Entregarme al Dogo Argentino
Una Sudaca conoce y ama el sexo con un hermoso perro Blanco, dogo argentino con gran Pija.
Había despertado ese día con ansias locas de ser montada por un can, me sentía inmensamente atraída por la idea de liarme con un chucho a prontitud. Pensé en las opciones viables y se me ocurrió llamar a mi amiga Celi, la dueña del Dogo Argentino, para pedirle prestada su plancha para el cabello, con la excusa de que la mía se había dañado y necesitaba urgente dicho accesorio para una reunión que tenía ese día con mi marido y unos empresarios…. Celi me dijo que pasase por su oficina a buscar las llaves de su casa, me vestí rauda y eso hice. En el camino a mi encuentro con el Dogo, «Moncho» es su nombre, recuerdo que mi emoción era tal que sudaba y me empecé a humeder en mi cuevita. Llegué, busqué al perrazo y salió contento a saludarme, el buen chico se agitó al verme, lo cual tomé con una señal para poder aventurarme con él como hacía unos meses.
Pasamos a la casa, llevaba yo un jeans y corsé, con sandalitas playeras. Lo acaricié mucho, era tan bello y musculoso que disfrutaba tenerlo cerquita y tocarlo. Buscando los implementos de limpieza, lo saqué al patio y le di su buena cepillada de hocico, jaja. Era tan noble ese can que se dejaba sin problemas hacer…. Luego, al pasar hacia la parte techada del patio, y como nadie podía vernos, decidí empezar a desvestirme. Poco a poco cada prenda mía iba cediendo terreno a mi desnudez, ante la mirada curiosa e intranquila de Moncho quien, sentado, me observaba a pocos metros. Una vez encueradita, me aproximé al perrote para seguir amapuchándolo y hablándole tal como si fuera un amante que entendiese mis palabras:
-Uuyyyy mi amor, extrañaste a mami?, ah? acá estoy para que juguemos un ratooo…. Si supieras lo que te pensé nene bello!!
Eso decía mientras me pegaba a su cuerpazo, trataba de rozarlo con todita yo, jaja. incluso me monté sobre su lomo y él se movió rápido para darse vuelta y pararse de patas sobre mis senos, procuré evitar el rasguño de sus garritas en mis hinchados y sensibles pezones mientras abrí la boca para recibir lenguetazos de mi macho entusiasmado. Así empezó el juego, de repente arranqué a corretear y Moncho me perseguía, he aprendido que a los perros les fascina jugar previamente antes de iniciar un coito, si es que están de ganas…. Ese día estaba de suerte pues Moncho ya asomaba la punta de su pene, clara indicación de excitación sexual, ayudado claro está por mis feromonas alborotadas que hacían el trabajo de calentar a un semental listo para el apareo. Me ladraba mas yo seguía entre risas moviéndome de un lado a otro, sudaba mucho a pesar de tener encendido el aire integral de la casa de Celi. Sabía que tenía tiempo, pues era media mañana y mi amiga almorzaba en su trabajo…. Ya el perro empezaba a impacientarse tantito, los ladridos eran más toscos y bufeaba. Por ello lo dejé aproximarse a mí, me había llevado unas rodilleras que uso para esos encuentros perrunos y me las calcé, eso hace más cómoda la posición cuadrúpeda. Me ponía en 4 patas, Moncho hacía el amago de montarme y yo me sentaba. Por tanto, me empujaba, se me encaramaba por los hombros, sobre mi cabecita, su fuerza era tal que iba yo a dar al suelo más de una vez, jaja. En una de esas, me acosté sobre la alfombra y elevé mi cadera, con mis piernas abiertas. Sentí un escalofrío agudo cuando el hocico del perro se apoyó firmemente sobre mi pubis, para sacar su lengua y darme unos lametones en la vagina que, a los segundos, me provocaron un orgasmo fantástico!
-Aahhh amor, mmmm, qué divino me hiciste sentir !! -Eso decía entrecortadas palabras mientras mi cuello se ladeaba y mis ojos se cerraban de placer.
