Dulce espera con mi Lyon, Final.
Espías y negocios..
Antonio llegó con seis toallas y un almohadón, me hicieron alzarme de la mesa que se había transformado en camilla, casi se me sale mi coprolalia contra estos dos que me trataban desconsideradamente, a duras penas me retuve y solo emití algunos quejidos cuando me volvieron a recostar, el doctorcillo me tocaba mi inflamada vagina y decía algo así como ― push … push … push ― me volví a preguntarle a Antonio ― pero ¿qué quiere de mi este tipo? ― Antonio me tenía de la mano y me dijo, quiere que pujes, tienes que pujar.
Estaba terriblemente nerviosa, mi frente estaba toda sudada, también mis pechos, intentaba con todas mis fuerzas de pujar y pujar, mis contracciones iban y venían, mis venas se me marcaban en mi cuello a causa de la fuerza que trataba de inducir hacía mi canal vaginal, yo quería que mis bebes descendieran desde mi útero y nacieran a este mundo despiadado, yo estaría ahí para amarlos y protegerlos, pero no sucedía nada.
El doctor preguntó cuantas semanas tenía de embarazo, le conteste que eran ocho semanas y media, moviendo la cabeza él dijo algo en su idioma que nadie entendió, dándose cuenta de esto, en su mejor español él dijo ― posible parto prematuro … posible … yeah ― Antonio lo miraba sin entender, intercambiaron algunos comentarios en inglés ― ¿qué dijo? … ¿qué dijo? ― le pregunté ansiosa ― dice que es un parto prematuro … que se te rompieron las aguas antes de estar lista para el parto ― me respondió Antonio ― ¡No! … no puede ser … yo los siento … están bajando … tengo que pujar un poco más … ven ayúdame tú … dame tu mano y ayúdame … te lo ruego … mis hijos deben nacer ― dije yo sollozando y desesperada, Antonio me cogió la mano.
Comencé a hacer una fuerza desesperada, procurando que los músculos de mi vagina ayudaran a mis bebes a salir y respirar ― ¡Ahí! … ahora vedere algo … ― dijo el doctorcillo, yo continuaba a pujar con más fuerza aún, estaba en lágrimas y pujaba y pujaba ― ahora vedere uno … aquí tengo uno ― dijo ― venire otro … vedere otro ― repetía el matasanos, yo intentaba ver algo, pero como me habían puesto una toalla grande en las piernas, no podía ver ni siquiera al doctor, solo lo escuchaba que entre entusiasta y emocionado recibía a mis bebes ― еще один … uno más … otro y otro … ― dijo el ruso, luego se levantó y en una toallas tenía envueltos cuatro cachorritos color café con leche, eran bellísimos, eran mis hijos, los hijos de Lyon y míos.
Resultaron ser dos hembritas y dos machitos, los tengo juntos a mis tetas y los turno para hacerlos mamar de mis pechos hinchados llenos de leche, el ruso me saco cientos de fotografías y luego se llevó un pedazo de la placenta y muestras sanguíneas mías y de mis bebes, dijo que era algo inaudito que, si pudiéramos ir a Rusia para hacer ulteriores estudios, necesitaban ver mis cromosomas y hacerme un mapeo genético y habló de miles de exámenes y pruebas ― ¡No! … yo de aquí no me muevo … mis bebes nacieron bajo este cielo y este cielo los protegerá y esta tierra les dará un hogar donde vivir y crecer libres y sin temores ― le dije en forma decidida y elocuente, luego el ruso se puso a hablar en ingles con Antonio, ya no me importaba nada, mis bebes estaban en mis senos alimentándose de su madre.
Yo ya había acuñado sus nombres, el machito mayor será Lyon junior, su hermano Lince, las hembritas Evita y Emma, Antonio estuvo de acuerdo y se encargaría de mandar a confeccionar collares para todos ― ¿Cómo haremos a saber cuál es cuál? ― pregunto Antonio ― como es que como vamos a saber cuál es cuál … ¿Qué bobería estas diciendo? … lo preguntas a mí, yo lo sé … yo soy la madre ― le respondí.
