Dos perras por el precio de una
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por astaroth.
Hacía poco más de un mes que había empezado a salir con ella, y la verdad era que no me podía quejar; no era el tipo de chica que ganaría un certamen de belleza pero tampoco era fea; 1.65 de estatura, rubia con raíces negras, ni delgada ni regordeta sino todo lo contrario, pechos quizás una talla 32B, lo bastante acinturada como para saber de donde sujetarla y un culito suficientemente agradable a la vista como para practicar con relativa frecuencia la posición de perrito
Era pues una chica dentro del promedio y bastante agradable, pero quizás su mejor (y mi favorito) atributo era una cierta proclividad a la ninfomanía, ya que siempre estaba de humor para disfrutar de una buena sesión de sexo; ya fuera en mi departamento o en el suyo, e incluso en el coche o sitios poco comunes. Sobra decir que en el ámbito sexual nos entendíamos más que bien, y era también una poderosa razón por la que me encontraba a gusto con ella
La chica en cuestión tampoco vive sola, sino muy bien acompañada por su perrita Coco, una Golden Retriever color canela de dos años de edad a la que mima como si fuera su hija: la baña cada semana, solo come su alimento de veterinaria y la lleva a ver al mismo cada 6 meses; me pareció un comportamiento curioso pero no extraño, así que al principio no le di mayor importancia; ya entendería después la razón de los mimos y cuidados
Un martes logré escabullirme temprano del trabajo, y como ella trabaja desde casa pensé en caerle de sorpresa para pasar un rato juntos y quizás algo más…. No tenía idea de lo que ese algo más terminaría siendo
Botella de vino en mano entré a su apartamento con la llave de repuesto que me había “prestado” para no tener que esperar a que me abriera; podría haber gritado para buscarla pero eso hubiera arruinado la sorpresa, en más de un sentido
Al comenzar a buscarla escuché ahogados gemidos que venían de su habitación, y claro el primer pensamiento que me vino a la mente fue que me estaba brotando una frondosa cornamenta. Encendí la cámara de mi celular para grabar in fraganti el adulterio; realmente no me importaba tanto que me botara, pero siempre es agradable que tengan la decencia de avisar, sin embargo no me imaginaba con quien me estaba poniendo el cuerno
“Así bonita, que buena niña” suspiró mientras Coco le lamía con gusto entre las piernas, dándole un cunnilingus que ciertamente se veía bastante placentero a juzgar por los gemidos de su ama que se colocaba gotitas de melaza sobre el clítoris de vez en vez para guiar la inquieta lengua de su mascota
“Hmmmm, qué rico…” arqueó la cabeza hacia atrás mientras abría sus piernas tanto como le era posible, dejándose llevar en lo que parecía ser un orgasmo a manos… o más bien lengua de su mascota que continuaba lamiendo con entusiasmo, haciendo que su dueña se retorciera de placer, sin embargo apenas estaba empezando…
De un cajón sacó lo que parecía ser un consolador, y con un giro de la base encendió el vibrador, colocando la punta sobre su excitado clítoris para después pasar el juguete por entre sus piernas, dejando que Coco lo lamiera también
“No te apures chiquita, ahora te toca a ti; mami te va a hacer gozar mejor que cualquier triste perrangucho”
Dicho esto tomó el fálico juguete y lo encendió de nuevo, frotando contra la enrojecida vulva de Coco que jadeaba sumisa, esperando a que su ama le diera lo que su instinto reclamaba. Pareció comenzar suave, apenas frotando la entrada de su mascota con la punta, pero rápidamente aumentó el ritmo y pronto comenzó un mete-saca como si de verdad la estuviese cogiendo, gimiendo de placer cual si fuera ella la que recibía esas estocadas
Aquel espectáculo era verdaderamente increíble, tal parecía que al penetrar a la perra se estuviera penetrando ella misma, y que mientras más placer le hiciera sentir, más placer conseguía ella. Paró tan solo un momento para mover el control de juguete hasta el máximo, produciendo un fuerte zumbido que podía incluso escucharse hasta donde yo estaba, ya me imagino lo que estaría sintiendo la perrita teniéndolo clavado hasta el fondo
Su dueña se arrodilló para poder maniobrar más fácilmente, dejando su húmeda cuevita exactamente frente a mí, moviéndose de lado a lado mientras continuaba con aquella excitante tortura sexual a su mascota que jadeaba cada vez con más fuerza. Aprovechando la perfecta posición me acerqué a ella hasta que su culito quedó a mi alcance, bastó con arrodillarme y darle un par de lamidas en su húmeda cuevita de placer para llamar su atención…
“Que…! Quien…!” al verme detrás de ella se puso completamente blanca, incapaz de articular oración coherente ninguna
“Por eso la tienes tan consentida” murmuré mientras miraba a la perrita que se lamía en silencio, esperando que su dueña continuara
“Pero… es que yo… por favor no le digas a nadie…”
“Descuida, no le voy a decir a nadie, con una condición”
“…cual?”
