Historia Pastoril II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Agotada de mi encuentro sexual con el *Negro*, me arroje sobre el camastro de la cabaña y me quede dormida. De pronto senti una presencia a mi lado, en la cama, y oí una voz que me susurraba: – ¡Chinita!, ¿Me das un besito? Me di vuelta rapidamente, y en la semi oscuridad descubri que era tu hermano Eleuterio el que estaba a mi lado y, con voz engolada y manos agiles, me quería seducir. Rapidamente cerre y cruze las piernas y le dije;
– ¿Que te pasa cochino mañoso?
El abrió las piernas, se monto encima mio y comenzó a acariciarle las tetas con suavidad, lo que me produjo una sensación nueva, y me trajo como un flash el recuerdo del *Negro*.
Mientra luchaba con tu hermano, se me me paso por la mente:
– ¿Como será hacerlo con un hombre, será igual que hacerlo con el perro?.
A medida que luchaba, pensaba que *Ele* me deseaba desde hacía tiempo, que me gustaba y posiblemente me casaría con él y eso me iba excitando y me iba decidiendo también a probar si Eleuterio era mejor amante que el *Negro*.
De pronto, él puso su rodilla sobre mis muslos y presionó con tal fuerza que el dolor me hizo separar las piernas y dejar mi jugosa conchita, que ya estaba más que dispuesta a recibir la visita de un miembro que prometía placer.
El con una diligencia propia de la practica frecuente, abrió su bragueta y saco su miembro viril. De pronto deje de luchar y el se echo sobre mi y sus manos buscaron mis senos y los acariciaron, sus dedos tocaron mis pezones que se pusieron duros. Levante mi pollera y el busco con su pene la entrada a la tibia gruta del amor y el placer. El bajo su cabeza y con su labios busco mis pezones y los chupo como si fuera un bebé, me hizo gemir de placer. La livido de ambos puso el resto. Nuestra respiración se hizo mas agitada y nuestras bocas se buscaron y emitieron gemidos y palabras entrecortadas mientras se fundian en un largo y apasionado beso.
Cuando terminó, el se hecho a mi lado y me dijo:
– *Domi*, desde hace tiempo queria estar contigo, pero tú no me dabas bola.
– Hombre, Eleuterio. Las chicas no podemos ser faciles, tiene que costarle a Uds. su poco conquistarnos. Ademas todabía no se si me gustas, por que te has portado mal y me has forzado. Ahorita voy a la casa y le digo a tu papá que lo has hecho a la fuerza y que eres un malo.
El pobre se levantó de un salto y con voz temblorosa me dijo: – Por Dios no lo hagas China, si se lo dices mi papá me mata. Además yo te quiero y quiero casrme contigo cuando venga el *taita cura* el proximo año.
– Ya veremos. Todo depende como te portes. Ahora andate de inmediato y no regreses hasta mañana temprano, para que me remplaces.
El se fue más rapido que corriendo, yo me sonrrei y me acerque al *fogón* para avivar el fuego y ponerle mas leña para calentar la habitación.
En ese momento entró el *Negro*, como estaba arrodillada le fue posible ponerme sus patas delanteras sobre los hombros, como si quisiera someterme, le dije: – ¿Quieres demostrarme que a ti no te puedo mandar? ¡Bajate carajo y anda hechate junto a la cama! Para mi sorpresa asi lo hizo. Termine de atizar el fuego y de inmediato comenzó a sentirse calor.
Fui a echarme nuevamente a la cama, el *Negro* se levantó, se subio a la cama y se echo junto a mi. Lo acaricie y le dije: Tu tiras mejor y más que el Eleuterio, pero no puedes acariciarme las tetas ni besarme.
Al recordar lo que sentí cuando Eleuterio chupó mis pezones, sentí una explosión dentro de mi conchita y un liquido que se escurria por mis muslos. El perró levantó la cabeza y olfateo el aire.
– ¡Ya sé como puedo hacer que me acaricies las tetas!. Me levante, corri al fogón, le heche mas leña y mas astillas y ramas, que al prenderse iluminaron la habitación
Me saque la blusa, me desate y me saque las polleras y me quede *calatita* echada en el camastro, meti los dedos de mi mano en mi conchitas. los humedeci bien y me hunte las tetas. Jale al *Negro* y le dije; – Esta es tu oportunidad de que me demuestres que eres mejor amante que nadie. Lameme las tetas, lengueteame la concha y el poto y hazne tuya por donde quieras y como quieras.