Antonio despidió al ruso y luego vino a mi lado ― sabes que te ofrecen miles de dólares por ir a Rusia y someterte a estudios ― dijo Antonio ― mis bebes no están en venta … no necesito ese dinero sucio … mis bebes no serán ratones de laboratorio … es más temo por ellos … tenemos que buscar donde irnos Antonio … debemos desaparecer de esta ciudad ― le dije en serio y muy nerviosa ― sabes que mis bebes podrían ser raptados y llevados ilegalmente a Rusia ― agregué casi choqueada y temerosa ― sí … es posible … quizás sería conveniente que nos fuéramos ― dijo Antonio convencido.
― Conny … vamos a necesitar dinero para irnos de aquí ― dijo Antonio ― el dinero no es un problema … tengo algunos ahorritos por ahí ― le respondí, no quería rebelarle que mi cuenta superaba el millón de dólares, necesitaba estar segura de que él vendría y estaría con nosotros ante cualquier consecuencia, problema o eventualidad.
Antonio renunció a su trabajo y yo también, nos unimos y él me ayudo a buscar un terreno en un lugar en la periferia de la capital, un sector de parcelas y pequeñas villas, mucho campo, compramos veinte hectáreas de terreno cultivable, en quince días nos habíamos trasladado provisoriamente a la casona que tenía la propiedad, no nos gustaba, pero había espacio para mis bebes, mi Lyon, Antonio y yo.
Después del parto me recuperé rápidamente, como no me fue practicada ninguna episiotomía, no había nada que cicatrizar ni puntos quirúrgicos, así que mis preocupaciones eran alimentar a mis bebes que crecían de prisa y malestares inherentes a la crianza de mis pequeños, mis pezones estaban adoloridos y últimamente los estaba amamantando solo con mi seno derecho, pues me habían hecho sangrar el izquierdo, en realidad nada de grave, mi libido se estaba normalizando y me masturbaba mientras pasaban estas semanas de cuarentena post parto, no veo la hora de poder yacer con mis amantes, mi Lyon y Antonio.
Antonio había contratado un arquitecto para trazar los planos de nuestra casa y se había iniciado la construcción, por temor a ser localizados por los rusos, desechamos nuestros antiguos celulares y compramos nuevos equipos, tratamos de borrar todo rastro de nuestra vida anterior, Antonio quería saber de dónde obteníamos tanto dinero, así que le dije que era fruto de una herencia de familiares lejanos, de momento al parecer lo satisfizo mi respuesta.
Ya habían pasado las seis semanas del puerperio, así que esa tarde después de acomodar y alimentar a mis bebes, volví a vestirme de odalisca, Lyon estaba en la cocina y Antonio estaba al computador buscando informaciones sobre la vida en una granja, Antonio me vio y dejó inmediatamente el ordenador, Lyon había sentido la música y también giraba a mi alrededor, tenía la atención de mis dos machos que intentaban seguirme con mis movimientos de caderas tipo Shakira, yo danzaba y los guiaba a mi dormitorio.
Antonio besaba mis labios mientras mi Lyon se encargaba de estimular mi vagina, yo estaba caliente y los quería sentir a ambos en mí, mis senos estaban off-limit, porque debido a la lactancia los tenía delicados, pero todo el resto de mi cuerpecito vibraba de deseos por ellos, había limpiado mi culito con varios enemas y había vuelto a rasurar mi chochito, Antonio puso su mano sobre mi chocho y sus dedos encontraron mi botoncito y se me escapó un chillido infrahumano, no podía cerrar mis muslos porque el hocico de mi Lyon estaba pegado a mi hinchada chuchita, Antonio me hizo correrme como loca y viéndome tan vulnerable al convulsionar con un orgasmo feroz, tomó por el collar a mi Lyon y así darme un tiempito para recuperarme, mis tetas parecía que se reventaban, me estaba revolcando en la cama junto a mis dos machos, ¡que rico!.
