Giulia encuentra a Deborah.
Deborah me dio una intensa mirada y luego se puso a lo perrito para mi Sam, entonces yo hice lo mismo y le presenté mis cuartos traseros a Dexter.
Estaba viviendo un sueño, Sam era todo lo que yo había imaginado, dulce, amoroso, obediente y sobre todo muy caliente, nuestros encuentros jugosos y pegajosos, se habían establecido en uno en la noche, otro en la mañana temprano, de vez en cuando durante la noche si él me despertaba olfateando mi vagina inundada de su semen, no había nada más celestial que sentir esa humedad y ese líquido que no cesaba de escurrir desde mis hinchados e excitados labios vaginales, me había acostumbrada a dormir con una toallita entre mis piernas, pero por nada al mundo me quitaba su maravillosa semilla de mi chochito, en esas ocasiones, hasta semi dormida, levantaba mi culito y me dejaba penetrar, luego cuando él sacaba su pene de mi conchita, agarraba la almohada, ajustaba la toallita y dormía como una bebé, amada por su amado príncipe de cuero aterciopelado y melenudo.
Nuestros paseos al parque eran a diario, dada sus necesidades, me había acostumbrado a sacarlo temprano en la mañana y luego en la tarde después del trabajo, me servía mucho para mantenerme en forma, mis muslos se habían robustecidos, mis senos estaban mas solidos que nunca, mi vientre plano y normalmente después del Footing, me llevaba a Sam al baño y ahí aprovechábamos para copular antes de bañarnos, yo le chupaba su pene hasta sacarle chorritos saladitos y el me llevaba casi al culmine del orgasmo con su lengua, una vez que estábamos en ese vórtice de pasión y lujuria, yo acomodaba las toallas, me hincaba y tomaba la posición a perrito y él hábilmente me penetraba rápidamente, me hacía bramar, enloquecer y gritar, rápidamente también alcanzaba un orgasmo, para luego disfrutar de su enérgica y veloz follada, al momento de sentir el derrame de su esperma caliente, mi cuerpo entraba en una especie de convulsión y un orgasmo potente me dejaba con tiritones y escalofríos, luego de perder su erección y liberarme de su nudo, nos metíamos bajo el agua renovadora, para limpiar nuestros cuerpos y cargarnos de una nueva energía.
Una cosa que ocupaba mis pensamientos a menudo era el fornido Pastor alemán de Deborah, ella con un cuerpo digno de una modelo, un culito a forma de guitarra, unos senos medianos, probablemente inflados con silicona, pero muy bellos para su contextura física, en pocas palabras, tanto Dexter su perro, cómo ella misma, me tenían caliente y con morbosos pensamientos.
Un día la encontré a la bajada del ascensor, ella tenía a Dexter con su correa y por su vestidura, lo estaba llevando al parque para su consueto paseo:
—¡Hola! amorosa … ¿Dónde vas tú con ese adorable ejemplar tuyo? …
Dexter se vino derechito a mi entrepierna y yo le dejé hacer, hábilmente se metió bajo mi falda y sentí su lengua áspera en mis muslos, sin perder mi compostura le permití lengüetearme por sobre mi tanga, Deborah me miraba impresionada:
—¡Hola! Giulia … se te ve irresistible … ¿Cómo has estado? … ¿Qué es de tu mascota? …
—¡Oh! estoy magníficamente bien … mi Sam debe estar esperándome … y éste aquí parece que quiere prepararme para su compinche …
Le dije señalando a Dexter que sonoramente lengüeteaba mi ingle bañando mis bragas con su baba y mis fluidos, no pude aguantar más y para contener mi orgasmo, cerré mis muslos con fuerza …
—¡Uy! Deborah … aléjalo que me está enloqueciendo … ooohhh … que rico que debe ser tu mascota …
—Pues como no te había visto … no había podido invitarte … ¿Qué te parece si te dejas caer más tarde … digamos como en una media hora más? …
—Tienes que darme más tiempo … tengo que sacar a Sam a su paseo de la tarde … después ducharme y cenar algo … ¿te parece en una hora u hora y media? …
—¡Perfecto! … eestaré ansiosa esperándote …
Me dijo dándome un piquito en los labios, luego me miró y me agarró para depositar un beso que no pude ni quise rehusar, tomé su cintura y baile con mi vientre junto al suyo, la apreté contra mis pechos y ella me agarró del pelo y me enterró su lengua que rápidamente se entrelazo con la mía, nos besamos hasta que ella se separó con los ojos brillantes y un ligero jadeo en su respirar …
—Recuérdate que te espero ansiosa a ti y a tu Sam …
Luego me cedió el paso para dejarme salir del ascensor, me volví y le tiré un besito al aire mientras ella desaparecía detrás de las puertas del elevador que se cerraron automáticamente, mi panochita quedo titilante y convulsa, con abundante producción de fluidos, rápidamente me fui a mi apartamento.
