Hermanitas campesinas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kimmy.
Hola!! Mi nombre es Matilda y a continuación les contaré lo que me pasó cuando tenía 15 años.
Mi infancia y adolescencia las pasé en el campo, donde mis padres tienen un terreno, el cual dedicaban a la agricultura y crianza de algunos animalitos.
Resulta que mi padre tenía dos perras, que según él eran mejores guardianes que los machos, pero tenía el problema de que cuando entraban en celo, los perros de los alrededores se entraban al terreno atraídos por el olor de las hembras, y aparte de molestarlas hacían otros destrozos como matar a una que otra gallina y molestar a los chanchos entre otras cosas. Motivo por el cual invirtió un dinero en hacer un gran cierro de alambre púas por todo el contorno del terreno, reforzando la parte más baja con 6 corridas cada 15 centímetros.
Con mi hermana dos años menor, que en ese entonces tenía 13, siempre nos pasábamos traveseando haciéndonos bromas de pesado calibre, y como yo era la mayor, más grande, robusta y desarrollada, siempre salía ganando y mi hermanita si no terminaba llorando, se molestaba de sobremanera conmigo.
Un día en la tarde en que fuimos a visitar a una tía que vive a un par de kilómetros por el camino que da la vuelta por la esquina de nuestro sitio, obviamente íbamos viendo en que podía perjudicar la una a la otra, no resultándole nada a ella, yo en cambio apenas se descuidó la empuje a una acequia que corría por la orilla del camino, quedando con sus zapatos, falda y panties todos mojados, ya estaba entrado el otoño y algo de frío hacía.
De modo que llegando donde nuestra tía, se sacó sus prendas y las puso a secar en el bracero, mi tía le pasó una falda vieja de ella cuando era mas esbelta, que le quedó bastante bien y se la regaló. Mientras tomábamos el té se distrajo yendo a ver que tanto se secaban sus zapatos y el pantie, instante que aproveché para echarle una cucharada de sal a su taza y unos cortes de ají en el pan con mantequilla que estaba comiendo. Para desfortuna de ella, primero mascó el pan y sintiendo el picor en su boca trató de aplacarlo con un gran sorbo de té, que al sentir la mezcla de picante y salado, no soportó más y tuvo que escupir, rompiendo en carcajadas mi tía y yo. Pese a que había sido cómplice, ya que vio todo y no dijo nada antes, igual me reprendió por tan pesada broma a mi hermana.
Nos tuvimos que ir luego, porque ya se estaba comenzando a oscurecer más temprano. Y por lo corto de la visita, a mi hermanita no se le alcanzaron a secar sus cosas y solo se puso sus zapatos húmedos para no estropearse los pies, llevando su pantie y la falda en las manos. Cuando íbamos caminando vuelta a casa, le miraba sus piernas como se le ponía la piel de gallina con el frío, y aunque no me crean, me daba bastante pena y sentimiento de culpa, que decidí por lo menos por el resto del día no hacerle más bromas.
A mitad de camino, noto que me mira con cierto aire de picardía y noto que iba mirando unas zarzamoras que había mas adelante, por el mismo costado que yo caminaba, y al momento que voy pasando frente a ellas se me precipita encima para empujarme, sin darse cuenta que yo ya me había percatado de sus intenciones, y di un paso más largo esquivando su embate, de tal modo que se fue derechito a las zarzamoras quedando toda rasmillada y enredada entre las espinas.
Viste lo que te paso por mala hermanita, le decía riendo mientras le ayudaba a salir de su trampa. Y ella no podía estar más ofuscada, como que le quería salir humo por las orejas, de pura rabia. Seguimos andando, y cuando estábamos en el camino lateral que colinda con el terreno de nuestra casa, le dije hermanita tomemos un atajo para que no se siga entumiendo tanto, mientras tomaba un par de palos cortos para poder separar los alambre púas,……………………………, y me quedo mirando con cara de desconfianza, y le dije si quieres yo paso primero y te espero más allá para que no desconfíes, te conviene nos ahorramos varios minutos envés de dar la vuelta!! ……………., asintió con la cabeza y me dijo, pero no se te ocurra hacerme ninguna bromas más mira que te doy con lo primero que pille por la cabeza!!!
Y en conjunto pisamos y levantamos dos corridas de alambre formando una pasada rectangular con los palos, por donde cupiéramos sin pincharnos con las púas. Estando lista nuestra improvisada pasada, me agacho para pasar gateando y cuando apenas paso la cabeza y uno de mis brazos, mi vengativa hermanita patea uno de los palos dejándome semi atrapada, la pierdo de vista tratando de mirarla de reojo y cuando miro para el otro lado ya estaba pateando el segundo palo, y como andábamos con chalecos gruesos de lana pura de oveja, engancharse en cualquier punta era más que fácil, y al tratar de moverme y separar los alambres, quedé con mis brazos en cruz atrapados en ambas corridas.