Me aferré a la inmensa verga de Antonio y lo acaricie mientras recobraba mi respiración, mi Lyon le dio un par de lengüetazos a la asta que estaba en mis manos, como animándome a mamarla y eso fue lo que hice, entre ambos se la mamamos a Antonio que gozaba a ojos cerrados y la cabeza hacía atrás, mi Lyon poco a poco perdió interés y se fue en medio a mis muslos, me senté en mis talones y luego me incliné a chupar la exquisita polla de Antonio que había crecido en todos sus magníficos veinticuatro centímetros, mi Lyon luchaba para hacerme levantar mi culito y lamer mi ano, sus insistentes lengüetazos a mis nalgas me obligaron a levantar mi culito y abrir mis rodillas, sapientemente mi Lyon me lamia mi culito levantado y también mi chocho, después de unos minutos me salto encima y comenzó muy despacito a buscar mi conchita, después de tantas semanas sin sentir algo adentro de mi vagina, la penetración de mi Lyon me hizo correrme casi al instante, mientras me contorcía con su pene y su bola dentro de mí, trataba de engullir esa polla de Antonio que casi me ahogaba cuando descendía un poquito por mi garganta, era difícil controlar mis espasmos y temblores, pero logre dirigir su verga dentro de mi garganta mientras me mantenía sin respirar unos segundos, lo hice una y otra vez hasta que me resulto natural y confortable hacerlo y él se corrió en mi garganta, ahí no pude continuar porque me asfixiaba la cantidad de semen que él enviaba dentro de mí, se lo lamí y chupé hasta la última gota, Antonio intento acariciar mis tetas protegidas por un vendaje y le pedí que no lo hiciera pues estaban aún muy delicadas y ya toda la excitación que me provocaban mis machos, era suficiente suplicio.
Copulamos entre los tres, gran parte de la tarde y entrada la noche, estaba deseosa de sentir una y otra vez esas sensaciones demenciales que me provocaban, hicimos un alto para poder alimentar a mis bebes que ya estaban comiendo alimentos sólidos y solo un poco de mi leche, luego nos dedicamos a amarnos con inusitada pasión, hasta que nos venció el cansancio y nos adormecimos casi todos juntos, mis bebes en su canasto cuna y nosotros en mi cama.
Los días se transformaron en rutinarios, conversando con Antonio, me dio a conocer una idea que me pareció fantástica, crear en la granja un criadero de perros de razas dóciles y rentarlos a hombres y/o mujeres que no teniendo la posibilidad de tener en casa un perro, podrían alquilar los servicios por días y/o semanas, nosotros proporcionaríamos el servicio completo, llevar y retirar al perro después cuando se haya terminado el servicio, entonces yo pregunté ― y si el usuario no tiene un lugar donde estar con el perro, porque hay muchos edificios que por protocolo prohíben las mascotas … ¿no podríamos nosotros arrendar cabañitas por unos pocos días? ― a Antonio le pareció espectacular la propuesta y dijo que él se encargaría de todo para inscribir la empresa en el conservador y el Servicio de Impuestos Internos, yo le dije como premio ― Antonio … inscribe todo a tú nombre y yo financiare para hacer funcionar el todo ― él vino y me abrazó con fuerza, luego me beso mientras mi Lyon danzaba alrededor nuestro.
Había transcurrido cerca de un año y medio, nos habíamos trasladado a la casa nueva donde cada uno de nosotros tenía su propia amplia habitación, pero el dormitorio central era el mío y normalmente estábamos todos ahí, para amarnos y hacernos cuantas cosas se nos ocurrieran, disfrutábamos de la buena situación económica en la que estábamos, habíamos logrado construir cinco cabañas amobladas, un dormitorio amplio con cama King Size, baño con jacuzzi, amplios ventanales con cortinas gruesas y habíamos empleado a una familia de venezolanos que acomodamos en la renovada casona vieja y ellos se encargaban de mantener aseada la granja, el arrendamiento de las cabañas andaba de viento en popa, estaban siempre ocupadas por mujeres solas, hombres solos y también parejas.