Apenas entré a mi apartamento, Sam vino a mi encuentro y lo primero que hizo fue meter su nariz bajo mi falda, hizo una especie de estornudo y gruño al sentir el olor de Dexter, pero luego intento borrarlo lengüeteando ávidamente mi ingle, con mi panocha sobre estimulada, me dejé caer en el sillón más cercano y me quité mis bragas mojadas, la lengua de Sam me hizo lanzar un lujurioso quejido y gemido, muchos centímetros de su lengua habían ingresado en mi canal vaginal procurándome estertores eróticos que dificultaban mi respiración, abrí mis muslos ampliamente y mi querido Sam se agachó un poco y empujo varias veces su lengua al interior de mi vagina, el frio golpeteo de su nariz en mi clítoris me encendió a niveles insospechados y mi cuerpo explotó con convulsiones espasmódicas en un orgasmo salvaje, tuve que esconder mi cuquita de la lengua implacable de Sam, solo lo logré en parte, ya que levante mis piernas y me cubrí mi sexo, dejando mi culito sin ninguna defensa a su ofidia lengua que serpenteaba entre mis nalgas y me causaba un cosquilleo que se transmitía por todo mi cuerpo, mis convulsiones orgásmicas no cesaban ante tal estimulo, bramando de excitación grité
—¡Basta! … ¡Basta ya! querido … ¡ooohhh por dios! … por favor …
Estaba casi en sollozos soportando esta dulce tortura, mi Sam se subió al sillón y comenzó a lengüetear mi rostro, hozando con su nariz en mis tetas, como empujándome y pidiéndome de cambiar mi posición, el mensaje era claro, me quería a lo perrito, me recordé de Deborah y me levanté de golpe …
—¡No! querido … ¡no! … ¡ahora no! … lo siento mucho, pero tendrás que esperar … ahora iremos a dar un paseo … déjame … me debo cambiar para que vayamos al parque …
Sam me ladraba su inconformidad, pero decidí dejarlo frustrado para poder llegar donde Deborah en tiempo, me puse unos pantalones de gimnasia, zapatillas y un polerón, luego agarré la correa y bozal de Sam, solo en ese momento él se calmó y animó, comenzando a bailotear para que le pusiera su bozal y collar con su respectiva correa, luego me coloque mi banano con las bolsitas para recoger los deshechos y nos fuimos al parque.
El paseo transcurrió como de consueto, muchas chicas con su culito parado trotando al lado de sus mascotas que parecían felices de tenerlas solo para ellos, cada vez que me cruzo con una de ellas, sus miradas son reveladoras, al igual que yo, ellas tratan de ver que cosa tiene mi Sam bajo su vientre y yo me imagino la verga de las mascotas que acompañan a sus amas a trotar, bajan sus rostros y sonríen en modo peculiar, a veces hago que Sam se pare en dos patas para que puedan apreciar la funda donde guarda las joyas de la corona y esa puntita rosácea que se asoma tentadora y conspiradora.
Regresamos a casa y mientras me servía un cocaví, me fui al baño a repasar la afeitada de mi chochito y posteriormente me duché, Sam estaba inquieto, como había dejado cerrada la puerta del baño, me ladraba de tanto en tanto reclamándome, rápidamente me sequé, me fui a mi dormitorio con él tratando de meter su nariz en mis partes pudendas, cosas que logró un par de veces, arrancándome quejidos y gemidos varios, haciendo que mi panocha habituada a sus atenciones diarias, emitiera profusamente una exorbitante cantidad de fluidos, me estaba resultando muy duro tenerlo a raya.
Finalmente le coloque su bozal y nos fuimos donde Deborah, toqué el timbre con un dejo de nerviosismo, no sabía como iba a resultar este encuentro, ella salió con una bata que le llegaba a los talones, totalmente transparente, nada ocultaba, sus formas eran perfectas, senos redondos y duros de talla mediana, sus glúteos firmes y sólidos, una cintura pequeña y estrecha con amplias caderas, su vientre plano y no asomaba ninguna sombra de vellos en su zona pélvica, me dio un beso con lengua y se apretó a mi haciéndome sentir el bulto consistente de sus tetas, aferré sus glúteos y ella emitió un gritito y una sonrisa complaciente, nos estábamos entendiendo a la perfección.
