Entrenando a mi cachorro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por MonicaMarquez.
Todos alguna vez hemos sentido ese remordimiento o no sé cómo le quieras llamar al sentimiento de culpa al ser descubierto haciendo algo no tan normal ante la sociedad, como ustedes lo cataloguen depende de cómo vean el mundo.
Por fin después de algunos días de mi encuentro zoofilico casi fallido, días en que por cierto mi inconsciente no dejaba de recordarme lo hermoso de ser poseída por un ser de otra especie y que por cierto les cuento que siempre he considerado como algo por demás lindo relacionarme y compartir experiencias sexuales con algún animal.
(Los perros son mi animal predilecto) Para mi nada supera esa sensación de sentir las penetraciones y la fuerza de un macho canino.
Les podría decir que hasta para esto existe al amor entre humano y animal.
Con esta ideología, me sigo convenciendo de que las personas que gustamos de esto no somos tan normales como el resto de la sociedad pero tampoco somos malas personas, somos diferentes por no tener tabúes y disfrutar de lo que queremos, eso sí.
El periodo al que llamo entrenamiento se trató de días cotidianos como otros, la situación no estaba tan sencilla que digamos pero la fórmula que use para no dejar que me afectara fue ser como "un agujereado colador" es decir, a nada le tomaba más importancia más que a mi plan de convertir a mi Kevin (así se llama mi perro labrador) en un completo semental para mí.
Él y yo ya éramos muy buenos amigos pero sabía que si quería algo más de él, debía ayudarlo a pasar esa línea conmigo, a sembrarle confianza en su ser para que en las ocasiones correctas pudiera desenvolverse como un amante y así verme como su igual, ya no tanto como su ama y por qué no como su inferior, como su hembra.
Era la plenitud de mis 17.
En los días en que asistía al colegio, mi retorno estaba acompañado de una grata bienvenida de Kevin, el cual me movía la cola y era más que notable su alegría de verme.
Puedo agregar que a todas horas él estaba conmigo, jugaba conmigo y los fines de semana salíamos a dar paseos o a correr largas distancias por el parque cercano o la playa.
Las lecciones diarias de entrenamiento iban algo lentas pero muy efectivas; el ya reaccionaba a mis llamados, bastaba decirle siéntate para que el obedeciera.
Con cada tarea bien hecha lo premiaba con algún trozo de comida u otra cosita.
Mis padres decían que le entregaba mucho tiempo, que se notaba cuanto lo amaba y que ahora si mi padre había hecho un gran trabajo al regalármelo.
Solo diré que al darme a quien sería mi amante y amigo él ya se había ganado un pedacito de cielo ya que me hacía muy feliz.
He leído en ciertos lugares que hay quienes se preguntan como una mascota acostumbrada a montar su ama(o) no lo haría en cualquier lugar por instinto, es sencillo, para eso y más sirve el amaestrarlo y si lo haces bien el será obediente o lo que quieras.
En mi caso, para evitar eso, ahora que ya tenía un poco de juego ganado con él, las órdenes comenzaron a cambiar de rumbo y las bases ya estaban bien establecidas.
Paulatinamente teníamos ciertos encuentros pero sin llegar a una penetración y aunque era incómodo para mí no terminar lo que empezaba, para él era peor quedarse con las ganas.
A la voz de "monta" acompañado de algunos gestos alusivos al acto sexual de fornicación lo incitaba a montarme.
No me aguante las ganas de hacerlo de nuevo con él, además sabía que con la practica aprendería aún más.
Después de todos mis métodos funcionaron bien pero aún faltaba y de eso se encargó el tiempo.
Así pues, busque el momento y lugar adecuado para que me cogiera sin esta vez me volvieran a descubrir.
Como toda una perra ansiosa de su verga me mojaba de tan solo verlo, al quedarnos solos, en mi habitación trate de provocarlo a montarme y como siempre lo hacía pero buscaba algo más.