Antonio tenía cámaras en todas las cabañas, estaban camufladas con las luces, las cortinas, en un espejo que resultaba ser transparente por el lado opuesto y todas esas cosas de espías que él había ordenado por internet, pero no era necesario para grabarlos por morbo, Antonio estaba más preocupado por el lado de la seguridad de los usuarios, de hecho, él borraba los archivos mensualmente.
A todo esto, nos habíamos olvidado de los rusos, hasta que un día, mientras regresaba a casa, Antonio se topó con una rubia alta que merodeaba por el sector, él la interpeló y se dio cuenta del fuerte acento ruso y se le vinieron a la mente todos los temores que habíamos tenido, gentilmente se ofreció de ayudarla y se trajo la rusa a la casa, ella dijo que estaba buscando una granja que alquilaba mascotas y nosotros le aseguramos que estaba en el lugar justo, nos pidió si teníamos algún Golden, mintiendo yo le dije que teníamos un magnifico ejemplar de mastín napolitano, un perro gigante y si necesitaba ayuda yo misma en persona la asistiría, la rusa intento rehusar, pero nuestra insistencia fue tal, que al final resignándose y seguramente para no hacernos sospechar, la rusa accedió a alquilar a Brutus, nuestro mastín.
La rusa en sí era muy linda, la encontré en su cabaña y yo llevaba a Brutus con la correa, ella cuando lo vio se atemorizó, pero yo le dije que no tenía nada que temer porque Brutus no era nada más que un bebe de apenas dos años y meses y que ella sería la afortunada para tomar su virginidad, porque era su primera perrita, a ella se le abrieron los ojos con una cierta avidez, le dije que se desvistiera y que, si no le parecía a mal, yo también me desnudaría, ella estuvo de acuerdo y en minutos estábamos las dos desnudas.
Debo admitir que era una mujer muy bella, de unos treinta y tantos años, sus cabellos rubio platino, un vientre plano, unas caderas materinscoy (maternales), sus senos también eran grandes y maternos, la hice arrodillar ante una mesita de centro y acomodó sus rodillas sobre un choapino, le dije que abriera bien sus rodillas y levantara su culito albino, ella siguió todas mis instrucciones y se encomendó a mi experiencia, ya verás lo que tenemos para ti, rucia espiona, pensaba, mientras masturbaba a Brutus y sobajeaba la punta de su verga en los rubios pendejos de ella, extraje el lubricante de la bolsa que pendía de mi cuello y espalmé abundante líquido acuoso en su estrecho ano y en su chocho.
Luego sin decir agua va, apunté la gruesa verga a su ano y Brutus apena sintió la estrechez de su culo empujo con toda su fuerza, sus zampas la mantuvieron casi inmóvil porque ella lucho por unos instantes por zafarse, pero la brutal fuerza de Brutus se lo impidió, jejeje, dio un alarido cuando el perro empujó una bola como una naranja dentro del culo de ella, extendí una toalla en la mesita y ella escondió sus ojos en llanto ― si esta rucia es de la KGB estará preparada para cualquier cosa ― pensé sonriendo para mis adentros, la teníamos enculada y bien enculada.
Sus sollozos se trasmutaron en quejidos y gemidos, muy luego se relajó y comenzó a gozar de esa tremenda verga ensartada en su culo, sus manos acariciaron mis muslos y cuando me senté a horcajadas en la mesita y le ofrecí mi chocho, ella con una lengua fina y rosadita no perdió tiempo y comenzó a lamer mi chuchita, Brutus la follaba con destreza y furia, ella lanzaba chillidos de tanto en tanto y movía su culito hacia atrás.
