, me llevó a comer más de la cuenta, que, en poco tiempo, se notaba mi aumento de kilos.
A pesar de eso, mi esposo no me decía nada, era algo común en él, acrecentándose en el último tiempo, si estaba gorda o flaca, jamás me decía algo, en otras cosas tampoco, se notaba que había un desgaste en nuestro matrimonio.
Estas crisis, suelen suceder, tampoco se habla y se va todo acrecentando, buscando otros medios o salidas, como para ir apaleando esa situación crítica.
Pero mi hija, sí, me recordó que estaba más gordita, que no me cuidaba, que tampoco me arreglaba demasiado, y así otras cosas, que me las hacía ver continuamente. Era posible que, en esta crisis matrimonial, yo tendría parte de la culpa, así que intente adelgazar, arreglarme hasta comprarme ropa.
Como a la semana, mi esposo me comenta que había una fiesta en una empresa, que era importante, que estábamos invitados. Me dio alegría tener un acontecimiento, una fiesta, hacía tiempo que no concurríamos a alguna.
Así que me compré un vestido negro largo, sandalias, fui a la peluquería, cuando me vio mi familia, me dijeron que estaba divina, algo que me alegró muchísimo.
La fiesta terminó bastante tarde, y tomé algo más de lo acostumbrado, llegamos a casa, tenía ganas de tener sexo, me quité el vestido quedando solo con mis bragas, traté de seducir a mi esposo, que me besó, despertándome cerca de la 10 am, sola en la cama, sin entender que había sucedido, con una resaca, dolor de cabeza y desnuda, sin recordar bien que había sucedido.
Recordé que era día de semana, mi esposo se había ido a trabajar, las chicas en la escuela, me levanté, sentándome en la cama, tratando de reponerme, sin atinar a nada, como si estuviese en un estado de letargo.
Cuando impetuosamente, apareció Max, que de una manera inesperada saltó sobre la cama, comenzando a lamer mi cuerpo, inconscientemente lo abracé, percibiendo su cálido pelaje contra mi piel.
Estaba como loco, saltaba, trataba de lamerme, y meter su hocico entre mis piernas, en donde pude constatar que tenía algo de esperma seca en la entrepierna, viniendo a mi mente que había tenido sexo con mi esposo, aunque no recordaba casi nada.
Intenté aplacar, al animal, que parecía eléctrico, hasta noté que surgía su punta roja, mientras sus movimientos parecían delatar su estado, que era lógico, debía de hacer casi dos meses o más que no tenía relaciones.
Algo que me despabilo de mi sopor, fue cuando lamia mi cara, y saqué mi lengua sintiendo el roce de la suya varias veces, ese contacto espontaneo, me sacó de sí, me tiré sobre la cama separando mis piernas, que como tromba se dirigió al lugar, lamiendo de una manera impulsiva, alterando mi clítoris ante esa fogosa lamida.
Arqueaba mi cuerpo, mientras mis manos, se aferraban fuerte mente a las sabanas, ante mis gemidos de placer, donde sus lenguazos eran cada vez más instigadores y arrebatadores,
Sin pensarlo, me coloqué en cuatro, donde no tardó en montarme, en una manera esquizofrénica, moviéndose con todo su ímpetu, tratando de encontrar mi abertura para penetrarme, intenté de encontrar su verga para direccionarla en la posición correcta, cuando el ruido de una puerta que se cerraba, cortó ese próximo coito zoo.
Me levanté como una tromba, mientras me colocaba la bata, saliendo de la habitación junto con Max, pensando que mi hija podría habernos descubierto, llamé para saber quién estaba, pero nadie contestó, revise las habitaciones, pero no había nadie, hasta que vi la puerta de la cocina, cerrada, que nunca lo estaba, deduciendo que habría sido una corriente de aire.
Esa noche cuando llegó mi esposo, en privado le pregunte, qué había sucedido la noche anterior, pues muy simple:
“Te quitaste el vestido, luego tus bragas, y cuando estábamos follando, te dormiste, así que acabé y me dormí”
Realmente lamenté no haber disfrutado mejor ese “polvo” pero bueno así fue la cosa, creo que fue algo egoísta por su parte, pero es lo que hay.
Recordé que en unos días Clara cumplía 16 años, trataría de improvisar una fiesta, con sus amigas, la abuela y otros allegados, esos previos preparativos parecieron hacerla desistir del problema entre Max y yo.
Además estaba llegando el verano, llegando el verano, comenzaba a hacer calor, así que decidí tomar algo de sol para oscureces mi piel y además intentar bajar algo de peso, me puse una de los bikinis, me quedaban algo chicas, pero nadie me veía, así que busqué la más holgada.
Me embarduné con el protector solar, para proteger mejor mi piel blanca y bastante delicada, puse una toalla vieja, para no ensuciar la reposera con mi crema, tendiéndome sobre ella boca abajo, disfrutando de ese cálido sol, que comenzaría a irritar mi piel.