Como estaba echada boca arriba, recogi las piernas y las abrí. El *Negro*, me olió, estiró su cabeza y pasó su lengua por uno de mis senos y vi y sentí como el pezo se irguió y se puso duro. Parecía un *capulí* (fruto parecido a la guinda, de color oscuro). Con el otro sucedió lo mismo y a la vez sentí nuevamente que la cocha se humedecía. El *Negro* siguió lamiendome las tetas con suavidad, parecía que me las acariciaba con mas suavidad que Eleuterio o, la lengua del perro, por su tibiesa y rugosidad me producian sensaciones diferentes y mas intensas. Despues de unos minutos que permaneci en extasis, con los ojos cerrados, senti la humeda nariz del perro cerca de mi concha y despues su rasposa lengua que hurgaba entre los labios de mi vagina buscando la entrada de la gruta. Cuando su lengua me toco varias veces el clitoris, no pude contenerme y mis gemidos de placer se convirtieron en gritos de lujuria. El *Negro* ladró y yo me di vuelta y me arrodille. Mi culito quedó a su disposición y el lo olió y le pasó la lengua, volvi a gritar de placer y más aún cuando los lenguetazos comenzaban en los labios de la vagina y terminaban en el ano. Fue tanto el placer que instintivamente lleve mis dos manos al poto, separe las nalgas y dije casi susurrando: *Negro* metemela por favor. Creo que esa noche logre una erótica comunicación, casi animal, con el perro. De inmediato, me monto, su patas me rasparon un poco la barriga y la cintura, y senti su verga urgando entre mis muslos. Me dí cuenta que tenía que bajar mas mi poto para que su verga me entrara al ano, tonta de mí, le acerte con la posición y de pronto senti un agudo dolor, de un solo golpe me la metió y me hizo ver estrellas. Rapidamente estire las piernas y el peso de mi cuerpo al caer hizo que la verga se saliera. El perro gruñó y aunque el poto me dolía y me ardía, me arrodille nuevamente, abri las piernas y levante bien el poto para que la verga quedara a la altura de la concha. El comenzó a buscar con ansiedad y me arañaba la cintura y las piernas, meti mi mano por entre mis piernas y puse la punta de su verga en mi conchita y en un segundo me la metio toda. El placer me hizo olvidar el dolor del ano y el *Negro* y yo nos entregamos a disfrutar en cuerpo y alma. El ritmo de su metisaca se hizo endemoniado y yo solo atibana a pegarme a él lo más posible, por momentos bajaba el ritmo y sentía un pequeño chisgueteo dentro de mi concha que quedaba mejor lubricada. Despues de un buen rato sentí como si me hubieran metido un tapón, me dolió pero era un dolor placentero por que la verga se hincho y llenó toda mi vagina y despues recibi una innudación de semen, que pese al tapón me comenzo a chorrear por los muslos. El *Negro* paso su pata por encima de mi poto y quedamos pegados poto con poto, pero la sesación de tener la vagina llena de verga y semen era gratificante y me producia espasmos de placer.
Los brazos y las rodillas me dolian, intente nuevamente dejarme caer para desengancharme pero no resulto, el perro lanzo un gemido de dolor y se volvio con actitud agresiva. De inmediato me arrodille y le dije: – Perdona *Negro*, no lo vuelvo a hacer. El se dió vuelta y yo gire con él, no se si lo hizo para demostrarme su poder, pero yo me sentí que había asumido una posición de hembra sumisa que me desconcertó. Yo creía que tenía el poder y quería tenerlo, pero sentí que el perro con su gruñido y el giro que hizo me demostró que el también quería el poder y por ahora lo tenía.
Estuvimos asi por un buen rato, repare que ya no me dolia el poto, lleve mi mano hasta alli, con mis dedos urgue un poco y senti que ahora tenía un hueco pero no sabía si asi era normal o no por que nunca había urgado esa zona, pero el dolor había desaparecido y comence a recordar el placer que me dieron los lenguetazos del *Negro* y las sensaciones nuevas que me produjo, incluso las volvi a sentir. En ese momento el *Negro* dió un tirón y nos despegamos. El se fue a un rincón y comenzo a lamerse la verga que había adelfazado pero estaba roja y se iba hundiendo en su capullo.
Yo seguía echada boca arriba en el camastro, con las piernas flexionadas y abiertas, esperando que viniera a lamerme y tentar nuevamente que me lenguetiara el poto sentir ese placer que se me hacía inborrable. A los pocos minutos vino y metió su lengua en mi conchita y comenzo a lamerme incluso las piernas, aproveche para darme vuelta por que su semen se había ido ahsta mi poto, también me lo lamio y entonces me arrodille y le dije *Negro* montame otra vez y aunque grite, rompeme el poto.
Lleve mis manos atras y jale mis nalgas para que mi año quedara mas expuesto y el, no se como lo hizo, pero me metió la lengua y la revolvio varias veces en el orificio, produciendome un placer indescriptible, queme hizo gemir y gritar de placer y revolcarme en la cama. No se si me desmaye de placer, pero me parecio despertar y sentir al *Negro* que me lengueteaba los senos.
Me puse la blusa y las polleras y una chompa por que ya era muy noche sentía frio.
Asi de delirante fue mi primera vez y como esa tuve muchas a lo largo de ese año, hasta que me case.
– ¿Nunca lo comentaste con alguien?
– ¡Si! con tu mamá y con otras primas, pero sin decir que yo lo había hecho, al igual que ellas, que también se escondían detras de la frase: – Me contó una amiga
Según lo que me dijo tu mamá, casi todos los pastores, hombres y mujeres, tienen sus primeras experiencias sexuales con los animales que pastorean o con los perros que los acompañan y que asi es mejo, por que no embarazn ni salen embarazadas, sólo corren el riesgo de contraer alguna infección curable, pero que generalmente ni eso ocurre
– Hay prima. y yo por años he vivido con una sensación de culpa horrible. Nunca me imagine que mi madre fuera tan desaprensiva con un tema como este.
– Bueno que dices, buscamos a un descendiente del *Negro* y ¿una noche de estas nos damos un buen revolcón?.
– A eso he venido prima.
Si me atrevo les contare mas adelante que paso con el nieto del *Negro*
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