“Ésta” me bajé los pantalones, mostrándole la imponente erección que el espectáculo me había causado, si algún momento había para probar suerte, era ese
“Entonces… tú…” por un momento sonó nerviosa, pero una sonrisa rápidamente se formó en su rostro, parte de alivio y parte de lujuria; “si eso es lo que quieres…” se relamió los labios mientras me guiñaba el ojo; “vas a saber el placer que dos perritas te pueden dar…”
Sin darme oportunidad a responder, se abalanzó sobre mi miembro, chupándolo como pocas veces me lo había hecho. Apenas pudo sujetarme comenzó a jalarme hacia dentro de la habitación y hacia donde estaba la que completaría aquel curioso triángulo; “a Coco ya la conoces, pero ahora la vas a conocer muy, muy íntimamente…”
Ni tarda ni perezosa la perrita comenzó a pasar su lengua por mi miembro, guiada por la de su ama que no se quedaba quieta un solo instante, dándome un curioso pero intenso placer al sentir por vez primera una lengua canina sobre mi miembro, si bien la sensación no era para nada desagradable…
“Que tal papi, te gusta?” suspiró mientras su mano me masturbaba casi con furia
“Sí… me encanta…” respondí presa de la excitación, no sabiendo que tan lejos iba a llegar…
“Y esto no es nada… mi niña está en celo, y necesita que la consientan…” bajó el ritmo hasta una suave caricia
“Pero… estás segura?”
“Ella necesita macho, y si tú quieres saber qué se siente, no me voy a enojar por compartirte un poquito con ella”
Un escalofrío recorrió mi espalda; parte por sus dedos que recorrían sin pena alguna mi miembro, y parte por la situación en la que estaba. Es cierto que me daba curiosidad y algo de morbo, pero realmente iba a hacerlo?
“Entonces? Tú decides…” me dijo seductora mientras lamía lenta y suavemente entre mis piernas; difícilmente iba a tener otra oportunidad como esa, era todo o nada
“Sí… si quiero” respondí aún con un poco de dificultad
“Sí quieres qué?”
“Quiero… saber qué se siente… ya sabes…”
“Que no te de pena, pero para cogerte a mi niña primero tienes que conocerla bien” la llamó a su lado y le acarició entre las piernas; “ves que chiquita la tiene? Si quieres que le entre vas a tener que ponerla flojita, y eso lo vas a hacer así…”
Su lengua rápidamente se apoderó del clítoris de la perrita que comenzó a jadear fuertemente, pero sin dar señal alguna de estar incómoda; indudablemente ya estaba acostumbrada
“Entonces…”
“Si se la vas a meter que te cuesta chupársela un ratito? Está limpiecita, y sabe rico…”
Con algo de timidez me arrodillé cerca de ella, separando sus labios con mis dedos hasta dejar su clítoris al descubierto; estaba ya erguido y bastante húmedo, y despedía un suave pero agradable aroma…
Poco a poco fui dando suaves lamidas que después se convirtieron en chupadas mientras buscaba sacar esa sensible zona de su funda de piel, haciendo que la perrita se arqueara y comenzara a gemir, su dueña la tranquilizó
“Shhhh, quieta bonita, mami va a compartir contigo a su macho para que tú goces como goza ella”
“Está lista?” pregunté algo nervioso, pues ciertamente aquello era algo nuevo para mí
“Comprueba tú mismo” su mano tomó la mía, dirigiéndola a la enrojecida vulva de la perrita; se sentía húmeda y deliciosamente tibia; “ten cuidado con mi niña, vas a ser su primer macho”
Fue también ella la que tomó mi miembro y comenzó a guiarlo hacia su excitada mascota que jadeaba mientras esperaba la que… no estoy seguro si contó como primera monta, pero sí que sería la primera vez que sentiría a un macho de carne y hueso dentro de ella, y después de esa, me juré que no sería la última… Al principio tan solo pude meterle un poco más allá de la cabeza, pues sentí como si pegara contra una especie de tope; si bien la sensación no era para nada desagradable
“Muévete poco a poquito, yo la relajo” me dijo mi chica mientras frotaba suavemente mi miembro con una mano, haciendo circulitos con la otra alrededor del clítoris de la perrita que mansamente se dejaba hacer, incluso parecía disfrutar de lo que le hacíamos, y el gozo apenas estaba por comenzar…
Empujando poco a poco, aquel “tope” súbitamente cedió; fue como si su interior quisiera tragarse mi miembro que desapareció dentro de ella con una rapidez asombrosa. Quité su cola del medio y apenas pude creer lo que veía: hasta el último centímetro de mi miembro estaba dentro de ella
“Relájate mi amor” estaba tan sorprendido que me había olvidado de mi chica por completo; “quédate quieto un ratito y gózalo, sientes rico?” me abrazó por detrás mientras acariciaba mi pecho con sus manos