Max estaba a la sombra, en algún lugar del jardín, me relajé y me dormité, no sé qué tiempo, hasta que unos lenguazos en la pierna, me sacaron de ese letargo, diciéndole:
“Max, quédate quieto, mami está durmiendo”
Como si hubiese entendiendo, se fue, hasta que, al rato, lamio mi cara, lo eché, desganada, el calor, me mantenía como adormecida, pero para Max, no parecía importarle mi estado, hasta que continúo lamiéndome, saque mi lengua, hasta que roce a la suya, eso me alteró bastante, me puse boca arriba, mientras desataba el sostén, subiéndose a la reposera, mientras continuábamos con ese contacto, donde esa zona tan sensible, hace que nos comencemos excitar.
No sé si el animal estaba alterado, pero yo sí, terminé quitándome el sostén, embardunándolo con mas emulsión, donde Max parecía más arrebatado, pasando de una teta a otra, agitándome mis tensos pezones que parecían detonar, comencé a tocarme, con deseos de quitarme la tanga. En el puto momento, que aparece mi hija, parándose frente a mí, diciendo:
“Hermoso espectáculo, madre”
Deseaba que me tragase la tierra, no tenía forma de dar ninguna explicación, solo dije, cosas, que después me arrepentí:
“No, pasó, que estábamos jugando”
“Madre, no soy boluda, prefiero que me digas la verdad, y no eso, que pareces una contestación de una chiquita de diez años”
“Está bien tienes razón, realmente me excita, es algo patético, no puedo explicarme, el porqué de esa atracción, intento despegarme de este vicio, o como se llame
“Zoofilia, se llama madre, zoofilia” Cuando llegó mi otra hija Angélica, cortándose esa tensa conversación. Mientras Clara se agachaba para darme un beso, moviendo la cabeza.
Esa noche decidí hablar con mi hija, así que cuando todos estaban acostados, me dirigí a su dormitorio, golpeé la puerta, me hizo pasar, estaba leyendo un libro.
“Quería hablar contigo, respeto a lo que supones”
“Está bien, te escucho” me contesta. Costándome confesarme ante ella, le digo:
“No se Clara que me sucede, es algo que no llego a comprender, lo deseo me poseyó una vez, en ese momento, te sientes extraña, hay una cierta morbosidad, degradación, mientras te sientes poseída y entregada a un animal, que lo hace con toda su energía”.
“Parece mentira que este perrito te haya hecho suya, ¿no madre?”
“Si, es verdad, a pesar que no llego a comprender, porque esa atracción, curiosidad, deseo, sentirte sometida por un animal, en ese apareamiento repleto de morbosidad, que inexplicablemente me atrae”
“Te diré algo madre, estuve mirando por internet, y realmente me excitó bastante, hasta pensé que me encantaría verte con Max” Realmente sus palabras me hicieron enrojecer, le di un beso y me fui a mi cama.
Durante varios días, ni se habló del tema, y mis acercamientos al animal, fueron solo los necesarios. Varios días después, aprovechando un día de calor, decidi ir a broncearme un poco, estaba sola, así que dejé a Max dentro de la casa, para evitar algún inconveniente., acostándome en la reposera, después de haberme colocado protector solar.
Habría transcurrido menos de media hora, cuando apareció Clara, a instalarse para tomar sol, alegrándome al verla, pero ante mi sorpresa, apareció Max por detrás, subiéndose a la reposera, lamiéndome, mientras intentaba aplacarlo.
Clara se sonreía, hasta que se sentó en la otra, mientras se quitaba el sostén, dejando ver sus pechos, que, si bien no son muy grandes, tienen una sensualidad especial, Max, pasando de un lado a otro, termino siendo abrazado por mi hija. Era la primera vez que veía una escena así, donde sus pechos eran friccionados por el pelaje del animal, si bien, parecía ser un hecho inocente, para mí, estaba llena de sensualidad.
Hasta que la lengua del animal, lamio la cara de Clara, riéndose y su vez, sacando la suya para contactarse con la de Max, donde ese accionar, volvió a alterarme,
Era como una simbiosis entre ambos, recorriéndome una serie de pensamientos obscenos, llegando a imaginar su tierno cuerpo poseído por el perro, donde no pude evitar, una incontenible escalofrió, percibiendo como comenzaba a humedecerme.
Sin pensarlo, también abracé al animal, mirándome mi hija a los ojos, de una manera sugerente, desviando la vista, sintiendo algo totalmente seductor, implícito en ese gran momento erótico, hasta que acaricié su rostro, dándome la sensación que estaba a punto de besar mis labios, bastante perturbada me levanté súbitamente, tratando de evitar algún acontecimiento escabroso.
Al rato llegó Angélica, dedicándose cada una, a nuestras tareas habituales, no hablamos nada con Clara, aunque las miradas dejaban cosas incompletas.