Deborah me hizo acomodar y luego volvió con un par de vasos de un exquisito espumante Moscato, muy agradable al paladar y refrescante, nuestras mascotas luego de olfatearse mutuamente se echaron sobre la alfombra y se comportaron como verdaderos caballeros, dejándonos disfrutar de una amena conversación e intercambio de experiencias, el goce que experimentábamos con nuestros amantes caninos, el tamaño de sus vergas y como se sentía al interno de nuestras panochitas, las frecuencias de los encuentros y todo un sinfín de información que normalmente ninguna de nosotras podía compartir libremente con otra chica, a menos claro está, que se comparta los mismos gustos o perversiones.
Poco a poco el vino comenzó a hacer efecto y Deborah se sentó a mi lado acariciándome una rodilla, yo tomé su mano y la lleve más arriba a mi muslo, su mano era muy suave y se fue deslizando al borde de mis shorts, que no eran de esos ajustados, sino del tipo falsa falda, así que no le fue complicado llegar al borde mi humedecida tanga, los machos dormían uno al lado del otro, ignaros del vórtice de lujuria que se estaba desencadenando a centímetros de sus vergas, la vorágine sexual había hecho que sus dedos exploraran mis tiernas carnes y a su vez mis propios dedos, se aventuraran bajo la transparencia de su túnica.
Deborah estaba con su sexo caliente y mojado completamente, deshice el lazo que mantenía su bata sobre sus hombros y esta cayó sobre el diván dejándola completamente desnuda, la besé suavemente, su boca sabía a vino, vino caliente como su chocho, comenzamos a explorar nuestros cuerpos, mis manos sobre sus senos perfectos, esponjosos y flexibles, con pezones duros, Deborah se inclinó para besar mi pezón, haciendo círculos con su lengua alrededor de mi areola, como dándole la caza, como arreándolo a sus labios, la miraba muriendo de ganas por sentir esa lengua juguetona sobre mi pezón, pero ella me lamía la mamela y giraba en torno dándole besitos y lamidas, cuando sentí la succión de sus labios en mi pezón, se me escapó un gritito lujurioso y un gemido lascivo, su mano buscaba mi coño enfebrecido y jugoso, dos de sus dedos masajearon mi clítoris y en un movimiento veloz mi mano se fue directamente a su concha generosa, carnosa y suave.
Deborah se arrodilló ante mí y miro mi chocho atentamente, era la primera vez que una chica me acariciaba mi vagina, no tenía nada más que mi intuición e instinto para seguirla.
—¡Oh! Giulia … que hermosa eres …
Bajó su cabeza para lamer mi coño, suavemente acaricio mi clítoris haciéndome estremecer, luego su lengua se deleitó con mi labios mayores, mi cuerpo entero vibraba al compas de su lengua, mis gemidos acompañaban sus lamidas, dulcemente su lengua se enterró en mis labios menores, abriéndome el coño y me hizo gritar , extendía mis pliegues y los bañaba con su saliva, luego con su boca entera, sorbía mis fluidos, yo mecía mis caderas follando su boca y su rostro, las ondas de placer se comenzaron a extender desde mi vientre a mis senos, luego mis piernas temblaban y exploté en un magnifico orgasmo solo con sus lamidas, fue un éxtasis total.
—¡Guau! Eso fue fantástico … déjame ahora hacértelo a ti …
—Sí amorcito, sí … cómeme toda … hazme tuya …
Sus ojos estaban brillantes, su voz era ronca, se recostó sobre el diván y yo me arrodillé ante sus muslos abiertos, miré su conchita, así de cerca parecía divina, vi lo hermosa que era, su vagina protuberante, hinchada, con esos labios regordetes y su clítoris tan grande como mi dedo meñique, una pequeña verga, pensé, toda su piel suave y lisa, estaba adorando su coño de joven hembra, ¡que coño mas bello!, pensé. La lamí y la chupé por varios minutos, con ese enorme clítoris imaginé de estar dándole una mamada, Deborah se levantó casi con violencia y me dijo
—¡Acuéstate en la alfombra!