Al cabo de una decena de minutos, Brutus se detuvo para bombear su semen en el culo de la rucia, yo había logrado un orgasmo viendo como su estrecho culo se extendía bajo los embates del perro, y su lengua y su boca que chupaban y lamían mi concha sin cesar.
La rucia me miraba con ojos vidriosos y manchados del rímel que se había corrido, limpié su rostro y ella me lo agradeció, en tanto Brutus se había girado y estaba anudado a ella culo con culo, cada vez que él tironeaba, unos cinco centímetros de su culo salían de su esfínter, ella me miraba un tanto preocupada por el prolongado nudo, le masajee su vulva y ella encontró el alivio de un potente orgasmo, fui al armario y saqué dos toallas más, luego del baño traje una escudilla grande, Brutus no cesaba de bombear semen dentro el intestino de la rucia, ella resignada se había acomodado con su rostro y sus pechos sobre la mesita.
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Brutus se desabotono de ella ruidosamente, restos de heces y un poco de sangre cayeron en la escudilla y las toallas, la tranquilicé porque ella quería levantarse, le pedí que esperara un poco más, limpié como pude el desastre y luego me fui detrás de ella a mirar su culo, era un hoyo abierto que se veía todo hacía su interior, todavía se contraía abriéndose y cerrándose, la ayudé a levantarse y la acompañe a la ducha, la ayudé a lavarse, lavé su ano ensanchado que casi entraba toda mi mano, luego la sequé y sobre la cama le aplique una cremita antibiótica cicatrizante, vi que ella se relajó y se adormeció.
Me vestí y me llevé a Brutus conmigo, Antonio había grabado todo y me recibió con una sonrisa ― ¿porque la hiciste encular por Brutus? … podrías haberlo hecho con uno de raza más pequeña ― me dijo ― Sí esa rusa ha venido a espiarnos, quiero que se lleve su merecido … tenemos que proteger a los bebes y espero que después de esta no vuelva ― le respondí ― y debemos estar atentos a que no nos sorprendan … presiento que esto no va a terminar aquí … no sé qué sucederá después de esto ― agregue.
Los días sucesivos no sucedió nada, pero Antonio dijo que a la rusa había venido a buscarla una SUV negra y que no le había parecido ni un taxi ni un Uber, además, ayer un vehículo similar estuvo estacionado bajo los álamos toda la tarde y como él está obsesionado con la tecnología, dijo que instalaría una cámara por esos lados para mantener la vigilancia.
El viernes en la tarde recibí una pareja de mediana edad, él era el que hablaba, la mujer se mantenía reservadamente detrás de su marido, parecían gringos del país del norte por su pronunciado acento ― I wanna a Golden ― dijo ella, él le respondió algo y luego se giró hacía mí y me pidió un Golden Retriver para su esposa, yo los acompañe a la cabaña y les pedí de esperar y que traería lo que habían solicitado, luego me fui a buscar uno de los cinco Golden, mi Lyon no lo arrendaba a nadie, pero mis hijos, que eran bastante grandes ya, sí los pasaba para que follaran con las mujeres que lo solicitaban, así que traje a Lince, el gringo me dijo que su señora era primera vez y que si la podíamos asistir, yo le dije que no habría problemas y que yo misma la ayudaría.
Ella era Betty y el John, Lince es un perro magnifico, tiene el porte de su padre, este mes cumple tres años, es un macho prodigioso y su pene asemeja mucho al de su padre, quizás la bola sea un poquito más grande, puede que sea la juventud del animal y su ímpetu es como su padre, donde ve un chocho ahí está él moviendo su cola y su cosita empieza a asomarse casi de inmediato, Betty esbozo una amplia sonrisa al verlo así majestuoso y gallardo, lo dejé suelto y Lince se fue derechito a los muslos de ella, ella se ruborizo y trataba de desviarlo con sus piernas y sus manos, John reía de la situación y bajo sus pantalones se insinuaba su erección.