“Sí…” alcancé a murmurar, apenas podía creer la situación
“Te gusta ser el primer macho de mi perrita? A ella se ve que sí le está gustando…”
Efectivamente la perrita parecía disfrutar de lo lindo con todo aquello, jadeando pesadamente mientras su delicioso interior comenzaba a contraerse alrededor de mí, como si quisiera jalarme aún más profundo dentro de ella. Simplemente no pude contenerme más, si ya me la había cogido, por lo menos iba a cogérmela bien
Olvidándome de cualquier cuidado o delicadeza comencé un vigoroso mete-saca en la ardiente vulva de la perrita que parecía calentarse más a cada segundo que pasaba; después de todo, si fue capaz de soportar la vigorosa masturbación que le prodigó su ama con aquel pene de plástico, soportaría lo que fuera
“Cógetela mi amor, con ganas; que sienta lo rica que es una verga de verdad” sus manos pasaron al espacio que compartíamos su perrita y yo, acariciando entre mis muslos para después apretarme los huevos con lujuria, haciéndome soltar un gemido mientras ella continuaba jugando con nosotros, casi obligándonos a sentir más y más placer
A cada segundo que pasaba sentía cómo el delicioso calor que envolvía mi miembro iba aumentando, como si la perrita quisiera deshacerlo y fundirse conmigo en aquella deliciosa cogida que llevaba a mi miembro al paraíso. Una sensación cálida y húmeda recorrió mis testículos; era la traviesa lengua de la dueña que ahora alternaba entre yo y el ansioso clítoris de su perrita que daba pequeños chilliditos de gozo al sentirla
No pude aguantar más, la jalé de ambos muslos y la cogí tan duro y fuerte como me fue posible hasta sentir que llegaba a mi orgasmo. Empujé mi miembro dentro de ella tan fuerte como pude hasta que el último centímetro de piel estaba cubierto por ese intenso calor que me llevaba al paraíso, para después correrme dentro de ella con tanta fuerza que mi miembro se sentía a punto de explotar, haciéndome gemir y jadear de placer al compás de mi canina amante, y justo cuando pensé que aquel orgasmo no podía ser mejor, recibí una última sorpresa…
Al mover un poco mi miembro sentí como si me jalara de regreso, como si su rica vaginita me estuviera chupando hacia dentro nuevamente; “no te apresures” escuché detrás de mí”
“Qué…?” contesté entre jadeos
“Hiciste que mi niña se viniera, y cuando ella se viene le gusta que su macho se quede un ratito adentro de ella; tú relájate y disfrútalo”
Efectivamente lo único que tenía que hacer era relajarme y disfrutar de la situación; al principio fue un poco molesto, pero poco a poco comencé a disfrutar el sentir mi miembro atrapado dentro de esa perrita que me había proporcionado tan intenso orgasmo. El calor y el placer ya no eran tan intensos pero la sensación de presión era increíble, como si fuera capaz de succionar hasta la última gota de semen de mi miembro al cual le era imposible perder la erección, como si ella a propósito quisiera mantenerme en ese estado
Los labios de mi chica buscaron los míos que gustosos la recibieron en un apasionado beso francés; mis manos no necesitaban ya sujetar a mi canina amante y pasaron a darse gusto con el cuerpo de su dueña que me dio a probar sus dedos, estaban empapados; ignoraba las veces que se masturbó o los orgasmos que alcanzó con el espectáculo privado, pero a juzgar por sus dedos no habían sido pocos
Tras varios y muy gustosos minutos Coco finalmente se movió, liberando mi miembro que salió de ella como de un envase al vacío, causando un curioso sonido. Mi semen comenzó a escapar de ella que lo lamió presurosa
“Como estuvo tu “primera vez”, te gustó?” se sentó sobre la cama a un lado mío, rodeando mi cuello con sus brazos
“Estuvo… wow… no sé qué decir”
“Entonces no digas nada” nuevamente sus labios buscaron los míos, que la recibieron gustosos en un apasionado beso con un par de mordidas, al cual se nos unió la que hacía unos momentos nos brindó a ambos un placer tan intenso; sobra decir que la recibí también
“Oye… pero no te olvides de mí eh?” reclamó su dueña un poco celosa
“Claro que no, ahora tengo dos perritas, y no puedo descuidar a ninguna de las dos”
Entre los tres compartimos un beso al más puro estilo perruno, entrelazando sin pena ni asco nuestras lenguas sin importarnos cual era la de quien, lamiéndonos hasta quedar satisfechos, jadeando de gusto tras aquella exquisita sesión de tan poco común sexo
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