Como si fuera la primera vez que lo hacía, corazón me latía muy rápido y hasta parecía que el ruido de mi respiración sonaba demasiado fuerte.
Sin pensarlo dos veces procedí a quitarme la ropa quedándome únicamente con una blusa, ya que sabía lo rudo que era y hasta podría lastimarme.
No podía creer lo mojada que estaba, con mis dedos di a probar de aquel líquido a Kevin, este enloqueció y buscando la fuente de esto, su hocico inquieto trataba de entrar a mi entrepierna con gran desesperación que tirarme en el piso en posición me era casi imposible que hasta las ordenes de sentarse no servían de nada.
Cuando por fin logre ponerme en cuatro creí que el inmediatamente trataría de montarme pero la verdad es que no fue así, en cuanto tubo mi vagina descubierta hacia el trato le lamerla entrando por todos los rincones de mi ser, el placer que sentí no se compara con las cosquillas que él me provocaba también, pero basta de esto me dije a mi misma.
-Kevin, móntame, móntame.
Le ordene con mucha impaciencia y con unas pequeñas nadas me tomo fuertemente der la cintura, su fuerza era tanta que falto poco para que me tirara al suelo, la punta de su pene chocaba en mis nalgas y me lastimaba.
Con la mano, como pude, lo guie hasta mi entrada vaginal donde como si se trata de algo muy lubricado, su verga entro en un solo movimiento tan rápido que no me percate del dolor que me causo el cómo se abrió paso dentro de mi vagina aun estrecha por mi poca experiencia.
Mis gemidos antes reprimidos salieron despavoridos al entender por fin que estaba completamente sola en casa, gemía y al mismo tiempo en que el chillaba quizás de placer por lo rápido que me penetraba.
Ambos le estábamos disfrutando.
La verdad no lo podía creer, esta vez si iba por el camino correcto, me estaba haciendo su perra a su antojo, me sentía sucia.
Sucia de tanto semen que escurría por mis piernas, no porque sabía que era una enferma, al contrario, era lo más hermoso que había experimentado.
Mi entrega era total a él y este respondía tomándome con extrema firmeza.
Pocos minutos pasaron hasta que mi vagina quedo llena al máximo, sentía que me dolía mucho, algo dentro de mí era muy grande para estar ahí, además lo sentía palpitar dentro de mí, todo estaba muy caliente, por fin mi macho había conseguido apararse apropiadamente con su hembra y su verga se encontraba totalmente inflamada dentro de mí, me dolía pero no quería sacarla para complacerlo y con esto hacerle saber que estaba dispuesta a todo lo que él me hiciera pues ya era su perra y me usaría de esta forma.
Por fin se quitó de mi espalda donde me tenía totalmente doblegada a su voluntad, su verga ya se había desinflamado pero seguía goteando de semen al igual que mi vagina totalmente adolorida y roja de tan duro que fue la faena.
Me sentía enamorada.
Lo veía con mucho amor.
Literalmente lo amaba y dejaría que me cogiera cuantas veces quisiera, pero por ese día ambos estábamos ya muy cansados y satisfechos.
Aún recuerdo de todo el desastre que tuve que limpiar antes que mi familia volviese a casa, lave algunas prendas, trapee el piso, tome una ducha y durmió hasta la llegada de mis padres y mi hermano menor.
Más tarde ya todo estaba muy tranquilo en la casa, mi perro dócil como siempre y yo me reía de todo lo que había pasado, mi madre me noto feliz.
De verdad lo estaba.
Con el paso del tiempo fui probando cosas nuevas con Kevin (mi primer macho) que más tarde las iré relatando si es que no se acaba antes el mundo.
Me declaro una fanática del sexo anal y de los perros.
a ellos los amo.
Un saludo y un beso donde más les guste, amigos que aman la zoofilia igual que yo Monica Marquez C.
hola Monica me gustaria hablar contigo