John y Betty intercambiaron comentarios entre ellos y luego él se dirigió a mí diciendo que ellos pretendían estar por el fin de semana con Lince, les expliqué el protocolo y acordamos el todo, si ellos querían cambiar de perro o sumar uno más deberían hacerlo saber por el teléfono interno y que habría un costo extra, John estuvo de acuerdo, luego le mostré en el armario había unos polerones que podría vestir Betty para evitar posibles rasguños por la zampas de Lince, el cual de todas maneras tenía unas calcetas acolchadas confeccionadas en la granja, en tanto Betty había comenzado a desvestirse.
Betty era espectacular, muy delgada ella, alta casi 1.80, con unos senos como melones y muy duros, vientre plano, sus cabellos rubios eran teñidos, porque en su monte de venus lucía una cuidada mata de rizados pendejos negros a forma de flecha, los labios de su vagina estaban espléndidamente rasurados y lucían rojos por la excitación y ligeramente hinchados, ella eligió estar completamente desnuda rechazando el polerón que John le llevó, ella estaba sentada en una silla de mimbre con cojines y Lince tenía su hocico en medio a sus muslos y su lengua entera dentro de su almejita, Betty no cesaba de gemir y reír acariciando la cabeza de Lince.
John me miraba a mí y yo le dije que se pusiera cómodo, él se desvistió rápidamente y se fue a acariciar los pechos de su esposa con una erección tremenda, Betty abrió sus ojos y estiro una mano para aferrar el pene de su marido, yo estaba más caliente de todos porque no tenía un desahogo, así que me acerqué a Betty y puse mis manos en sus muslos, ella me sonrió complaciente y yo proseguí con mis dedos hacía su chocho, delicadamente abrí sus labios empapados de fluidos y la saliva de Lince, comencé a hacer circulitos y masajes a su clítoris, ella abrió la boca casi desesperada y se corrió revolcándose en la silla, para John fue demasiada estimulación y disparó sus chorros a la cara de su esposa, Betty rápidamente reacciono y atrapó los último chorritos en su boca.
John con el polerón en su mano limpiaba el rostro y los cabellos de ella, Betty lucía radiante ― I want him ― dijo ella, John me dijo que ella quería a Lince ahora, tome el collar de mi hijo y ella se levantó, le dije que se colocara arrodillada sobre la cama y que pusiera unos almohadones donde apoyarse, así es más cómodo le expliqué, ella capto la idea y yo subí a Lince a la cama, moví sus rodillas e hice que bajara un poco su torso y levantara su culito, Lince no perdía tiempo y continuaba a meter su larga lengua en el chocho de Betty, cuando vi que tenía su chuchita totalmente expuesta, le dije que se golpeara con su palma la nalga para invitar al perro a montarla, lo hizo y Lince le salto inmediatamente y la aprisionó entre sus patas delanteras, ― igual a su padre ―, pensé, ella estaba a la altura justa y bien alineada para recibir el pene de mi hijo, no lanzó ni siquiera un grito cuando la vergota de Linche centró su coño.
Lince sitio la cálida estrechez de ella y comenzó a empujar con fuerza y rapidez su polla dentro del angosto canal vaginal, solo cuando la bola empezó a presionar la entrada de su boquete, Betty levantó un poco su torso, lo que facilitó la entrada de esa mandarina blanquecina y rosada, Lince estaba con todo dentro de ella y martillando con fuerza y tenacidad ese chocho primerizo, ahora que el pene y la bola de Lince habían comenzado a crecer y crecer, comenzaron los chillidos de ella y sus orgasmos eran evidentes, indique a John que eso era normal y no se preocupara, al parecer él no estaba para nada preocupado, pero si terriblemente excitado otra vez y subiéndose a la cama comenzó a masturbarse.