Estando prácticamente inmovilizada, mi hermanita me empezó a increpar, ahora me las vas a pagar estúpida!!! ……….., no te gustó reírte de mí?? …….. , ahora sabrás lo que es bueno!! Y tomándome por los talones de un puro tirón me sacó los zapatos, tirándome los humedecidos suyos por la espalda,…………………. Haber, haber, las panties también dijo, y dándome vuelta la falda hacia la cintura comenzó a bajármelas, a lo cual me resistía contorsionando mis caderas y separando mis piernas para que no me las pudiera sacar, a lo cual ella reaccionó dándome un zapatazo en la cabeza por entre la alambrada y me dijo quédate tranquilita o te va a ir peor.
Y rompí en llanto, dejando que mi hermana hiciese lo que quería. Se puso mis panties y zapatos, murmurando ahora si que voy a estar calentita, y tú agradece que no tenga agua a mano. Por lo atemorizada que estaba debido a la actitud tan agresiva de ella, me oriné un poco, lo cual notó y utilizó para magnificar su venganza. Salado el té te gusta??………., me preguntó, y bajándome los calzones hasta las rodillas humedeció su mano en mi orinada vagina, me tomó del pelo levantándome la cabeza y me restregó la orina por la boca, ………………, te gusta el salado, te gusta?. Pensé en morderla, pero así como estaba y me había dicho, me podía ir mucho peor que como hasta el momento.
Por último tomó una varilla de una maleza que estaba en la orilla del camino, y se dio a golpear mi desnudo trasero, hasta que le supliqué que no lo hiciera más, entonces puso su mano en uno de mis glúteos, y pensé yo, se compadeció y está viendo que tan enronchado estaba, pero me equivoqué. Dijo, no, todavía estás tibia, vuelvo en una hora o dos, para que sepas lo que es tener frío. Y se marcho tranquilamente caminando hacia la casa.
Con mis gritos y súplicas las perras de papá se alertaron y venían acercándose hacia donde estaba. Que suerte, me dije, algo de compañía mientras a esta hermanita mía se le antoja venir a rescatarme. Con lo que no contaba era que una de ellas estaba en celo y una montonera de perros venían caminando por la orilla del cerco, deben haber sido unos seis o siete, que a los pocos segundos que las perras llegaron frente a mí, ya estaban a los alrededores a mi espalda.
Todos los perros trataban de pasar por el cerco, pero les era prácticamente imposible, solo un chiguagua podría haberlo hecho, por lo tan juntos que estaban los alambres más bajos. Pero no andaba ninguno pequeño, solo medianos y grandes, casi todos con sus puntiagudos penes asomándose por la punta de sus fundas. Había uno café que pese a no ser el más grande parece era el dominante, pues cuando gruñía y mostraba los dientes los demás se alejaban. Tanta agresividad me estaba intimidando, estaba muy asustada y con gritar no sacaba nada, pues a la distancia que estaba la casa, no me escucharían.
Aunque la visibilidad era poca, por mi posición y la oscuridad que ya había, igual pude distinguir que fue el dominante el que se acercó a mi retaguardia y empezó a olisquear por mi entrepierna, y alcanzó a darme un par de lamidas en la vagina antes que lo alejase de una patada de burro (hacia atrás). En mi desesperación ahuyenté a las perras, para que los machos las siguieran a otro lado, pero no fue suficiente, este que ya había probado el sabor de mi vulva se quedó ahí acompañado de uno blanco que era el más grande, que todo el rato se mantenía detrás de él.
Como no lo podía ver directamente para atrás, solo me di cuenta que lo tenía ahí cuando comenzó a lamerme nuevamente, y en esta segunda ocasión erré dando la patada al aire y me dolió mucho las púas en mis clavículas y hombros, al quedar apoyada en una rodilla y la alambrada.
Era una maldita trampa de la cual no podía safarme e impedía que me moviera, pues con el pasar de los minutos las púas atravesaban mis ropas haciendo contacto con mi delicada piel. Así que tuve que desistir de mi lucha contra el macho dominante, y éste a sus anchas se puso a lamer y saborear mi virginal vagina, cosa que en los primeros instantes me produjo repulsión total, pasando en pocos segundos, debido al agradable cosquilleo proporcionado por su áspera lengua, a sentir un excitante placer.
Placer que me hizo cerrar los ojos y liberar fluidos hormonales desde mi interior, pese a que mi macho dejaba de degustarme por pelearse con el otro perro que le hostigaba a sus espaldas. Situación que más me sedujo, al tener dos machos peleándose por mí, fue algo muy raro que no sé como explicar, me sentí evidentemente deseada y eso me gustó muchísimo.
Al volver mi dominante macho vencedor, mis jugos vaginales me tenían humedecida por completo la entrepierna, y este se dio gustoso a engullirlos como un desesperado. Habiendo devorado todos los exteriores, se puso a hurgar al interior de mi vulva penetrándome insistentemente con su lengua, pero esto duró pocos minutos, porque él tenía que hacer lo que le dictaba su instinto.
Intespectivamente se montó en mi anca aferrándome fuertemente por la cintura, tratando de hacer diana en mi ansiosa vagina. En verdad tenía miedo, porque no me sentía preparada y a fin de cuentas era un animal el que me iba a desvirgar. Pero de que tenía ganas y lo deseaba en ese momento, no lo puedo negar. De lo contrario creo que hubiera muerto de la desesperación y la impotencia.
