EL GRAN MACHO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Su padre tenía un pequeño rebaño de ovejas del que vivían, el hombre llevaba una temporada un poco enfermo y ella y su madre tenían que valérselas para atender al ganado, ordeñando las dos y hacer el queso la madre, queso que luego vendían.
Ella se encargaba de sacar el ganado a pastar por el campo y un pequeño monte de encinas, jara y roble, eso lo solían hacer a partir del otoño, en el verano pastaban las cañadas, por lo que pagaban una pequeña cuota al municipio.
Vivian en una casa que tenia adosado un corral y dentro estaba el aprisco donde encerraban al ganado, en el invierno.
En el verano ponían unas teleras en las tierras y a si el ganado las abonaba, cada día movían las teleras, hasta completar de rellenarla la tierra con el abono, a cambio de que las ovejas abonaran las tierras recibían una compensación del dueño de las mismas.
Su madre, mujer, de unos cuarenta años, era también fuerte y robusta, de amplias caderas y muslos con unos pechos grandes y prietos.
La joven venia de pastar con el ganado y al llegar al corral vio a su madre hablando con un labrador, pero, había un pero, estaban en una actitud, como cariñosa.
Cuando estaban comiendo, le pregunto a su madre.
¿Qué quería el Esteban, madre? Su padre estaba postrado en la cama, pero al estar la puerta abierta de la habitación si oía la conversación, y dijo le estaría pidiendo relaciones, ¿No sabes, que el Esteban pretendió a tu madre? Tú siempre eres el mismo, con tus bobadas.
Vino a decirme que le guardara un par de quesos, piensa ir, a la ciudad para llevárselos a su hermana.
Hay, se quedo la cosa.
Viniendo de pastar con el ganado del campo, al llegar a una era, vio a su madre que se dirigía hacia la caseta que el Esteban tenía en la era.
El Esteban era el que mayor labranza tenia, en la aldea.
Era un hombre corpulento y gallardo, era soltero y vivía con su madre viuda, y él se encargaba de llevar la labranza desde la muerte de su padre.
La joven llevo el ganado hasta el aprisco y volvió sobre sus pasos dirigiéndose hacia la era del Esteban.
El corazón le latía con fuerza, se dirijo a la parte de atrás de la caseta dando un pequeño rodeo, la puerta de la caseta estaba entornada y se oían susurros y gemidos, la cosa estaba clara, su madre y el Esteban lo estaban haciéndolo, eran los mismos susurros y gemidos que cuando su padre y su madre lo hacían y ella los oía.
Se quedo un poco mas escuchando y se fue al otro lado de la caseta, que había una pequeña tapia y serbia para esconderse, espero un buen rato, luego de esperar, primero salió su madre y al rato salió el, cuando se alejaron los dos se fue hacia su casa con una zozobra y una gran desazón en su cuerpo.
Solo se pregunto ¿Cómo sería aquello?
Lo único que le había quedo claro, de todo este embrollo, era que su madre al llevar tanto tiempo sin hombre al estar su padre enfermo se había liado con el que fue su antiguo pretendiente.
Amenazaba tormenta, allí donde estaba con el ganado, como se pusiera a llover no le iba a dar tiempo a llegar a la aldea, se podía refugiar como mucho en uno de los chozos de barro y piedra que precisamente los llamaban refugio de pastores.
El agua caía a cantaros, al ser buen tiempo, la ropa de abrigo que llevaba era poca, se dirigió hacia el chozo, pero cuando llego a él, estaba calada hasta los huesos.
Dentro solía haber leña y ñesca para hacer fuego.
Cuando estuvo dentro del chozo, se quito la ropa que llevaba puesta se quedo desnuda del todo y se dispuso hacer fuego.
Con ella había entrado el Canelo, perro, que la serbia para cuidar el ganado, se le acerco y estando agachada su piel aunque mojada le dio calor, dame calor, Canelo, dame calor, estando secándose de pie el chucho le acerco su hocico al coño, lleno de bello negro y le dio un lengüetazo, que ella al sentirlo no le desagrado del todo y el chucho volvió a insistir y entonces sintió un temblor en su cuerpo, que dejo que el animal le siguiera dando lametones y chupadas en su coño, se sentó en una piedra se apoyo contra la pared, entonces es cuando vio el pijo del animal que le salía de su funda un gran trozo y le salía un liquido blanquecino, le acerco su mano y se la empezó a menear, al animal le daban como contracciones y hacia movimientos de mete y saca su polla se le fue hinchando cada vez mas y al poco le salió toda de la funda y entonces vio su gran bola y según se la movía se le puso más gorda y dura al poco empezó a echar un gran torrente de liquido que parecía no iba a terminar nunca.
Con la ropa puesta al fuego para secarla, fuera seguía lloviendo con fuerza.
Se puso cerca del fuego, el animal la seguía mirando, como esperando algo más de ella, ella le puso la mano en la cabeza y se la acaricio, el con la lengua le lamió la mano y ella volvió sentir un ligero estremecimiento.
¿Que mas quieres Canelo? Se dejo lamer el pecho, y el perro siguió lamiendo hasta llegar a su coño de nuevo, le empujaba con su hocico cosa que la hizo tambalearse y caer, el can se le puso encima la daba embestidas, volvió a ver su polla grande y tiesa se la puso a la entrada de su coño y el animal frenético le daba muchas y rápidas acometidas y en una de ellas consiguió meter un poco de la polla en el coño de ella y siguió acometiendo hasta que le metió una buena porción y siguió acometiendo y ella sintió como que la estaban perforando y más tarde noto que otro gran trozo de carne entraba en su coño y el animal seguía empujándola al poco sintió como su coño recibió una descarga tan caliente, que parecía fuego, que le iba a quemar las entraña.
Así la pastora conoció el placer, junto con el dolor, pero que repitió muchas veces, y ya no le importo que su madre se liara con Esteban, Aunque este le echaba unas miradas de arriba abajo y con el paso del tiempo les pidió a sus padres permiso para entablar relaciones con ella.
Si consintieron esas relaciones y así se convirtió en su marido y de vez en cuando, si su marido no la hacía caso se iba al chozo con el perro y se dejaba coger por este hasta caer rendida.
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