Betty chillaba y se quejaba en lujuria, su voz era rauca y gutural de hembra salvaje gozando de la copulación con un macho magnifico, ella gruñía y sus manos apretaban los cojines bajo su torso, John se descargó esta vez en la espalda de su mujer y su pene seguía erecto, Lince se había casi detenido y yo sabía que estaba descargándose también él en la vagina de Betty, ella levantó su torso y agarró su tetas con ambas manos sintiendo todo ese líquido hirviente que llenaba todas las sinuosidades de su sexo, tironeaba sus pezones con fuerza y gritaba y chillaba como perra caliente.
Lince pasó una pata sobre su culo y se quedó pegado a ella trasero con trasero, Betty colapso sobre los cojines temblando completamente, la piel de sus nalgas tiritaba en escalofríos de placer, sus muslos también vibraban y contraían haciendo ver sus venas y músculos, John acariciaba a su mujer empalada al pene de Lince, había mucha ternura y pasión en su mirada ― este es un muy buen hombre ― pensé.
Una vez que Lince se despegó de Betty, mostré a John el resto de la cabaña, en el refrigerador había cervezas, aguas minerales con sabor, sin gas y con gas, queso, mantequilla un cuarto de jamón y otras cosas a disposición de ellos, si necesitan pueden ordenar algo del menú y pueden solicitar a cualquier hora la asistencia del personal, el muy agradecido me acompaño a la puerto y se quedaron con Lince, por último les hice saber que a las 20:00 vendría por Lince para sacarlo a una media hora a paseo, ellos lo tendrían que alimentar de acuerdo a las instrucciones escritas al reverso del menú, me despedí y me fui a buscar a mi Lyon porque mi chocho estaba en llamas.
Le pregunté a Antonio por mi Lyon ― tú sabes que a él le encanta el agua, así que imagino estará en la lagunilla que se forma allá abajo en los sauces ― me dijo, así que partí hacia allá cada vez con más deseos, mi Lyon estaba echadito a la sombra de los sauces y miraba embelesado el fluir del riachuelo y unas cotorras alharacas que se peleaban un fruto al otro lado del canal, cuando me vio vino a mi encuentro meneando su cola majestuosa ― ¡Oh! cariño cuanta falta me haces ― le dije acariciando su cabeza y orejas sedosas, él conociéndome, metió su hocico entre mis muslos causándome lastimeros gemidos de placer reprimido, miré hacía todo lados y no vi a nadie, me metí entre los arbustos y me saqué mi lycra quedándome solo con mi tanguita, me arrodillé y mi Lyon vino a lengüetear mi chocho desbordante de fluidos.
Mi Lyon, entendido y sabio, comenzó a lamer mi culito y mi chuchita, estaba en el séptimo cielo gozando con mi amado, él único que me provoca tanta lujuria y deleite, además, su lengua singular, larga y capaz de entrar profundamente en mi vagina, mis chillidos se mezclaban al alboroto de las cotorras que continuaban su altercado, mis ojos cerrados se aprontaban al éxtasi que mi Lyon me estaba procurando.
Estaba entrando en ese trance donde profiero gritos de alegría, es como si me llenaran el cuerpo de lucecitas navideñas y las encendieran dentro de mí, chillo eufórica, estoy llena de sensaciones placenteras que me convulsionan toda, el mundo inicia en mí y termina en mí, soy por un instante el único ser del universo, nada más existe solo yo y el lujurioso goce que me envuelve, ya no hay control ni autoconciencia, todo es barrido por esas ondas que inundan mí cerebro y se desbordan en todos los poros de mí piel, es como una poderosa explosión en mí vagina, un bombazo gigantesco que me colma y supera y lo único que quiero es que se repita una y otra vez, todo mí cuerpo estalla y expande, parece que mí respiración no bastara para tenerme en vida y sobrevivir a esta exaltación de placer.