A la semana siguiente mi esposo tenía que viajar por unos días, y mi hija Angélica quería ir a casa de una amiga, que harían un pijama party, nunca le había permitido pasar la noche en casa de alguna compañerita, se lo comenté a Clara, que en seguida me dice:
“Podría ir, y tendríamos nuestro propio pijama party”
No caí en un principio lo que me expresaba, cuando de golpe recapacité, a donde quería llegar, mirándola algo sorprendida, pero a su vez me provocó como un shot, poniéndole cara de desconcierto.
“Madre, haríamos lo que ambas deseamos”
“No hija, me parece que no es lo correcto”
“Está bien, piénsalo, falta una semana”
Durante 3 o 4 días, no me dijo nada, que ese fue suficiente para pensarlo, bastante seguido, si bien el ultimo día aun, no sabía que haríamos, decidí bañar a Max, expectante de lo que podría decirme Clara.
Por la tarde, me dice:
“Madre, debo decirte algo” Pensé que sería referente a lo que habíamos dicho, pero, mi desilusión fue, cuando me comenta:
“Tengo una fiesta esta noche, volveré tarde”
“Está bien, diviértete” No sé si estaba aliviada o decepcionada, pero creo que fue lo mejor.
Cerca de las 8 PM, ya estaba sola, mi esposo de viaje, las chicas cada una en su acontecimiento, así que me abrí una botella de vino, preparé unos bocaditos, y me fui a mirar televisión, con la presencia de Max, en el sillón junto a mí.
Mientras miraba televisión, acariceaba su cabeza, recordando esos breves momentos de mi hija, tratando de borrarlo de mi mente, siguiendo rascado a Max, hasta que continúe con su panza, volcándose como para disfrutar mejor.
Estaba apocada, si bien he permanecido, sola varias veces, esta vez, parecía afectarme bastante, posiblemente, la desilusión por ese probable encuentro, que creo que ha sido lo mejor, que no sucediese.
Seguí mirando televisión sin llegar a concentrarme totalmente en la película, Max se había dormido, seguí tomando vino, que estaba muy rico, que, sin llegar a emborracharme, estaba bastante soñolienta.
Hasta que el ruido de una puerta me despertó, automáticamente pregunte:
“Quién es?”
“Soy Clara, madre, no te asustes” Miré la hora, viendo que era cerca de las 9:30 pm.
“Que pasó, que viniste más temprano”
“No sé, quería estar contigo, ¿raro no?”
“Realmente” Conteste,
Se echó sobre el sillón apoyando su cabeza sobre mi falda, quitándose los zapatos, acaricie su cabellera tiernamente, cuando el perro subía al sillón, haciéndole festejos, mientras el pie desnudo de Clara, lo peleaba contra su rostro, hasta que terminó, metiendo su hocico bajo su corta pollera, supuestamente lamiendo sus piernas. Cuando mi hija, dice:
“Maxxxxx, que me haces?”. Pero no intenta sacarlo, mientras el animal, busca con su hocico el sexo de mi hija, levantando su falda hasta llegar a verse sus bragas. Me quedé paralizada, y a su vez mi cuerpo se excitó, mientras Clara se apoyaba sobre mi cuerpo, separando sus piernas, notando su convulsión, hasta que después de un rato, susurrándole le digo:
“Si quieres, sácatelas” Sorprendida y con una sonrisa en los labios, sin pérdida de tiempo, lo hace, dándome un suave beso en mis labios, cuando el animal, comienza a intensificar sus lamidos, ante los gemidos de mi hija, ante ese acusante sexo oral.
La comencé a besar, levemente, mientras su cuerpo se arqueaba ante el ímpetu de la lengua de Max, mientras sus manos estrujaban sus pechos. Era una escena turbadora, llena de erotismo, donde cada tanto intentaba besarme. No sé si estaba bien o mal, lo que comencé a hacer a continuación, pero empecé a desabrochar su blusa, abriéndola, para levantar su sostén aflorando sus ricas tetas, que no pude contenerme, en besarlas para luego comenzar a succionar sus tentadores pezones.
Mientras el cuerpo de mi hija, se convulsionaba cada vez con mayor intensidad, no sé si mi actuación era la correcta, pero me era imposible, no participar en ese acontecimiento sexual. Terminando quitando su blusa, y sostén, hasta que fui desplazando su pollera, donde el perro no cesaba de lamer el coño de mi adorable hija.
Su delicioso cuerpo desnudo, no dejaba de convulsionarse, ofreciéndome un espectáculo lleno de erotismo y pasión, donde nuestros besos se iban intensificando, ante esa estimulación perruna, y mías, no tardó demasiado en venirse, ante gemidos y gritos de placer. Mientras abrazaba su cuerpo desnudo que se acurrucaba contra el mío, a la vez que Max, no disimulaba sus intenciones de penetrarla, lo contuve, al notar su punta roja que comenzaba a asomar.
No dejaba de abrazarla, sintiendo unos leves temblores, con su respiración entrecortada, permitiendo que se fuese recuperando de ese torbellino sexual, a la vez su rostro, sonriente, denotaba un estado de felicidad.
Me pidió si podríamos dormir juntas, le dije que sí, que me encantaría.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!