Y en el quinto o sexto puntazo, luego de haber picoteado por los contornos de mi vulva y cerca del ano, me la mandó a guardar casi hasta el fondo, hundiéndose por completo al interior de mi vagina en el siguiente envión. El peso de su cuerpo en mi parte posterior se balanceó con el de mi tronco e hizo que las púas del alambre no se sintieran tan implacables contra mis brazos, hombros y clavículas. Sintiendo este gran alivio, me dediqué única y exclusivamente a gozar del exquisito ritmo de su mete y saca.
Era increíble la velocidad con que lo hacía y prácticamente no sacaba su verga de mi interior, solo daba cortos y rápidos empujoncitos queriendo meterse más adentro. En cada instante mi vagina se veía más repletada por tan delicioso miembro viril, era como que se estaba hinchando dentro. Y esa sensación de plenitud más el roce y calor proporcionado, me hicieron sucumbir en el primer orgasmo de mi vida.
Pese a la adversidad lo gocé a concho, la electricidad que me recorría llevó el placer a cada parte mi cuerpo, sin sentir dolor, frío ni ningún otro tipo de molestias. Era un goce total, algo irreal, que incluso llegué a pensar que todo era un sueño, y haciendo un esfuerzo abrí los ojos para salir de lo ensimismada que estaba, dándome cuenta que estaba dando gemidos, casi gritos de placer, y que también ya había terminado de oscurecer y la luna alumbraba bastante, ya que veía claramente el piso frente a mí y la siembra de lechugas que estaba por el sector por donde habíamos tratado de pasar.
Momento en que trato de parar de gemir, para enterarme de mi entorno y escucho otros gemidos que parecían de dolor, pues estaban mezclados con sollozos de llanto, y girando la cabeza para ver por sobre mi hombro, no podía dar crédito a lo que estaban presenciando mis ojitos. Era mi hermanita que había sido montada por mi macho dominante………………, entonces a quién tengo incrustado yo??? Y con el rabillo del ojo veo que había sido el blanco grande el que finalmente copuló conmigo y fue el vencedor de la pelea.
No sé en que momento llegó mi hermana, me imagino se tiene que haber devuelto al ver los perros caminando por la orilla del cerco. Pero de lo que si estuve segura es que no lo estaba pasando bien, ya que el perro la ensartó por el trasero y estaban pegados culo con culo, y cuando el macho tiraba parece que le iba a dar vuelta su ano, puesto que la raja de su traste se desdibujaba cuando el perro jalaba y se estiraba hacia fuera.
No pude seguir mirando a mi afligida hermanita, pues tuve que volver a cerrar mis ojos al sentir un caudal hirviente que inundaba mi útero, era mi macho blanco que estaba acabando con su latiente pene, que asemejaba un corazón en mi cavidad del placer y sumado a la temperatura de su semen, agudizaron mi prolongado orgasmo que apenas había bajado de intensidad, y sin quererlo ahogué los sollozos de mi hermana con mis gemidos de lujuria.
Casi finalizando su eyaculación, mi macho pasó una pata por sobre mí y quedamos en la misma posición que mi hermanita con su macho, con la diferencia que mi amante había tomado el camino correcto y si bien no me dolía del todo cuando jaba, sí me producía una extraña y desagradable sensación. Pero no sé si fue donde lo hizo por la vía normal o qué otra cosa, mi perro se sentía más cómodo y tiraba con mucho menor frecuencia, por lo que pude seguir gozando así como estábamos, hasta que en un pequeño tirón de un solo FLOAP!!, mi desvirgador sacó su preciada herramienta.
Tuve unos 10 minutos de tiempo para descansar, hasta que sentí a mi hermana que me estaba desenredando una manga del chaleco de las púas de la alambrada, y mientras seguía con el resto del enredo conversamos respecto a lo ocurrido, y me confesó que se devolvió apenas vio a los perros que venían y se quedó a mi espalda al otro lado del camino poco antes que llegaran a mi lado, se mantuvo del otro lado porque los perros venían en jauría, rápido y pegados a la alambrada, le dio cierto miedo quedarse en su camino, y cundo vio que se acercaban a mi trasero desnudo trató de pararse para ir a ahuyentarlos, pero los gruñidos, mostradas de dientes y erizadas de lomo la hicieron entrar en pánico y se quedó inmóvil. Al ver que estaba gozando con las lamidas, se bajó las panties junto con el calzón y se comenzó a masturbar, cuestión que llamó la atención del perro café y no dudó en ofrecerle su trasero para que la hiciese gozar al igual que lo estaba haciendo yo, con las consecuencias que ya saben.
Prometimos guardar esto en secreto, no contarle a nadie y nunca más volver a molestarnos con las bromas de tan pesado calibre, como las que hasta esa fecha acostumbrábamos hacernos.
Me encanta este relato, hace tiempo lo había leído y el volver a leerlo después de mucho me hizo que mi imaginación volará con 2 acabadas….
Recomiendo que lo lean.