Los maravillosos orgasmos se sucedían uno tras otro, cuando parecía que todo estaba tornando a la realidad, me sumergí otra vez en esa dimensión de lujuria y placer, mi Lyon me tomó por las caderas y me hizo volver a ese mundo de chillidos y grititos obscenos, me sentía como en una playa paradisiaca al sol con un delicioso trago en mi mano y sin otro objetivo que gozar el momento, las ondas se propagaban como esos juegos de domino que comienzan a caer en cadena, cada pieza toca un sensor de mi ser y me envía chispitas de placer a mí cerebro, a mí piel y a mí vagina.
Comencé arqueando mí espalda, encrespando mis dedos de los pies, los abro al máximo, resisto esa fuerza que se acumula en alguna parte de mí ser y luego se descarga como mil bombas, siento ese alivio, esa relajación, todo mí cuerpo palpita, mi espíritu vuela fuera de mí, mi clítoris vibra en ondas que me transportan en una vertiginosa montaña rusa, todo en mí se estremece y soy incapaz de estar de pie.
Mi entero cuerpo hormigueante cae en un acantilado sin fin, una liberación sensual sin control, soy la bola de nieve que causa la avalancha que arrasará y desbastará todo, es bestial y a la vez satisfactorio, cautivador, como estar mirando el microondas donde se derrite el chocolate más exquisito que saboreará tu paladar
Mi Lyon se había descargado en mí y se había girado, me tenía aprisionada con su bola enorme que me hacía tiritar de vez en vez, exhausta me acomodé sobre la hierba a esperar que su bola se achicase, por seguridad había atrapado las patas de mi Lyon y no lo soltaba, necesitaba sentirlo lo más largo posible dentro de mí, me daba seguridad, me daba afecto y ternura, y me procuraba mini orgasmos estremecedores.
Mi Lyon me desabotonó y vino cariñosamente a limpiar a su hembra, yo permanecí quietecita para que él me lengüeteara a su placer, sé que le encanta el sabor de mi coño recién follado, me quedé tendida sobre el prado sintiendo el cantar de las avecillas y creo que por algunos minutos me adormecí, reinaba una paz completa, mi Lyon estaba chorreando agua al otro lado de la laguna y me miraba como yo me levantaba, lo llamé y nos fuimos juntos a la casa, donde le di de comer y le abrí una de sus latas preferidas, Antonio me miraba y sonreía.
Pasaron algunos días y diariamente yo y mi Lyon copulábamos, a veces junto a Antonio, a veces solo yo y él, el trabajo de la granja iba super bien, el booking de nuestros animales y nuestras cabañas estaba siempre copado, Antonio pensaba construir otras cinco cabañas, dijo que la empresa estaba en grado de financiar y agrandarse, pero que necesitaríamos personal adicional, así que Antonio amplió el rubro de la empresa a Motel.
El fin de semana me fue a la lagunilla a buscar a mi Lyon, pero no lo encontré, tampoco estaba en la casona, Antonio no lo había visto desde la mañana, me desesperé, tomé mi bicicleta y partí a buscarlo por todas partes, Antonio se me unió con la camioneta, buscamos durante todo el día y no lo encontramos ― y si se lo han llevado … si alguien lo ha secuestrado ― dijo Antonio ― ¡No! … no puede ser … debemos encontrarlo … nadie se llevará a mi Lyon ― grite en sollozos, pero, aunque si recorrimos por todas partes hasta tarde esa noche, mi Lyon no apareció.
Al día siguiente lo seguimos buscando, a eso de mediodía Antonio dijo que era inútil, nos raptaron a mi Lyon, yo le eche la culpa a los rusos y Antonio dijo que podían haber sido los norteamericanos.
Jamás volvimos a ver a ese noble animal, quizás que fin hizo en que parte del mundo sirviendo de experimento, el único consuelo que me quedó es que ya era viejito y que no le restaba mucho por vivir, ahora me quedan solo los bellos y placenteros recuerdos que mí Lyon me regaló por tantos años, también mis hijos que siguen haciendo gozar a muchas perritas humanas.
Fin.
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