Rápidamente obedecí y ella se montó sobre mi cara, con sus manos se abría su conchita y meneaba sus caderas follando mi rostro, estiré mi lengua lo más que pude y ella comenzó a dedear su clítoris, balbuceaba
—¡Oh! Giulia … nena … cógeme … hazme tu perrita …
Como pude alcancé sus rígidas tetas y magreé sus pezones fuertemente, luego bajé una mano y le metí dos dedos en su estrecha vagina y apresé su clítoris en mis labios, Deborah estaba corcoveando, me folló el rostro con fuerza, me lleno de sus copiosos fluidos, aferró mi cabeza con sus manos mientras brincaba apretándome con sus muslos, gritaba y decía mi nombre, se corrió por un par de minutos y luego se dejó caer casi sin fuerzas sobre su espalda, estaba casi sin aliento y yo por fin pude recibir una bocanada de aire, me quedé quietecita saboreando su zumo de conchita en mis labios, mi Sam de había despertado y lengüeteaba mi rostro, limpiándome de la abundante corrida de Deborah, luego siguió metiendo su nariz en la ingle de ella, Deborah dio un respingo y se arrodilló a mi lado, abriendo su almejita para mi Sam, al mismo tiempo una fría nariz toco mi zona pélvica, Dexter también se había despertado y olía mi panocha encharcada.
Deborah me dio una intensa mirada y luego se puso a lo perrito para mi Sam, entonces yo hice lo mismo y le presenté mis cuartos traseros a Dexter, él se puso a lamer mi culo y mi concha, su lengua era más grande y rubida que la de mi Sam, en tanto mi Sam había hecho centro en el chochito de Deborah y la follaba a toda fuerza, ella gemía y chillaba como una poseída, Dexter recorría mi vulva con su larga lengua y luego magistralmente me la metía toda en mi concha escarbando mis interiores, mi chocho estaba completamente dilatado, fue entonces que se subió a mi espalda y hábilmente me ensartó en su verga magnifica, su nudo me hizo gritar, pero luego que lo deslizó dentro de mis paredes vaginales, comencé a gozar de la estupenda follada, mi vagina estaba muy ardiente y resbaladiza, su enorme pene me llegaba al cuello del útero causándome espasmos mezclados de dolor y placer, los rápidos golpes me volvían loca, la bolsa de sus testículos golpeaban mi clítoris, su bola se había inflado a dimensiones inusuales, mi Sam es más suave y gentil, quizás ligeramente su bola es más pequeña también, el calor de su semen comenzó a inundar mi conchita y me provoco instantáneamente un orgasmo demencial que se prolongaba con el palpitar de su verga en lo profundo de mi coño.
Pude ver a Deborah que gemía abotonada a mi Sam y este se había girado para estar en la posición culo con culo, parecía exhausta y sus cabellos escondían la lujuria de su rostro, de vez en cuando bramaba y gruñía sintiéndose llenita de lechita de mi Sam, el cual tranquilamente esperaba a que su bola se empequeñeciera para salir de la concha de Deborah, en cambio Dexter había finalizado de bombear semen dentro de mi panocha y ahora intentaba desacoplarse de mi chuchita, me tironeó un par de veces haciéndome gritar, Deborah alzó sus cabellos y pudo ver que Dexter me estaba jaloneando por la pieza.
—¡No! Dexter … no … tranquilo …
Justo en ese momento mi Sam liberó su verga del chocho de Deborah, así que esta vino en mi ayuda y logró calmar a Dexter, la verga gigante del animal estaba encapsulada en mi conchita y no había modo de tirarla fuera, Deborah paso una mano bajo mi vientre y comenzó a masajear mi clítoris, la sensación me tuvo prontamente bramando y arqueando la espalda en otro orgasmo, con las contracciones de mi conchita, expulse el tremendo pene de Dexter que salió disparado junto a una abundante rociada de semen y fluidos vaginales, mis piernas trepidantes apenas me sostenían, me fui hacia adelante y quede con mi vientre sobre la alfombra y mis piernas obscenamente abiertas, el semen de Dexter salía a burbujas de mi vulva adolorida.
—¿Cómo estuvo, querida? …
—¡Oh, que joda! … ¡dios mío! …
—Parece que mi bebé te destruyó … ¡eh! …
—Sí … su verga es demasiado grande … pero el placer es más grande aún …
—Así es querida … ¿quieres otro poco de vino?
—¡Oh!, sí … tengo la boca reseca de tanto respirar con la boca abierta …
—Vale, querida … ahora te traigo un trago y me sirvo uno también yo …
Deborah se comportó como una anfitriona perfecta, me dejo follar con su Dexter todas las veces que quise mientras ella se solazaba con mi Sam, desde esa vez, un par de veces al mes nos juntamos para regalarnos esplendidos orgasmos, ya sea con nuestras mascotas o solitas yo y ella descubriendo los placeres de safo, estamos hermanadas por nuestras mascotas y los disfrutamos.
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Ummmm que ricoooooooo relato, muy exitante, gracias por compartirlo.