Moncho se aproximó a mi rostro, ya su verga se asomaba desafiante, quería montarme e imponer su condición de macho dominante sobre su perra en celo. Hipnotizada por la verga del perrazo, se la toqué con mis manos y la tomé con ellas para masturbarlo, agitó y contorsionó para descargar su viscoso semen sobre buena parte de mi abdomen, tetas y rostro. Se alejó para limpiarse mientras yo me restregaba su acabada concentrada en el placer de estar bañadita por fluídos seminales. Al ratito, me llegué hasta donde Moncho estaba echado, me puse de espaldas a él quedando mis nalgas muy próximas a su funda que, recelosa, guardaba el falo exquisito del animal. Me movía para incitarlo cual culebra haciendo vaivenes sobre él, hasta que logré que se parase, me incorporé y lo besuquié mucho, froté su funda para que su desafiante verga empezara a salir en busca de batalla. Mojando con mis jugos mis pechos, puse a Moncho a darme pasones de lengua y pequeños intentos de mordidas que me llevaron al cielo. Hábilmente, me fui poniendo debajo del fornido chucho hasta lograr darle lamidas con mi ansiosa lengüita a su palo rosado y venudito, me sabía tan divina su textura, sus babitas las saboreaba sin cesar:
-Mmm, qué rico mi macho sabe tu verga, adoro lamértelaaa…. -Lograba balbucear mientras degustaba con roces linguales su pene.
La ventaja de un perro de raza y de haber estado con él en ateriores opotunidades, me permitían ahora engullir su falo cual loba hambrienta, y poder chupárselo para calentarme mucho, mucho, ya que mamar es algo que me enloquece y disfruto ‘in extremis’. Sedienta, mamé la verga de Moncho hasta que éste descargó su leche perruna, haciéndome tragar casi toda su potente venida:
-Uuuyyyy, jajaja, qué llegada te echaste chiquillo, eh? Y mami se bebió todoooo, jajaja….
Moncho se hizo a un lado pero esta vez frenéticamente buscó montarme, me encantó su bravura, su ímpetu, así que dócilmente me puse en cuatro patitas, abriéndome mucho, bajando mi cadera y con mis senos pegados al frío piso para sentir esa especie de torturita en mis pezones. El grandulón empezó sus intentonas montándome y empeyándome con su punta de lanza carnosa, aquellos toques me hacían gemir y erizar la piel, hasta que se produjo la fuerte penetración del viril fortachón a su sumisa perra:
-Aaggh, aayy, qué rico así, así…. vamos papi, cógete a tu nena, vamos, aagghh, agghh…. qué exquisita tu verga en mí, aaggh, aahhhh, dame duro, impónme tus ganas, demuéstrame que soy tuya y, agghhh…. arráncame placer, aagghh, uuyyyy….. hazme tu mujer, hazme gozar, aahhhhhh…. – A los pocos instantes de bombearme, tuve una serie de orgasmos volcánicos que me hicieron desfallecer, mi cara pegada al piso con mis brazos tambaleantes apenas soportaban los movimientos frenéticos de aquel perrote que me daba durísimo, follándo bestialmente a su hembra que se regozijaba entre quejidos y temblorcitos.
Me dio unas deliciosas penetraciones por un buen rato hasta que inició la abotonada, sus ganas de mí demostraban deseos de preñarme, eso me excitaba más, saberme tan deseada y tan suya que quería sacarme descendencia, jajaja, uuuyyyy…. Allí, varios minutos de apareo sobrevinieron, su cuerpo arqueado encimita de mí, demostrando su dominio al engancharme por la cintura con sus patas delanteras, me provocaron más llegadas celestiales. Ya pasado el tiempo, su bola salío de mi ser, entre ríos de semen y fluídos de mujer que bajaban por mis muslos. Mi satisfacción era total, sentía una leve sonrisa que se dibujaba en mi carita ya que ese Dogo me había proporcionado una fenomenal follada. Así quedamos ambos, descancansando de aquel encuentro sexual tan divino, quizás corto pero el tiempo apremiaba…. Luego me fui al baño, al salir, Moncho pidió patio, lo saqué, limpié el desastre que habíamos dejado, busqué la plancha y me fui a mi casa bien cogida!!
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